viernes, 8 de junio de 2012

HOMENAJE A NUESTRA BANDERA EN SU DÍA: "MI NIÑO TAMBIÉN" - POR JAVIER COTILLO CABALLERO (JACO DE HUARAZ), PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD UNIVERSAL DE ARTISTAS Y LITERATOS


HOMENAJE A NUESTRA BANDERA EN SU DÍA

MI NIÑO TAMBIÉN

PARA SER LEÍDO EN TODAS LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS

POR JAVIER COTILLO (JACO)


Para todos los alumnos que
 aman a nuestra patria,
con la inocencia y
valentía de los niños.

PRESENTACIÓN:

Este relato es un homenaje a nuestra Bandera porque dentro de nuestras fronteras palpita un solo corazón, el corazón peruano, que tiene la virtud de unirnos, en un todo, para defender a nuestra Patria cuando alguien o algo pretenden arañar su integridad.

¡Perú!, es la voz vibrante del campesino. ¡Perú!, es la oración del maestro, del policía  y del sacerdote. ¡Perú!, es el argumento del intelectual, del político y del gerente. ¡Perú!, es el canto alegre y del poeta y del labriego.

¡Perú..., allí voy!, es la respuesta heroica de nuestros soldados. ¡Perú..., Perú nuestro!, es el eco de nuestras montañas, nuestros ríos, nuestro mar, nuestras cordilleras y nuestro cielo.

¡Perú..., nuestro Perú!, es el germen de nuestra fauna, nuestros frutos, nuestros árboles y nuestras flores.

¡Quieren más Perú? ¡Por qué no! ¡Aquí tenemos Perú para todos; para propios y extraños! Podemos servir platos llenos de Perú en nuestra pachamanca, nuestro cebiche, nuestro cuy, nuestro arroz con pato, nuestro rocoto relleno y nuestra chicha.

¡Sírvete, amigo! ¡Asíii..., salud con todos, que nos sobra más Perú! ¡Para ti, para él, para aquellos y para todos... hay Perú!

¡Hay Perú en nuestro vals, nuestra marinera, nuestro landó y nuestro huayno!

¡Hay abundante Perú en cada familia, en cada esposa, en cada padre y en cada "niño"!

Porque hay "Perú", suficiente y abundante, en todos los que nacimos aquí, señores, canto orgulloso a mi patria a través de la narración Mi niño también, como testimonio auténtico  de la familia peruana en defensa del destino de su patria.               
                      

I.   MI NIÑO EN LA FRONTERA

—¿Es verdad que las aves son los espíritus de las personas muertas? —preguntó el niño a sus padres.

-Claro que sí; recuerda que al Espíritu Santo se representa con una paloma blanca —contestó la madre con una sonrisa.

-¿Y las otras palomas que no son blancas?

-Pues, esas personas en vida, no fueron tan buenas. Cada pluma de color es una falta. Las plumas negras son faltas muy graves; pero si tú amas a tu patria, la defiendes y honras, cuando mueras serás un hermoso flamenco de alas rojas y pecho blanco, como nuestra bandera.

-¡Papá..., y las pariguanas?
   


-Las pariguanas son aves que viven en los lagos y lagunas. De allí el origen de "Parina-cochas", que es el nombre de una provincia andina del departamento de Ayacucho.

-¡No entiendo, papá!

-Bien. Te explico. "Parinacochas" es un nombre compuesto por pariguana más cocha. En quechua, la palabra cocha significa laguna; luego, parinacochas significa laguna donde viven las pariguanas.

-¡Ah, ya sé! Algo así, como la "pachamanca", que está compuesta por dos palabras quechuas; "pacha" que significa suelo, y "manca" olla; es decir, la "olla en el suelo". Otro ejemplo sería el nombre del Inca Pachacútec; "pacha" suelo y "cútec" vuelve; el "Inca que vuelve al suelo o a su tierra". ¿Cierto, papá?

-Así es hijo..., así és -contestó con  orgullo el papá, acariciando con ternura el cabello de su niño y con una sonrisa dibujada en los labios, porque su hijo, a pesar de tener tan sólo diez años de edad, demostraba valentía e inteligencia.

-¡Muchas gracias, papá! ¡Te quiero mucho, pá! 

-Yo también te amo, ¡hijo mío!

