viernes, 6 de febrero de 2015

PLACITA DE MI NIÑEZ (EL RECUENTO) - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)


 

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 RECUERDOS QUE ESTRUJAN EL ALMA
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Cusco, 24 de junio de 1987 
 
SHAY YOCYOCO:
y
La noche del lunes 30 de diciembre de 1985, sentado en una de las bancas de la Plaza de Armas de Chiquián, escribí el poema que está al pie, donde riman descontrolados mis latidos. Días antes recibí la orden de viajar al Sur andino, por tercera vez en dicho año, época muy difícil para la paz y la tranquilidad en el Perú, y un no sé qué, hizo que antes visite nuestra santa tierra para pasar el Año Nuevo con mis padres.
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En este miércoles 24 de junio, día del Inti Raymi, evoco desde la milenaria Huacaypata de la Ciudad Imperial, a nuestra amada placita, no porque esté ligada a nuestra lejana infancia, ese pasado hermoso, o a la heredad nativa, sino porque aquel santuario del sentimiento chiquiano, copa las pupilas cuando el palpitar crece en la distancia, como el eco multiplica el sollozo del adiós en el infinito.

Estoy compartiendo el poema contigo, con la esperanza de que Chiquián se pueble con nuestras vibraciones, porque no sabes amigo mío, el frío que sentí en el pellejo la noche de aquel 30 de diciembre de 1985 sin tu presencia en la Plaza de Armas; vacío que también caló en mi alma, cuando luego de un largo viaje caminé por nuestras callecitas solitarias en abril del 73, a causa del éxodo masivo de paisanos a fines de la década del sesenta, consecuencia del huayco migratorio provinciano hacia Lima, del que nos habla el maestro José Matos Mar, en su "Desborde Popular".
 
Con las fotos que ilustran el poema, intento salvar de las zarpas del olvido: los rostros, las voces y las bisoñas pulsaciones, quizá olvidadas en alguna fisura de la memoria, pero que perduran en las entrañas de la placita, nuestra amante distante de edénica ternura, porque el amor no solamente juega canga con el corazón errante, sino también con filudo run run intentando deshilacharle sus latidos. Vistas del recuerdo que requieren cobrar vida y mantenerse así, a través del tiempo, eternamente.
 
 Tu amigo,
 
 Nalo Alvarado Balarezo
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PLACITA DE MI NIÑEZ
y
Recordando mi viejo Chiquián,
el corazón crece en cada suspirar,
son imágenes que vienen y se van
de aquellos a
ños de ligero andar.

La Iglesia de estilo colonial,
 donde los chiuchis solíamos orar,
  anchas paredes de color glacial
que el cincel del tiempo hizo desplomar.

Colorido quiosco lleno de ilusión,
que abrigaste mi tierno corazón,
hoy acompañas en lenta procesión
los tardos pasos que van al caj
ón.

Del cine mudo, ni qué hablar...
de Alka Seltzer, Brillantina y Mejoral;
el Llanero y los Tigres del Ring
son los héroes que no morirán.

Aquellos viernes de teatro juvenil,
con sus telones de rojo carmesí,
noches de circo y velada estudiantil
de los hermanos Culantro y Perejil.

Sonora pileta de lustroso barandal,
donde tomarse fotos, era lo ideal;
bancas, jardines y verdes ficus:
testigos de mi cantar infantil.

Placita hermosa de mi niñez,
hoy vuelvo a ti por última vez,
para soñar bajo la esfera azul
con mis amigos del ayer...
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. Nalo Alvarado Balarezo
 
30 DIC 85






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