Guido Vidal Rodríguez (R.I.P.)
Hace un poco más de tres años, a las diez de la
mañana, en el Hospital Rebagliátegui de Lima, desapareció el laureado escritor ancashino Guido Vidal
Rodríguez. Américo, Danilo, Milton, Áureo y un escritor de Marca, y el que
escribe, estuvimos presentes en el velorio. Dicho ritual se realizó en el
velatorio de la Iglesia de Miguel arcángel en el distrito homónimo. Al día siguiente, a las 3 p.m., salió el
cortejo fúnebre de Precursores 501 (San Miguel), hacia el Cementerio Policial
de Santa Rosa en Chorrillos. En dicho lugar después de la oración postrera, sus
restos fueron incinerados. Nalo, desde USA, nos ayudó con un croquis respecto al velatorio.
Elmer Neyra Valverde
Breve referencia biográfica
Guido Vidal
Rodríguez vino al mundo en Piscobamba, antigua capital histórica de la Sierra Oriental
de Áncash, el 9 de marzo de 1924 .
Después de
abandonar su tierra natal y el centro poblado de Masqui, donde atendió sus
primeras clases de primaria, se viene a Lima, junto a su modesta familia. Por la
penuria económica tuvo que enrolarse, a los 14 años de edad, de ayudante en una
fábrica de tejidos, enseguida en una de vidrios. Posteriormente, se emplea el
Consulado General de Suecia en Lima.
Haciendo un
denodado esfuerzo comparte su trabajo productivo con la consecución de sus
estudios secundarios en el colegio Lima San Carlos. Dicho plantel fue dirigido
por el educador Jorge Castro Harrison.
Después de terminar su
Secundaria con notas sobresalientes, ingresa en la Universidad de San Marcos, a
la facultad de Letras y Educación en el año 1945. Al año siguiente gana una
beca en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Simultáneamente trabaja de docente
en el colegio particular Gimnasio Peruano. En seguida, en 1953, recuperando
algunos años perdidos, concluye sus estudios en San Marcos, de la cual egresa
después de optar el título de profesor de Educación Secundaria en la
especialidad de Letras.
En 1955, por su entusiasmo
juvenil, la colonia piscobambina le
encarga la presidencia del Club Juventud Evolucionista Hijos de Piscobamba.
Fecha en la cual viaja a la ciudad de Montevideo después de adjudicarse una
estadía en Educación en el Instituto de Estudios superiores de Montevideo.
Participaron en el concurso 300 postulantes del Perú.
A su retorno, participa en
la Secretaría de Cultura del Instituto José Carlos Mariátegui en Lima; siendo
él uno de sus fundadores. En 1960 funda el Instituto Comercial Amauta, el cual
realizó una efectiva labor en las aras de la juventud sobre todo provinciana.
Por la vinculación de su familia y sus ancestros a familias migrantes, ha
estado vinculado a las instituciones representativas de Llumpa y Piscobamba.
Tal es así, que en 1965, bajo su coordinación, sale a luz la revista ilustrada
“Piscobamba”.
En 1968, gana el premio
internacional auspiciado por la Tertulia Literaria “Las 13 pipas” de la ciudad
de Manizales en Colombia. Y se hace acreedor de la única Mención Honrosa en el
género del cuento, al relato “El arriero”, presentado bajo el alias de “Amauta”.
En 1996, en el concurso
“Horacio Zevallos Gámez” gana un premio con su narración “Fin de semana en el
paraíso”. Por razones económicas no ha podido publicar una gran cantidad de
relatos de sabor andino y otros de ambiente urbano, los que se encuentran hasta
el momento inéditos.
Actualmente, es miembro
honorario de AEPA. Sin embargo, ha sido un entusiasta animador de los
encuentros de esta asociación. Bajo su intervención directa se realizó el
encuentro de escritores de AEPA, en 1994 en Piscobamba y Pomabamba, que
tuvieron como epónimos a Víctor Rodríguez Blanco y Alfonso Ponte Gonzáles,
respectivamente.
