ESTE TORO ES PARA LOS ALUMNOS DEL CORONEL BOLOGNESI
Por Juan José Alva Valverde (Pepe)
Chiquián,
Julio de 1968; los alumnos de la promoción de ese año, realizaron un
viaje de excursión a la ciudad de Llata, la Banda de Músicos del
Colegio, era el acompañante oficial y principal, así que una madrugada
de dicho mes salimos en el Ómnibus del papá de mi amigo y colega de
estudios Mayo, (Mario Yábar
Lemus), con quien nos encontramos hace poco y después de 35 años en el
Estudio Jurídico de mi amigo y uno de los orgullos de Chiquián, Don
Herberto Aldave Del Castillo, Maestro Jubilado y hoy Connotado Abogado,
autor del himno Chiquiano “Aguas de Usgor”; hicimos un alto y
pernoctamos en la Ciudad de la Unión, allí éramos conocidos por la
excelente Banda de Músicos, que teníamos; el Director del Colegio de la
Unión, al que derrotamos ampliamente en un concurso, anterior donde se
presentaron varias Bandas, y en la que como siempre salimos vencedores,
se había reforzado con Músicos jóvenes profesionales de la zona; eso me
contó la señorita que atendía en el Restaurante donde almorzamos, y lo
hizo porque como siempre he tenido mi pinta y mas aun la impresioné por
la labia que hasta ahora me acompaña, y parece que la fleché, la vi en
la noche en la plaza de armas, haciendo hurras por nosotros cuando
interpretábamos las piezas musicales; el Director en mención, invitó
a nuestra Banda a participar en una retreta amigable, compartiendo con
otras Bandas, el Profesor Visitación Laos, sabiendo de las intenciones
del Director, y de lo que yo le conté, por confesión de la señorita del
restaurante, dijo,
=acepto, pero con la condición como soy el visitante, tocaremos al final, es decir las otras Bandas interpretan sus piezas, y nosotros lo hacemos al final, y con temas libres; el Director, se rascó la cabeza, se cogió del mentón, y después de un instante, dijo;
-bueno acepto; se retiró diciendo, estimado Visitación, hoy será mi revancha; cuando salió el Director, el profe, nos reunió, y dijo;
=muchachos, hoy tocaremos los temas nuevos, alisten sus uniformes, indicaré al restaurante, para que a las 5:30 p.m. les sirva un buen lonche con dos sándwiches de jamón, eso va por mi cuenta, remarcó; cuando llegó la hora, desde la calle del restaurante que quedaba a 6 cuadras de la plaza de armas de la Unión, todos bien uniformados, con galones dorados, cordón amarillo de brigadier y corbata negra, por que la Banda del Coronel, era considerado casi como una élite y el uniforme se diferenciaba de los demás, nos formamos y al son de la marcha “Cuando pasan los soldados”, iniciamos nuestro recorrido, gallardos, alineados, con porte militar, y seguros de nosotros mismos, la gente cuando pasábamos, y al leer en el gallardete que estaba en el bombo de Oso, el Llamino, nos aplaudía con desgano, recordaban que habíamos ganado a todas las bandas de la zona, unos a otros se decían son del Colegio de Chiquián, posponían sus prioridades y se dirigían a la plaza, para espectar la retreta.
