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Coro
Cuando allá se pase lista,
cuando allá se pase lista,
cuando allá se pase lista,
y mi nombre llamen, yo responderé.
Resucitarán gloriosos los que duermen en Jesús,
las delicias celestiales a gozar;
y triunfantes entrarán en las mansiones de la luz;
para mí también habrá un dulce hogar.
Trabajemos, pues, por Cristo, pregonando su amor,
mientras dure nuestra vida terrenal;
y al fin de la jornada, con los santos del Señor
entraremos en la patria celestial.
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Con el paso de los años fue uno de los primeros empresarios chiquianos que emigró a Lima en época de los tranvías, también de las cantinas con sus llamativas rockolas "Wurlitzer" a todo volumen; de la fiebre por la voz cautivadora de Pastorita Huaracina en el Coliseo Cerrado del Puente del Ejército y del acrobático catchascán en la 'Carpa' de La Victoria, donde Vikingo amenazaba con su poderosa "llave Stilson" el cuello del sudoroso "Yanqui", y "El Mongol" con su "doble tijera" intentaba cortarle las alas al modesto policía que encarnaba a "Murciélago" para mejorar la canasta familiar, al son del pegajoso Dengue del cubano Dámaso Pérez Prado, mezcla de Mambo, Twist, Bossa nova y Cha cha cha. Dengue que con una ordenanza municipal el "ñato" Lucho Bedoya prohibió bailar mostrando las rodillas a la puertorriqueña Daisy Guzmán por ser reñida contra la moral y las buenas costumbres de la época, felizmente sin lograrlo. En ese entonces la casa de Ingeniería de tío Chanti, y después en el barrio de Zarumilla (Jr. Aquia), se convirtieron en acogedoras posadas para los paisanos peregrinos, al igual que la vivienda de la familia Díaz Pardo, de la Av. Tarapacá en el bajopontino Rímac, el domicilio de nuestra Declamadora Nacional, Anatolia Aldave Reyes, en la calle San Martín (Miraflores) y la casa de la familia Rayo García en la primera cuadra del Jr. Jorge Chávez, cerca del viejo estadio de la 'U' (Breña).
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Al poco tiempo de venir a Lima fundó con nuestro paisano Carlos Ocrospoma Sánchez, la línea 70 de transporte urbano de Lima Metropolitana, que continúa dando trabajo a muchos coterráneos. También fue pionero con Lucho Alva Aldave, de la primera empresa de microbuses Lima - Ancón - Lima. Posteriormente impulsó ETIBSA que unía Lima - Chiquián - Aquia - Huallanca. Hoy Lucho Alva es uno de los empresarios peruanos más prósperos en el laborioso mercado americano.
T Í O ..C H A N T I
(Shanti en spanglish)
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
(Shanti en spanglish)
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
De niño escuchaba cantar con melancolía a mi tío Chanti (Santiago Alvarado Montoro): 'Avioncito TAM y sus tripulantes...',
con letras de su creación, canción que interpretaron los
trovadores Calixto Palacios Carrillo (chiquiano) y Jacinto Palacios
Zaragoza (aijino), en recuerdo del accidente aéreo que enlutó al Perú
el martes 16 de Noviembre de 1954.
Aquel
fatídico día un avión bimotor DC 403 de Transportes Aéreos Militares
(TAM), en vuelo de itinerario Pucallpa / Lima, cayó sobre los glaciares
del Huayhuash con sus 29 ocupantes, entre tripulantes y pasajeros. Los
picachos no devolvieron los cuerpos.
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También nos deleitaba con canciones en quechua, como: “Ima susericaman calahuirpa pireña wan”, y en castellano, entre ellas, una sobre 13 jóvenes que salieron de Chiquián sobre la baranda de un camión, dichosos de haber sido levados para servir como soldados peruanos en el glorioso Ejército de Francisco Bolognesi.
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También nos deleitaba con canciones en quechua, como: “Ima susericaman calahuirpa pireña wan”, y en castellano, entre ellas, una sobre 13 jóvenes que salieron de Chiquián sobre la baranda de un camión, dichosos de haber sido levados para servir como soldados peruanos en el glorioso Ejército de Francisco Bolognesi.
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Los 13 enrolados en el cánchón del penal de Chiquián.
Dos amigos acompañan en la foto.
