Muchos chiquianos han sido picados por el aguijón de la curiosidad para escribir sobre SHAPRA,
ídolo de las cuncushpadas nocturnas en el barrio de Tranca y de las
pinquichidas con sabor a “bolero” e infarto antes de tiempo en el
risueño Quihuillán de los años niños; y en Usgor, mágico lugar donde
florece el amor a la vera del camino.
.
Quihuillán
.
Usgor
.
.
Hace
unas décadas, sentado en las graderías del Montmartre, escribí la nota ¡Suerte matador! sobre nuestro pintoresco personaje, nota
que compartí a fines del siglo XX con los primeros cibernautas
ancashinos. De ahí para adelante hice algunos garabatos que duermen el
sueño de los “injustos” en el viejo cuaderno “Minerva” de mis recuerdos
gratos, cuyas razones explico párrafos abajo. Hoy, esas líneas
talladas en pellejo sin poros, se encuentran guardadas en lo más
profundo de mi ser: sin sombras ni pircas caídas, donde Shaprita canta y
baila alegre un huaynito como un travieso angelito de carne y hueso.
.
.
Leí por primera vez sobre Shaprita, al amauta Rubén Barrenechea Núñez (Revista Oficial del Club Chiquián Nº 1 - 1975 SILUETAS - CHIQUIANAS - “SHAPRA”), cuya pluma lo describe así:
.
“Ese
que veis ahí gesticulando y alzando los hombros a cada tres palabras
ante algún desorientado forastero es Shapra. Apenas más alto que un
enano, tiene la barba negra y desordenada, la boca verdosa y la ropa
ajada, muy grande, lameando en su cuerpo esmirriado. Ha sido el primer y
tal vez el único cicerone o guía turístico de mi pueblo. Con un habla
caudalosa y audaz aprisionada por una entonación de sorprendentes
matices costeños, conquistaba prontamente la simpatía y la confianza de
los foráneos hasta convertirse en el insustituible elemento de los
primeros enlaces. Todos lo recordamos dado de modo espontáneo a esta
actividad, pero nadie, que yo recuerde, lo alentó ni le agradeció a
nombre de la ciudad la utilísima función social que llenó por un tiempo
de modo tan pintoresco como eficaz. Y como era -esto dicho sin ironías
ni retintín- una persona importante y visible -¡y vaya si lo era!-
andaba siempre, sin que nadie lo llamase, entropado con las autoridades y
notables del pueblo en toda ceremonia cívica o religiosa. Y sobresalía
entre el concurso por sus "quimbas" y la implacable seriedad con que
asumía su papel de ciudadano connotado. Yo te admiro, Shapra, porque
supiste encarar la vida con la pulcra responsabilidad que a tantos, que
no son tronados como se te juzgaba, les falta irremediablemente. Y las
noches eran muy, pero muy suyas. Sigiloso e invisible en las antiguas
calles chiquianas donde los farolillos apenas despedían guiños de luz,
aparecía inesperadamente con el poncho plegado como un pañolón sobre los
hombros (jamás lo vi usarlo de otro modo), un carrillo abultado por el
bolillo de coca que masticaba y un "¡buenas noches¡" susurrante que
helaba la sangre. Ahora a tantos años de su desaparición me pongo a
pensar en todo lo que habrían visto los ojos de Shapra. !Qué de citas
clandestinas! ¡Qué de conjuras! ¡Qué de incursiones sospechosas! ¿Ya
cuántas damas con el honor a punto de marchitarse y a cuantos honorables
señores y recatados jovencitos naufragando en el barro común que pisa
sin contaminarse la gente humilde!, Con razón, Shapra se paseaba por el
pueblo con el desenfado triunfante de quien se siente dueño absoluto
de la vida y los secretos de los demás. Pero no fue por miedo ni por
agradecimiento que a su entierro concurriera el pueblo en masa. Fue
porque Shapra, el menudo hombrecillo oropuquino que se ganaba la vida
llevando bestias de los “mistis” a los alfalfares circunvecinos,
acarreando basura a los corrales suburbanos, faroleando a los turistas y
cobrando “cupos” por secretos guardados, fue un hombre de carne y
hueso, con un sello inmenso de autenticidad humana. Fue porque en su
vida no hubo mixtificaciones ni olores de trastienda. Fue porque Shapra,
el inolvidable “chiflado” chiquiano , iluminó a su pueblo por un
tiempo con la alegría traviesa de sus andares afectados, de su habla
jugosamente petulante, de sus pícaros huaynos –crónica viviente y
escandalosa- entonados a todo pulmón por las desoladas calles del
pueblo. Fue porque se sintió parte de una comunidad, y vivió de ella y
para ella con la pureza de un corazón simple y tierno."