Nos ubicamos en la parte central, al costado de la puerta principal de la Municipalidad, a unos metros de la mesa del jurado, los otros no pensaron que el profe, nos llevaría, un poco antes de la hora pactada, casi instantáneamente aparecieron por las cuatro esquinas las otras Bandas, se anunció nuestra visita, el que fue aplaudida por cortesía, no éramos simpáticos para casi todos; las Bandas interpretaron sus piezas y la población aplaudía con entusiasmo; nos tocó el turno; el profe se dio cuenta que las Bandas se habían preparado bien, y teníamos que impresionar, se acercó y nos dijo,…
=salimos en formación en silencio hasta la esquina;… estaba a 30 metros mas o menos; “¡ahora sabrán quienes somos!”, ¡El himno del colegio, en tiempo de marcha militar!, tocamos el coro, luego todos a cantar,…entendido, si profe, todos asentimos con movimientos de cabeza;… ¡un, dos, tres!,…interpretamos el coro, marcando el paso en el mismo lugar, cuando se inicia la estrofa, avanzamos, lento pero con gallardía, y entonando las sagradas letras con nuestras mejores voces, como buenos sereneteros:
Seguimos con la estrofa, interpretándolo con los instrumentos, de reojo, vi al Director del Colegio de La Unión, que comenzó a pararse y con él todos los que le acompañaban en la mesa del jurado, cual autómata y con la tez blanca y la mirada fija, comenzó a aplaudir primero despacio y después en forma vehemente y con él, el resto; me dije… la primera estocada está puesta; nos ubicamos casi al frente de la mesa principal, de costado, para no dar la espalda ni a ellos ni al público, que también aplaudió, y que estaban sorprendidos, era la primera vez que una Banda había hecho eso en esos lares; el profe, nos miró satisfecho, pero serio como siempre; dijo…
-¡”Punchayniquipi”!, el bombo de Oso, los platillos de Chávez el janabarrino y mi redoblante, en armonía con el clarinete del profe, el saxo alto de Mañuco Alvarado, el saxo tenor de Malencob Coral, y el clarinete de luluca, se confundieron en una poesía musical, posiblemente haya sido la luna del cielo estrellado de dicho pueblo, o el ambiente que en ese instante se vivía, estoy seguro que fue la mejor interpretación que hicimos de esa pieza, la cadencia sonora, con la entrada increchendo del bajo de pulmón de gato, con el sonido característico del clavicor de Lázaro, y las trompetas con sordina, por la delicadez de dicha pieza musical, me hacían recorrer mentalmente los instantes mas felices, que cogidos de la mano con mi eterna enamorada, paseábamos por las campiñas de tulpa japana, Muchcash, y usgor o de la “esquinita linda, recuerdo de amores” donde nos queríamos, y jurábamos amarnos hasta la muerte; punchayniquipi, significa “En Tu Día”,(es una melodía poco conocida, pertenece al compositor cuzqueño Baltasar Zegarra Pezo, excelente saxofonista, quien tiene como obra cumbre la pieza musical-suite “Corpus del Cuzco”, obra en que mezcla intencionalmente diversas melodías, música clásica, marcha fúnebre, marinera y huayno, como una síntesis de las etapas de la fiesta católica costumbrista Corpus Cristi, de la ciudad del Cuzco); los aplausos aumentaban, los muchachos y yo estábamos igual emocionados que el querido Profe, quien secándose el sudor que le perlaba en la frente, dijo,…
-¡El gato Montés!;…las trompetas se dejaron escuchar con nitidez, las sordinas le daban un sonido mas refinado, al pasodoble, el resto tocábamos “in moderatto” para que los otros instrumentos de viento se dejaran escuchar; “increchendo” decía al margen del pentagrama, en los cuadernos de música que ávidamente leíamos para la correcta interpretación, al llegar al momento relevante de la pieza musical, el compás y la armonía melódica, formaban un todo, en uno, y así fusionados, nos manteníamos en el cenit; para luego volver al “moderatto”, continuar la interpretación, y concluir con un ¡ olé ! gitano…los aplausos generosos premiaban nuestra labor, nos miramos todos con gestos de aprobación;…”
