EL PROFESOR CHEQUE
Estos dos relatos del escritor colombiano Fernando Gonzáles Ochoa, fueron narrados a mediados de la década de 1960 en una de las aulas del colegio "Coronel Bolognesi", por nuestro profesor de Filosofía, el carismático “Cheque” SERGIO FIGUEROA CUENTAS. De repente algún compañero que estuvo presente advertirá con su agudo lente, que a uno de ellos le falta o quizá le sobre un acento o una letra. Ustedes saben, a partir de los “sin cuenta” la memoria ya necesita aceite 3 en 1 para funcionar bien.
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EL PERRO QUE SE CONVIRTIÓ EN LEYENDA
EL PERRO QUE SE CONVIRTIÓ EN LEYENDA
En tiempos muy lejanos, unos pastores le pidieron a un anciano que les relate su mejor historia. Él les narró así:
En una misma casa convivían a regañadientes un pequeño gato “ron ron” y un enorme perro “zon zon”. Todo era pelea entre maullidos gatunos y ladridos perrunos.
Pero cierto día el gato sacó de una olla varios trozos de chicharrón. El perro entró sigiloso a la cocina y se quedó contemplando en silencio el banquete del felino, y antes que éste termine se fue meneando el rabo.
-Esta es mi mejor historia —dijo el anciano y se marchó con una sonrisa.
Al poco tiempo esta historia se extendió por el mundo gracias a los libros de reflexiones. Unos decían que estaba llena de sabiduría. Otros sostenían que proclamaba la doctrina del descuido, ya que el perro no protegió el chicharrón de su amo. No faltaron los que afirmaban que era el triunfo del desprendimiento sobre el egoísmo y otros más expertos señalaron que al perro no le gustaban los chicharrones porque le subían los triglicéridos. En fin, abundaron comentarios de todo tipo, cada cual desde su propia óptica.
Hoy, en algunas pps que se multiplican en nuestros correos se desliza, que este relato contribuyó al adelanto de la metafísica...
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LA PARÁBOLA DEL LAGO
LA PARÁBOLA DEL LAGO
Dicen
que el hombre brinda su alma a todas las cosas y ve reflejada su
imagen en cada una de ellas. También dicen que el ser humano odia a
otro de su especie porque en él ve dibujada su voluntad ansiosa.
Asimismo dicen que ama a los puquiales, a los árboles y a los animales,
porque en ellos puede interpretarse a sí mismo. En todo ve su
personalidad: en el murmullo del agua escucha la voz de sus viejos
amores, y en la paz de la noche estudia su sentimiento cautivo.
El espíritu del hombre echado sobre el mundo es lo que se llama sentido del mundo. Este es el espejo donde el hombre se ve a sí mismo. Por ejemplo, un niño contemplando la laguna, dice:
- Papa, papá, en la laguna hay un niño igualito a mí –se acerca su papá y señalando con el dedo, asevera:
- No hijo, la laguna tiene un hombre calvo como yo –luego viene otro y después otros que ven mancos, cabezones, canosos, teñidos, orejones, etc, etc; es decir, miramos en el agua nuestra propia imagen.
¿Qué dice la parábola?. Dice que las cosas sin alma y sin sentido, son las que están llenas de filosofía, porque en ellas caben todos los sentidos, y es así como uno puede verse a sí mismo como en un espejo encantado.....
Aquel día el profesor Figueroa nos comentó que Felipe Gonzáles escribió estos relatos a los 20 años, en circunstancias que se iniciaba como maestro rural en un pueblo de Colombia. "Él fue un hombre que envejeció prematuramente legándonos pensamientos, cuentos y parábolas que escribía mientras otros dormían"; nos dijo contemplando por la ventana el paraje de Caranca. Recuerdo que una tarde gris de diciembre de los sesentas, algunos alumnos quedamos atrapados en el aula a la hora de salida, debido a la fuerte lluvia; el profesor Figueroa, sentado en el tablero de una de las carpetas, nos comentó que no fue Colón quien avisó al mundo que la Tierra era redonda, ya que la Biblia así lo señala desde siglos atrás (Isaías 40:22). "Lean todos los días la Biblia, porque ahí está el principio y el fin de la vida", nos reiteró. Finalmente recalcó: “Siempre tengan a la mano un papel y un lápiz para escribir lo que les llame la atención. La memoria es frágil y quizá cuando deseen plasmarla, poco se acuerden....”. Desde ese entonces procuro caminar con una libreta y un lapicero en el bolsillo.
Gracias Profesor Sergio, sus consejos no fueron “cheques en blanco”, sino, en efectivo al portador...
El espíritu del hombre echado sobre el mundo es lo que se llama sentido del mundo. Este es el espejo donde el hombre se ve a sí mismo. Por ejemplo, un niño contemplando la laguna, dice:
- Papa, papá, en la laguna hay un niño igualito a mí –se acerca su papá y señalando con el dedo, asevera:
- No hijo, la laguna tiene un hombre calvo como yo –luego viene otro y después otros que ven mancos, cabezones, canosos, teñidos, orejones, etc, etc; es decir, miramos en el agua nuestra propia imagen.
¿Qué dice la parábola?. Dice que las cosas sin alma y sin sentido, son las que están llenas de filosofía, porque en ellas caben todos los sentidos, y es así como uno puede verse a sí mismo como en un espejo encantado.....
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Aquel día el profesor Figueroa nos comentó que Felipe Gonzáles escribió estos relatos a los 20 años, en circunstancias que se iniciaba como maestro rural en un pueblo de Colombia. "Él fue un hombre que envejeció prematuramente legándonos pensamientos, cuentos y parábolas que escribía mientras otros dormían"; nos dijo contemplando por la ventana el paraje de Caranca. Recuerdo que una tarde gris de diciembre de los sesentas, algunos alumnos quedamos atrapados en el aula a la hora de salida, debido a la fuerte lluvia; el profesor Figueroa, sentado en el tablero de una de las carpetas, nos comentó que no fue Colón quien avisó al mundo que la Tierra era redonda, ya que la Biblia así lo señala desde siglos atrás (Isaías 40:22). "Lean todos los días la Biblia, porque ahí está el principio y el fin de la vida", nos reiteró. Finalmente recalcó: “Siempre tengan a la mano un papel y un lápiz para escribir lo que les llame la atención. La memoria es frágil y quizá cuando deseen plasmarla, poco se acuerden....”. Desde ese entonces procuro caminar con una libreta y un lapicero en el bolsillo.
Gracias Profesor Sergio, sus consejos no fueron “cheques en blanco”, sino, en efectivo al portador...
Su alumno Nalo Alvarado Balarezo