martes, 14 de noviembre de 2017

14 DE NOVIEMBRE: DÍA MUNDIAL DEL TURISMO RESPONSABLE - FOLIOS DE LA UTOPÍA: MI PUEBLO Y SU RAÍZ TELÚRICA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 

CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO

 
SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL


 
*****
 
LAS PEÑAS DE SAUCA
A LA ENTRADA O SALIDA
DE SANTIAGO DE CHUCO
 
1.
 
Hay al ingreso de Santiago de Chuco, o a la salida del pueblo según se vaya hacia él o se retorne, un promontorio y una sucesión de rocas impresionantes y misteriosas, que son las Peñas de Sauca. Todo el contorno del pueblo de Santiago de Chuco es una circunferencia de cerros en espiral, como senos o faldas de madres protectoras, con perfiles de suaves colinas y hondonadas.
Solo las Peñas de Sauca son abruptas, ciclópeas, misteriosas. Refugio, a veces, de bandoleros o de personas fuera de la ley, que escapan hacia allí porque es un laberinto de escondrijos en donde si alguien se esconde es imposible hallarlo. Pero así también se dice, es imposible salir de ellos. Son como templos que encierran un sentido oculto, lleno de poder y de misterio.
Es el muñón más alto por donde al atardecer se oculta el sol, mirado desde el pueblo de Santiago de Chuco, que se recorta en el firmamento como un puño en alto, como un grito, una proclama o una advertencia. Es un lugar de una gran fuerza telúrica, mágica y cósmica. Es, dentro del paisaje ameno e idílico del valle lo hierático, incomprensible y solemne. Es lo místico, religioso y sagrado.
 
2.
 
¿Qué significan y representan? ¿Qué son en realidad? ¿Por qué hay tantos huesos hechos montones en sus callejas y en sus recintos? ¿Qué son?
Son guardianes, son vigías y centinelas. Cuidan los caminos de ingreso o de salida. Son la atalaya desde se toma en cuenta quiénes van y quiénes vienen.
No duermen. Son piedras tutelares. Son una fortaleza. Cuidan que no ingresen espíritus malos, los mismos que son llevados hasta sus cárceles.
Son guerreros que han alineado sus cuerpos. Son las puertas y las aldabas que registran a quienes entran y quienes salen. Los que se van y nunca regresan. Nada ni nadie se escapa de sus registros.
Son ángeles tutelares, morada de gentiles. Se cree que allí los chucos enterraban a sus muertos para ser guardianes, los abanderados del pueblo. O los osarios que allí hay es de quienes delinquieron y fueron atraídos para estar confinados.
 
3.
 
Parecen rocas amables porque las miramos desde abajo, pero miradas desde arriba son hondas y abismales. En ellas se escuchan voces, canticos o alaridos. Y una música sublime cuando ya hemos enloquecido. En sus callejas no hay noche ni día sino un tiempo eterno. Si hemos caído en sus fosas es un mundo estallante de colores que giran y dan vueltas porque ellas son morada, casa o cueva del arco iris, lo cual verlos significa que ya estamos muertos.
Pero, además, las Peñas de Sauca en sus escondrijos tienen unas pozas de agua detenida y misteriosa, porque no hay río ni quebrada que discurra por ellas. Entonces, ¿qué son? ¿Son puquios, ríos subterráneos, son fuentes? No. Son las lágrimas de quienes nos vamos o regresamos al pueblo. Es el llanto de quienes lloran porque se van o porque vuelven.
Son rocas inhiestas que constituyen una maravilla natural. Mi hermano Jaime, quien vive en Estados Unidos pero siempre regresa, y quien se ha atrevido a estar hasta de noche en esos parajes, lo que prueba que el espíritu de las piedras lo protegen, me refiere que solo en dos oportunidades ha tenido una sensación de vértigo, de vacío y de que el mundo acaba: al asomarse a mirar en el Cañón del Colorado, y al borde de las Peñas de Sauca en Santiago de Chuco, que son piedras sagradas, dioses, vigías, guardianes y centinelas que en su base empozan nuestras lágrimas.
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
 
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14 DE NOVIEMBRE

 Chiquián
 
  Aquia

 Cajacay

Huasta


 DÍA MUNDIAL
DEL TURISMO
RESPONSABLE

 FOLIOS
DE LA
UTOPÍA


MI PUEBLO
Y SU RAÍZ
TELÚRICA

 

 Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. El confín
del paisaje
 
Hoy día 14 de noviembre se conmemora el Día del Turismo Responsable y quiero referirme a Santiago de Chuco, lugar importante y fundamental para el alma humana:
Porque en una fecha como hoy, ¡cómo no referir acerca del pueblo, la campiña y el lugar donde nació, vivió y desarrolló lo mejor de su trayectoria vital el poeta César Vallejo! Y, para orgullo y honra mía, también la tierra donde nací, me crie y estudié hasta los dieciséis años.
¡Cómo entonces no sentir la fragancia de aquellos caminos bordeados de pencas, mostacillas y alcanfores! ¡Sus lomas cubiertas de cilantros y manzanillas! ¡De shiraques y tunales!
Y, miradas al frente y hacia abajo, las hondonadas umbrosas de los ríos, entristecidas por los adioses. ¡Cómo no evocar los campos sembrados de maíz que el viento mece suavemente!
Con colinas sembradas de trigo dorado por el sol del mediodía; de espigas de cebada que ondulan en el confín del paisaje, ¡como los pañales de un niño recién nacido!
 
