En el siglo XVI la evangelización fue muy elaborada.
Los sínodos lo prueban.
PROHIBIDO TOMAR CHICHA Y CRIAR CUYES
Por José Antonio Salazar Mejía
PROHIBIDO TOMAR CHICHA Y CRIAR CUYES
Por José Antonio Salazar Mejía
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Pero entre los dos documentos llama la atención el de Yungay, donde en el colmo del celo apostólico, el Cap. 45 prohibe que "se críen animales llamados vulgarmente cuyes", por fomentarse "ciertos ritos y ceremonias que ejecutan con ellos". También en el Cap. 46 encontramos otra prohibición: "No se haga la bebida llamada vulgarmente asua, de jora o de yuca, por cuanto no solo es nociva para la salud, sino también perniciosa según lo hemos experimentado".
Un día como hoy en 1594, convocado en Piscobamba por Santo Toribio de Mogrovejo, por entonces "Arzobispo de Los Reyes" el Sínodo de San Pedro y San Pablo, en vísperas de la festividad de estos dos santos, da a conocer sus conclusiones. Es un documento sensato, compuesto por 48 capítulos, centrado exclusivamente a ordenar la vida de los sacerdotes que se hacían cargo del adoctrinamiento de los "naturales", como se llamaba por aquella época a los indígenas.
Advierte que "no se haga fuerza contra ellos, cerrándoles las puertas de las iglesias, para que no salgan hasta que ofrezcan entregar huevos, ni maíz, ni otras cosas que den contento a los curas".
Este Sínodo celebrado en Piscobamba, se realizó nueve años después del Tercer Sínodo Diocesano convocado por el mismo Arzobispo Toribio de Mogrovejo en Yungay.
El documento de Yungay tiene 93 capítulos y es también otra verdadera joya histórica. De su análisis se puede desprender el celo apostólico de Santo Toribio. No hay que olvidar, que el santo se esforzó mucho por lograr que la evangelización no sea forzada. Por ello obligó a los curas a aprender a hablar el quechua y los conminó a tratar con mucho cariño a los naturales.
Advierte que "no se haga fuerza contra ellos, cerrándoles las puertas de las iglesias, para que no salgan hasta que ofrezcan entregar huevos, ni maíz, ni otras cosas que den contento a los curas".
Este Sínodo celebrado en Piscobamba, se realizó nueve años después del Tercer Sínodo Diocesano convocado por el mismo Arzobispo Toribio de Mogrovejo en Yungay.
El documento de Yungay tiene 93 capítulos y es también otra verdadera joya histórica. De su análisis se puede desprender el celo apostólico de Santo Toribio. No hay que olvidar, que el santo se esforzó mucho por lograr que la evangelización no sea forzada. Por ello obligó a los curas a aprender a hablar el quechua y los conminó a tratar con mucho cariño a los naturales.
Pero entre los dos documentos llama la atención el de Yungay, donde en el colmo del celo apostólico, el Cap. 45 prohibe que "se críen animales llamados vulgarmente cuyes", por fomentarse "ciertos ritos y ceremonias que ejecutan con ellos". También en el Cap. 46 encontramos otra prohibición: "No se haga la bebida llamada vulgarmente asua, de jora o de yuca, por cuanto no solo es nociva para la salud, sino también perniciosa según lo hemos experimentado".
La chicha se bebía en todas las ceremonias
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A Dios gracias, ambas prohibiciones cayeron en saco roto, pues hasta el día de hoy se siguen criando cuyes y se practica la "shoqma"; y de otro lado, con la rica asua, o chicha de jora seguimos brindando en cuanta fiesta andina exista.
Entendemos que la prohibición de la crianza de cuyes era por su uso en la "shoqma", esa tradicional forma de curar males culturales como el "susto" y el "mal de ojo". Y la sabrosa chicha habría tenido en los presbíteros de la época muchos devotos, por lo que Santo Toribio optó por prohibirla.
A Dios gracias, ambas prohibiciones cayeron en saco roto, pues hasta el día de hoy se siguen criando cuyes y se practica la "shoqma"; y de otro lado, con la rica asua, o chicha de jora seguimos brindando en cuanta fiesta andina exista.
Fuente:
Revista Internacional "UN DÍA COMO HOY EN HUARAZ"