sábado, 3 de diciembre de 2016

EL CUENTO DE LOS ESTUDIOS MAÑANEROS - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)

 

EL CUENTO DE LOS ESTUDIOS MAÑANEROS

Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)  .

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Juguemos en el bosque...  
¿Lobo qué estás haciendo?
Pregunta una pallita de Umpay.
Me estoy comiendo a tu abuelita,
está rica y apretadita.
Contesta Mañuco.
 
 
Abuelita, 
¿Por qué tus dientes son tan grandes?
Pregunta una caperucita curiosa.
¡Son para comerte mejor!.
Contesta el lobo Patuco.
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La Vergne, 3 de diciembre de 2016
 
SHAY YOCYOCO:

Comparto contigo una de las primeras cartas que recibí de una joven abuelita, cuando el mundo empezó a estrecharse gracias a las bondades virtuales del correo electrónico. 

Nalo

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Lima, 9 de julio de 1,999
 
Hola Tinyaco:
 
Muchas gracias por tu cuento 'La rosca bañada'. Llegó a mi bandeja de entrada, cuando recordaba la vez que me robaron la inocencia. Para ser exacta fue la madrugada del jueves 13 de julio de 1,961. En aquel entonces eras un chiuchi travieso que me daba un puñado de cancha por un beso volado ¿recuerdas?.
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Te comento "que mi primera vez" no fue lo que esperaba de una relación de dos. Hasta ese día patriótico solamente había saboreado las delicias del amor leyendo las novelas de Corín Tellado, y escuchando la canción "Poema" de los hermanos Arriagada en mi viejo 'Telefunken'. Nada más.


No pretendía un lecho de rosas, tampoco aspiraba a tocar las estrellas con los dedos cordiales. Doler, lo que se dice ¡doler!, ¡me dolió!, aunque no fue insoportable como algunas compañeras del colegio comentaban. Con ellas charlaba de estos mundanos menesteres a la hora del recreo. Algunas ni siquiera sabían cómo se hacía el amor, menos que los hijos eran producto de una relación horizontal o vertical, y cuando se enteraban ponían caras de asombro.
 
Ahora mis nietos ya saben cómo, cuándo, dónde, por qué, para qué y de qué forma se hace el canchis canchis, incluso el menor de ellos, Teobaldo Nicanor de 7 añitos, es todo un experto en chicas de la farándula, según se vanagloria por teléfono con sus amiguitos reality del Nido "La caperucita rota".
 
Yo acababa de cumplir 15 añitos y había quedado con mi chico para vernos a las 5 de la madrugada en la puerta de la Pre Vocacional de Varones para estudiar Anatomía, asignatura en la que tenía bajas notas en los últimos pasos orales. Él, como sobrino del traumatólogo Muchqui Valerío, era diestro en temas relacionados con el cuerpo humano, y pensé que estudiar en su compañía auguraba un buen examen de medio año.

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Llegamos puntuales a la cita e ingresamos a la escuela trepando la verja sin hacer ruido para no despertar a Martín el campanero. Una vez adentro me llevó a ver la piscina que estaban construyendo. Finalmente nos paramos junto a un chueco muro a punto de desmoronarse. 

Aun reinaba la oscuridad cuando deslizó su diestra mano bajo la enagua de bayeta, erizando los poros de mi piel, tanto que ya parecía de cardo.
 
Lástima que la cosa no estaba saliendo como lo había soñado el 14 de febrero último, pues él, por su talla de gerullán (1.75) estaba encogido y yo, empinada con mi talla poni (1.49). Tú sabes, amor de estudiante, de pie, como todo miliciano novato en estas lides… me levantó de las caderas ¡yyy!, ya te imaginas el resto, tuve que ahogar un grito desgarrador mordiendo mi block. Para mi sorpresa lo único que atinó a decir, fue:
 
- Perdóname mi vida, no sabía que eras virgen.
 
Ahí quedó todo... no continuamos la tarea, y cada uno se fue a su casa, sin estudiar ni siquiera una línea del cuaderno, meditando en el futuro del sietemesino, porque lo hicimos sin pucash protector.
 
Ese día lo pasé muy mal en el aula durante el examen. Sentía las miradas inquisidoras de mis compañeras sobre mi rostro que se puso color tomate, resultando jalada con 05.
 
Pasaron los días, y como el susodicho era tembleque de pantorrillas, me alejé y empecé a vivir un nuevo romance, pero esta vez como una verdadera Julieta, pues conocí a un Romeo de buenos tobillos, y cada fin de semana fue de rebosante jolgorio en Tulpajapana, hasta que se fue a estudiar para cura al barrio Los Pinos, de Huaraz.
 
Cómo añoro aquellas faenas domingueras ocultos en la alfalfita verde con un poco de shulay todavía, mientras en Jircán los cahuidistas y tarapaqueños se daban de alma al son de la banda y las hurras en las tribunas repletitas de paisanos nerviosos frente a un avance de Añaco. Recuerdo que en cada grito de gol, mi Romeo volvía a la carga con más ímpetu, lo que me ponía súper eléctrica.
 
Algunas incautas dicen que la primera vez tiene que ser de cuento europeo. Yo no creo en los cuentos chinos, tampoco en los cuentos de hadas donde las princesas despiertan con el beso del príncipe que un día fue ultu. Creo en las mujeres de leyenda, aquellas que aman sin esperar al príncipe azul y van hacia un compañero sencillo para amarlo sin condiciones... Tú qué dices, ¿vale o no vale la pena ir al encuentro del ser amado?...
 
Bueno shay Tinyaco, es todo por hoy, me voy a alistar mis maletas con nudo, pues viajo a Trujillo a visitar a mi hijo Simón Teodomiro. A mi retorno te cuento sobre las aventuras de una Caperucita de Mishay con un lobito feroz de Umpay, en las faldas de Cochapata.

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PD:
 
Puedes compartir mis experiencias, si quieres, pero borra mi nombre. Me olvidaba decirte que hace un mes, camino a mi pueblo, estuve en Chiquián y pasé un día divino con una antigua compañera de estudios de la Escuela Normal, recordando nuestras acrobacias de amor en los sembríos de Quihuillán y los potreros de Huarampatay. 

.Ayhualá... 
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