sábado, 4 de noviembre de 2017

PEDAGOGÍA DE LA CULTURA DE PAZ - POR WALTER VIDAL TARAZONA (LLAMELLÍN)

 
PEDAGOGÍA DE LA CULTURA DE PAZ
 
Por Walter A. Vidal Tarazona

Sin educación no habrá cultura humanista de la paz/
Sin democracia no habrá educación/Sin educación
habrá dependencia,guerra y dolor. El final de la vida!
Ernesto Kahan
(Premio Nobel de Paz).
 
 Trozado, y de rodillas, miré al cielo.
"Te he fallado mil veces Dios", reconocí;
pero, por favor, que la Naturaleza se apacigüe.
El Hombre, tarde o temprano, se dará cuenta
que la perturba sin saciedad.

WAVITA.
 

Palabras-clave: EDUCACIÓN - CULTURA, PAZ - PROGRESO.

          La reflexión en torno a la educación, la construcción de la cultura, así como la meditación acerca el Hombre, son tan antiguas e inseparables entre sí (Wilhelm Flitner, 1935) que, hasta hoy en día, el reflexivo, educado y culto, encuentra la manera de desarrollar y formar a la humanidad (educar). Esta tarea educativa es un esfuerzo para lograr su propio progreso,  como “[…] la intención última del esfuerzo intelectual [, que] es la búsqueda del mejoramiento de la vida” (Ortega y Gasset, “La Justificación de la Filosofía”). Estos esfuerzos sociales implican la presencia de una cultura de paz; pues jamás serán posibles si el hombre no encuentra paz para vivir, si no vive para premunirse de ella, si no les asegura la paz a las futuras generaciones, si no es capaz de decir como Jesucristo: “la paz os dejo mi paz os doy”.

          Hoy, los saberes más sabios llegan a la conclusión de que la Educación es tal vez el único conocimiento científico y filosófico de los que el hombre puede disponer si quiere salvar su especie y salvar su hogar planetario. Pero para tener éxito en este empeño educativo, el hombre primero tendrá que rescatar el concepto de Educación, distanciándolo de otros conceptos de “educación” que generan alienación y brutalidad. Así, por ejemplo, el competitivismo tramposo trata, por todos sus medios creados por la tecnología, principalmente por los medios de información, de presentarse como verdad, como el único sostenedor de los valores humanos, con capacidad de lograr “disfrute”, “eficiencia”, “competencia”, y otros discursos.

          Por eso, como seres humanos, necesitamos desenmascarar este y otros conceptos de “educación” que solo informan (o mejor dicho desinforman) con la intensión de deformar la verdad conforme a sus intereses. Y lo hacen con bastante eficiencia.

          Para mostrar solo una prueba de lo que hemos afirmado, abramos cualquier canal comercial de TV (señal abierta) y veremos cómo esparcen basura a diestra y siniestra. Es lo que Marco Aurelio Denegri está llamando la Cacosmia, en el sentido de que, los que nos confunden, ya no dejan de producir basura y que, por otra parte, muchos nos hemos acostumbrado a vivir con ella, que si alguien quisiera limpiar/terminar con esta basura, la gente (vulgar) saldría a las calles en defensa de la “libertad de prensa”. Este equivocado pensamiento de educación, en nuestro medio, se ha atrincherado en la educación informal.

          A nivel mundial, el economista italiano Ricardo Petrella (“La educación víctima de cinco trampas”) muestra las farsas en las cuales la han hecho caer a la educación; menos mal –dice el doctor en Ciencias Políticas y Sociales- es posible liberarla todavía. Sin embargo –acota- que la escuela (colegio, universidad), elemento nuclear de la educación formal, ella sola, no está en condiciones de liberarla, porque está desacreditada y sometida “a las exigencias del mercado laboral”; culpa de todo ello, a una “visión achicada que olvida que la escuela  es antes que todo, el  lugar donde se construye el vínculo social, donde debe elaborarse  la ´democracia de la vida´”. Petrella señala varias “trampas” como las principales, pero para el caso local que nos ocupa, señalaremos solamente tres:

  1. La educación como recurso humano. Recurso humano o “educación” no por/para el hombre sino para el comercio, como un negocio, como una mercancía más. Recordemos, en el caso de nuestro país, que el D.L. 882 del 8.11.96 Ley de Promoción de la Inversión en Educación,  dado por Fujimori para promover la inversión privada, le permitió a su gobierno constituir muchísimas instituciones educacionales (no digo educativas, porque muchas no son) con fines de lucro.
  2. La educación al servicio de la tecnología, y no la tecnología al servicio de la educación. A tal punto que la persona humana, el trabajo, la educación, la vida en sociedad no pueden más que adaptarse al progreso de la tecnología.
  3. La educación como instrumento de supervivencia a la era de la competencia mundial para una cultura de guerra más que para una cultura de vida.
 
          Esperemos que la educación formal y la educación bien intencionada, que todavía hay en algunos hogares y algunas instituciones privadas, hagan su trabajo de revertir esas “trampas” y ese concepto corrompido de “educación” que hemos señalado (supra) a nivel local; que lo hagan sin violencia, en una cultura de paz. Solo la paz nos da la seguridad, hasta para dormir: “En paz me acostaré y así mismo dormiré, porque solo Tú, Jehová, me haces vivir confiado”(David, rey de Israel).
 
          Finalmente, uno de los objetivos que tiene la educación (Ver W. Peñaloza, “Los Propósitos de la Educación”, 2003), el tradicional, propósito considerado por muchos estudiosos como el más importante, es la generación y trasmisión de conocimientos. Gracias a este propósito la educación nos provee sabiduría, erudición, elemento nuclear de la cultura. Pues la cultura está en el hombre y en su obra, sustancialmente. Contrariamente, la naturaleza, como natura virgen, es una realidad que nada tiene que ver con el hombre: En un principio el hombre adoraba aspectos/partes de la naturaleza (al sol, luna, tierra, agua, etc.), hoy, contrariamente, la relación Hombre - Naturaleza es tirante, el primero la trata irrespetuosamente, hasta la estropea para beneficiarse de ella insaciablemente. Podríamos decir que el Hombre está incubando una cultura de agresividad a la Naturaleza, ello como que está generando también una reacción de intolerancia y furia, como respuesta, por parte de la Naturaleza (huracanes, terremotos, huaycos, etc). Lo evidente es que hace rato que peligra la paz Hombre-Naturaleza. Hecho que perjudicará la paz social e individual, lo que, a su vez, repercutirá en el progreso (económico); y no solo eso: pone en peligro nuestra supervivencia en la Tierra.

          Sin embargo, creemos que no hay razones para perder la esperanza, con un poco de optimismo. La paz en sentido tradicional -que hoy cobra vigencia más que nunca en una extensa parte convulsionada del mundo- como un estado de tranquilidad y quietud, por ausencia de guerra o violencia, también hay que percibirla en nuestro interior, desprovisto de sentimientos negativos como el odio, la envidia, un estado de tranquilidad con nosotros mismos y con los demás, en fin, un estado de dicha. Y esto, amigo lector, depende mucho de cada uno de nosotros también. Bien vale la pena trabajar, todos unidos, por nuestro progreso común, pero antes construir una cultura de paz: Construyamos para nuestra seguridad. Mateo, Levi de los Evangelios, el recaudador de impuestos, nos lo recuerda espiritualmente: “Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios” (Mateo, 5: 9).
 
Ernesto Kahan y Walter Vidal Tarazona
34 Congreso Mundial de Poetas - WAAC 2014