También leí en dicha revista. las “PINCELADAS” del
anecdotario de nuestro recordado amauta Antonio Zúñiga Alva, donde bajo
el título: SHAPRA” – LECTOR DE PERIODICOS, fluye:
“SHAPRA”,
era el sobrenombre de un personaje chiquiano muy original. Su nombre:
Manuel. Muy conversador, manejaba el castellano y el quechua “salga
como salgara”. Aun cuando era analfabeto, pasó en algunas ocasiones
como miembro del Concejo Municipal de Chiquián, como Instructor Militar
en el pueblito de Mahuay, donde hizo marchar un domingo a los
movilizables, ordenando que en la libreta de los asistentes estampara
su sello el Teniente Gobernador. Una mañana se hallaba en una de las
bancas de la Plaza de Armas de Chiquián leyendo un periódico. El Sub
Prefecto de la Provincia, don Rolando, que acertó a pasar cerca de él,
le dijo al notar que sostenía el periódico al revés: ¡Cómo SHAPRA!
¿Puedes leer con el periódico boca abajo?...Si, pues don Rolando: “el
que sabe sabe” contestó SHAPRA sin inmutarse... Don Rolando casi sin
castellano, prosiguió su camino.”
.
.
Siguiendo el venero de las dos plumas chiquianas traté de
averiguar sobre la identidad de Shapra, llenándome de nombres y
apellidos diversos, tanto en Lima como en Oropuquio; hasta que llegué
al manantial principal, ubicado en Jr. Alfonso Ugarte de Chiquián,
donde reside su hermana Macshi. Ya en el lugar tuve una larga charla
con ella, obteniendo la información requerida; pero al escuchar las
palabras de Pamela (sobrina de Shaprita), sentí que una aguja de
arriero se me incrustó en el corazón, pues la adolescente, quien ha
oído habladurías sobre su tío, pide que además de su ropaje y fisonomía
se hable acerca de sus cualidades de hombre de bien.
.
.
Macshi, hermana de Shaprita
*
Como
no hay manera de medir el sufrimiento ajeno, el pedido de Pamela me dejó
pensando sobremanera, pues se tiene que estar entre su piel y sus
sentimientos para sentirlo y entenderla, como se desprende de lo que
antes de despedirse me dijo: “Amigo
Nalo, si en vez de mi 'desarrapado' tío, aquel lector de periódicos al
revés hubiera sido algún notable del pueblo, ¿habrían comentado con
sorna, así de él?.
Personalmente
recuerdo a SHAPRA sentado en el patio de mi casa mirando los
periódicos que mi papá traía cada dos días de la costa para el deleite
de los paisanos; mas nunca pude percatarme si sabía leer o no. Lo que
sí viene a mi memoria, es que de hojeada en hojeada se reía a
carcajadas, y comentaba a viva voz sobre lo que estaba viendo con los
“ayudantes” del servicio de transportes de la familia.
Inclusive he conversado con personas de la época sobre la 'lectura al revés” del que hacía gala Shaprita, y mi sorpresa fue mayor al escuchar a más de 50, afirmando ser testigos del momento en que don Rolando Estremadoyro Vigil lo “ampayó”... ¿es que el ampay ocurrió durante una procesión?, me pregunto. Lo cierto es que medio siglo después su mejor discípulo es el líder del país más poderoso del planeta, quien también lee al revés.
Inclusive he conversado con personas de la época sobre la 'lectura al revés” del que hacía gala Shaprita, y mi sorpresa fue mayor al escuchar a más de 50, afirmando ser testigos del momento en que don Rolando Estremadoyro Vigil lo “ampayó”... ¿es que el ampay ocurrió durante una procesión?, me pregunto. Lo cierto es que medio siglo después su mejor discípulo es el líder del país más poderoso del planeta, quien también lee al revés.
.
Pero,
¿por qué es difícil hacer precisiones sobre 'la vida y milagros' de
SHAPRA?. Es muy simple: hay vidas especiales que no se pueden describir
jalando hilachas que flotan en el aire, ya que nuestro común amigo no
fue una marioneta de trapo, sino un hombre con entrañas que caló
profundo en el sentimiento popular, ganándose un sitio en el corazón de
todos; por eso lo recordamos como el más bello símbolo de una época que
marca, cada vez con más fuerza, el paso redoblado de nuestras vidas
que van doblando la esquina de la tarde..
Chiquián: Valle del Aynín
SHAPRA es como el amor furtivo que no acepta explicaciones, es el Aynín que murmura a nuestro oído haciendo vibrar ese “niño viejo” que llevamos dentro los que ya pintamos canas. Es el rumor incierto y el aliento tibio que acaricia los sentidos. Es la resonancia que va más allá de los sones de la banda que interpreta: “30 de Agosto en la plaza de Chiquián, tú me hiciste un juramento de amor...”; ese sonidito hechicero que se prolonga como el eco y se va metiendo tembloroso en lo más recóndito del alma viajera, cambiando el rumbo del vuelo y fijando el norte en 'Espejito del cielo'.
Chiquián
Es
también como un cuadro que de lejos parece un paisaje inerte, pero
cuando nos acercamos el alma se agita, porque bajo el lienzo late el
corazón del pintor, con un ritmo que sólo puede oírse en imperturbable
silencio. Por eso pretender llegar a conocer a SHAPRA y descender tan
hondo donde las sombras no existen, es arañar la superficie de su vida,
solamente. El sobrenombre de SHAPRA de por sí enternece, razón de más
por el que no se le olvida, como sí ha ocurrido con algunos “notables”
que intentaron perennizarse fuete en mano, pero que sus huellas no
marcaron hitos de historia ni memoria colectiva.
