AUCALLAMA, CUNA DE PORFIRIO VÁSQUEZ, “EL GRAN SEÑOR”
.Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
..Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
De niño mis padres Armando y Jesús nutrieron mi alma telúrica con frases célebres, mitos, fábulas, cuentos y leyendas populares. Cuando cumplí 15 años ellos me regalaron un hermoso libro de proverbios.
Emigré de Chiquián al término de mi
Secundaria en el colegio nacional Coronel Bolognesi, fijando residencia en Lima (fines de diciembre de 1967).
Corría el verano de 1968 en el balneario de Ancón, cuando
el proverbio africano contenido en dicho libro: “Hasta que los leones tengan sus propios
historiadores, las historias de caza glorificarán al cazador”, me hizo voltear la mirada hacia la historia escrita
de mi pueblo, que era muy escasa. Desde aquel entonces, además de poemas y
relatos, vengo escribiendo semblanzas de personajes populares, en su mayoría
del entorno chiquiano, que suman a la fecha varios tomos. Grata experiencia que
a estas alturas de mi existencia me hace sentir dichoso.
Hace un año, recordando dicho proverbio, hice llegar a todos ustedes
con mi amigo de ruta, el escritor, educador y pintor Luis Albitres Mendo, el
artículo “EL ACUERDO DE AUCALLAMA”.
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Hacer clic para visionar el breve artículo:
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Hoy, a través de una breve reseña histórica
y un poema de mi autoría, tributo mi homenaje a don PORFIRIO VÁSQUEZ APARICIO, peruano de origen africano, en el 110
aniversario de de su natalicio, y al distrito de
AUCALLAMA por su 72 aniversario de creación política.
AUCALLAMA es un nombre quechua
que seduce la mirada, remece el espíritu y atrapa el corazón. Tierra de cantores de
jarana, del zapateo con cepillado, de la marinera costeña y del socabón con ”b”
larga. Pueblo campesino con una asombrosa historia milenaria, contemporáneo a su
vecina Caral. En su suelo está el centro ceremonial LAS SHICRAS, Patrimonio
Cultural de la Nación, desde el 2007. La hermosa laguna Santa Rosa, los baños medicinales
de Boza y su generosa gastronomía, son tres de una serie de atractivos que
muestra su carta de presentación turística. Además cuenta con una historia fascinante para cualquier ser humano
con sed de conocimiento. Acá, en los albores del siglo XX, florecieron las
danzas del moro y los cristianos, y de los negritos, tal como
muestra la biografía de don Erasmo Muñoz, yanacón del valle de Chancay, escrita por
los reconocidos antropólogos José Matos Mar y Jorge Carbajal (1974 – Instituto
de Estudios Peruanos). De otro lado, varias fuentes de información concuerdan que Francisco
Pizarro se enamoró de este ubérrimo valle, cercano a Lima, y tomó posesión,
lástima que él ni quienes lo sucedieron después, tuvieron la capacidad de
administrarla bien, amén de las malas medidas dictadas por los representantes
de la corona española, las plagas, y el exterminio de personas iniciada por
Pizarro, dejándolo en ruinas y sin habitantes. A falta de brazos para las tareas
agrícolas y ganaderas, a partir de 1740 los hacendados cubren esta necesidad mediante la
compra de esclavos (negros), volviendo a florecer el valle. El distrito huaralino de AUCALLAMA, por su
privilegiada ubicación geográfica a una hora de Lima, su clima benigno, su
vasta cantera cultural y el encanto de su gente, es candidato de peso para
constituirse en la sede de grandes eventos internacionales en el futuro cercano.
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DON PORFIRIO, hijo de los esposos
José Santos Vásquez y Floriana Aparicio de Vásquez, nació el martes 4 de
noviembre de 1902 en Aucallama, y fue aquí, luego en Lima (Breña y Jesús María),
que bebió de la sabiduría de su hermano Carlos, gran decimista del Norte Chico,
y del pisqueño Hijinio Matías Quintana (imbatible en el contrapunto, llamado
“Pozo de la ciencia”, “As de los cantores” y “Maestro de maestros de la décima
nacional”), convirtiéndose don Porfirio en uno de los decimistas peruanos de
mayor popularidad. Con los años, siguiendo el ejemplo de sus maestros, heredó su
arte poético a nuestro recordado cultor nacional Nicomedes Santa Cruz Gamarra,
quién, con Abelardo (Abe), hijo de don Porfirio, ubicaron a la DÉCIMA PERUANA
en la cúspide del aplauso mundial. Su arte de pletórica arquitectura, pronto se
convirtió en leyenda en las tertulias del cafetín “Choy” de Breña, en cuyas
paredes resuenan “las décimas de la rebelde y orgullosa negritud”, como señala don
Nicomedes en una de sus obras, y rinde homenaje a su maestro, así:
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Criollo, no: ¡Criollazo!
