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EL CULTO ANDINO AL SEÑOR DE LA SOLEDAD
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Por José Antonio Salazar Mejía
El
culto al Señor de la Soledad de Huarás es un culto eminentemente
andino. No sólo la presencia de danzas autóctonas nos señala que su
culto es andino. Tenemos la dualidad en el culto al Señor de la Soledad,
dualidad andina expresada en la existencia de su doble, su “paso”, la
imagen idéntica del Señor de Mayo.
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UN POCO DE HISTORIA
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UN POCO DE HISTORIA
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En el templo de Pumacayán, ubicado precisamente en el barrio de La Soledad, se veneraba al gran Dios Guari de Chavín y al Lucero del Amanecer, o Waraq Koyllur, que era un dios local. Un pueblo agrícola como era el nuestro, se preciaba de tener como dios a un ser civilizador. Se decía que el Dios Guari había enseñado a los hombres los secretos de cómo enamorar a la Madre Tierra o Pacha Mama y conseguir de ella sus más preciados frutos. Este antiguo dios andino solía presentarse en la figura de un puma, o en la forma del rayo.
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En el templo de Pumacayán, ubicado precisamente en el barrio de La Soledad, se veneraba al gran Dios Guari de Chavín y al Lucero del Amanecer, o Waraq Koyllur, que era un dios local. Un pueblo agrícola como era el nuestro, se preciaba de tener como dios a un ser civilizador. Se decía que el Dios Guari había enseñado a los hombres los secretos de cómo enamorar a la Madre Tierra o Pacha Mama y conseguir de ella sus más preciados frutos. Este antiguo dios andino solía presentarse en la figura de un puma, o en la forma del rayo.
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Cuando
en 1533 llegan al Callejón de Huaylas las tropas españolas, traen
consigo al padre Valverde, quien fue el primer evangelizador de estas
tierras. Con el correr del tiempo se instauran los primeros curatos y a
fines de ese siglo, se realizan las dos visitas pastorales del santo
arzobispo Toribio de Mogrovejo.
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En
1574 se ordena agrupar a los dispersos ayllus de Huarás en un nuevo
pueblo, creado bajo la advocación de San Sebastián y se obligó a los
“indios” o naturales a trabajar en un obraje (lugar donde hacían toscas
prendas de vestir, bajo un régimen de semi esclavitud). Este obraje
perteneció a Garci Barba Cabeza de Vaca, hijastro del primer encomendero
de Huarás y quedaba en la parte este de la ciudad. Se llamó con el
tiempo, obraje de Santo Toribio. El obraje llegó a tener una pequeña
capilla dedica a Nuestra Señora de La Soledad, ésta sería la que con el
tiempo cobijaría la imagen del Cristo de La Soledad.
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Es
recién en 1669 que los españoles avecindados en nuestra ciudad, fundan
la Cofradía del Santo Cristo de La Soledad. Las cofradías eran, como
ahora, asociaciones religiosas dedicadas a venerar a determinada imagen.
Los naturales, viendo en las cofradías cierto parecido a la antigua
organización de sus ayllus, se inscribieron en ellas.
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No
existen datos de la llegada a nuestra ciudad de la imagen del Señor de
La Soledad. Se comenta que llegaron de España cuatro imágenes muy
parecidas, una vino a Huarás y sus “hermanos” pasaron a Pomallucay, a
Cochas y a Chaucayán. Otra versión señala que en 1692, de Huari llegó la
imagen del Cristo crucificado que luego se conoció como el Señor de La
Soledad.
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Tampoco
se sabe con certeza cómo es que el patrón de Huarás dejó de ser San
Sebastián y ese honor se le adjudicó al Cristo de La Soledad. Estudios
actuales han demostrado que los españoles no enviaban imágenes
completas, sólo los rostros de las imágenes. Esto explica por qué el
cuerpo del Señor de La soledad está hecho de maguey, madera que no
existe en la península ibérica.
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Después
de 1700, se inicia la construcción del templo de La Soledad. Marcos
Yauri asegura haber escuchado la narración de que los indios que
levantaron el altar mayor de este templo, pusieron en él a escondidas,
la piedra o “illa” que representaba al Dios Guari; así explica la gran
veneración que con el tiempo los campesinos de Huarás llegaron a tenerle
a la imagen del Señor de La Soledad.
