LA NAVIDAD PROMUEVE LA COLABORACIÓN
Por Agustín Zúñiga Gamarra
Por Agustín Zúñiga Gamarra
Cuando vienen los tiempos de Navidad, reaparece en mi mente nuestra niñez, de los años 60s en Chiquián, vuelven las tiendas del jirón principal, Comercio, plagados de adornos navideños, ahí estaban los Bizetti, Abundio, Machuca, Alvarado, desde sus puertas y escaparates destacaban los mejores regalos. Mientras eso sucedía afuera en las calles, en mi casa, en alguna esquina de la sala, o en el comedor, estaban bien adornados los nacimientos, de pasto natural o artificial, en el medio, en la posición central, destacaba el Niño en su cuna, acompañado de sus padres y los reyes magos. No se sentía frío, todo era calidez, desde el tocadiscos se oían los villancicos cantados por los niños del colegio San José de Piura, los Toribianitos de Lima, o los Niños Cantores de Viena, discos traídos por nuestros hermanos que estudiaban en Lima, era un ambiente de sublime alegría. Nosotros con 5 o 6 añitos, habíamos estado pensando y mirando qué regalos le pediríamos a “Papá Noel”. Finalmente, en la Noche Buena, le escribíamos una cartita antes de dormir y la depositábamos debajo de las imágenes de los santos en el pequeño santuario que teníamos en casa. Al día siguiente, 25, salíamos desde la mañana a la puerta, a la calle, para jugar con los regalos recibidos junto a nuestros amiguitos de la cuadra. Mi madre, muy trabajadora, se había esforzado todo el año, para que en esta fecha el chancho esté colgado en el terrado, para hacer los chicharrones, rellenos, gash-gash, manteca, también había amasado panes, en la panadería de don Cuni, y por su puesto las latas de manjar blanco, con la leche de sus vaquitas, estaban listas, para que sus hijos, estudiantes en Lima, se sientan contentos cuando vengan de vacaciones. Es decir, en mi niñez navideña no me percaté lo que ocurría con los niñitos que no recibían algún regalito, ni tenían el desayuno de chocolate y panes.
Habría sentido frustración, dolor, y tal vez cólera hacia sus padres que no le compraron, o cierta incomodidad hacia los niños que sí los tenían. Ellos no entenderían qué significaba los salarios, el no poder comprarlos. Su lamento interno habría sido grande.
Ahora los niños construirán con su mente y manos, los ambientes soñados, junto con sus carritos, muñequitas, platitos, aviones, héroes fantásticos, con ellos subirán las pircas, cocinarán con las plantitas naturales, en los comedorcitos, que montarán en sus chacras de Mishay, Pariantana, Cucuna, Ninán, Cochapata, Yumpe, Colca..., mientras acompañen a sus padres, en las chacmeadas, cuspadas, sembríos, u ordeños. La felicidad que les provocará ese pequeño regalo, será inmenso, sus frustraciones, postergaciones, cólera disminuirán y sobre todo recordarán cuando mayores que se puede ser solidario, y tratarán de repetirlos. Porque ese es el ciclo de la vida, los niños alegres hoy, serán adultos colaboradores mañana.
Como dice Víctor, con sólo hacer llegar un sol, será suficiente, pues lo que importa es la colaboración. Basta llamar al teléfono al 975556447 o llevar algo a la dirección de Las Palmeras 5550- Los Olivos. Desde allí, el día 20 saldrá en caravana a algún distrito de la provincia de Bolognesi, para volver a ser niño en esta Navidad.
La Pluma del Viento
FELIZ NAVIDAD NIÑOS BOLOGNESINOS