-Conche perla” dijo el profe, lo miré y comencé con el redoble de entrada de la marinera norteña; en ese momento para realizar el redoble de la mejor forma, hice un recuento fugaz de todos los especialistas en redoblante, que hasta esa fecha había conocido; sapallito de alto Perú, de la banda de Don Florentino Aldave, aquel Distinguido y caballeroso Señor, en todo el sentido de la palabra, el pionero de los músicos y que sembró la buena semilla en sus hijos y nietos y que hoy nuestra querida y admirada Nieves Alvarado Aldave, nos deleita y hace que nuestra añoranza y cariño por nuestro pueblo amado viva dentro de nuestra alma, latiendo al compás de nuestros corazones; Coquita de la banda de Llipa; añasco de la banda de Mangas, y Mañuco Alvarado del Coronel Bolognesi; el que mejor redoblaba era coquita, entonces traté de imitarlo en ese breve tiempo de redoble-introito; la marinera norteña; nos decía el profe, en los ensayos, es alegre, vivaz y ágil, por lo que su interpretación debe ser del mismo modo; todos los muchachos teníamos avidez e interés de aprender, y que más de alguien como el profesor Laos, Músico experimentado, integrante y uno de los fundadores del famoso Ritmo andino de Huasta; al concluir la marinera, iniciamos el último tema, interpretando ese lindo huayno clásico y que te recuerda los momentos mas intensos de todas las jaranas,… “ En la pampa de Llipa”, este tema no es muy escuchado por la zona de La Unión, así que para algunos era como una novedad; cuando culminamos, hubo unos segundos de silencio absoluto, y como si coincidieran, al unísono se escucho un estruendo de aplausos; hemos vencido otra vez, pensé emocionado, miré de reojo al profe, el sudor de su frente al resbalar por su mejilla, se mezcló con una lágrima traicionera, que fue fruto de la emoción y de algo más, de ese algo más que al regresar, a Chiquián, nos haría llorar de tristeza y luego de alegría;… el señor Director del colegio de la Unión, abrazó emocionado al profe, y a algunos de nosotros que estábamos próximos a él, parece que hay un empate dijo y miró a los integrantes de la mesa del jurado, ellos se miraron, y mirando al público que gritaba, ¡Colegio de Chiquián!, ¡Coronel Bolognesi! ¡Coronel Bolognesi! ¡Coronel Bolognesi!, dijeron con rostros contrariados, “Colegio Nacional Coronel Bolognesi de Chiquián”; todos los muchachos nos abrazamos, habíamos derrotado por segunda vez a los colegios de esa zona, y tendrían que prepararse mejor para enfrentarnos.
Después de un reparador desayuno, con tamales calientitos humeantes de la zona, y con los deliciosos panes de cebada, del tamaño de los biscochos de mi padrino chinchu, partimos hacia la ciudad de Llata; la carretera estaba en buenas condiciones, no llovía, estábamos en el mes de Julio, y el verano por toda la zona, era resplandeciente, el sol brillaba fulgurantemente, y el viento de las alturas por las que el ómnibus del papá de mi amigo Mayo, transcurría, era frió, no helado, pero si frió; Mañuco dormía placidamente, de cuando en cuando en los baches intentaba abrir los párpados, pero no podía, sentí un olor a licor, me acerqué tratando de oler su rostro, y le dije con voz bien bajita a luluca que iba a mi lado;
-parece que anoche ha tenido un encuentro con tomaza botija, este sonrió, y me señaló al frente, a unos 300 metros logré divisar un cartelón sostenido por dos palos de eucalipto, que decía, “Bienvenidos al pueblo de Llata”; ingresamos por el lado sur de la ciudad, las calles eran estrechas, la plaza de armas, lugar donde bajamos presurosos, presentaba un aspecto limpio, con jardines pequeños pero bien cuidados, destacaba el palacio Municipal, el Templo y el colegio principal; después de los saludos correspondientes, los discursos característicos, y un brindis general con bebidas gaseosas, se llevó a cabo el reparto de los huéspedes, con el consabido “yo escojo a “…;
=acepto, pero con la condición como soy el visitante, tocaremos al final, es decir las otras Bandas interpretan sus piezas, y nosotros lo hacemos al final, y con temas libres; el Director, se rascó la cabeza, se cogió del mentón, y después de un instante, dijo;
-bueno acepto; se retiró diciendo, estimado Visitación, hoy será mi revancha; cuando salió el Director, el profe, nos reunió, y dijo;
=muchachos, hoy tocaremos los temas nuevos, alisten sus uniformes, indicaré al restaurante, para que a las 5:30 p.m. les sirva un buen lonche con dos sándwiches de jamón, eso va por mi cuenta, remarcó; cuando llegó la hora, desde la calle del restaurante que quedaba a 6 cuadras de la plaza de armas de la Unión, todos bien uniformados, con galones dorados, cordón amarillo de brigadier y corbata negra, por que la Banda del Coronel, era considerado casi como una élite y el uniforme se diferenciaba de los demás, nos formamos y al son de la marcha “Cuando pasan los soldados”, iniciamos nuestro recorrido, gallardos, alineados, con porte militar, y seguros de nosotros mismos, la gente cuando pasábamos, y al leer en el gallardete que estaba en el bombo de Oso, el Llamino, nos aplaudía con desgano, recordaban que habíamos ganado a todas las bandas de la zona, unos a otros se decían son del Colegio de Chiquián, posponían sus prioridades y se dirigían a la plaza, para espectar la retreta.
