SHAPRA
"Apuntes chiquianos"
. Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
*
–¿Cómo se conserva usted? –preguntó Lipat
–¡Rachísgata shay! -respodió provocadora Thory.
Como Lipat no entendía nadita de quechua, optó por besar la mano de Thory, y sonriente me susurró al oído: "Qué suerte, hasta una bilingüe he hallado, gracias, que Dios te lo pague". Y se fueron tomados de la mano.
–Shay Nalo, j´al froid. Mettez-moi une autre couverture.
Cuando me disponía a traerles frazadas observé a nuestro recordado amigo Shaprita, plantado como estatua tras una pirca. Había estado observando la escena, bañado en lágrimas. Me acerqué y sentí su corazoncito a punto de romperse, por lo que le pregunté con acento medio inglés:
–¿Qué pasa dear Shapra?.
–Nalito, este huaracinito ha seducido con mentiras a mi Thory. Yo siempre la he respetado, ni siquiera un pétalo de su rosita he tocado.
–Te creo Shaprita. De repente se aman y ha sido una prueba de amor. Tú sabes, la vida es así –le dije intentando tranquilizarlo.
–¡Nooooo! la vida no debe de ser así, pero júrame que cuando seas gobernador lo vas a meter preso para que lo violen –retrucó.
–Está bien Shaprita, algún día cumpliré tu pedido. Ahora acompáñame a casa para traerles un par de frazadas antes de que les de la helada, la noche está muy fría.
A nuestro retorno no encontramos a nadie en el lugar; y anduvimos el pueblo casí dos horas buscándolos. Ya cerca del amanecer fuimos a la casa de Lipat.
–Soy Nalito, señora ¿se encuentra Lipat?
–No hijito, hace un ratito se ha ido con su papá en un camión minero hasta Conococha, y de allí viajarán a Huaraz en autobús. Tienen que vender lámparas Petromax en la feria de Nicrupampa.
–¿Y se ha ido con alguien más? –preguntó trémulo, casi gimiendo Shaprita.
–Solamente los dos.
Pasaron los años. Shaprita siguió viviendo en Chiquián, respirando el mismo aire bucólico que su amada, contentándose con verla de lejos, y escuchando su voz tras la puerta de las cantinas.
–¿Lipat, qué sabes de tu hijo con Thory?
Entonces me puse a reflexionar: "'Lipat se alegra porque hubo sangre en la arena, otros respetan esa circunstancia y optan por una chicuelina o una manoletilla o lo que la corrida les ofrece en suerte". Sonreí, lo abracé fuerte y grité ¡SUERTE MATADOR!, y sentí su corazoncito romperse en pedacitos, igualito al de Shaprita en aquella tarde de corneada en Tulpajapana.
París, 15 de octubre 1984
Montmartre (París), 34 años después.
"Apuntes chiquianos"
. Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Muchos chiquianos hemos sido picados por el aguijón de la curiosidad para escribir sobre SHAPRA,
ídolo de las cuncushpadas nocturnas en el barrio periférico de Tranca, y de las
pinquichidas con sabor a “bolero” e infarto antes de tiempo, en el
risueño Quihuillán de los años primeros; y en Usgor, mágico lugar donde
florece el amor a la vera del sendero.
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Quihuillán
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Usgor
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Hace
unas décadas (15 de octubre de 1984), sentado en Montmartre, escribí la nota
¡Suerte matador! sobre nuestro pintoresco personaje, nota
que compartí a fines del siglo XX con los primeros cibernautas
ancashinos.
De ahí para adelante hice algunos garabatos que duermen el
sueño de los “injustos” en el viejo cuaderno Minerva de mis recuerdos
gratos, cuyas razones explico párrafos abajo. Hoy, esas líneas
talladas en pellejo sin poros, se encuentran guardadas en lo más
profundo de mi ser: sin sombras ni pircas caídas, donde Shaprita canta y
baila contento un huaynito como un travieso angelito de carne y verso.
