"Venid,
juglares, hombres y mujeres de sangre y pluma, a protagonizar,
prolongar y vivificar el corazón y la gesta de los warirunas, en la
conciencia y médula de nuestra patria que siempre enfrenta efímeras
encrucijadas, pero al fin, grande y abrazador, como el Inti en el
totético Llamog, a las ocho de la mañana". Adrián Alcides Alvarado Huertas.
TUCUHUAGANGA
(Cerro
de la provincia de Huari)
Por
Rosa Cotrina Vda. de Barrón
Tucuhuaganga,
Apu hermano mayor,
santuario
de los Wuaris creadores,
testimonio
latente de los siglos de esplendor
luz
primorosa que alimentas los misterios
de
la fertilidad en tus valles.
Busco
el goce de tu silencio insondable,
el
susurro y la frescura de tus alturas,
cobijo
de mis ilusiones juveniles,
abrigo
de hogar, amigo confidente.
En
tu inmensidad quise olvidar mi amor primero,
mi
soledad de forastera, mi caro afán de vivir,
bebiendo
de tu energía ancestral,
disipé
mis amarguras de una pasión.
TUCUHUAGANGA
Se
cierne inevitable mi partida,
pienso
dejarte cantando,
al
silencio que te asiste;
pero
¡ay! Dejarte es triste,
romper
tu silencio es más.
Mi
despedida de 9 años vividos,
pletórica
de sabiduría andina,
compartiendo
sus sabias enseñanzas con:
Santiago
Márquez Zorrilla, Dante Frasnelly Tarter,
Marcos
Libardony, Manuel Lora Camones,
Sebastián
Guzmán Barrón, Jesús Arias Silva,
Franco
Solís Benites, Yhollsey Solís Benites,
Zenón
Avendaño Morales, Elena Avendaño Morales,
Lorgio
Espinoza Tarazona, Florencio Villavicencios,
Glicerio
Trujillo Agüero, Gualberto Espinoza Muñoz,
Saturnino
Otárola Cáceres, Pompeyo Mendoza Benites,
Silvio
Hurtas Asencios, Miriam Barrón Espejo,
Francisco
Salas Barrón, Arturo Angulo Mori,
Irene
Narváez Soto, Florencio Alvárez Márquez,
Román
Gonzáles Roldán, Moisés Asencios.
iCómo
no haberme alimentado del ejemplo y la vocación
de
tantos insignes maestros!
TUCUHUAGANGA
APU,
HERMANO MAYOR
santuario
de los Wuaris creadores,
alumbra
con tu luz primorosa:
las
visionarias enseñanzas de nuestros
hermanos
de ayer y hoy.
MIS CAMINOS
La Vergne, 17 de abril de 2015
Hola Flor de Waganku:
.
.
Recuerdo las palabras de mi madre cuando salí de Chiquián a
fines de 1967 para abrirme paso en Lima, Capital de la República del Perú: 'ama
la luz en cada despertar y la quietud de la tarde al ponerse el Sol, como el
viento ama el aroma de la flor y lo comparte por doquier; saborea el agua hasta
la última gota y agradece a Dios por su bendición. No olvides que eres el faro,
la brújula y el gerente de esa pequeña empresa humana llamada Nalo, y sé a la
vez motor y hélice de tu desarrollo. Cuando te sientas solo o te abrumen los
pesares en el fluir de los años, no te alarmes, pues todo pasa en la vida:
tarde o temprano...'.
Dicen que cuando duele el corazón por la pérdida de un ser amado, gime el viento, el Sol se oculta en las nubes del pensamiento y el alma se hace grieta. Esto me ocurrió en llaga viva el 20 de febrero de 2002, cuando mi mamá acudió al llamado del Altísimo, luego el 25 de octubre de 2010 por la partida de mi papá. Pero también el viento es el heraldo que trae aromas de primavera cuando añoramos los telares donde enhebramos los primeros sueños; sólo así se entiende el amor supremo que sentimos por nuestra tierra estando lejos. Es ver el cielo acariciando la piel del Yerupajá o del Huascarán, contemplando sus cimas mientras dura el éxtasis, que es muy breve, pues ni siquiera el más osado alpinista permanece en la cúspide, más allá del flash de una cámara que capta su hazaña, que no es conquista, ya que los picachos son dueños absolutos de la tormenta en el reino blanco, como es dueño del sentimiento telúrico, el lugar que mece la infancia.
Dicen que cuando duele el corazón por la pérdida de un ser amado, gime el viento, el Sol se oculta en las nubes del pensamiento y el alma se hace grieta. Esto me ocurrió en llaga viva el 20 de febrero de 2002, cuando mi mamá acudió al llamado del Altísimo, luego el 25 de octubre de 2010 por la partida de mi papá. Pero también el viento es el heraldo que trae aromas de primavera cuando añoramos los telares donde enhebramos los primeros sueños; sólo así se entiende el amor supremo que sentimos por nuestra tierra estando lejos. Es ver el cielo acariciando la piel del Yerupajá o del Huascarán, contemplando sus cimas mientras dura el éxtasis, que es muy breve, pues ni siquiera el más osado alpinista permanece en la cúspide, más allá del flash de una cámara que capta su hazaña, que no es conquista, ya que los picachos son dueños absolutos de la tormenta en el reino blanco, como es dueño del sentimiento telúrico, el lugar que mece la infancia.
Sé que la vida es de corto tránsito, y que después de ésta, no hay otra. Sólo Jesús recucitó, y por obra de Él, la pequeña hija de Jairo, y Lázaro de Betania, nadie más; por eso cuando mueren los paisanos se me inunda el pecho de tristeza, mas el hecho de haber escrito sobre ellos en vida, hace que mi corazón se reconforte de sólo pensar que nos dejan buena simiente en cada uno de sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos. Igualmente escribo para ayudar a nuestros coterráneos a plasmar la historia de la Patria chica, tan llena de cosas bellas que expresar; así cuando me siento aturdido en el laberinto de mis tribulaciones que ya suman varios inviernos, vuelvo a leer lo escrito y vislumbro cada vez mejor el futuro en ciernes. Otras veces escribo para darle rienda suelta a la fantasía, porque amo el Cosmos donde duermen el sueño eterno mis seres amados, y respeto a la naturaleza andina porque allí moran las personas que quiero. Asimismo escribo para recordar a los que me patearon cuando caía en mis tropezones literarios, pero no para negarles mi mano fraterna en un momento dado, sino para recordar, que no todos nos aman en este valle de dardos y llanto.
Nunca olvides que la existencia terrena no está exenta de frustraciones, pero también plena de oportunidades. Nadie puede impedir el paso del tiempo, tampoco el dolor del alma y las angustias del corazón, ya que todo en la vida tiene un precio que tarde o temprano se paga: contante y sonante como decía el buen Shapra.
En fin, Flor de Waganku, escribo para dejar las huellas de mis callos en los rudos caminos de herradura, y en los de lustroso asfalto, también.
Recibe un abrazo virtual y un garabato de mis años viejos, en este Día especial.
Nalo
MIS CAMINOS...
.
.
Siempre encuentro el derrotero
que conduce a tu morada;
unos son senderos,
otros sólo trechos;
pero todos van
hacia ti.
.
Son caminos de sueños,
también de espinas
que hincan el alma
sin clemencia
causando
dolor.
.
Caminos
sin murallas,
tampoco fronteras,
sólo vastos horizontes
y la Luna alumbrando los pasos
que buscan la estrella 'LIBERTAD'
....
Nalo Alvarado Balarezo - 15651
r
El ser humano siempre regresa al lugar del primer beso (V.1628)