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- Son 13 reclutas, shay, como los "Trece del Gallo" -bajó gritando conmovido hasta el llanto por todo el Jr. Comercio mi primo Mañuco, a quien no lo
aceptaron como voluntario por ser menor de edad. Tenía nueve años y ya
quería servir a la patria como soldado raso.
Unos los llamaban enrolados o alistados, otros conscriptos, ídem reclutas o movilizadles, lo cierto es que estaban sonrientes en el canchón de tierra de la cárcel del pueblo, donde los niños jugábamos fulbito con pelota de trapo los fines de semana, a excepción de los días de lluvia interminable.
Unos los llamaban enrolados o alistados, otros conscriptos, ídem reclutas o movilizadles, lo cierto es que estaban sonrientes en el canchón de tierra de la cárcel del pueblo, donde los niños jugábamos fulbito con pelota de trapo los fines de semana, a excepción de los días de lluvia interminable.
No
hubo sorteo aquel día memorable, tampoco omisos en la tierra de Luis Pardo, mucho menos presentaron dispensas, todos
querían participar del Servicio Militar Obligatorio. Quizá algún despistado de otras latitudes dirá: "obligatorio para los marginados"; pero en Chiquián
era un
honor servir a la Patria grande como voluntario, como era anhelo del joven peruano ser Maestro
de Escuela. Ahora miles de miles quieren ser "políticos chicha" o "faranduleros light".
Mi abuelita Victoria se despidió de los 13 valerosos jóvenes voluntarios chiquianos, entre ellos de mi querido tío Chanti, entregándoles un costalillo con panes y otro con bizcochos recién horneados. Fue la primera vez que vi lágrimas en los ojos de mi querida abuelita. Ella estaba muy emocionada junto a las mamás, papás, abuelitos, hermanos, primos, vecinos, maestros, autoridades y comuneros que se agruparon en la Plaza Mayor de Chiquián para despedirlos con aplausos, banda de músicos y fiambres para el largo viaje que los llevaría a un cuartel militar norteño. Los chiuchis corrimos tras el camión que llevaba ondeando en la panagra nuestro amado bicolor nacional, hasta que se perdió en la curva de Caranca con su valiosa carga humana, que daba enérgicas hurras por el PERÚ con los puños en alto.
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Después de varios meses de instrucción retornaron de verde olivo en uso de vacaciones reglamentarias. Llegaron cachiputus al pueblo, luciendo sus flamantes uniformes de paseo, felices de compartir su escuálida propina con la familia. Tengo en mis retinas la figura gallarda de Papi Rivera Anzualdo, saludando con porte militar a los paisanos con los que se cruzaba en las arterias del pueblo. Decenas de niños lo seguíamos dando vivas. Minutos antes, don Manuel Ñato Allauca, nuestro decordado "Shaprita", con los ojos anegados de emoción había pasado la voz a los niños del barrio: "Ha vuelto Papi, está andando uniformado por Oropuquio, vayan rápido", y todos los niños de Jircán corrimos al encuentro de nuestro entrañable amigo Papi Rivera, mientras "Shaprita" continuaba apresurado su camino para dar la buena nueva a los niños de Shulu, Fragua, Jupash y demás balnearios...
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Mi abuelita Victoria se despidió de los 13 valerosos jóvenes voluntarios chiquianos, entre ellos de mi querido tío Chanti, entregándoles un costalillo con panes y otro con bizcochos recién horneados. Fue la primera vez que vi lágrimas en los ojos de mi querida abuelita. Ella estaba muy emocionada junto a las mamás, papás, abuelitos, hermanos, primos, vecinos, maestros, autoridades y comuneros que se agruparon en la Plaza Mayor de Chiquián para despedirlos con aplausos, banda de músicos y fiambres para el largo viaje que los llevaría a un cuartel militar norteño. Los chiuchis corrimos tras el camión que llevaba ondeando en la panagra nuestro amado bicolor nacional, hasta que se perdió en la curva de Caranca con su valiosa carga humana, que daba enérgicas hurras por el PERÚ con los puños en alto.
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Después de varios meses de instrucción retornaron de verde olivo en uso de vacaciones reglamentarias. Llegaron cachiputus al pueblo, luciendo sus flamantes uniformes de paseo, felices de compartir su escuálida propina con la familia. Tengo en mis retinas la figura gallarda de Papi Rivera Anzualdo, saludando con porte militar a los paisanos con los que se cruzaba en las arterias del pueblo. Decenas de niños lo seguíamos dando vivas. Minutos antes, don Manuel Ñato Allauca, nuestro decordado "Shaprita", con los ojos anegados de emoción había pasado la voz a los niños del barrio: "Ha vuelto Papi, está andando uniformado por Oropuquio, vayan rápido", y todos los niños de Jircán corrimos al encuentro de nuestro entrañable amigo Papi Rivera, mientras "Shaprita" continuaba apresurado su camino para dar la buena nueva a los niños de Shulu, Fragua, Jupash y demás balnearios...