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Leí por primera vez sobre Shaprita, al amauta Rubén Barrenechea
Núñez (Revista Oficial del Club Chiquián Nº 1 - 1975 SILUETAS -
CHIQUIANAS - “SHAPRA”), cuya pluma lo describe así:
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“Ese
que veis ahí gesticulando y alzando los hombros a cada tres palabras
ante algún desorientado forastero es Shapra. Apenas más alto que un
enano, tiene la barba negra y desordenada, la boca verdosa y la ropa
ajada, muy grande, lameando en su cuerpo esmirriado. Ha sido el primer y
tal vez el único cicerone o guía turístico de mi pueblo. Con un habla
caudalosa y audaz aprisionada por una entonación de sorprendentes
matices costeños, conquistaba prontamente la simpatía y la confianza de
los foráneos hasta convertirse en el insustituible elemento de los
primeros enlaces. Todos lo recordamos dado de modo espontáneo a esta
actividad, pero nadie, que yo recuerde, lo alentó ni le agradeció a
nombre de la ciudad la utilísima función social que llenó por un tiempo
de modo tan pintoresco como eficaz. Y como era -esto dicho sin ironías
ni retintín- una persona importante y visible -¡y vaya si lo era!-
andaba siempre, sin que nadie lo llamase, entropado con las autoridades y
notables del pueblo en toda ceremonia cívica o religiosa. Y sobresalía
entre el concurso por sus "quimbas" y la implacable seriedad con que
asumía su papel de ciudadano connotado. Yo te admiro, Shapra, porque
supiste encarar la vida con la pulcra responsabilidad que a tantos, que
no son tronados como se te juzgaba, les falta irremediablemente. Y las
noches eran muy, pero muy suyas. Sigiloso e invisible en las antiguas
calles chiquianas donde los farolillos apenas despedían guiños de luz,
aparecía inesperadamente con el poncho plegado como un pañolón sobre los
hombros (jamás lo vi usarlo de otro modo), un carrillo abultado por el
bolillo de coca que masticaba y un "¡buenas noches¡" susurrante que
helaba la sangre. Ahora a tantos años de su desaparición me pongo a
pensar en todo lo que habrían visto los ojos de Shapra. !Qué de citas
clandestinas! ¡Qué de conjuras! ¡Qué de incursiones sospechosas! ¿Ya
cuántas damas con el honor a punto de marchitarse y a cuantos honorables
señores y recatados jovencitos naufragando en el barro común que pisa
sin contaminarse la gente humilde!, Con razón, Shapra se paseaba por el
pueblo con el desenfado triunfante de quien se siente dueño absoluto
de la vida y los secretos de los demás. Pero no fue por miedo ni por
agradecimiento que a su entierro concurriera el pueblo en masa. Fue
porque Shapra, el menudo hombrecillo oropuquino que se ganaba la vida
llevando bestias de los “mistis” a los alfalfares circunvecinos,
acarreando basura a los corrales suburbanos, faroleando a los turistas y
cobrando “cupos” por secretos guardados, fue un hombre de carne y
hueso, con un sello inmenso de autenticidad humana. Fue porque en su
vida no hubo mixtificaciones ni olores de trastienda. Fue porque Shapra,
el inolvidable “chiflado” chiquiano , iluminó a su pueblo por un
tiempo con la alegría traviesa de sus andares afectados, de su habla
jugosamente petulante, de sus pícaros huaynos –crónica viviente y
escandalosa- entonados a todo pulmón por las desoladas calles del
pueblo. Fue porque se sintió parte de una comunidad, y vivió de ella y
para ella con la pureza de un corazón simple y tierno."
También leí en dicha revista las “PINCELADAS” del
anecdotario de nuestro recordado amauta Antonio Zúñiga Alva, donde bajo
el título: SHAPRA” – LECTOR DE PERIODICOS, fluye:
“SHAPRA”,
era el sobrenombre de un personaje chiquiano muy original. Su nombre:
Manuel. Muy conversador, manejaba el castellano y el quechua “salga
como salgara”. Aun cuando era analfabeto, pasó en algunas ocasiones
como miembro del Concejo Municipal de Chiquián, como Instructor Militar
en el pueblito de Mahuay, donde hizo marchar un domingo a los
movilizables, ordenando que en la libreta de los asistentes estampara
su sello el Teniente Gobernador. Una mañana se hallaba en una de las
bancas de la Plaza de Armas de Chiquián leyendo un periódico. El Sub
Prefecto de la Provincia, don Rolando, que acertó a pasar cerca de él,
le dijo al notar que sostenía el periódico al revés: ¡Cómo SHAPRA!