-¡Y yo, los adoro a los dos!, -ratificó la madre con una linda sonrisa.

Como impulsados por un resorte, padre e hijo abrazaron a la madre, diciéndole, casi al mismo tiempo: —Nosotros también, te amamos.

La escena de ternura familiar se prolongó por unos segundos, alrededor de aquella mujer que tenía la virtud de cambiar con su amor al infortunio de estar lejos de casa. El infante volvió a preguntar:

-¿Y, es verdad que hay una guerra no declarada?

-Sí, mi niño. Por eso estamos aquí, para detectar a los infiltrados del enemigo y para defender a nuestros compatriotas. En esta hora difícil, todos tenemos que estar unidos para defender  nuestra patria.

-¡Yo también defenderé a nuestra patria, mamá!

-¡¿Sí?!

-Ahora entiendo mejor el porqué dejé la escuela y por qué estamos aquí. Me siento orgulloso. Yo también les ayudaré  recogiendo leña y frutos del monte; y, prometo portarme bien.

-Lo sabemos, mi niño, lo sabemos. Pero  debes tener mucho cuidado donde pisas, porque el enemigo, para evitar el avance de nuestros soldados, ha minado los caminos y las trochas. Y es bueno también que te cuides de las alimañas y los animales feroces.

-Mamá, papá; les prometo que, hoy más que nunca, tendré mucho cuidado. Recuerden que a partir de este instante: yo también, soy un soldado de la patria.

-Ahora, mi Capitán -dijo el padre a su niño, haciéndole cosquillas y riendo- a dormir, que mañana nos espera un día muy agotador.

La madre, en medio de la cama, abrazó a su hijo y a su esposo, como queriendo retenerlos para siempre; y se quedaron dormidos los tres, unidos en un solo corazón. Esa noche la madre soñó que llevaba un pijama blanco, como el nevado Huascarán. El pequeño Capitán y su papá llevaban pijamas rojos.


II.    EL PATRIOTISMO DEL PEQUEÑO CAPITÁN

En las primeras horas del día siguiente, cuando el Sol doraba la cumbre de El Cóndor, el niño se internó hacia el monte, por la ribera derecha del río Fachín, afluente del Cenepa. Iba en busca de frutos silvestres y leña. Su radio portátil interrumpió la música para dar paso al boletín informativo: "(...) Las Fuerzas Armadas de Perú -decía- combaten, palmo a palmo, para desalojar  al enemigo de Tiwinsa, Cueva de los Tallos y Teniente Ortiz. Hay alerta general en la Base Etzas, Cóndor Mirador y Soldado Monje. Nuestros helicópteros artillados, de la 5ta. Unidad Motorizada, patrullan el curso del río Naraime, la quebrada Cucaza y el hito Mogote Sur. Las tropas de Infantería se han desplegado por las quebradas Fajardo, Fachín, Zafra y Arévalo para garantizar la integridad nacional en la cuenca del río Cenepa. Ni un milímetro cuadrado de nuestro territorio —arengaba el locutor- ¡ni un milímetro CUADRADOOÓÓ!

El niño se sintió Capitán del Ejército Peruano. Su pequeño corazón ardía de patriotismo. Deseaba; quería; pedía estar en combate.

Distancia más arriba, por la frondosa vegetación, alcanzó a divisar la silueta de un soldado que disparaba, sin miramientos, a unos indefensos lugareños y huía cobardemente.

Horrorizado y fiel a la recomendación de mamá, apagó rápidamente su radio portátil y se ocultó entre los arbustos para mirar sin ser visto. Allí…, sus manos tocaron un diminuto cuerpo redondo que, traidoramente, sobresalía del suelo. No lo pensó dos veces. Estaba seguro que era una mina. No se movió para nada. Un escalofrío bañó su pequeño cuerpo. Se quedó paralizado. En un instante recordó la sonrisa de mamá y las cosquillas de papá; a sus compañeros de la escuelita de Huaraz, a su amigo inseparable y su torta de cumpleaños. La lluvia empezaba a caer.

III.    EL PEQUEÑO CAPITÁN SE VISTE DE PATRIA

La mamá, al escuchar los disparos, desesperada, se internó en el monte en busca de su niño. A lo lejos vio la silueta del pequeño esconderse entre los arbustos, mientras el soldado se acercaba más y más, hacia él. Por primera vez sintió que su corazón de madre se  salía del pecho.