Canta en el tono que rasques.
Le llaman “El Amigazo",
su nombre: PORFIRIO
VÁSQUEZ.
Escúcheme, por favor,
escúcheme aunque no quiera:
cómo canta marinera,
yo lo creo un trovador.
Soy su fiel admirador,
lo oí y le di un abrazo;
donde él fui pasito a paso
por sentir su melodía.
Le digo, desde ese día
¡criollo, no: ¡Criollazo...!
Es el adjetivo justo
que merece un decimista,
zapateador, jaranista,
compositor de buen gusto.
Perdóname si te asusto
pero por Dios, no me atasques,
que aunque la lengua me masques
repetiré que es tan ducho
que sin esforzarse mucho
canta en el tono que rasques.
Riqueza debía tener
mas Dios le dará otro premio,
pues por su alma de bohemio
como si fuera un deber,
gozó más con proteger
al que le tendió su brazo.
Hoy comentan este caso
los que de él han recibido,
y en un gesto agradecido
le llaman “El Amigazo”.
Cuando le llegue el momento...
—y esto no es un mal presagio—,
como póstumo sufragio
le haremos un monumento.
Ruego al que grabe el cemento
que con buen cincel recalque
y en un ángulo le marque,
donde la piedra resista,
para que por siempre exista
su nombre: ¡PORFIRIO VÁSQUEZ!
escúcheme aunque no quiera:
cómo canta marinera,
yo lo creo un trovador.
Soy su fiel admirador,
lo oí y le di un abrazo;
donde él fui pasito a paso
por sentir su melodía.
Le digo, desde ese día
¡criollo, no: ¡Criollazo...!
Es el adjetivo justo
que merece un decimista,
zapateador, jaranista,
compositor de buen gusto.
Perdóname si te asusto
pero por Dios, no me atasques,
que aunque la lengua me masques
repetiré que es tan ducho
que sin esforzarse mucho
canta en el tono que rasques.
Riqueza debía tener
mas Dios le dará otro premio,
pues por su alma de bohemio
como si fuera un deber,
gozó más con proteger
al que le tendió su brazo.
Hoy comentan este caso
los que de él han recibido,
y en un gesto agradecido
le llaman “El Amigazo”.
Cuando le llegue el momento...
—y esto no es un mal presagio—,
como póstumo sufragio
le haremos un monumento.
Ruego al que grabe el cemento
que con buen cincel recalque
y en un ángulo le marque,
donde la piedra resista,
para que por siempre exista
su nombre: ¡PORFIRIO VÁSQUEZ!
Porfirio Vásquez Aparicio y Nicomedes Santa Cruz Gamarra
.
Las décimas de don Porfirio no
tienen parangón en picardía, como esta, por ejemplo:
QUIÉN DICE QUE NO SE GOZA
Quién dice que no se goza
con gusto lo que es ajeno;
sabiendo sobrellevarse
se goza mejor que el dueño.
(Folklore)
1
Cuando yo era libertino
y me gustaba la farra,
gozaba con mi guitarra,
diario me iba a los bautismo.
Linda mujere tuvismo
yo y un amigo Sosa;
era regular de hermosa,
le gustaba marinera,
ahí le canté la primera:
“Quién dice que no se goza!
2
Fue una mujer casada
la que a querer me enseñó:
a su casa me llevó
cuando el marido no estaba.
Yo jamás me imaginaba
que este ser tenia dueño;
ella es mejor que lo bueno
según me estoy convenciendo,.
pero yo sigo comiendo
con gusto lo que es ajeno.
3
A mí me habían contado
que la zamba es una bala,
con el marido muy mala;
a mí no me da cuidado.