¿Puedes leer con el periódico boca abajo?...Si, pues don Rolando: “el
que sabe sabe” contestó SHAPRA sin inmutarse... Don Rolando casi sin
castellano, prosiguió su camino.”
Siguiendo el venero de las dos plumas chiquianas traté de
averiguar sobre la identidad de Shapra, llenándome de nombres y
apellidos diversos, tanto en Lima como en Oropuquio; hasta que llegué
al manantial principal, ubicado en Jr. Alfonso Ugarte de Chiquián,
donde reside su hermana Macshi. Ya en el lugar tuve una larga charla
con ella, obteniendo la información requerida; pero al escuchar las
palabras de Pamela (sobrina de Shaprita), sentí que una aguja de
arriero se incrustó en mi corazón, pues la adolescente, quien ha
oído habladurías sobre su tío, pide, que además de su ropaje y fisonomía,
se hable acerca de sus cualidades de hombre de bien.
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Macshi, hermana de Shaprita
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Como
no hay manera de medir el sufrimiento ajeno, el pedido de Pamela me dejó
pensando sobremanera, pues se tiene que estar entre su piel y sus
sentimientos para sentirlo y entenderla, como se desprende de lo que
antes de despedirse me dijo: “Amigo
Nalo, si en vez de mi 'desarrapado' tío, aquel lector de periódicos al
revés hubiera sido algún notable del pueblo, ¿habrían comentado lo mismo?
Personalmente
recuerdo a SHAPRA sentado en el patio de la casa mirando los
periódicos que mi papá traía cada dos días de la Costa para el deleite
de los paisanos; mas nunca pude percatarme si sabía leer o no. Lo que
sí viene a mi memoria, es que de hojeada en hojeada se reía a
carcajadas, y comentaba a viva voz sobre lo que estaba viendo con los
“ayudantes” del servicio de transportes de la familia.
Inclusive he conversado con personas de la época sobre la 'lectura al revés” del que hacía gala Shaprita, y mi sorpresa fue mayor al escuchar a más de 50, afirmando ser testigos del momento en que don Rolando Estremadoyro Vigil lo “ampayó”... ¿es que el ampay ocurrió durante una procesión?, me pregunto. Lo cierto es que medio siglo después su mejor discípulo es el líder del país más poderoso del planeta, quien también lee al revés.
Inclusive he conversado con personas de la época sobre la 'lectura al revés” del que hacía gala Shaprita, y mi sorpresa fue mayor al escuchar a más de 50, afirmando ser testigos del momento en que don Rolando Estremadoyro Vigil lo “ampayó”... ¿es que el ampay ocurrió durante una procesión?, me pregunto. Lo cierto es que medio siglo después su mejor discípulo es el líder del país más poderoso del planeta, quien también lee al revés.
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Pero,
¿por qué es difícil hacer precisiones sobre 'la vida y milagros' de
SHAPRA?. Es muy simple: hay vidas singulares como el de Shaprita que no se pueden describir
jalando hilachas que flotan en el aire, ya que nuestro común amigo no
fue una marioneta de trapo, sino un hombre con entrañas que caló
profundo en el sentimiento popular, ganándose un sitio en el corazón de
todos; por eso lo recordamos como el más bello símbolo de una época que
marca, cada vez con más fuerza, el paso redoblado de nuestras vidas
que van doblando la esquina de la tarde.
