jueves, 29 de octubre de 2015

HOMENAJE A YUNGAY: ¿ADÓNDE PALOMA HAS VOLADO? - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 
  
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2015 AÑO
DE LA DEFENSA DE LA VIDA
Y DEL PLANETA TIERRA
 
OCTUBRE, MES DE LA SALUD,
LA ALIMENTACIÓN, LA GESTA
DE ANGAMOS; VIDA Y EJEMPLO
DE MARIO FLORÍAN Y LUIS
DE LA PUENTE UCEDA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 

SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL
 

*****
 
28 DE OCTUBRE


Yungay antiguo
 
CREACIÓN
POLÍTICA
DE YUNGAY

 Yungay moderno
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
¿ADÓNDE
PALOMA
HAS VOLADO?
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
La indiferencia
prefigura el castigo.
Juan Ojeda
 
 
1.
 
De espaldas a toda realidad,
sidra
y ajenjo bebí en el Goyescas
Estaba
anoche absorto por la alarma
de un alud
e infinidad de muertos en las
faldas
de la Cordillera Blanca, con
nieves
eternas, y ahora cementerio
de inocentes.
 
Así
anduve a tientas, extasiado
en alguna
esquina, frente a filigranas,
de plata,
blasones y escudos de esta
villa tres veces
coronada, con crepúsculos
al final
de la avenida; mostrándole
los dientes,
al sol, perro alado, libélula
o tábano.
 
¡Beber
así para un hombre solitario
y abatido
hasta el fondo del alma, es
grave!
Es rodar por un abismo sin
centro
ni orillas. ¡Es grave y fatal,
Carmela!
 
 
2.
 
Después,
vino aquel amigo y largo rato
habló
de su chica. Y lloró hundiendo
su rostro
en los secos cardos y ortigas
silvestres
que adornan la mesa del bar.
Y no quise
en verdad al evocar la noticia
recordar
tus ojos Yungay, ni al clavel
de esa fuente,
ni la tarde en tu plaza donde
la garúa
mojó mis cabellos y mi gran
desolación
sin camino, techo ni posada.
En donde
hundí mis manos laceradas
en el agua
ya aquietada de tus pilastras
abandonadas.
Hoy en el cuenco de piedra
no te hallo
¿Adónde torcaza has volado?
 
 
3.
 
Ahora
al amanecer enloquecido leo
y copio,
aterido, otra vez delirante la
nota:
“Yungay toda ha desaparecido.
Nada
queda aunque nada se haya
roto
ni siquiera caído, porque todo
yace intacto,
aunque sepulto bajo la tierra
y el lodo.
No son restos de una vasija
hecha trizas
ni quebrada; ni es un campo
sin puertas
expuesto para las alimañas y
ratas:
Allí donde Almagro "El viejo"
ordenó
acuchillar quinientas mujeres
grávidas,
cortando él mismo los senos
con su mohosa
espada! Allí sólo queda el hilo
de las arañas
que pulsan y tientan nuevos
caminos,
¿que se quebrarán también
un día’"
 
 
4.
 
Después
nos tropezamos contigo en el
parque, ¡oh
ánima sobre la luz destrozada!
Y dijiste
a tientas detrás de la lluvia
raída
que empezó a caer: que no
sentías
nada, que  tres  palmeras en
un pantano
no te inmutaban ni eran nada.
Ni clave
ni signo de algo trascendente
ni menos
el gesto de un hado cruel ni
inclemente
sobre esta geografía silente
y desolada,
sino ¡nada!, sólo la roca sin
alma y
sin mente.  Es decir: ¡nada!
Y en ti
todo eso en verdad, era así,
es decir: ¡cierto!
 
 
5.
 
Vi después,
en un borde de tus párpados,
fugaz
y congelada, y sin atreverse
siquiera a
nacer, un lágrima escondida.
Entonces
fue que te indagué por Irene.
Y dijiste:
"Caído el puente, las mujeres
con sus
hijos arrodillados esperaron
la avalancha.
¡Piedra y nieve sepultando a
un eterno y
dolido corazón! Fue en ese
instante
que vimos al diablo escapar
con el rabo
entre  las piernas huyendo
como
Almagro “El malo”, insidioso
y vil, por
la Pampa de las Vizcachas".
 