Nos ubicamos en la parte central, al costado de la puerta principal de la Municipalidad, a unos metros de la mesa del jurado, los otros no pensaron que el profe, nos llevaría, un poco antes de la hora pactada, casi instantáneamente aparecieron por las cuatro esquinas las otras Bandas, se anunció nuestra visita, el que fue aplaudida por cortesía, no éramos simpáticos para casi todos; las Bandas interpretaron sus piezas y la población aplaudía con entusiasmo; nos tocó el turno; el profe se dio cuenta que las Bandas se habían preparado bien, y teníamos que impresionar, se acercó y nos dijo,…
=salimos en formación en silencio hasta la esquina;… estaba a 30 metros mas o menos; “¡ahora sabrán quienes somos!”, ¡El himno del colegio, en tiempo de marcha militar!, tocamos el coro, luego todos a cantar,…entendido, si profe, todos asentimos con movimientos de cabeza;… ¡un, dos, tres!,…interpretamos el coro, marcando el paso en el mismo lugar, cuando se inicia la estrofa, avanzamos, lento pero con gallardía, y entonando las sagradas letras con nuestras mejores voces, como buenos sereneteros:
“Bolognesi, Bolognesi, tu recuerdo siempre vivirá,
Como estrella refulgente, que ilumine el cielo de Chiquián,
oh colegio Bolognesi de las almas el noble crisol,
al amparo de tu gloria marcharemos al son del clarín,
con nuestro himno de victoria, desde el ande al lejano confín.”
Como estrella refulgente, que ilumine el cielo de Chiquián,
oh colegio Bolognesi de las almas el noble crisol,
al amparo de tu gloria marcharemos al son del clarín,
con nuestro himno de victoria, desde el ande al lejano confín.”
