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Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
- Mamita, están tocando la ventana, voy a ver quién es.
- Es la lluvia que toca los cristales para regalarnos su melodía, hijito.
Son las 6 de la tarde, es hora de los relatos. Mi abuelita Catita peina su negra cabellera matizada con hebras plateadas. Ella lleva 60 años a cuestas, pero se mantiene joven y llena de vigor. En los corrales las ovejas se juntan para que la lluvia no las moje demasiado. Desde la puerta de las chozas los perros guardianes vigilan la manada junto a los pastores.
- Vamos a la cocina hijito, allí te contaré la historia de Serafín.
- ¿Quién es Serafín, mamita?.
- Un joven venado que un día cruzó la Puna escapando de un puma.
Mientras enciende el fogón me narra esta breve historia, inspirada en una fábula de Fedro (Cayo Julio Fedro (Macedonia: 15 a.C / 55 d.C.). Fedro fue esclavo y después recibió la libertad. Su talento literario evolucionó durante el reinado de Augusto, Tiberio, Calígula y Claudio.
“Serafín y sus amigos vivían felices en las alturas de Puscayán. Le gustaba contemplar su bella cornamenta en el arroyo.
SERAFÍN
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
- Mamita, están tocando la ventana, voy a ver quién es.
- Es la lluvia que toca los cristales para regalarnos su melodía, hijito.
Son las 6 de la tarde, es hora de los relatos. Mi abuelita Catita peina su negra cabellera matizada con hebras plateadas. Ella lleva 60 años a cuestas, pero se mantiene joven y llena de vigor. En los corrales las ovejas se juntan para que la lluvia no las moje demasiado. Desde la puerta de las chozas los perros guardianes vigilan la manada junto a los pastores.
- Vamos a la cocina hijito, allí te contaré la historia de Serafín.
- ¿Quién es Serafín, mamita?.
- Un joven venado que un día cruzó la Puna escapando de un puma.
Mientras enciende el fogón me narra esta breve historia, inspirada en una fábula de Fedro (Cayo Julio Fedro (Macedonia: 15 a.C / 55 d.C.). Fedro fue esclavo y después recibió la libertad. Su talento literario evolucionó durante el reinado de Augusto, Tiberio, Calígula y Claudio.
“Serafín y sus amigos vivían felices en las alturas de Puscayán. Le gustaba contemplar su bella cornamenta en el arroyo.
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- Más hermosa luciría mi cornamenta si mis patas no fueran tan largas y feas –se lamenta Serafín.
De pronto un aire de nerviosismo invade el lugar y sus compañeros corren en diferentes direcciones dando ágiles saltos.
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Por estar maldiciendo sus patas no
advierte el peligro, mas su olfato es agudo y levantando la nariz nota la
presencia de un puma en el follaje, y corre desesperado para salvar su vida.
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Dos horas después atraviesa
jadeante la Puna. A la distancia divisa el farallón rocoso de Shajsha, y
piensa que allí encontrará refugio para su tormento. Gracias a
sus largas patas el venado está fuera del alcance del puma, pero el felino conoce
la zona
y no pierde de vista a su presa, pues sabe que en algún momento no podrá avanzar
más, y lo atrapará.
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Serafín está frente al roquedal y se da cuenta que es demasiado vertical
para
trepar. No puede avanzar ni retroceder, la vida se le va por los
cuernos; en eso
observa una grieta que conduce al otro lado e intenta pasar. Su
cornamenta lo impide. Mira sus patas y les agradece por haberle
permitido sacar
ventaja al puma, mas empieza a renegar de sus cuernos. Voltea y
observa al puma que se acerca peligrosamente; entonces decide quebrar
sus
cuernos. Retrocede y se abalanza contra una roca logrando astillarla,
vuelve a
la carga una y otra vez, hasta que la cornamenta cae al suelo, y pasa a
las justas por la angosta grieta, poniéndose a salvo.
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Fuente:
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Relatos de la Puna
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