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Chiquián: Valle del Aynín
SHAPRA es como el amor furtivo que no acepta explicaciones, es el
Aynín que murmura a nuestro oído haciendo vibrar ese “niño viejo” que
llevamos dentro los que pintamos canas. Es el rumor incierto y el
aliento tibio que acaricia los sentidos. Es la resonancia que va más
allá de los sones de la banda que interpreta: “30 de Agosto en el pueblo de Chiquián tú me hiciste un juramento de amor...”; ese sonidito
hechicero que se prolonga como el eco y se va metiendo tembloroso en lo
más recóndito del alma viajera, cambiando el rumbo del vuelo y fijando
el Norte magnético en 'Espejito del cielo' de Hualín y su triángulo.
Chiquián
Es
también como un cuadro que de lejos parece un paisaje inerte, pero
cuando nos acercamos el alma se agita, porque bajo el lienzo de bayeta late el
corazón del pintor, con un ritmo que sólo puede oírse en silencio. Por eso pretender llegar a conocer a SHAPRA y descender tan
hondo donde las sombras no existen, es arañar la superficie de su vida,
solamente. El sobrenombre de SHAPRA de por sí enternece, razón de más
por el que no se le olvida, como sí ha ocurrido con algunos “notables”
que intentaron perennizarse fuete en mano, pero que sus huellas no
marcaron hitos de historia ni memoria colectiva.
*
Plaza de Armas de Chiquián
Para unos, Shaprita fue un hombre trabajador, alegre,
campechano y bonachón, para otros: un romántico enamorado de las cosas
simples de la vida; sin embargo, muy pocos comentan sobre las razones
de su dicha de vivir en paz, porque ese secreto se lo llevó a la tumba;
esa doble virtud que poseen los que nacen con algo divino en las
venas, que es el origen de su grandeza, cualidad que no se mide por el
tamaño físico que es altura y nada más.
Escribir
sobre él, en su justa dimensión, es trabajo de orfebres de varias
generaciones de paisanos, pero sin esa cirugía con formol que diseca los
ideales de una época de oro chiquiana, pues hacerlo así sería cavar
insondable su sepulcro que pocos conocen y alguno visita. Sólo sé que
SHAPRA no tuvo vocación de erudito y que de la vida sabía por su
sensación de ser humano y no por lo que pudo haber leído al revés, como
las obras de bien que hallan asilo generoso en los latidos amigos. Ya
el tiempo rasgará el poncho que es su voz, para irnos descubriendo el
secreto de su existencia terrena, que es su eco... todo depende de
nosotros, como herederos de su legado de jaratanta con sabor a chumpac
de tinyaco maduro.
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Chiquián: Umpay, Racrán y Cochapata
"Shaprita, cuántas veces
aguaitabas tras las raídas pircas, husmeando discreto cuerpos que en
vaivén gemían; cuántas veces la luna plateada malogró tu
faena de espía, cuando tras un aliso asomabas furtivo y el paso
acelerabas cautivo, pisando en la penumbra blandos frutos de
colon. Tú jamás
dormías, Shaprita. Vagabas en el limbo de tus sueños confidentes, sin
vigilias ni insomnios en noches frías que suspiran y lloran, aguardando
como fiel centinela el fulgor del cielo para que tus ojitos puedan ver
rodar el mundo. Dime
SHAPRITA lo que sentiste cada noche sin luciérnagas donde
reina la cómplice oscuridad, cuando una pallita con su traje de Eva
sollozaba por el caliz roto que no barre ni limpia la conciencia.
¿Acaso
la impotencia de no poder hacer nada oprimía tu corazón por la
tragedia
de la virginal criatura, que
después viste vagar como alma en pena por las callecitas estrechas,
caminando con la barriguita llena,
mientras apoyabas tu frente en el frío cristal de una ventana
invisible?. ¿Cómo habrás sufrido amigo mío, viendo deshojarse la
verbenita silvestre por el viento de la desventura, tragedia que viste,
oíste,
comprendiste y que jamás tildaste con el dedo acusete como noble
custodio de las honras ajenas?.
Parafraseando al maestro Rubén Barrenechea, cuántos habrán querido ver
lo que tus ojos de ninacuru observaron tras las grises cortinas de la
noche, lo que tus llanques y rodillas de shulaco trapearon y
tu corazón de tinyaco sintieron; sólo el "Indio Peruano", y quizá el "Mudito
de Huasta", lo saben”. Nalo Alvarado Balarezo. Tupajapana, 17 de octubre de 1967.