Seguimos con la estrofa, interpretándolo con los instrumentos, de reojo, vi al Director del Colegio de La Unión, que comenzó a pararse y con él todos los que le acompañaban en la mesa del jurado, cual autómata y con la tez blanca y la mirada fija, comenzó a aplaudir primero despacio y después en forma vehemente y con él, el resto; me dije… la primera estocada está puesta; nos ubicamos casi al frente de la mesa principal, de costado, para no dar la espalda ni a ellos ni al público, que también aplaudió, y que estaban sorprendidos, era la primera vez que una Banda había hecho eso en esos lares; el profe, nos miró satisfecho, pero serio como siempre; dijo…
-¡”Punchayniquipi”!, el bombo de Oso, los platillos de Chávez el janabarrino y mi redoblante, en armonía con el clarinete del profe, el saxo alto de Mañuco Alvarado, el saxo tenor de Malencob Coral, y el clarinete de luluca, se confundieron en una poesía musical, posiblemente haya sido la luna del cielo estrellado de dicho pueblo, o el ambiente que en ese instante se vivía, estoy seguro que fue la mejor interpretación que hicimos de esa pieza, la cadencia sonora, con la entrada increchendo del bajo de pulmón de gato, con el sonido característico del clavicor de Lázaro, y las trompetas con sordina, por la delicadez de dicha pieza musical, me hacían recorrer mentalmente los instantes mas felices, que cogidos de la mano con mi eterna enamorada, paseábamos por las campiñas de tulpa japana, Muchcash, y usgor o de la “esquinita linda, recuerdo de amores” donde nos queríamos, y jurábamos amarnos hasta la muerte; punchayniquipi, significa “En Tu Día”,(es una melodía poco conocida, pertenece al compositor cuzqueño Baltasar Zegarra Pezo, excelente saxofonista, quien tiene como obra cumbre la pieza musical-suite “Corpus del Cuzco”, obra en que mezcla intencionalmente diversas melodías, música clásica, marcha fúnebre, marinera y huayno, como una síntesis de las etapas de la fiesta católica costumbrista Corpus Cristi, de la ciudad del Cuzco); los aplausos aumentaban, los muchachos y yo estábamos igual emocionados que el querido Profe, quien secándose el sudor que le perlaba en la frente, dijo,…
-¡El gato Montés!;…las trompetas se dejaron escuchar con nitidez, las sordinas le daban un sonido mas refinado, al pasodoble, el resto tocábamos “in moderatto” para que los otros instrumentos de viento se dejaran escuchar; “increchendo” decía al margen del pentagrama, en los cuadernos de música que ávidamente leíamos para la correcta interpretación, al llegar al momento relevante de la pieza musical, el compás y la armonía melódica, formaban un todo, en uno, y así fusionados, nos manteníamos en el cenit; para luego volver al “moderatto”, continuar la interpretación, y concluir con un ¡ olé ! gitano…los aplausos generosos premiaban nuestra labor, nos miramos todos con gestos de aprobación;…”
-Conche perla” dijo el profe, lo miré y comencé con el redoble de entrada de la marinera norteña; en ese momento para realizar el redoble de la mejor forma, hice un recuento fugaz de todos los especialistas en redoblante, que hasta esa fecha había conocido; sapallito de alto Perú, de la banda de Don Florentino Aldave, aquel Distinguido y caballeroso Señor, en todo el sentido de la palabra, el pionero de los músicos y que sembró la buena semilla en sus hijos y nietos y que hoy nuestra querida y admirada Nieves Alvarado Aldave, nos deleita y hace que nuestra añoranza y cariño por nuestro pueblo amado viva dentro de nuestra alma, latiendo al compás de nuestros corazones; Coquita de la banda de Llipa; añasco de la banda de Mangas, y Mañuco Alvarado del Coronel Bolognesi; el que mejor redoblaba era coquita, entonces traté de imitarlo en ese breve tiempo de redoble-introito; la marinera norteña; nos decía el profe, en los ensayos, es alegre, vivaz y ágil, por lo que su interpretación debe ser del mismo modo; todos los muchachos teníamos avidez e interés de aprender, y que más de alguien como el profesor Laos, Músico experimentado, integrante y uno de los fundadores del famoso Ritmo andino de Huasta; al concluir la marinera, iniciamos el último tema, interpretando ese lindo huayno clásico y que te recuerda los momentos mas intensos de todas las jaranas,… “ En la pampa de Llipa”, este tema no es muy escuchado por la zona de La Unión, así que para algunos era como una novedad; cuando culminamos, hubo unos segundos de silencio absoluto, y como si coincidieran, al unísono se escucho un estruendo de aplausos; hemos vencido otra vez, pensé emocionado, miré de reojo al profe, el sudor de su frente al resbalar por su mejilla, se mezcló con una lágrima traicionera, que fue fruto de la emoción y de algo más, de ese algo más que al regresar, a Chiquián, nos haría llorar de tristeza y luego de alegría;… el señor Director del colegio de la Unión, abrazó emocionado al profe, y a algunos de nosotros que estábamos próximos a él, parece que hay un empate dijo y miró a los integrantes de la mesa del jurado, ellos se miraron, y mirando al público que gritaba, ¡Colegio de Chiquián!, ¡Coronel Bolognesi! ¡Coronel Bolognesi! ¡Coronel Bolognesi!, dijeron con rostros contrariados, “Colegio Nacional Coronel Bolognesi de Chiquián”; todos los muchachos nos abrazamos, habíamos derrotado por segunda vez a los colegios de esa zona, y tendrían que prepararse mejor para enfrentarnos.