El soldado, con su uniforme verde oliva, camuflado, avanzaba a pasos lentos. Ahora estaba a escasos dos metros del niño. Ya se podía oír el agitado soplido del militar; entonces, el  pequeño valiente afinó la mirada para ver el arma del soldado; parecía un poderoso fusil automático AKM. Pero no,  tenía un escudo extraño, que no era peruano. El soldado era enemigo.

-¡Maldito! -Murmuró el pequeño Capitán, mordiendo los dientes; y, en silencio, se dijo: “Ni un milímetro de mi territorio, ¡ni un milímetro cuadrado! Si vienes como amigo, bienvenido; pero si vienes como adversario, tengo que defender el honor de mi Patria” -sentenció el valiente.

Su mano derecha, apenas se movió, lo suficiente para tocar el detonante de la mina.

Un instante. Fue un siglo eterno. Y, como si el espíritu del niño abandonara su cuerpo, gritó su proclama con todas sus fuerzas:

-¡Mamáaa..., Papáaa! ¡Viva mi Perúuu! -Y..., ¡aplastó el detonante de la mina!

Sorprendido, el soldado rastrilló su fusil; mas no tuvo tiempo de disparar. ¡Todo pasó en menos de un segundo!

Una explosión de dolor salpicó la selva. Los animales silvestres se callaron en señal de duelo. Los árboles se estremecieron y, a pie firme, cantaron el Himno Nacional. El viento susurró su trompeta durante El Minuto de Silencio.

La madre, impotente, sintió que el dolor cuarteaba su corazón; y de rodillas, como una autómata, abrió sus labios como dos pétalos de lirio para musitar su Dios te salve... 

La humareda, con olor a pólvora, fue perforada por las gotas de lluvia y, de adentro..., no sé de donde, salieron volando: una paloma negra y un hermoso flamenco de alas rojas y pecho blanco, como nuestra bandera. El flamenco dio varias vueltas sobre la cabeza de la madre y..., desapareció entre las nubes, rumbo a la gloria.

El enemigo perdió un soldado; el Perú, ganó un héroe. 