. .
Chiquián: Jirón Comercio, desde Quihuillán
Esta
breve nota es un tributo de cariño y gratitud a un ser humano que lo
dio todo sin esperar nada a cambio, caminando de aquí para allá por
senderos oscuros que hoy transitamos sin temor gracias a su luz, que
aunque tenue ya, nos da tierno abrigo.
No
veamos en Shapra la espuma que flota en la superficie, menos recojamos
esa espuma de río como pompa de jabón y la lancemos al viento del infortunio de donde
recogerla sin romperla es imposible; y no olvidemos que hay tres tipos
de espejos: cóncavos, convexos y planos... él se refleja en el
tercero, en toda su dimensión de “PEREGRINO DEL SENTIMENTO ALTRUISTA
CHIQUIANO”.
AMIGO MANUEL ÑATO ALLAUCA:
continúa descansando en paz a la diestra de DIOS.
continúa descansando en paz a la diestra de DIOS.
Chiquián, 2 de agosto de 2002
¡SUERTE MATADOR!
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Thory,
uno de los personajes populares en mi infancia fue un ser humano de
vida muy dichosa en Chiquián. Chupaba caña de día y de noche. Muchas veces dormía la mona en la plaza de toros de Jircán, acompañada de una
botella de chinguirito sabrosón.
Cierta
mañana de vacaciones escolares, al morir julio patriótico, visitó la casa el popular 'Lipat pot
pot', también conocido como 'Upa vivo'. Él acababa de llegar de Huaraz.
Cuando salíamos a la calle después de saborear un rico pari y un jugoso jamón serrano, vi a Thory pasando por la acera: sobria, altiva y reluciente, como nunca la había visto. Ante la magnífica oportunidad que me brindaba el destino quise jugarle una pasada a Lipat, haciéndola pasar por una dama mojigata de la alta sociedad de Pampám, pues durante el desayuno me pidió que le presente una virginal criatura para llevarla a estudiar al colegio parroquial Santa Rosa de Vitervo de La Soledad. Acá el corto diálogo que entablaron:
Cuando salíamos a la calle después de saborear un rico pari y un jugoso jamón serrano, vi a Thory pasando por la acera: sobria, altiva y reluciente, como nunca la había visto. Ante la magnífica oportunidad que me brindaba el destino quise jugarle una pasada a Lipat, haciéndola pasar por una dama mojigata de la alta sociedad de Pampám, pues durante el desayuno me pidió que le presente una virginal criatura para llevarla a estudiar al colegio parroquial Santa Rosa de Vitervo de La Soledad. Acá el corto diálogo que entablaron:
–¿Cómo se conserva usted? –preguntó Lipat
–¡Rachísgata shay! -respodió provocadora Thory.
Como Lipat no entendía nadita de quechua, optó por besar la mano de Thory, y sonriente me susurró al oído: "Qué suerte, hasta una bilingüe he hallado, gracias, que Dios te lo pague". Y se fueron tomados de la mano.
Durante
el resto del día y parte de la noche los busqué por todas partes: Capulipata, Quihuillán, Shulu, Parientana, Lirioguencha,
Umpay, Cochapata, Oropuquio, Puente Cantucho... en fin,
visité todos los rincones y cantinas. A poco de desistir de
mis intentos por encontrarlos, pasada la medianoche los hallé en una
chacra pegadita al cementerio, totalmente adormecidos, con síntomas de haber tenido una lucha febril con chinguirito, masajes y algo más. Al ver este cuadro de 'cupido cross', exclamé en quechua: Imatan timpukana asnanki, kusa warmin payqa, kusatan, tinki takin tusun ima. Lipat,
al escuchar abrió los ojos, y sin comprender lo que le decía
me contestó en francés, como para no despertar a su amada:
–Shay Nalo, j´al froid. Mettez-moi une autre couverture.