Después de un reparador desayuno, con tamales calientitos humeantes de la zona, y con los deliciosos panes de cebada, del tamaño de los biscochos de mi padrino chinchu, partimos hacia la ciudad de Llata; la carretera estaba en buenas condiciones, no llovía, estábamos en el mes de Julio, y el verano por toda la zona, era resplandeciente, el sol brillaba fulgurantemente, y el viento de las alturas por las que el ómnibus del papá de mi amigo Mayo, transcurría, era frió, no helado, pero si frió; Mañuco dormía placidamente, de cuando en cuando en los baches intentaba abrir los párpados, pero no podía, sentí un olor a licor, me acerqué tratando de oler su rostro, y le dije con voz bien bajita a luluca que iba a mi lado;
-parece que anoche ha tenido un encuentro con tomaza botija, este sonrió, y me señaló al frente, a unos 300 metros logré divisar un cartelón sostenido por dos palos de eucalipto, que decía, “Bienvenidos al pueblo de Llata”; ingresamos por el lado sur de la ciudad, las calles eran estrechas, la plaza de armas, lugar donde bajamos presurosos, presentaba un aspecto limpio, con jardines pequeños pero bien cuidados, destacaba el palacio Municipal, el Templo y el colegio principal; después de los saludos correspondientes, los discursos característicos, y un brindis general con bebidas gaseosas, se llevó a cabo el reparto de los huéspedes, con el consabido “yo escojo a “…;
Mañuco Alvarado y yo, tuvimos la suerte de ser escogidos por las hermanas Vergara, una mas hermosa que la otra, una trigueña y llenita, la otra blanca y delgada, pero ambas con cara bonita y sonrisa al viento, vivían a unas 8 cuadras de la plaza de armas, la entrada principal de la casa de ambas, tenia un portón tallado, el que daba acceso a un patio lleno de rosas, y otras flores, que perfumaban el ambiente, nos ubicaron en una habitación contigua al taller del Sr. Vergara, quien era el Bordador del pueblo, observé varias obras culminadas, tenían un acabado hermoso, cuando ingresamos al lugar conducido por las hijas de este, tenía sobre sus rodillas, una obra que estaba en proceso de bordado, dejó todo sobre un mostrador, y nos saludó muy cortésmente;
-sean bienvenidos, siéntanse cómodos y dentro de media hora tomaremos el lonche, en el comedor que está al frente, dijo, señalando la parte oeste del jardín, nos dio la mano y nos señaló nuestra habitación; nos ubicamos mecánicamente en las camas que estaban cubiertas con mantas de la zona, y después de asearnos en el pequeño baño ubicado dentro del dormitorio, nos encontrábamos listos para el lonche ofrecido; calculando el tiempo señalado por el Sr. Vergara, salimos hacia el jardín, contemplamos las azucenas y los alelíes que miraban altivas a las rosas blancas, orgullosas estas, cuando escuchamos,