Por ahí me han explicado
que ella quiere
que yo la arce,*
porque si no va a la cárce**
y no podemos gozar.
Bien podremos continuar,
" sabiendo sobrellevarse.
4
Cuando el marido supo
a fondo que ella era mía,
el corazón le dolía
y me buscaba entre grupo:
“¡Si lo encuentro lo machuco,
lo paso con mi barreno,
¿no sabe que esto es ajeno?. . .”
―esto me contó un amigo.
Estando junto conmigo
gozarás mejor que el dueño.
* Arce: alce. ** Cárcel. Fuente: Original de Porfirio Vásquez Aparicio (aparecida en 1949).
Hurgando en su propia entraña de
músico, maestro, bailarín y compositor, y siguiendo las huellas de su hermano
Juan, a fines de la cuarta década del siglo XX, don Porfirio trazó el nuevo
rumbo del FESTEJO cantado por sus ancestros,
acoplándolo en
un baile definido, con la fusión de pasos de danzas africanas y peruanas
acordes a su naturaleza, dispersas en el territorio nacional. Bailes,
melodías y
canciones contribuyeron a darle mejor textura a dicha fusión, entre
estas: Agua
de Nieve, el Alcatraz, el zapateo, la marinera, valses, polkas,
panalivios, el Son
de los Diablos, La Resbalosa, pregones, jugosas décimas, etc., forja que
halló
acogida en Lima Metropolitana y el Callao, Cañete, Chincha e Ica,
principalmente (toda la costa central). Después de la muerte de don
Porfirio,
sus hijos, liderados por Abelardo, imprimieron en su homenaje, el lema: “Para los conocedores, Señores, somos los
Vásquez. Y aquí, como en todas partes, somos los Vásquez, Señores”, al son
de las guitarras y del cajón; congas, cajitas y tablitas por doquier; con
quijada y campana; palmas, cintura y pies, a puro pecho y todo pulmón.
Pero no solamente don Porfirio
fue un virtuoso en dichas expresiones culturales, además abrazó el arte de
narrar cuentos y leyendas chancayanas. Del mismo modo se desempeñó como maestro
en la primera academia folklórica fundada en Lima, con esa abnegada vocación de
servicio a la causa nacional, siempre aportando rayos de luz a la cultura
afroperuana, gracias a su inventiva y
talento inspirador, de genial espontaneidad. Pocos innovadores se
mantienen vigentes como él, y continúa inmune a la acción corrosiva del tiempo,
pues la vitalidad de su obra es árbol vigoroso, gracias a la savia dulce, fruto
de la alianza de dos razas fuertes, en cuyas ramas siguen, y seguirán
floreciendo hojas nuevas para orgullo del Perú y de su estirpe africana.
DON PORFIRIO, patriarca del
folklore afroperuano, EL AMIGAZO o DON PORFI, como lo llamaban y recuerdan con
cariño, acudió al abrigo de la Madre Tierra el domingo 26 de setiembre de 1971
en Lima. Desde aquel entonces, cada viernes por la noche, la jarana es en el
cielo, con garganta, guitarra y cajón, lo acompañan sus amados hijos: Abe,
Vicente y Pipo, junto al amor de sus amores, doña Susana Díaz Molina de Vásquez.
PORFIRIO VÁSQUEZ
APARICIO
Por Armando Alvarado
Balarezo (Nalo)
Nombre hecho memoria
de blanco y rojo
vestido,
en Aucallama y el
mundo vibra
con picardía, garbo y
salero.
Grito afroperuano señero,
“DÉCIMAS” en éxtasis de gloria
eternizan los rasgos
de su sangre
con la cuerda de su
inspiración.
Y llegó, lo que tenía
que llegar:
renació entre
guitarras y cajón
“EL FESTEJO” sin parangón,
fusión del “Son del Diablo”
con la “Resbalosa” pasión.
Así florece la
leyenda,
en la voz de Eva
Ayllón
“Lo hizo Porfirio Vásquez,
ese gran señor;
lo hizo con mucho arte
y ahora lo canto yo,
lo canto yo...”
La Vergne, sábado 24 de noviembre de 2012 (Aucallama - AEPA-Filial Lima 2012)
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