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El
'Gordito Chanti', como lo llamamos de cariño, siempre está latente en
el corazón de sus amigos y familiares, por su caballerosidad y su
espíritu solidario, presto para socorrernos en cualquier circunstancia
con la humildad que caracterizó su vida entera, siempre enseñándonos
canciones a sus sobrinos, como este himno evangélico:
Cuando suene la trompeta en el día del Señor,
su esplendor y eterna claridad veré,
cuando lleguen los salvados ante el magno Redentor,
y se pase lista, yo responderé.
su esplendor y eterna claridad veré,
cuando lleguen los salvados ante el magno Redentor,
y se pase lista, yo responderé.
Coro
Cuando allá se pase lista,
cuando allá se pase lista,
cuando allá se pase lista,
y mi nombre llamen, yo responderé.
Resucitarán gloriosos los que duermen en Jesús,
las delicias celestiales a gozar;
y triunfantes entrarán en las mansiones de la luz;
para mí también habrá un dulce hogar.
Trabajemos, pues, por Cristo, pregonando su amor,
mientras dure nuestra vida terrenal;
y al fin de la jornada, con los santos del Señor
entraremos en la patria celestial.
Con el paso de los años fue uno de los primeros empresarios chiquianos que emigró a Lima en época de los tranvías, también de las cantinas con sus llamativas rockolas "Wurlitzer" a todo volumen; de la fiebre por la voz cautivadora de Pastorita Huaracina en el Coliseo Cerrado del Puente del Ejército y del acrobático catchascán en la 'Carpa' de La Victoria, donde Vikingo amenazaba con su poderosa "llave Stilson" el cuello del sudoroso "Yanqui", y "El Mongol" con su "doble tijera" intentaba cortarle las alas al modesto policía que encarnaba a "Murciélago" para mejorar la canasta familiar, al son del pegajoso Dengue del cubano Dámaso Pérez Prado, mezcla de Mambo, Twist, Bossa nova y Cha cha cha. Dengue que con una ordenanza municipal el "ñato" Lucho Bedoya prohibió bailar mostrando las rodillas a la puertorriqueña Daisy Guzmán por ser reñida contra la moral y las buenas costumbres de la época, felizmente sin lograrlo. En ese entonces la casa de Ingeniería de tío Chanti, y después en el barrio de Zarumilla (Jr. Aquia), se convirtieron en acogedoras posadas para los paisanos peregrinos, al igual que la vivienda de la familia Díaz Pardo, de la Av. Tarapacá en el bajopontino Rímac, el domicilio de nuestra Declamadora Nacional, Anatolia Aldave Reyes, en la calle San Martín (Miraflores) y la casa de la familia Rayo García en la primera cuadra del Jr. Jorge Chávez, cerca del viejo estadio de la 'U' (Breña).
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Al poco tiempo de venir a Lima fundó con nuestro paisano Carlos Ocrospoma Sánchez, la línea 70 de transporte urbano de Lima Metropolitana, que continúa dando trabajo a muchos coterráneos. También fue pionero con Lucho Alva Aldave, de la primera empresa de microbuses Lima - Ancón - Lima. Posteriormente impulsó ETIBSA que unía Lima - Chiquián - Aquia - Huallanca. Hoy Lucho Alva es uno de los empresarios peruanos más prósperos en el laborioso mercado americano.
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Muchos
conocen su afición por el baile de los negritos en Corpus Christi y
Navidad, donde tío Chanti brilló con campanilla, mantilla, máscara y regatón; pero
pocos saben de sus innumerables viajes a pie por endurecidos senderos
para enseñar su arte a los jóvenes del interior de la provincia de
Bolognesi.
Como
panadero se convirtió en un verdadero baluarte en el arte del amasijo,
tanto en el Perú como en el extranjero, especialmente en la
preparación de sabrosas empanadas, que de niño vendí en las calles chiquianas
con mi hermano Felipe y mis primos Patuco, Juvi y Paco (Manya).