-“pasen por favor”; el sol a esa hora; eran casi las cinco de la tarde; se mostraba débil y tibio, el olor a pan caliente y dorado que se veía delicioso en una panera artesanal, me trajo recuerdos de la mesa paterna; mi querido viejo, Don Juan De Dios Alva Romero, a la hora del loche, cuando salía del colegio, nos esperaba con el té hornimans calientito, las sardinas en aceite de oliva y los incomparables cachitos y rosquitas de mi padrino chinchu; “amalaya una guitarra y una garganta delatora”…, como decía mi entrañable suegro, don Víctor Campos Rivera; conversamos de todo, de las flores, de la carretera, de la Unión, de música; las hermanas Vergara, tenían afición por el canto, lo habían demostrado en la recepción cuando llegamos, les gustaba el bolero, las canciones de Javier Solís, Los Panchos; en la sobremesa alojados ya en la sala, que estaba en el mismo ambiente del comedor, les pedí permiso para cantar,
“Poema “(… poema es noche oscura de amargura…) y “Triunfamos” (…por qué ocultar nuestro amor…); Mañuco Alvarado, no queriendo quedarse atrás, dijo,
-yo no canto pero sí hablo, quiero recitarles una poesía, todos aplaudimos; comenzó, “El Beso”…(¿tú me preguntas que es el beso?), ante el asombro de ellos y la risa mental mía, declamaba con un entusiasmo y mirada febril, sus gestos de manos, brazos y cabeza, hacían que las muchachas se cogieran de las manos y que el Sr. Vergara, lo mirase fija y agudamente como queriendo examinar su mente y mas aun sus pensamientos, cuando terminó hubo unos segundos de silencio, nos miramos los cinco, el Sr. Vergara, tosió, carraspeó, y dijo,
-bueno muchachos ha sido una velada bonita, que descansen, se levantó, miré mi reloj, me fijé al jardín y de un salto que asusté a Mañuco, dije son las 7:30 de la noche, el Profe dijo que teníamos que reunirnos a esta hora en el palacio municipal, agradecí repetidas veces a la Sra. Vergara y a sus hijas, y me retiré presuroso a mi habitación, cogí mi casaca de cuero marrón, y salí como un rayo a la calle;
-comprendo que estén cansados por lo de anoche y el viaje, pero muchachos, la hora es la hora, dijo el profe, mantengamos la disciplina, felizmente hay un baile social y hoy no participaremos en nada, hay una orquesta que han traído de Huanuco, así que los que desean pueden ir al baile, pero ustedes saben que el licor y los cigarros son cosas de grandes, retírense temprano a sus alojamientos, están en casa de familias y no dejen mala impresión de nuestra tierra, remarcó como siempre, en forma paternal el profe; de dicho baile, se me quedó grabado la imagen de un amigo, que cursaba algunos grados mas que yo, y la forma que bailó toda la noche con una hermosa Llatina, de estatura mediana, delgada, de cabellos casi largos entre lacio y rizado, y de labios carnosos y brillantes, es decir, era la mas linda de la noche, bailaban tan pero tan juntitos que parecían uno, no sé si el recuerda, pero fue algo tan notable, que el temor de algunos que estábamos en dicho baile, era de que si alguien de allí reaccionara contra él, nos veríamos en serios problemas, no pasó nada malo, en el salón de baile, no sé como le iría a él en otro lugar, pero nos tuvo en vilo todo el santo baile social, en el salón principal del palacio Municipal de Llata; nunca le dije nada, y eso que en Chiquián cuando yo paseaba con mi eterno amor por las campiñas de Usgor, él lo hacía con su flor, digo flor, por que estuvo de enamorado buen tiempo con una simpática Santarosina, que tiene el nombre de una flor de bonito color y vivía frente a la casa de Javier ( el burro) Bolarte, además, el susodicho, tiene bigotes y escribe muy bien; suerte Matador.