2. Los jilgueros
y el zorzal
 
Como también lo evoca el poeta Felipe Arias Larreta, con estos versos:
Junto al mar
yo he sentido la nostalgia de los andes.
He sentido la añoranza de la sierra,
la añoranza de la cuesta y del maizal.
Frente a frente a la extraña resonancia
de la música extranjera,
yo he sentido la nostalgia soberana
de la arrulladora quena
y de la antara.
Al oír la algarabía callejera,
yo he pensado en los callados y desiertos caminitos,
y he pensado en la paz de las laderas
y en la inmensa soledad de nuestras pampas.
Viendo a tantas avecillas prisioneras,
yo he pensado en mis trigales,
en el cielo de mi sierra
y en las sendas montaraces:
el libérrimo escenario donde cantan
los jilgueros y el zorzal.
 
3. ¡Cuál
ha de ser!
 
¡Cómo no evocar sus huertos húmedos y profundos, cubiertos de hortensias, violetas y claveles, con plantas de limoncillo, alelí y hierbabuena!
Sus casas esparcidas por cumbres, lomas y valles; o acurrucadas ¡al abrigo de una quebrada! 
O en las colinas y altozanos bajo la sombra protectora de tilos y alisos desvelados.
Cómo no sentir la tierra florecida, el humo de las cocinas surgiendo por entre las tejas y pintando de azul el amarillo viejo de las pajas y los rastrojos de los techos humildes.
¡Cómo no, en la evocación, mirar hacia lo lejos la cordillera lejana, las nieves violetas y albas del horizonte!
¡Y perder la mirada en el confín hacia el misterio!; en la adivinación de ¡cuál es!, o ¡cuál ha sido!, o ¡cuál ha de ser! nuestro destino.
 
4. Madrugador
rocío
 
Como lo siente también otro poeta de mi pueblo, don Helí Miñano, al decir:
Amanecer de fiesta santiaguina,
perfumado de eucalipto,
limoncillo, yerbabuena y toronjil;
amanecer con música de trinos.
Amanecer de fiesta santiaguino,
aromado de olor a tierra fresca,
húmeda de madrugador rocío
que embriaga el alma de tus moradores.
Amanecer de fiesta santiaguino,
el sol naciente te saluda
coronando de oro el cerro San Cristóbal,
y llenando de luces la campiña.
Y baja lentamente su manto tibio,
suave como caricia materna,
hasta envolver en su ternura
mi pueblo que se despereza.
 
5. Inquiriéndoles
a ellos
 
¡Cómo no traer a la remembranza las calles empedradas y las paredes vetustas, con balcones y antepechos que han extraviado algún balaustre pero no la memoria inconsolable de sus dueños!
O, ¿por qué yacen sino inclinados hacia abajo, con el éxtasis de mirar hacia la calle no sé qué acontecimientos, cuando aparentemente la calle permanece vacía y desolada de pasos de gente?
Insisten en inclinarse tanto que no les importa si se desmoronan o se caen al vacío solo por ver la huella de los pasos. Recordando sin duda también los acordes y las voces que se elevan sentidas o acongojadas de alguna serenata.
Y de perdidas canciones en el aire de la noche, cuyas notas desgarradas rememoran amores que se han quedado ocultos y pasmados en esos maderos carcomidos y en el silencio de los recuerdos insepultos.
O indagando estremecidos ante los huesos de nuestros gentiles que reposan en la Huayrona del templo, que antes era el panteón de la comarca.
O en la loma del cementerio, o en las cuevas de Shiminiga, inquiriéndoles a ellos por nuestros amores incumplidos, unos deshechos y otros perdidos en las inasequibles pozas del olvido.
 
6. Sobre
nuestros hombros
 
Por esos parajes se deslizan y avanzan las aguas de las quebradas, por los senderos abiertos de los cerros o a las orillas del río Patarata que inspiró aquel huayno que Vallejo evocaba tanto en París y que conocemos con el nombre de "Mal pago", que dice:
Un corazón de madera
me voy a mandar hacer
para que no sufra ni sienta
ni sepa lo que es querer.
Al río Patarata
me voy a mandar echar,
para que mi alma no sufra
ni sepa lo que es amar.
Por esos caminos ahora van y vuelven todos los niños que allí han nacido y moran con la expectativa puesta en que no les fallemos, en que no les defraudemos, en que seamos dignos de ellos y de la herencia gloriosa que exorna, pero que también pesa como una gran responsabilidad, sobre nuestros hombros.
 
7. La gente sencilla
que pasa
 
¡Cómo no seguir horadando con nuestras miradas malheridas y asediando con nuestras preguntas incansables a las piedras y a las montañas que son en verdad nuestros oráculos y talismanes pacientes desde tiempos inmemoriales!
¡Cómo no evocar los aleros de los techos que dejan sobresalir las tejas, con esa cercha dolorida de carrizo y barro!
Y que se alargan hacia la calle más allá de las veredas como el ala del sombrero de nuestro Apóstol Santiago.
Alero que sin duda ellos mismos pugnaron por tenderse tanto hacia la calle para proteger nuestros pasos de niños indefensos, o de jóvenes impulsivos e incautos; o de adultos titubeantes.
Consolando en algo, ¡ya que es tanta y hasta inabarcable!, la pena de la gente sencilla que pasa suspirando una amargura vieja o reciente.
O lagrimeando un cariño incomprendido, o alentando y dándose ánimo por alguna ingenua esperanza o una ilusión que el tiempo desangra y desvanece.
 
 
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