MI AMIGO VILKA
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Cuando desperté el viernes 23
de diciembre de 1960, las estrellas parpadeaban en el cielo. Un
profundo silencio cuajaba la Puna.
Mientras alistaba mi equipaje, los corrales de la manada de Tupucancha iban perdiendo sus contornos en la tenue claridad de la aurora.
A diez para las cinco de la mañana todo estaba preparado para viajar a Chiquián por Navidad. Al poco rato apareció por el cerro colindante mi abuelita Catita, reflejando honda tristeza en su rostro. Había salido de madrugada a buscar a 'Laura', una borrega preñada, muy querida por ella, que en la tarde anterior se perdió bajo el manto de neblina.
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Charlamos
un rato y postergamos el viaje a Chiquián para el día siguiente; entonces llamé
a 'Vilka', uno de los perros ovejeros, y tomamos la posta de
búsqueda.
A las 06:30 sorteamos el bosque de piedras de Shajsha. Allí las pequeñas aves estaban entumecidas por la escarcha, acurrucadas en las cornisas morenas.
A las 06:30 sorteamos el bosque de piedras de Shajsha. Allí las pequeñas aves estaban entumecidas por la escarcha, acurrucadas en las cornisas morenas.
Empezó
a aclarar. Las cumbres de granito brillaban con los primeros rayos
solares; de pronto una vizcacha chilló en la cima del roquedal llamando
mi atención, y pensando que muy cerca andaba "Laura", emprendimos el
ascenso.
Al coronar una cúspide rocosa me sentí fatigado y tuve que sentarme a descansar. "Vilka" seguía subiendo jadeante el áspero desfiladero.
Después de unos minutos reinicié el ascenso, levanté la mirada y no vi por ningún lado a "Vilka". Lo llamé varias veces. Al no escuchar sus ladridos descendí bordeando el roquedal.
Los minutos pasaban sin señales de "Vilka". Preocupado trepé una mole de piedra desde donde podía dominar la parte norte del bosque de rocas. Para mi asombro allí estaban "Laura" y "Vilka", frente a frente, suspendidos en un alero del enorme peñasco vertical que besaba el cielo. Ninguno de los dos podía avanzar, ni retroceder, menos dar vuelta en la estrecha senda; un traspié, y 50 metros abajo la muerte era la única salida para ambos.
Al coronar una cúspide rocosa me sentí fatigado y tuve que sentarme a descansar. "Vilka" seguía subiendo jadeante el áspero desfiladero.
Después de unos minutos reinicié el ascenso, levanté la mirada y no vi por ningún lado a "Vilka". Lo llamé varias veces. Al no escuchar sus ladridos descendí bordeando el roquedal.
Los minutos pasaban sin señales de "Vilka". Preocupado trepé una mole de piedra desde donde podía dominar la parte norte del bosque de rocas. Para mi asombro allí estaban "Laura" y "Vilka", frente a frente, suspendidos en un alero del enorme peñasco vertical que besaba el cielo. Ninguno de los dos podía avanzar, ni retroceder, menos dar vuelta en la estrecha senda; un traspié, y 50 metros abajo la muerte era la única salida para ambos.
Cuando
menos lo esperaba, "Vilka" se echó al piso, estirándose lo más que
pudo. "Laura" descendió pisando el cuerpo peludo del perro pastor. Luego "Vilka" se paró y
caminó hasta un recodo donde dio vuelta, y también descendió.
Finalmente los abracé y emprendimos el retorno a casa.
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* * *
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Durante
el trayecto con el viento flagelando mi ponchito, me pregunté: ¿cuántos
humanos seguimos las enseñanzas de solidaridad y tolerancia de los
que llamamos animales irracionales?, sólo el eco me contestó una y
otra vez hasta perderse en el infinito...
Al día siguiente al rayar el alba fui a despedirme de "Laura" y la hallé convertida en mamá de un lindo corderito...
Al día siguiente al rayar el alba fui a despedirme de "Laura" y la hallé convertida en mamá de un lindo corderito...
Desde
su puesto de vigilancia "Vilka cuidaba el rebaño", sin advertir que
en unos minutos más nos despediríamos hasta el año venidero.
* * *
Hacer clic para escuchar la canción El Pastor, en la voz de Miguel Aceves Mejía:
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PAMPA DE LAMPAS
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Cuentos y fábulas de mesetas frías,
con tambores de paz, no de guerra,
sin armas letales, ni nefastas teorías,
sino con enseñanzas que da la Sierra.
Son los abuelos los que dan cálido abrigo,
con sus relatos telúricos de dulce trigo,
marcando con sus huellas el camino,
que iluminan el andar campesino.
Por eso, así como el arroyo hermano
acompaña día y noche al caminante,
dándole a su cansancio una mano,
y el agua para su sed errante.
Así también en la puna peruana,
se cosechan lecciones de vida,
que siembra la Naturaleza:
en el alma y la cabeza.
Nalo Alvarado Balarezo 15651
con tambores de paz, no de guerra,
sin armas letales, ni nefastas teorías,
sino con enseñanzas que da la Sierra.
Son los abuelos los que dan cálido abrigo,
con sus relatos telúricos de dulce trigo,
marcando con sus huellas el camino,
que iluminan el andar campesino.
Por eso, así como el arroyo hermano
acompaña día y noche al caminante,
dándole a su cansancio una mano,
y el agua para su sed errante.
Así también en la puna peruana,
se cosechan lecciones de vida,
que siembra la Naturaleza:
en el alma y la cabeza.
Nalo Alvarado Balarezo 15651
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Fuente:
Relatos de la Puna de Nalo A.B.
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Fuente:
Relatos de la Puna de Nalo A.B.
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