Con el auspicio de las
municipalidades de los distritos de la provincia de Mariscal Luzuriaga y la
Municipalidad provincial con su alcalde Marino Pastor, se editó los poemas,
narraciones y acuerdos de dicho encuentro, denominados “Tropel de sueños”, producto del trabajo de
un equipo en encabezado por Guido Vidal, salió a luz en enero de 1998. Se
presentó en una reunión de los alcaldes provinciales de la Sierra Oriental de
Áncash. De la presentación se encargó Elmer Neyra Valverde, en Piscobamba, con
motivo del aniversario provincial el 12 de enero de 1998.
Sus obras
En 1968 nos entrega “El
arriero”, a través de la editorial Yachay Huasi. Este pequeño volumen incluye
una presentación de Francisco Bendezú, como también el discurso de Ebel Botero
Escobar de Colombia, pronunciado al hacer entrega del premio correspondiente en
Manizales.
El volumen involucra el
cuento “El arriero” que narra las peripecias de un peón de la Sierra Oriental
que retorna desde una hacienda de la Costa de Áncash, después de haber
trabajado varios años y con magros recursos. El desfiladero de Llanganuco
abruma el tornaviaje del arriero. Y
en una noche tétrica, sucede una inimaginable pelea, en una gruta de rocas,
incomprensible si el ataque es de espíritus malignos o de asaltantes de ruta.
También otro relato se
refiere a “Nicanor Julca” quien dirige su mirada hacia la floresta oriental y
sueña que es atacado por alimañas y trenzándose entre lianas.
“El mamón” se refiere a un
personaje que oscila entre humano y monstruo. A ratos con reacciones extremas e
impredecibles.
Finalmente, “Supaypa Huahuan”
sobre una criatura repugnante, que fue exorcizada por un cura que confundía la
misión de los evangelistas y las supuestas actividades de comunistas, que por
entonces solamente cabían en la mente de un fundamentalista.
En 1994, Guido hace entrega
de “El juramento”, relatos de carácter urbano que incluyen los siguientes
narraciones breves:
1.- El juramento.
2.- La carta.
3.- Mi dulce capullana
4.- En la orilla del Plata
5.- El premio
Esta publicación fue
prologada por Gustavo Alencastre Montúfar. También en 1994 publica el “Un charco
de sangre”, donde vuelve a incluirse “El arriero”. Además aparece el relato "Un charco de tinta”, narración que
trata de restituir el prestigio disminuido a su tierra natal, lugar donde,
antiguamente, había una activa vida cultural provinciana, matizada por la
bohemia profesoral y las veladas literario-musicales.
Finalmente, la última obra
que publica es la que ganó el premio “Horacio Zevallos Gámez”. Corresponde a la
narración de los esfuerzos del
ingenioso Tojsho Llushaco, que proyecta
la posibilidad de irrigar terrenos de la Costa o los de la Sierra con pocos
recursos, esfuerzo mancomunado y voluntad de hacer lo mejor.
Entre arrieros
( Elmer Neyra 13 de febrero de 2015)
La noche
cordillerana se arrastra entre sombras,
el silencio se
enciende en caminos de nieve
en una sarta de
carajos y lisuras de guijarros.
Cuesta dormida en
años de viajes y tornaviajes
quisiera huir de aventuras, quebrando sueños.
La cuesta callada
siente el metálico lamido
de pisadas,
burros que trepan aun sin arrieros
en una sangría de
rebuznos somnolientos,
esta noche que
florece en un manto de estrellas.
Las altas cumbres,
con sombreros de soroche,
conversan sus
recuerdos y callan sus esperanzas.
Las matas duras
de quinual y los ichus silbantes
abrigan el frío
vivo de la muerte, el frío del muerto.
Cerca a la cueva
cantada, el espanto acuna un cadáver
un tropel de
almas arrieras arrean pasos del ayer,
esperan el aire
vivo de alguien vivo ese rato.
Sube casi solo,
apenas con un atadijo de ropitas,
y sal que huye de
Casma y un trago varón de Tambo Real,
como alma perdida
en la senda amiga de Guido.
Alguien le quita
el atadijo. Como relámpago herido
salta, su puño machetero de Paramonga hace frente,
una piedra
iracunda o un rayo de puñete calla sus latidos.
Multitud de voces
frías, como arres renacidos quiebran
la fuga del
atacante o del arriero sin nombre ni cruz.