Cuando me disponía a traerles frazadas observé a nuestro recordado amigo Shaprita, plantado como estatua tras una pirca. Había estado observando la escena, bañado en lágrimas. Me acerqué y sentí su corazoncito a punto de romperse, por lo que le pregunté con acento medio inglés:
–¿Qué pasa dear Shapra?.
–Nalito, este huaracinito ha seducido con mentiras a mi Thory. Yo siempre la he respetado, ni siquiera un pétalo de su rosita he tocado.
–Te creo Shaprita. De repente se aman y ha sido una prueba de amor. Tú sabes, la vida es así –le dije intentando tranquilizarlo.
–¡Nooooo! la vida no debe de ser así, pero júrame que cuando seas gobernador lo vas a meter preso para que lo violen –retrucó.
–Está bien Shaprita, algún día cumpliré tu pedido. Ahora acompáñame a casa para traerles un par de frazadas antes de que les de la helada, la noche está muy fría.
A nuestro retorno no encontramos a nadie en el lugar; y anduvimos el pueblo casí dos horas buscándolos. Ya cerca del amanecer fuimos a la casa de Lipat.
Chiquián: Barrio de Jircán
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Toqué
una y otra vez el portón con una monedita de la suerte. Nadie contestó.
Entonces Shaprita agarró desesperado una piedra de la calle y golpeó
fuerte.
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–¿Quién es? –preguntó doña María desde el segundo piso.
–Soy Nalito, señora ¿se encuentra Lipat?
–No hijito, hace un ratito se ha ido con su papá en un camión minero hasta Conococha, y de allí viajarán a Huaraz en autobús. Tienen que vender lámparas Petromax en la feria de Nicrupampa.
–¿Y se ha ido con alguien más? –preguntó trémulo, casi gimiendo Shaprita.
–Solamente los dos.
Shaprita se despidió de la señora con un ¡graaacias! emocionado. Luego insistió en seguir buscándola.
Después de visitar varios lugares llegamos al bar "Penco". La puerta estaba cerrada,
pero sin candado.
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Puerta del bar "Penco"
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Durante unos segundos Shaprita pegó su oreja derecha a la puerta. Al escuchar la voz de Thory volvió a
la vida, me abrazó riéndose como un loco, y feliz hasta el
llanto, dijo: "Ahora sí me voy a dormir tranquilo, que Dios te lo pague Nalito".
Pasaron los años. Shaprita siguió viviendo en Chiquián, respirando el mismo aire bucólico que su amada, contentándose con verla de lejos, y escuchando su voz tras la puerta de las cantinas.
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Chiquián: Barrio de Quihuillán
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Después de varios inviernos en Quihuillán, con los años llegó el verano limeño de 1982
y visité a Lipat en su cebichería La Chinichalhua del barrio de
Zarumilla, y le jugué otra pasada:
–¿Lipat, qué sabes de tu hijo con Thory?
–¿Hiiijoooo?, de que hablas shay, si en aquella inolvidable faena hubo sangre en la arena –y se rieron a carcajadas con su carnal Genaro "Lapicho" de Jupash.
Entonces me puse a reflexionar: "'Lipat se alegra porque hubo sangre en la arena, otros respetan esa circunstancia y optan por una chicuelina o una manoletilla o lo que la corrida les ofrece en suerte". Sonreí, lo abracé fuerte y grité ¡SUERTE MATADOR!, y sentí su corazoncito romperse en pedacitos, igualito al de Shaprita en aquella tarde de corneada en Tulpajapana.
Epílogo:
Hoy
Shaprita descansa en paz, al costado de su amor platónico, en el cementerio
de Chiquián... nadie les lleva flores, menos oran por ellos, ni siquiera en Viernes Santo, aunque
todos nos acordamos de ambos en las tertulias vespertinas de
agosto fiestero; pero Dios, que todo lo ve, hace crecer yerbabuena y cardón
cimarrón sobre sus tumbas frías, junto al mausoleo de Lucho Pardo.
París, 15 de octubre 1984
Montmartre
Fuente:
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HOLA SHAY - Bodas de Oro del Colegio Coronel Bolognesi - 2007 - NAB
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8 de junio 2018