 
6.
 
En Lima
Diego de Almagro, así como
tú y como yo,
seguimos salvos, mirándonos
frente
a frente en el Bar Goyescas,
sabiendo
que es él quien quebranta y
revuelve la tierra
buscando tesoros, sinecuras
y prebendas
matando lo bueno y lo tierno.
Quien
ahoga los gritos y lamentos
con su mohosa
espada, aún no reseca ni de
esa
sangre, ni de esas lágrimas.
 
 
7.
 
Y hoy
fuiste conmigo Carmela, esta
tarde
desalmada y paseamos juntos
en el Panteón
de Surco,  donde escuchamos
otra vez
a la cuculí llorar por Yungay
en la tumba
de los muertos. Y en aquel
sitio
era nuevo y salvaje otra vez
su canto.
 
 
*****
 
HOMENAJE MUNDIAL
A LUIS DE LA PUENTE
EN EL 50 ANIVERSARIO
DE SU GESTA HEROICA
 
 

LA ESTRELLA
DEL AMANECER
SIGUE BRILLANDO
 
Walter Palacios Vinces
 
Estimado Danilo:

Me felicito haber podido superar problemas personales y participar en el acto de Capulí el día 21 de octubre en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
El homenaje a los luchadores revolucionarios del 65 resultó, gracias a tu empeño y compromiso, un acontecimiento exitoso, plural y representativo. Congratulaciones, Danilo.
Te emito, en archivo adjunto, el texto que di lectura en  San Marcos. Si lo consideran conveniente pueden leerlo en mi nombre  durante los actos a realizarse en Trujillo y Santiago de Chuco.
Éxitos y recibe cordiales saludos,
Walter.
 
Cuando se muere en brazos
de la patria agradecida
la muerte acaba, la prisión se rompe
comienza al fin con el morir la vida.
José Martí
 