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SALUDO Y HOMENAJE A JACO, A SU CORAZÓN GENEROSO

Y A SU PLUMA LLENA DE CORAJE
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Por Danilo Sánchez Lihón
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“La patria que nos da el agua de sus ríos
y el fruto de sus campos tiene el derecho
a saber el empleo de nuestros brazos y la
consagración de nuestra inteligencia.”
Manuel González Prada
1. Directa al corazón humano
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¿Cómo definiría la literatura de Jaco y su contribución al panorama de nuestras letras, de nuestra sensibilidad y de aquella visión que tenemos el deber de delinear y marchar tras ella enrumbados al porvenir?
La preciso como una literatura comprometida, de filiación con los más caros ideales de nuestro pueblo y un arte de honda y vigorosa esperanza.
Como una literatura que busca verdades fundamentales, claves de existencia y ejes de vida, en los cuales creer y por los cuales luchar, que hemos de compartir con los demás y basados en ello acometer el desafío y la transformación de nuestra sociedad. Una literatura que va directa al corazón humano.
Y todo ello desenvuelto con las virtudes y los valores que una cultura como la nuestra y un pueblo que ha sufrido tánto como es el mundo andino, ya es hora que se plasme y erija como paradigma porque es justo y se lo merece.
2. La causa del hombre
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Es la suya una literatura expuesta a la naturaleza o dentro de la naturaleza. Es el cántico y el himno a la vida desde dentro de la vida. Y a lo mejor que ella alberga: los caros sentimientos.
Pasión, fuerza, eclosión son los signos de estos cuentos y estos cantos. Literatura henchida de coraje sería el lema que se borde es sus banderas y estandartes o se inscriba en sus pancartas.
Literatura para cambiar al hombre, apelando a lo mejor que la humanidad tiene en su sistema de huesos, tejidos y aliento: sus emociones e ideales, y basados en ello hacer la revolución de la conciencia, y de allí la revolución social. Y posteriormente la transformación histórica que nuestro pueblo requiere. Esa es la lógica, la consigna y la moral de este cántico a la vida.
Literaturas como la de Jaco son aquellas con las cuales subiremos a las montañas y a las nieves eternas a fin de extraer la reserva moral que ellas contienen y nos ofrendan. Literatura para retarle al sol y a las estrellas, al viento y los luceros, a la lluvia y a los relámpagos para que asuman la causa del hombre y la realización de su destino sobre la faz de la tierra.
3. Florece la vida
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La literatura de Jaco es el arte que necesitamos para forjar una cultura coherente con el destino humano, entretejido de experiencia, valores, coraje, así como de legítima y sublime esperanza.
Es una literatura coherente con nuestro pueblo, hondo, profundo, y abnegado, manifestación que él plasma pródiga en ternura, que defiende lo noble y corroe lo abyecto.
Literatura de protesta y de propuesta, para el niño eterno que somos todos los hombres, un brindis dulce y arisco, para ponerse bien, entonar el alma y entrar en batalla.
Jaco la proclama y recita con los ojos preñados de lágrimas, con el gesto arrobado y adusto, logrando inflexiones con la voz y con el cuerpo, la descarga sobre el mundo como lluvia buena.
Con voces que a ratos parecen truenos de tempestades serranas, pero luego la tormenta se disipa, despunta el sol, se esboza el arco iris en el cielo apacible y la vida florece su endecha más dulce.
4. Pertenencia y filiación a la tierra
Y es que Jaco es un hombre que ha corrido mundo y eso lo ha hecho más íntegro, generoso y bueno.
No es la suya literatura de artificio, abstracción evasiones, sino de invasión raigal y poderosa, telúrica y contundente, como son nuestras montañas, lagunas y puquiales, en donde la ternura se escancia y destila fina y cristalina y luego se derrama a raudales y torrentes.
Hecha de un lenguaje pleno de humanidad y sabiduría. De un hablar telúrico, de voces ocultas y profundas, de sutilezas del alma, de música que evoca y subyuga.
Pero, principalmente, poniendo su sangre en la escritura. Abriendo sus venas y dejando que corra la pluma. Por eso es que clama, apela, convoca a los elementos terrestres y etéreos., porque las letras las escribe con su sangre.
Su literatura está signada por su pertenencia y filiación a la tierra de nuestro país transido, que es abismo y cumbre nevada, siempre de una dimensión fascinante, única y suprema.
5. Ser verdad siempre
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Realidad grandiosa la nuestra ante la cual lo que debe estar impedido a los peruanos es actuar con pequeñez y mezquindad. Y esto por nuestro ancestro cultural, por el legado incaico, por nuestra geografía cósmica, por nuestra vastedad incluso dentro de lo minúsculo.
Hay que alentar lo grandioso, como Jaco lo hace. Y esto cumplámoslo en el arte por coherencia con el dolor de nuestra gente, por sus dramas seculares, por su belleza secreta, que nos dicta como imperativo moral desterrar el desamor, como la malicia y sordidez.
Ante todos estos retos lo que también nos está vetado es desfallecer, acobardarnos o claudicar.
Por eso, como lo hace Jaco, la literatura tiene que ser verdad siempre, más verdad que la historia, las sociologías, o que las ciencias mismas.
6. Clarín que anunciala alborada
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Derivado de ello, de aquel paradigma de autenticidad, como lo hace Jaco, es que ello a su vez tiene que afirmar lo nativo y ancestral, hecho que es importante y fundamental para equilibrar el avasallamiento que nos viene desde el exterior a través del fenómeno de la globalización.
No es ésta lectura de distracción, de esteticismo insulso, sino literatura para tocar y cambiar la vida, en el sentido del bien. Y eso la hace entonces un arte revolucionario.
Y es que solo una tierra honda y sufrida, como es el Perú, donde se integran culturas, donde se despierta la añoranza y al mismo tiempo la visión del porvenir, puede dar a luz a un artista como es Jaco.
Quien asume su tierra, su gente, su destino con entereza. Y lo representa y arroga, con sensibilidad, grandeza y valentía.
Aún mucho más en este libro, que es campana que repica, tonada que convoca, clarín que anuncia la alborada. Y que es fiesta inacabable.
El autor Javier Cotillo Caballero,
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recibiendo el galardón:
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"Trilce de Oro" en Santiago de Chuco

j.