LA VIEJA CASA
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Hoy,
después de un fresco aguacerito matinal, visité tu casa solariega, aquel
dulce hogar donde brillaron tus ojos por primera vez. Por la calzada
van y vienen personas a quienes saludo ¡y ni siquiera me miran!. Ellos
no conocieron a nuestros viejos; a unos, porque emprendieron el gran
vuelo estando lejos; a otros, porque murieron olvidados en su propia
tierra.
La puerta del zaguán está clausurada con un tronco de aliso. Hace 12 años que nadie habita la casona, y tuve que trepar la tapia posterior para poder entrar. El corredor todavía guarda tus pasos y el eco de tu risa que el viento no ha logrado arrebatarle. Cada mañana el Sol ingresa por las cicatrices que el paso de los años ha dejado en tu ventana, y la Luna ya no asoma por el altillo donde secaban las mazorcas para la rica canchita.
En el Invierno la lluvia lava los techos haciendo reverdecer el musgo, pero únicamente en los lugares donde quedan tejas; donde no las hay, las paredes están sentenciadas a caer; ojalá se mantengan en pie un tiempo más. En el alero trinan los pichuichancas como en los años de nuestra niñez; y en la enramada que se aferra a la pirca del jardín, hacen piruetas dos huinchus acróbatas.
A través de la rendija de la puerta de ingreso a la sala pude verte en un retrato junto a tus padres y hermanitos. Estás en la plaza de armas con tu uniforme comando del 5to. de Primaria, pero sin cristina. Al lado de la foto en blanco y negro pende un viejo calendario, donde los días están marcados con una 'X', hasta la fecha en que tu mamita subió al cielo.
Del fogón, que por tu descuido una mañana de abril se desbordó la leche apagando el fuego y cubriendo de espuma la leña, ya no quedan ni cenizas. Al pie del batán duermen el sueño de los injustos: un bolero, una guetu pelota, un carrito de madera y dos trompitos quiñados por las púas del olvido. Las habitaciones del fondo tienen tanto polvo y telarañas en las puertas, que ni un rayo de luz se filtra.
Comentan tus vecinos que tu viejita murió de cólicos, mas el patio me dice que fue de pena, quizá desgranando rosarios y apretando alfileres de silencios con sus labios agrietados de nostalgia, tratando de hilvanar con hilos de fe los días de soledad en el tenso vivir de la ausencia.
Desde que tu papá murió, fatigado de indagar noticias tuyas en la Oficina de Correos, ella vivió sola, hablándole al perrito Chatuco, su fiel amigo hasta que exhaló su último aliento pronunciando tu nombre.
Me olvidaba decirte que sobre la tumba de tu madrecita florece un lirio blanco, y que la vieja casa espera.
AMIGO ANDARIEGO:
En 10 minutos he vivido en tu casa muchas primaveras de aquellos felices años de la infancia; de repente continuarás jugando a las escondidas por el mundo, yo andaré sin hacer ruido por las callecitas de nuestros barrios queridos, cubriendo con hojas de otoño las tenues huellas del ayer, y rescatando gota a gota el bello recuerdo que la tempestad del tiempo trata de robarnos para convertirlo en leyenda.
Que Dios te bendiga shay.
Nalo Alvarado Balarezo, del barrio de Jircán .
La puerta del zaguán está clausurada con un tronco de aliso. Hace 12 años que nadie habita la casona, y tuve que trepar la tapia posterior para poder entrar. El corredor todavía guarda tus pasos y el eco de tu risa que el viento no ha logrado arrebatarle. Cada mañana el Sol ingresa por las cicatrices que el paso de los años ha dejado en tu ventana, y la Luna ya no asoma por el altillo donde secaban las mazorcas para la rica canchita.
En el Invierno la lluvia lava los techos haciendo reverdecer el musgo, pero únicamente en los lugares donde quedan tejas; donde no las hay, las paredes están sentenciadas a caer; ojalá se mantengan en pie un tiempo más. En el alero trinan los pichuichancas como en los años de nuestra niñez; y en la enramada que se aferra a la pirca del jardín, hacen piruetas dos huinchus acróbatas.
A través de la rendija de la puerta de ingreso a la sala pude verte en un retrato junto a tus padres y hermanitos. Estás en la plaza de armas con tu uniforme comando del 5to. de Primaria, pero sin cristina. Al lado de la foto en blanco y negro pende un viejo calendario, donde los días están marcados con una 'X', hasta la fecha en que tu mamita subió al cielo.
Del fogón, que por tu descuido una mañana de abril se desbordó la leche apagando el fuego y cubriendo de espuma la leña, ya no quedan ni cenizas. Al pie del batán duermen el sueño de los injustos: un bolero, una guetu pelota, un carrito de madera y dos trompitos quiñados por las púas del olvido. Las habitaciones del fondo tienen tanto polvo y telarañas en las puertas, que ni un rayo de luz se filtra.
Comentan tus vecinos que tu viejita murió de cólicos, mas el patio me dice que fue de pena, quizá desgranando rosarios y apretando alfileres de silencios con sus labios agrietados de nostalgia, tratando de hilvanar con hilos de fe los días de soledad en el tenso vivir de la ausencia.
Desde que tu papá murió, fatigado de indagar noticias tuyas en la Oficina de Correos, ella vivió sola, hablándole al perrito Chatuco, su fiel amigo hasta que exhaló su último aliento pronunciando tu nombre.
Me olvidaba decirte que sobre la tumba de tu madrecita florece un lirio blanco, y que la vieja casa espera.
AMIGO ANDARIEGO:
En 10 minutos he vivido en tu casa muchas primaveras de aquellos felices años de la infancia; de repente continuarás jugando a las escondidas por el mundo, yo andaré sin hacer ruido por las callecitas de nuestros barrios queridos, cubriendo con hojas de otoño las tenues huellas del ayer, y rescatando gota a gota el bello recuerdo que la tempestad del tiempo trata de robarnos para convertirlo en leyenda.
Que Dios te bendiga shay.
Nalo Alvarado Balarezo, del barrio de Jircán .
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FOTOGRAFÍAS DE CHIQUIÁN
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Fuente:
Un trocito "DEL MISMO TRIGO"
Un trocito "DEL MISMO TRIGO"