El 28 de Julio era tarde de toros, en la Bombonera de Llata, fuimos invitados, y como tal ingresábamos a la hora nona, a la plaza, llegamos cuando había comenzado la corrida, y nos demoramos porque la pachamanca tardó mas de lo debido; la pachamanca de toda esa zona, tiene la peculiaridad de llevar además, carne de chancho que por su puesto le da mejor sabor a dicho potaje ancestral; de la entrada divisé los palcos, a diferencia de las palincas-(palcos artesanales)- de Chiquián, los palcos Llatinos, tienen techo, y cada palco es independiente del otro, en la parte delantera, cuelgan cual adornos, las mejores mantas, confeccionadas por cada familia y para la ocasión; la entrada de la Bombonera, esta ubicado al este, el toril de donde salen los toros, esta ubicado igual al de Chiquián, en el vértice de la plaza, entre el este y sur; serian las cuatro de la tarde, cuando ingresamos tocando un pasodoble, se escucha por el altoparlante
-“ESTE TORO ES PARA LOS ALUMNOS DEL CORONEL BOLOGNESI”, estábamos en el vértice de la parte norte y oeste de la plaza, cuando veo que dos sujetos, jalaban con un cabresto-(soja tejida de cuero)- al toro para que salga, veo con asombro que un inmenso cornúpeta de color negro, salta por encima de la pared del toril, cae de espalda, se levanta, se sacude y con la mirada endiablada se dirige hacia nosotros, cuando me di cuenta, oso el bombero y yo estábamos a 30 metros del toro, el resto se había esfumado; en ese instante escuché una voz potente,
-“oe toro, oe toro” y se veía que una capa roja era sacudida con energía, el toro viró 360 grados y embistió, se escuchó,
-“olé”, “olé”,”olé”, luego el toro se dirigió hacia otra zona, los aplausos fueron prolongados y fuertes, Don Mario Yabar, papá de mi amigo Mayo, quien nos transportó en dicho viaje, había realizado doble faena, dejó impregnado en la retina de los Llatinos, el valor del toreo Chiquiano, y quien sabe, había salvado de algo grave a dos muchachos integrantes de la Gloriosa Banda de Música del Colegio Nacional de Varones Francisco “Coronel Bolognesi” de Chiquián.
“La noche del concurso en la Unión, miré de reojo al profe, el sudor de su frente al resbalar por su mejilla, se mezcló con una lágrima traicionera, que fue fruto de la emoción y de algo más, de ese algo más que al regresar, a Chiquián, nos haría llorar de tristeza y luego de alegría; el Director del colegio de la Unión, anteriormente ofreció al profe, una plaza en su colegio, el que no aceptó, en esta segunda oportunidad, le ofreció lo mismo, dicen los que tal vez escucharon, que el Director le dijo”,
-“Profesor, para que usted, se quede en la Unión, no solo le ofrezco el doble del sueldo, también le ofrezco vivienda, y lo que es mas importante, la gloria, mas allá de su querida tierra, usted ya sembró por allá, sea generoso con usted mismo, para que su nombre, su sapiencia, su arte y su talento no se pierda, siembre también acá en la Unión”; cuentan los que allí estuvieron, que el profe lloro por Chiquián, por su colegio Coronel Bolognesi, por nosotros, por su Ritmo Andino de Huasta, pero sin despedirse de nadie ni de nada, un día partió, llevó a toda su numerosa familia y se fue, nunca supe cuándo fue, nunca más lo vi; lloramos por el, fuimos como sus hijos, aprendimos mucho más que música, aprendimos disciplina, orden, constancia, sacrificio, unión, identificación, nobleza y gratitud, gratitud para agradecer a Dios, por todo lo que no da, por la vida, por el aire, por el agua, nuestros nevados, por las flores, por nuestros hijos, nuestros padres, nuestras esposas, por nosotros mismos, porque vivimos pensando en un futuro, en un mañana, y bajo ese principio, luchamos, nos esforzamos, y vivimos; comprendimos que el Profesor se sacrificó por su arte, y por su corazón innato de enseñanza; el querido Profesor Visitación Laos, cumplió con su labor mesiánica, y más aun fue en busca de su futuro de su mañana, y de su destino.
Gratamente: Juan José Alva Valverde - (Pepe Alva).
juanjosealva@hotmail.es