*
*
Plaza de Armas de Chiquián
.
Para unos, Shaprita fue un hombre trabajador, alegre, campechano y bonachón, para otros: un romántico enamorado de las cosas simples de la vida; sin embargo, muy pocos comentan sobre las razones de su dicha de vivir en paz, porque ese secreto se lo llevó a la tumba; esa doble virtud que poseen los que nacen con algo divino en las venas, que es el origen de su grandeza, cualidad que no se mide por el tamaño físico que es altura y nada más.
Para unos, Shaprita fue un hombre trabajador, alegre, campechano y bonachón, para otros: un romántico enamorado de las cosas simples de la vida; sin embargo, muy pocos comentan sobre las razones de su dicha de vivir en paz, porque ese secreto se lo llevó a la tumba; esa doble virtud que poseen los que nacen con algo divino en las venas, que es el origen de su grandeza, cualidad que no se mide por el tamaño físico que es altura y nada más.
Escribir
sobre él, en su justa dimensión, es trabajo de orfebres de varias
generaciones de paisanos, pero sin esa cirugía con formol que diseca los
ideales de una época de oro chiquiana, pues hacerlo así sería cavar
insondable su sepulcro que pocos conocen y alguno visita. Sólo sé que
SHAPRA no tuvo vocación de erudito y que de la vida sabía por su
sensación de ser humano y no por lo que pudo haber leído al revés, como
las obras de bien que hallan asilo generoso en los latidos amigos. Ya
el tiempo rasgará el poncho que es su voz, para irnos descubriendo el
secreto de su existencia terrena, que es su eco... todo depende de
nosotros, como herederos de su legado de jaratanta con sabor a chumpac
de tinyaco maduro.
.
.
Chiquián: Umpay, Racrán y Cochapata
"Shaprita, cuántas veces al pie de las raídas pircas aguaitabas para esquilar vellones y encontrar cuerpos que en vaivén gemían; cuántas veces la luna plateada malogró tu faena de espía cuando tras un aliso asomabas furtivo y el paso acelerabas cautivo, buscando las sombras, pisando frutos blandos de colon, ortigas y acelgas con huellas de algún siki roqueño. Tú jamás dormías, pues vagabas en el limbo de tus sueños misteriosos sin vigilias ni insomnios, de noches frías que lloran, ríen, odian y aman, aguardando como fiel centinela el resplandor que deja un rayo que parte el cielo en dos, para que tus ojitos puedan ver que el mundo redondo ruede sin rumbo de tumbo en tumbo sin tombo que lo detenga. Dime SHAPRITA lo que sentiste en cada noche de ninacurus ciegos donde reinaba la oscuridad cómplice, cuando una pallita con su traje de Eva suspiraba y gemía por el plato roto, la nata derramada y la metida de pata con palo de escoba que no barre ni limpia conciencia ajena. ¿Acaso la impotencia de no poder hacer nada te asfixiaba frente a la tragedia de una virginal criatura que lloraba por la mandolina quiñada después de una serenata sin luna, que después viste vagar por las callecitas estrechas como alma en pena, caminando con la barriguita llena, mientras apoyabas tu frente en el frío cristal de una ventana invisible?. ¡Cómo habrás sufrido amigo mío, viendo deshojarse los pétalos de la flor silvestre que en una noche sin estrellas marchitó 'pinocho' y fue arrastrada por el viento en silente quebranto, que el eco repitió con arrepentimiento, de aquella o aquel que viste, oíste, comprendiste y que jamás señalaste con el índice acusador como buen heraldo del silencio y defensor de las honras ajenas?. Parafraseando al maestro Rubén Barrenechea, cuántos habrán querido ver lo que tus ojos de ninacuru observaron tras las cortinas grises de la noche, lo que tus llanques y rodillas de shulaco trapearon y tu corazón de tinyaco sintieron; sólo el "Indio Peruano", y quizá el "Mudito de Huasta", lo saben”.
.
Chiquián: Jirón Comercio, desde Quihuillán
Esta
breve nota es un tributo de cariño y gratitud a un ser humano que lo
dio todo sin esperar nada a cambio, caminando de aquí para allá por
senderos oscuros que hoy transitamos sin temor gracias a su luz, que
aunque tenue ya, nos da tierno abrigo.
No
veamos en Shapra la espuma que flota en la superficie, menos recojamos
esa espuma de río como pompa de jabón y la lancemos al viento de donde
recogerla sin romperla es imposible; y no olvidemos que hay tres tipos
de espejos: cóncavos, convexos y planos... él se refleja en el
tercero, en toda su dimensión de “PEREGRINO DEL SENTIMENTO ALTRUISTA
CHIQUIANO”.
AMIGO MANUEL ÑATO:
continúa descansando en paz a la diestra de DIOS.
continúa descansando en paz a la diestra de DIOS.
Chiquián, AGO 2002