Sólo la magia innata de Chole Zúñiga puede convertir con facilidad un día normal en una fecha inolvidable. Así es desde niña su carismática personalidad: un matiz de generosidad y entusiasmo contagiante. Su incansable labor magisterial, su amor al deporte y su entrega a su familia, constituyen un bello ejemplo para los que compartimos su amistad; cualidades a las que se suma el aire de ánimo que se respira en toda fiesta deportiva y costumbrista con su presencia. Grandes y chicos quedan cautivados ni bien la conocen, por su sencillez y su espíritu amigable. El sonoro timbre de su voz y su mensaje sincero de solidaridad, paz y de amor por nuestra tierra están presentes en todo momento.
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Chole: telúrica de nacimiento y campechana sin par; coleccionista de abrazos de confraternidad, ejemplo de lucha y coraje a toda prueba. Hija generosa de padres invalorables y enamorada hasta el tuétano de 'Espejito del cielo', de sus costumbres, sus usos y tradiciones, siempre labrando con sus manos educadoras el progreso de Ancash como buena cazadora de sueños. Presente en las gestiones en bien del desarrollo bolognesino, al lado de su hermano Acucho.
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Chole: telúrica de nacimiento y campechana sin par; coleccionista de abrazos de confraternidad, ejemplo de lucha y coraje a toda prueba. Hija generosa de padres invalorables y enamorada hasta el tuétano de 'Espejito del cielo', de sus costumbres, sus usos y tradiciones, siempre labrando con sus manos educadoras el progreso de Ancash como buena cazadora de sueños. Presente en las gestiones en bien del desarrollo bolognesino, al lado de su hermano Acucho.
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gratos momentos con ella, es manar lágrimas de emoción cuando canta un
huayno saleroso: con alma, vida y corazón de maestra; es aspirar el
aroma a tierra chiquiana después de las lluvias de marzo; es sentir en
el ambiente ese olorcito a bizcochuelo recién horneado, a mashuita
madurando al sol, a leña fresca crepitando en humilde fogón... Es saber
que con el alba volverán los pichuichancas a cantar con fe y esperanza
por un día mejor; es recordar un domingo de voleibol en Jircán, un
paseo dominguero en Quihuillán y un enorme motivo para recordar la
belleza del majestuoso Yerupajá. Madre Chiquiana 2007, como expresión
sublime
del amor por los hijos y nietos, nos deleitó en el Club Ancash, con
ese carisma contagiante con el que tantos amigos ha ganado a lo largo y
ancho de nuestro departamento.
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