Curiosamente, sólo una vez rompí el record de ventas, los demás días
quedaba a la zaga por dedicarme a observar los partidos de fútbol en
Jircán. Recuerdo que ese día me tocó vender desde Leoncio Prado hasta
Quihuillán. Cuando iniciaba la venta gritando ¡empanaaaadas,
empanaaadas!, me encontré en la esquina de Comercio y Figueredo, con
don Teobaldo Núñez Pardo, quien acababa de llegar de Timpoc montado en
su caballo bayo. Le ofrecí las empanadas y me compró todas. Al
despedirse me dio el dinero, más mi propina y una talega con limas de
regalo. Grato recuerdo del generoso padrino espiritual de mis padres.
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Viene a mi mente el año en que el
“gordito” fue Capitán de la Fiesta de Santa Rosa (1972). Verlo bailar
el 30 de agosto simulando un duelo, rozando su banda blanca con las
remangas amarillas del Inca (Francisco Allauca Rivera) y luego con
cada una de las pallas con ágiles movimientos de cintura retando al ras del suelo las leyes de la gravedad, fue un
espectáculo incomparable para los presentes.
Durante su huilacuy
del segundo domingo de mayo, sus amigos Arturo Barrenechea Núñez y
Manuel Pardo Carrillo, le prometieron a Santiago contactar con el criador de los
famosos toros bravos jirishanquinos infaltables en el ruedo chiquiano.
15 días después, el 7 de junio sus dos amigos y el criador lo aguardaban en un bar de la periferia chiquiana ultimando detalles del alquiler, pero cuando el futuro capitán llegó, el criador reconoció en él al cirineo que le brindó su hombro durante un viaje a la Costa. Había llegado de madrugada en el camión de Santiago y éste le invitó a pernoctar en su casa, ya con el alba lo llevó hasta su hospedaje. Durante la reunión recordaron el gesto; el criador dejó a un lado el contrato de alquiler que estaba elaborando con los dos amigos de Santiago y le ofreció obsequiar tres toros para la corrida y dos para carne, ofrecimiento que cumplió con creces, pues además le donó una de las 'madrineras' (vacas que acompañan a los toros bravos durante el arreo), con la condición de que alimente a la banda 'como Dios manda'.
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15 días después, el 7 de junio sus dos amigos y el criador lo aguardaban en un bar de la periferia chiquiana ultimando detalles del alquiler, pero cuando el futuro capitán llegó, el criador reconoció en él al cirineo que le brindó su hombro durante un viaje a la Costa. Había llegado de madrugada en el camión de Santiago y éste le invitó a pernoctar en su casa, ya con el alba lo llevó hasta su hospedaje. Durante la reunión recordaron el gesto; el criador dejó a un lado el contrato de alquiler que estaba elaborando con los dos amigos de Santiago y le ofreció obsequiar tres toros para la corrida y dos para carne, ofrecimiento que cumplió con creces, pues además le donó una de las 'madrineras' (vacas que acompañan a los toros bravos durante el arreo), con la condición de que alimente a la banda 'como Dios manda'.
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Después
vino la tarde de toros y empezó el tormento para sus amigos y sobrinos
ante su insistencia de torear con su castilla tarapaqueña al primero
de la tarde, que con su torbellino embiste puso en vilo a los tendidos
de coloridas palincas de madera y sogas. De nada valieron los ruegos y el llanto en coro.
Felizmente el empitonado no hizo caso a su llamado y nos salvamos de
quedar como anticucho, los que lo jalábamos del saco para ponerlo a
buen recaudo..
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Un pasodoble con sabor a polka, lleno de saltos y requiebres de cintura con una dama más alta que él, bajo los acordes del conjunto musical Ritmo Andino de Huasta, siempre fue para acalambrarse de risa, donde los que sufrían incontinencia vesical terminaban con los zapatos empapados de urea.
Mi tío Chanti nació un día como hoy en el barrio chiquiano de Alqococha.
Un pasodoble con sabor a polka, lleno de saltos y requiebres de cintura con una dama más alta que él, bajo los acordes del conjunto musical Ritmo Andino de Huasta, siempre fue para acalambrarse de risa, donde los que sufrían incontinencia vesical terminaban con los zapatos empapados de urea.
Mi tío Chanti nació un día como hoy en el barrio chiquiano de Alqococha.
Madison, 1 de noviembre de 2002
Fuente:
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DEL MISMO TRIGO
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