Conocí a Luis Felipe de la Puente Uceda en Trujillo, en diciembre de 1955, el día en que volvió de Lima tras haber estado encarcelado en la Penitenciaría Central (el Panóptico) por conspirar como aprista contra la dictadura del general Odría.
Conocedores de su llegada por vía terrestre, muchos trujillanos, estudiantes universitarios y obreros de las haciendas azucareras del Valle de Chicama, llegamos en nutrida y entusiasta manifestación hasta la Portada de Moche para darle la bienvenida.
Yo era un joven universitario cuando vi por primera vez a Lucho (así lo llamaban sus amigos, sus compañeros y el pueblo que lo quería y respetaba). Sonriendo, él saludaba y abrazaba a los que lograban acercársele. Era el reencuentro con los suyos tras el destierro y la carcelería. Han pasado 60 años y recuerdo bien aquel momento pues marcó profundamente mi vida personal y política. Fue el inicio de una amistad, de una identificación ideológica y de una militancia política que duró años, vinculada al MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), la organización que él dirigió e inscribió en la Historia del Perú y su pueblo.
Al conmemorarse el 50 aniversario de la gesta guerrillera del MIR y en mi condición de integrante de su Dirección Nacional en los años 60 escribo estas líneas en homenaje a Luís de la Puente Uceda y en recuerdo de lo vivido en las luchas revolucionarias de esos años. Lucho de la Puente fue un líder excepcional y un ejemplo de capacidad, consecuencia y honestidad. Gracias a su acertada dirección la gesta del MIR fue una obra colectiva en la que participaron y entregaron sus esfuerzos, su libertad y muchos su propia vida, valiosos compañeros que ya pertenecen a la mejor historia el Perú.
En 1955 ingresé a la Universidad Nacional de Trujillo y me incorporé a la estructura clandestina del Comando Universitario del Apra, partido que había sido puesto fuera de la ley y era duramente reprimido por la dictadura militar. Participábamos, desafiando a la dictadura, en campañas exigiendo el retorno de la democracia y la libertad de los presos políticos, especialmente de Luis de la Puente, que había sido presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios de Trujillo, quien cursaba el cuarto año de Derecho cuando fue apresado, en 1953, y deportado, meses después, a México.
Lucho no se resignó al exilio y dejó México para volver clandestinamente al Perú como integrante de un comando subversivo aprista que conspiraba para derrocar a Odría. Delatado por uno de los involucrados en la conspiración, fue apresado y encarcelado.
Tiempo después, el 27 de diciembre de 1955, y gracias a las luchas del pueblo peruano contra la dictadura, fue puesto en libertad junto con otros presos políticos de izquierda. En este sentido, fue decisiva la gesta del pueblo arequipeño de fines de 1955, que culminó con la renuncia del repudiado Alejandro Esparza Zañartu, Ministro de Gobierno y Policía (ahora Ministerio del Interior) y la liberación de todos los presos políticos.
Ya en libertad, cuando Lucho llegó a Trujillo, afrontaba problemas muy serios de salud, en particular una dolencia asmática y una úlcera gástrica que le dejaron las duras condiciones que le fueron impuestas en la cárcel y que lo acompañarían hasta el fin de sus días.
Pese a ello, se reintegró a las actividades estudiantiles y políticas, y asumió importantes responsabilidades como la vicepresidencia de la Federación de Estudiantes del Perú (FEP), en 1957, en el congreso de Arequipa. Ese año viajó a Nigeria (África) como delegado peruano a un congreso internacional de estudiantes universitarios. Al mismo tiempo prosiguió sus estudios en la Universidad de Trujillo y se graduó de abogado en 1958 con la tesis “Hacia la Reforma Agraria en el Perú”. Ya como profesional se dedicó casi exclusivamente a la defensa de los trabajadores, en especial de campesinos.
Como dirigente del Apra, partido que en esos años levantaba banderas antiimperialistas y antioligárquicas, Lucho logró tener ascendencia en las bases, especialmente en sectores juveniles y de trabajadores por su capacidad, entrega y entusiasmo para asumir las responsabilidades políticas. Resaltaba por su personalidad carismática. Era un hombre estudioso, buen orador y agudo polemista. Se especializó en el problema agrario y dedicó especial atención a la situación de los campesinos pobres de las comunidades indígenas.
Era un político que exponía sus ideas en forma directa y clara, no andaba con rodeos. Era exigente consigo mismo y con sus compañeros, pero también fraterno y solidario. Era de los que enseñaban y predicaban con el ejemplo. Fue implacable combatiendo las inconsecuencias políticas, los oportunismos y las transgresiones a la disciplina y a la ética revolucionaria.
Por su manera de ser y actuar, Lucho tuvo muchos amigos, admiradores y fieles seguidores, pero, también, peligrosos enemigos y detractores que lo atacaron y calumniaron. En 1956, se opuso tenazmente al apoyo electoral que la dirigencia del Apra había brindado al oligarca Manuel Prado Ugarteche para que fuera elegido como presidente de la República, en el marco del denominado gobierno de la “Convivencia”.
