viernes, 15 de noviembre de 2013

EL VENADO SERAFÍN - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)

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 EL VENADO SERAFÍN

Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)

- Mamita, están tocando la ventana, voy a ver quién es.

- Es la lluvia que toca los cristales para regalarnos su melodía, hijito.

Son las 6 de la tarde, es hora de los relatos. Mi abuelita Catita peina su negra cabellera matizada con hebras plateadas. Ella lleva 60 años a cuestas, pero se mantiene joven y llena de vigor. En los corrales las ovejas se juntan para que la lluvia no las moje demasiado. Desde la puerta de las chozas los perros guardianes vigilan la manada junto a los pastores.

- Vamos a la cocina hijito, allí te contaré la historia de Serafín.

- ¿Quién es Serafín, mamita?.

- Un joven venado que un día cruzó la Puna escapando de un puma.

Mientras enciende el fogón me narra esta breve historia, inspirada en una fábula de Fedro (Cayo Julio Fedro (Macedonia: 15 a.C / 55 d.C.). Fedro fue esclavo y después recibió la libertad. Su talento literario evolucionó durante el reinado de Augusto, Tiberio, Calígula y Claudio.

“Serafín y sus amigos vivían felices en las alturas de Puscayán. Le gustaba contemplar su bella cornamenta en el arroyo.
 
- Más hermosa luciría mi cornamenta si mis patas no fueran tan largas y feas –se lamenta Serafín.

De pronto un aire de nerviosismo invade el lugar y sus compañeros corren en diferentes direcciones dando ágiles saltos.
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Por estar maldiciendo sus patas no advierte el peligro, mas su olfato es agudo y levantando la nariz nota la presencia de un puma en el follaje, y corre desesperado para salvar su vida.
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Dos horas después atraviesa jadeante la Puna. A la distancia divisa el farallón rocoso de Shajsha, y piensa que allí encontrará refugio para su tormento. Gracias a sus largas patas está fuera del alcance del puma, pero el felino conoce la zona y no pierde de vista a su presa, pues sabe que en algún momento no podrá avanzar más, y lo atrapará.

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Ya Serafín está frente al roquedal y se da cuenta que es demasiado vertical para trepar. No puede avanzar ni retroceder, la vida se le va por los cuernos; en eso observa una grieta que conduce al otro lado e intenta pasar. Su cornamenta lo impide. Mira sus patas y les agradece por haberle permitido sacar ventaja al puma, mas empieza a renegar de sus cuernos. Voltea y observa al puma que se acerca peligrosamente; entonces decide quebrar sus cuernos. Retrocede y se abalanza contra una roca logrando astillarla, vuelve a la carga una y otra vez, hasta que la cornamenta cae al suelo, y pasa a las justas por la angosta grieta, poniéndose a salvo del enorme puma.

Desde la cumbre, un cóndor blanco observa lo que ocurre abajo...”.
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Fuente:
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Relatos de la Puna
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