MÁS CONOCIMIENTO PARA ROMPER LA EXCLUSIÓN
Agustín Zúñiga Gamarra
Agustín Zúñiga Gamarra
El camino del desarrollo sostenible de un país, está fuertemente relacionada con la capacidad que tiene en crear conocimiento (investigación, I), producir prototipos (desarrollo, D) y alcanzar con éxito el mercado (innovación, i). Así, es una preocupación creciente en el mundo el, cómo promover las actividades I+D+i.
Considerando que las fronteras geográficas se rebasan, tanto por el uso de las nuevas tecnologías de la información (TIC), cuanto por la proliferación de los Tratados de Libre Comercio (TLC). Entonces se hace inevitable que para vencer en el mundo, tenemos que ser competitivos. Ese es el gran reto que, comienza en el ciudadano, luego pasa a las organizaciones y empresas, y finalmente al país.
Entonces, nuestro comportamiento como ciudadanos, influye como eslabones en una cadena con la organización donde trabajamos y se refleja en el comportamiento del país. Por ello, no podemos aspirar a tener un país competitivo, si nuestra ciudadanía es deficiente. La ciudadanía se refleja en la capacidad de ejercicio de nuestros derechos, pero también en la dedicación y entrega que hacemos con nuestros deberes.
La calidad de ciudadanía que ejercemos, se refleja en la calidad de democracia que tenemos. Cuánto menos ciudadanía menos democracia. Eso está probado múltiples veces en nuestro país y en otras latitudes.
El factor principal de la pobre ciudadanía está en la calidad de información que se recibe y en la capacidad que se tiene en interpretarla correctamente. Cuando la información no llega oportunamente, ni tampoco se entiende lo que se recibe, entonces nos tornamos ciudadanos excluidos.
Este ciudadano excluido, no le va a dar soporte a la democracia, por el contrario, lo debilitará en tanto, está propenso a la manipulación, a la sublevación, al desconocimiento del orden y normas, convirtiéndose fácilmente en “antisistema”. Pero esta respuesta de antisistema, refleja principalmente la exclusión que el Estado hace con él, de olvido permanente y sistemático.
La información más importante que necesita es CONOCIMIENTO, pero un conocimiento que le sirva, que le sea útil, para enfrentar la Sociedad del Conocimiento que se consolidará, y será más drástico conforme ingresemos más decididamente al siglo 21.
La medida principal para incorporar conocimiento es fortalecer la educación productiva técnica y científica, liberadora, en estos sectores postergados que son hermanos nuestros, y son tan peruanos como todos. Este es el poder democratizador de la ciencia y tecnología.
Pero para que este poder se viabilice requerimos que los niveles de gobierno: nacional, regional y local, entiendan que apostar por Ciencia Tecnología e Innovación es apostar por un futuro inclusivo y sostenible. Eso se evidencia en el presupuesto que se entrega en % del PBI, actualmente el Perú otorga solo casi 0.14%, mientras que el promedio en Sudamérica es 0.6%, y Brasil supera el 1.0%.
Otro indicador es la carencia de institucionalidad, actualmente el CONCYTEC, no tiene la importancia política, de ahí la necesidad de apostar por un Ministerio de Ciencia y Tecnología. También se requieren políticas públicas orientadas al fortalecimiento del capital humano, por ejemplo implementando un plan de carrera del investigador científico, que permita reconocerlo en función a su productividad. Estas y otras medidas ofreció el presidente Ollanta Humala, sin embargo, no se hace notar su ofrecimiento. La espera desespera, y la comunidad científica, está por desbordar.
Considerando que las fronteras geográficas se rebasan, tanto por el uso de las nuevas tecnologías de la información (TIC), cuanto por la proliferación de los Tratados de Libre Comercio (TLC). Entonces se hace inevitable que para vencer en el mundo, tenemos que ser competitivos. Ese es el gran reto que, comienza en el ciudadano, luego pasa a las organizaciones y empresas, y finalmente al país.
Entonces, nuestro comportamiento como ciudadanos, influye como eslabones en una cadena con la organización donde trabajamos y se refleja en el comportamiento del país. Por ello, no podemos aspirar a tener un país competitivo, si nuestra ciudadanía es deficiente. La ciudadanía se refleja en la capacidad de ejercicio de nuestros derechos, pero también en la dedicación y entrega que hacemos con nuestros deberes.
La calidad de ciudadanía que ejercemos, se refleja en la calidad de democracia que tenemos. Cuánto menos ciudadanía menos democracia. Eso está probado múltiples veces en nuestro país y en otras latitudes.
El factor principal de la pobre ciudadanía está en la calidad de información que se recibe y en la capacidad que se tiene en interpretarla correctamente. Cuando la información no llega oportunamente, ni tampoco se entiende lo que se recibe, entonces nos tornamos ciudadanos excluidos.
Este ciudadano excluido, no le va a dar soporte a la democracia, por el contrario, lo debilitará en tanto, está propenso a la manipulación, a la sublevación, al desconocimiento del orden y normas, convirtiéndose fácilmente en “antisistema”. Pero esta respuesta de antisistema, refleja principalmente la exclusión que el Estado hace con él, de olvido permanente y sistemático.
La información más importante que necesita es CONOCIMIENTO, pero un conocimiento que le sirva, que le sea útil, para enfrentar la Sociedad del Conocimiento que se consolidará, y será más drástico conforme ingresemos más decididamente al siglo 21.
La medida principal para incorporar conocimiento es fortalecer la educación productiva técnica y científica, liberadora, en estos sectores postergados que son hermanos nuestros, y son tan peruanos como todos. Este es el poder democratizador de la ciencia y tecnología.
Pero para que este poder se viabilice requerimos que los niveles de gobierno: nacional, regional y local, entiendan que apostar por Ciencia Tecnología e Innovación es apostar por un futuro inclusivo y sostenible. Eso se evidencia en el presupuesto que se entrega en % del PBI, actualmente el Perú otorga solo casi 0.14%, mientras que el promedio en Sudamérica es 0.6%, y Brasil supera el 1.0%.
Otro indicador es la carencia de institucionalidad, actualmente el CONCYTEC, no tiene la importancia política, de ahí la necesidad de apostar por un Ministerio de Ciencia y Tecnología. También se requieren políticas públicas orientadas al fortalecimiento del capital humano, por ejemplo implementando un plan de carrera del investigador científico, que permita reconocerlo en función a su productividad. Estas y otras medidas ofreció el presidente Ollanta Humala, sin embargo, no se hace notar su ofrecimiento. La espera desespera, y la comunidad científica, está por desbordar.
Fuente:
Blogspot CHIQUIÁN CULTURA
http://chiquianyerupaja.blogspot.com/2012/05/mas-conocimiento-para-romper-la.html
Agustín Zúñiga Gamarra
PhD en Física, Miembro de la Academia Nuclear del Perú.
Artículo fue publicado en el Semanario EL PODER el 1-5-2012.