Luis de la Puente fue varias veces sometido a procesos disciplinarios dentro del Apra y finalmente fue expulsado junto con otros dirigentes en la IV Convención Nacional del partido, el 12 de octubre de 1959, tras presentarse una moción, que él redactó casi en su integridad, de análisis de la realidad nacional y de crítica a la dirección aprista. La moción no fue debatida en el plenario. Con él fueron expulsados ocho de los firmantes (Carlos Malpica, Gonzalo Fernández Gasco, Manuel Pita Díaz, Luís Iberico Mas, entre otros) y, los restantes, sometidos a disciplina con trámite de expulsión. Fue la erupción de la gran crisis partidaria.
Ese mismo día, los expulsados y disidentes acordamos constituir el Comité Aprista de Defensa de los Principios Doctrinarios y de la Democracia Interna. Seis meses después, en mayo de 1960, se toma la denominación de Apra Rebelde y, en junio de 1962, al abandonar definitivamente los postulados apristas, y cuando se “adopta como teoría y como método el Marxismo-leninismo” se asume el nombre de MIR, organización que en 1965 lanza la lucha armada para la instauración del socialismo.
En los años 50 y 60 se daban acontecimientos extraordinarios en todos los campos en forma acelerada y novedosa. El mundo estaba cambiando, pero los jóvenes de entonces entonaban cantos de libertad y exigían cambios más profundos e inmediatos.
Los que vivimos esa época bien podríamos decir con el personaje de El Aleph, de Jorge Luis Borges: “he visto millones de actos deleitables o atroces”. Era la época de la “guerra fría”, del macartismo y la caza de brujas, de la amenaza de la guerra atómica, de la descolonización y de las luchas de liberación en África y Asia, así como de la gesta heroica del pueblo vietnamita. El Perú también era marco de importantes acontecimientos. Ante las periódicas crisis económicas y políticas surgían remedos de gobiernos democráticos y dictaduras militares. Los campesinos se organizaban en sindicatos para recuperar sus tierras usurpadas, la ciudadanía hacía campañas por el rescate del petróleo y las riquezas naturales.
El MIR debía avanzar. Las nuevas realidades exigían nuevos enfoques ideológicos y una evolución y decantación de militantes para la lucha política revolucionaria.
En este escenario, más que ideas preestablecidas,  se debatieron nuevas propuestas teóricas y organizativas. Todo fue revisado y todo fue modelándose al calor de la discusión, del debate, de la lucha y práctica política, enriquecidos con el aporte y la experiencia de nuevos compañeros como Héctor Cordero Guevara y Guillermo Lobatón Milla, para mencionar a los que más destacaban.
En la presentación, muy poco difundida después, del documento Nuestra posición, en el que se recogen los acuerdos del Pleno del Comité Central del MIR del mes de marzo de 1964, un año y tres meses antes del inicio de la lucha armada, se dice, textualmente, que vivíamos “un momento especial en este siglo de crisis: el momento de la definición”. El documento detallaba los acontecimientos extraordinarios y esclarecedores ocurridos en el periodo: la derrota del imperialismo yanqui en Playa Girón y la autodefinición de Cuba como país socialista; el ascenso del debate y la confrontación ideológica chino-soviética; la caída de una serie de ‘democracias representativas’ y el asesinato de John F. Kennedy. Se resaltaba que nuestro país había vivido dos procesos electorales y la decepción consecutiva por los resultados. En paralelo se indicaba que el MIR también había evolucionado, “los que en él militamos sabemos en qué medida hemos caminado acelerados  y cuánto esto nos ha costado”, que debíamos asumir la tarea revolucionaria “hoy más que nunca obligatoria en esta hora de definición de la crisis que vive el Perú, América y el mundo”.
El MIR, por cierto, no fue la primera ni la única organización que puso en práctica su decisión de lograr el poder mediante el uso de la lucha armada y de la guerra de guerrillas. No fuimos los iniciadores. Siempre nos hemos visto como la continuidad, como parte de un proceso histórico cargado de las antiguas y heroicas luchas de nuestros pueblos contra la explotación, por la libertad y la justicia social. En el Perú y en América Latina, en esa misma época, otras organizaciones revolucionarias también lanzaron experiencias similares y muchos de sus dirigentes y militantes lo entregaron todo por los mismos ideales.
En estas luchas hubo aciertos y victorias, pero también deficiencias, errores y derrotas. Ahora, a 50 años de la histórica experiencia del MIR, nos corresponde, y corresponde en particular a los jóvenes, revisarla y estudiarla, para rescatar lo mejor de su legado, lo que nos pueda servir para continuar con el empeño de siempre: luchar por la construcción de un mundo más justo y libre, considerando los desafíos y exigencias actuales. La protección de la naturaleza, el respeto de la diversidad étnica, de género, de culturas y orientaciones sexuales, debe inscribirse en la nueva agenda revolucionaria. Seguir luchando por nuestro hermoso sueño de justicia es el mejor homenaje que podemos rendir a los héroes de 1965, cuya estrella nos seguirá guiando siempre.
 
 

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