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En
1725 un terremoto destruyó Huarás, lo que obligó a reconstruir el
templo de La Soledad. 50 años después, el español Francisco Vásquez donó
su hacienda de Huapra par el cuidado del templo, con lo que creció la
devoción a la imagen.
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Los
huarasinos, orgullosos de su patrón realizaban grandes fiestas para
venerarlo cada 3 de mayo, fecha de “la invención de la Cruz”, con bailes
ancestrales acompañados con la música nativa.
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Antes
de la Independencia, en 1815 se suscitó un tumulto que se tranquilizó
cuando sacaron en procesión al Señor de La Soledad para solucionar un
conflicto social. Desde entonces, cuando había necesidad, en época de
sequía y hambruna, se realizaba la procesión al patrón de la ciudad y se
acababan las angustias.
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UN CRISTO DUAL
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UN CRISTO DUAL
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En
el Perú sólo existen dos Cristos que mantienen vigente la dualidad
andina. Uno de ellos es el Señor de Los Milagros de Lima, o “Cristo de
Pachacamilla”, que se venera en la zona a dónde fueron trasladados los
antiguos guardianes del dios Pachacámac. El otro es el Señor de la
Soledad de Huarás.
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Ambas
imágenes no se mueven de su sitio, uno está pintado en la pared del
templo y otro entronizado en su altar mayor; quienes salen en procesión
son sus dobles, en Lima, la imagen pintada en un lienzo, y en Huarás,
el Señor de Mayo.
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Otra
prueba de la profunda andinidad del culto al Señor de la Soledad de
Huarás, es que en su altar mayor se representa por el sistema de espejos
(se ve al revés), la chakana, o Cruz del Sur. Las cuatro estrellas de
la chakana son simétricamente representadas en las diademas del Señor,
de la Virgen Dolorosa, de San Juan y María Magdalena.
.LA FIESTA DE LA OCTAVA EL SEÑOR DE MAYO
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En
Huarás, la Octava de la fiesta (ocho días después) se celebra con
mayor solemnidad que el Día Central. Es para la Octava de la fiesta que
aparecen los grupos de danzantes.
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Si
bien la fiesta del Día Central es menos solemne, convoca al elemento
citadino de la ciudad. El 01 de mayo, la imagen del Paso del Señor, o
Señor de Mayo, recorre las calles de la ciudad de Huarás en una visita
al barrio del Centenario, en el distrito de Independencia; y en la
víspera, el día 02, retorna a su templo en procesión, derramando sus
bendiciones a sus hijos huarasinos.
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El
Día Central. 03 de mayo luego de una solemne Misa de fiesta, sale la
imagen del Señor de Mayo alrededor de la Plazuela de la Soledad y luego
vuelve en espera de la gran fiesta de la octava EL DÍA 10.
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LOS SHACSHAS, DANZANTES DEL SEÑOR
La
danza de los Shacshas es la más típica de la Fiesta del Señor de la
Soledad. Otras danzas son: los Huanquillas, Anti Huanquillas, los
Atahuallpas, Yurigua, Cusqueñitos y pallas. Los Shacshas son los
danzantes más característicos de la fiesta del Señor de la Soledad y
quienes encabezan las celebraciones de la octava.
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Todo
el pueblo se vuelca a las calles a ver a los Shacshas, de una u otra
manera colabora con ellos porque se identifican y así se sienten parte
de la fiesta.
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Los
shacshas, unos veinte danzantes, visten montera de plumas cortas,
mascarilla de alambre y peluca en la cabeza. Cubren su torso con un
monillo de mujer (por eso se le llamaba “china danza”) blanco o celeste,
y llevan cintas peruanas cruzando el pecho. Portan pantalones blancos a
media pierna, medias de mujer y las clásicas “shacapas”, semillas que
colocadas sobre la pantorrilla producen el sonido onomatopéyico que da
nombre a la danza. Completan su vestuario con un chicote de cuero que
nace de una pata de venado; es una reminiscencia al dios Illapa, dios
del rayo. El jefe de la cuadrilla de Shacshas es el “campero” quien
indica los cambios de paso o mudanzas.
