sábado, 18 de noviembre de 2017

PRESAGIO, AMOR Y PESADILLA - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)

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PRESAGIO, AMOR Y PESADILLA 

Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)

Son las 9 de la noche. Nicanor Catire está por salir de su casa. Tiene una cita con su amada Juanita. De pronto un aullido lastimero estremece el vecindario.

- El diablo anda cerca, no salgas Nicachito, los perros nos avisan cuando ronda el mal -le dice en tono de ruego su mamá.

Haciendo oídos sordos Nicacho acude a la cita. Al llegar a la plazoleta de Quihuillán dan señales de vida: la luz de un candil en una ventana y el canto de los grillos en la oscuridad. Es miércoles 28 de diciembre de 1949, y como muchos pueblos del interior de la sierra de Áncash, Chiquián no cuenta con alumbrado.
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Mecánicamente sus piernas lo llevan al sitio de siempre: la banca de la esquina más alejada de la plazoleta, lugar de sus encuentros con Juanita. Prende un cigarrillo y fuma. Cierra los ojos y se deja llevar por su pensamiento a los brazos de su amada. 
 
Y así, pensando y fumando, uno tras otro cigarrillo van pasando las horas. A las 12 en punto se apaga la luz del candil y el lugar queda en tinieblas. Enciende un palito de fósforo y mira su reloj.
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- Es medianoche y Juanita no viene -dice apenado, oteando la vereda en la oscuridad.
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Cuando está a punto de retornar, el ruido de unos tacones acercándose le alegra la vida; va a decir algo, mas unos labios sellan sus palabras con un beso apasionado.
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Nicacho comprende que las palabras sobran, y se recuestan para amarse como todos los miércoles de fin de mes. 
 
Esfumado el clímax nota algo tibio en su hombro derecho, pasa sus dedos, los lleva a sus labios y siente el sabor dulzón de la sangre.
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- ¿Qué raro, me habrá lastimado el hombro con el tacón de su zapato? -se pregunta.
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Pone la mano en el pie de su amada y se topa con una pata de gallo. ¡Dios mío, es el diablo suplantando a Juanita! -piensa asustado, se para como puede y corre sujetando su huachcu hasta su casa sin detenerse, sintiendo que lo siguen de cerca.
 
 
Ingresa al dormitorio. Sobre la mesa de noche aguarda una nota que le han enviado hace unas horas: 'Amor, no pude ir a la cita, mi mamá no ha retornado de Huaraz y mi hermanito no quiere quedarse solo. Juanita”.
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Termina de leer y asegura la puerta con una tranca de aliso. La nota de Juanita confirma sus dudas y sabe que el diablo vigila para un "mañanero" o quizá dos; descorcha una botella y bebe todo el anisado intentando calmarse.
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Horas después se queda dormido e ingresa a un sueño donde no puede moverse, los muros aprisionan su cuerpo, su piel transpira incontenible, el bochorno es irresistible, quiere hablar, gritar, pero no puede articular palabra ni mover los brazos, las sílabas se anudan en su garganta... 
 
Las ánimas del purgatorio copan su mente atormentada hasta el alba. De pronto: ¡PUN PUN PUN! tocan la puerta con fuerza. Nicacho abre los ojos con sobresalto a pesar del trago adormecedor, pero se tranquiliza al escuchar la voz de su mamá:

- Despierta hijito, vas a llegar tarde al trabajo, don Tiburcio es muy estricto. ¿Leíste la nota que te envió Juanita anoche? lo dejé sobre tu almohada...
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Cusco, 01 de noviembre de 1975

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Fuente: 
 
 Libro de bolsillo "Relatos del más acá", de Nalo (Pág. 69). Ediciones Cachizada 1981
 
 
 


 
 
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