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Esta
es una danza ritual que tiene origen agrario según María Amez, y entre
sus mudanzas o pasos se representan escenas agrícolas llenas de
atavismo.
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Acompañan la danza una pareja de chiskas y un par de cajas; completa el elenco un violín.
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Los
shacshas hacen la promesa de bailar durante siete años. A cambio piden
al Señor una gracia especial. El pueblo ve en los shacshas a sus
intermediarios ante el Señor de la Soledad; por eso les apoyan
ofreciéndoles comida, nueva vestimenta, licor, entre otras ofrendas. Los
danzantes fungen durante cinco días en una especie de sacerdotes que
con su sacrificado danzar, canalizan los anhelos del pueblo huarasino
ante su patrón jurado, el Señor de la Soledad.
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LA OCTAVA, CINCO DÍAS DE FIESTA
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LA OCTAVA, CINCO DÍAS DE FIESTA
a. EL ROMPE
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El
08 de mayo es el tradicional “rompecalle” o simplemente “rompe”. Es el
inicio de la Octava. Los Shacshas, que han ensayado en forma
interdiaria y se han preparado con un mes de anticipación, se reúnen en
la casa de “la caporala”, la persona que asume la responsabilidad del
grupo, y de allí se dirigen al templo del Señor de la Soledad.
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En
el templo, los danzantes y los músicos saludan a la imagen del Señor
de Soledad, y le piden autorización para bailar en su nombre.
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Recorren algunas calles iniciando su largo danzar que concluirá sólo cinco días después.
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b. LA VÍSPERA
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b. LA VÍSPERA
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El
09 de mayo es el día del encuentro con otros grupos de danzantes.
Luego de recorrer los barrios de la ciudad, todos se concentran en la
Plazuela de la Soledad al caer la tarde.
La población se acerca a
saludar al Señor, a su patrón jurado. En el templo, han sido retiradas
las bancas para dar mayor espacio a los danzantes que ingresan
reverentes a interpretar “la adoración”.
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Luego, los Shacshas amanecen bailando en la Plazuela.
c. EL DÍA
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Los
Shacshas estrenan vestimenta nueva, pues es el 10 de mayo, la gran
octava de la fiesta del Señor de la Soledad. Se dirigen al templo a
escuchar la solemne Misa de octava y luego acompañan a la procesión del
Señor de Mayo que recorre las principales calles del barrio, llegando
hasta la Plazuela de la FAP.
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Los
grupos de Shacshas compiten en destreza. Acompañan la procesión
bailando para el Señor. Luego de depositar a la imagen en su templo,
recorren las calles de la ciudad en señal de júbilo y devoción.
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d. FINADO
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d. FINADO
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Es
el 11 de mayo, penúltimo día de la fiesta. Los Shacshas recorren la
ciudad visitando a los devotos que se comprometieron a apoyarles con
alimento y algunas prendas.
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e. LA COLOCACIÓN
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e. LA COLOCACIÓN
El
último día de la fiesta es el 12 de mayo. Los Shacshas se concentran
en casa de la “caporala” y de allí van al templo a la Santa Misa.
Acompañan luego al Señor de Mayo en su último recorrido por la Plazuela
del barrio y renuevan su promesa de seguir bailando el próximo año.
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El momento culminante es cuando la imagen del Señor es descendida de la Cruz y llevada por los danzantes a su urna.
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Entre
lágrimas los Shacshas se despiden de su venerado Señor, le piden por
su salud y la de su familia, por su trabajo y por sus necesidades. Ya
volverán el próximo año a renovar el ciclo ritual de los festejos al
Señor de la Soledad, para que Él siga manteniendo la pax andina, siga
velando por su amado pueblo huarasino.
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Fuente:
AEPA
AEPA
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Feliz cumpleaños paisanos, amigos y familiares: Clary Jara Aldave, Florencio Bernabé Gonzáles, Francisco Aldave Barba, Roberto Aldave Palacios y Daniel Yabar Rivera. Mañana 12 de mayo apagan velitas Domitila Romero Gamarra, Faviola Aldave Calderón, Magdalena Robles Moreno y Walter Jaimes Morán. Un fuerte abrazo chiquiano a todos, que Dios los bendiga.
Nalo Alvarado Balarezo