BIOGRAFÍA NO DOCUMENTADA
Escribe: Fransiles Gallardo
Los violentos golpes sobre las tablas desiguales, que conforman la puerta y
el traqueteo de una ametralladora; me despiertan sobresaltado.
-¡Afuera, mierdas!, ¡afuera!- grita una voz en la oscuridad del pequeño
cuarto; que nos sirve de depósito, escritorio, cocina y dormitorio.
Poniéndome la casaca negra salgo a la plazuela; alumbrada solo por el
resplandor de las estrellas de este claro y hermoso azul serrano.
En el centro y junto a la inexistente pileta está reuniéndose la población y
un grupo armado corre de casa en casa, congregándonos a empujones.
Hace un año una incursión senderista dinamitó el puesto policial. Mataron a
balazos a dos guardias civiles y dejaron herido al sargento Mamani; quien murió
sobre la tolva de una camioneta de la dotación policial de Pampas, que vino a
rescatarlo; pero “dizqué por seguridad y disposición superior” trasladaron al
personal policial a Quishuar, dejando a los salcahuasinos sin protección alguna
“a Dios y buena ventura”.
En una esquina de la plazuela, las paredes del puesto policial son un negro
boquerón, en medio de la noche.
-Agente Municipal- dice la voz que dirige el grupo- les ordenamos que no
hicieran ningún trabajo que no fuera dictado por el partido- poniéndose las
manos alrededor de la boca, para escucharlo mejor- no queremos nada, que venga
de este gobierno corrupto y capitalista.
Los grillos, temerosos también, han callado su sinfonía musical. A lo lejos
un perro aúlla.
-Ingiñero veniendo con papeleto, diciendo vengo poner agua, desagüe en casirío la Chonta, rapedito nomás, diciendo hay venido- contesta
tembloroso don José Huayhua, el agente municipal.
A pesar de la oscuridad, siento las miradas temerosas y expectantes de los
poblanos “la memoria me trae el recuerdo del rostro de mi mujer, que hoy cumple
treitaicinco años” y la nostalgia me embarga.
Dos “compañeros senderistas” me rodean y con la punta de sus fusiles me
empujan “me acuerdo de mi Javichito y mi Margarita que deben estar ensayando
para el desfile de fiestas patrias” llevándome hasta donde se encuentra el mando
militar.
-La justicia popular se encargará de ti- grita amenazante la voz oscura,
dirigiéndose al agente municipal.
-Pirdún, compañiro camarada- dice suplicante- pero ingiñero viniendo, solo casita, nomás he dao yo.
Observo al mando militar en el resplandor de la noche y calculo su estatura
“un metro setenta por lo menos” pienso “debe ser joven todavía”, es atlético y
corpulento, sospecho.
-¡Así que tú eres el valiente!- grita y su voz retumba en la plazuela,
dirigiéndose hacia mí; extrae su pistola del cinto “trac, trac” la rastrilla.
Salcahuasi es ahora, un pueblo sin jóvenes “no hay con quien jugar pelota,
los domingos por la tarde” el miedo los ha ahuyentado: unos se han ido a Pampas,
a Huancayo o a Lima “familla los han llevao” otros fueron capturados “por
sindiro, papay” y los demás fueron llevados por la guardia civil “cachacos, han
llevao, ingiñero” como sospechosos.
Ninguno ha regresado.
-¡Aquí mando yo!- levanta la oscura voz, para que todos lo escuchemos.
Nadie se mueve; sólo los siete emponchados con siluetas de fantasmas, caminan
nerviosos, rastrillando sus fusiles.
-¡No sabes carajo, que esta es una zona liberada!- me grita ofuscado por el
poder, que el mando le otorga. Sabe que puede matarnos.
A pesar del miedo que me invade; la indignación me marca la cara.
-¡Carajea a tus subalternos!- le digo armándome de un poco de valor- para ti
soy el ingeniero Baldomero Rivadeneyra; huantino de nacimiento y estudiante de
la universidad de Huamanga- con todo el coraje acumulado.
Un silencio de expectación y terror se cierne alrededor nuestro.
A pesar del miedo que me invade, intento descifrar la reacción del joven
mando militar.
-Tengo honores que tú no tienes- continúo- y no podrás tenerlos, nunca-
levantando la voz para que en la oscuridad de esta noche cargada de nubarrones,
todos me escuchen.
–Yo he sido alumno de filosofía de Abimael Guzmán, tu presidente Gonzalo-
tratando de interpretar su silencio- allá en Ayacucho.
Nada se mueve. Parece que la gente, ni siquiera respira.
-Estás traicionando la causa revolucionaria- grita.
La noche está más oscura, aún; como si un manto de densa neblina hubiese cubierto al pueblo.
-No soy de tu grupo- se que estoy ganando tiempo y moral- y como verás, no he
traicionado a nada ni nadie- los emponchados paran su trote, esperando alguna
orden- mi trabajo es construir obras en los pueblos pobres, alejados y olvidados
del Perú.
Acelerado el corazón.
- ¿Acaso tu revolución no quiere lo mismo?.
-¡Debemos destruir este estado imperialista y corrupto para reconstruirlo
cuando nuestra revolución triunfe!- responde iracundo.
- Ya perdiste- pienso, emocionado.
El rumor del viento que viene desde los eucaliptos de las laderas, llega
hasta la plaza.
-Si necesitas un ingeniero para la reconstruir el país; no tengas dudas en llamarme- le contesto, encorajinado.
Los sapos de la poza grande han dejado de croar y los grillos también.
Un silencio de cementerio nos rodea.
-¡Camaradas!: ¡Viva la revolución, viva la lucha armada, viva el Presidente
Gonzalo!- dice levantando la voz.
Un sonoro¡“vivaaaa”! retumba en la plaza.
La columna senderista, bordeando las laderas de la quebrada de Quistomayo, se
marcha vivando a la lucha armada.
Los poblanos silenciosos y cabizbajos, se dispersan rumbo a sus casas.
Me he quedado solo, tembloroso y pensativo, junto a la derruida pileta de la empedrada plaza de Salcahuasi.
-“No soy huantino, ni estudié en Huamanga y Rivadeneyra no es apellido
ayacuchano, tampoco fui alumno del profesor Abimael; apenas conozco Ayacucho por el documental del Perú y las noticias de la televisión”.
Una tímida luna aparece, por la cima del cerro Harpicho.
COMENTARIO:
Cuando una LECTURA llega donde debe llegar, las emociones se agitan
brillantemente.
Se descubre que lo escrito y/o leído, te deja un buen sabor, ya sea de
enseñanza, de templanza y/o confirmación de alguna buena similitud con el autor
y como tal los aplausos.
En este caso, no solo he leído una sola vez este documento enviado por el
ingeniero y escritor Fransiles Gallardo, lo re – leído; como cuando se repite
un exquisito plato y así digerirlo plenamente.
He sentido cada una de sus explicaciones en este gran mundo de las letras y
del como se va llegando a ellas, hasta ese total "involucrarse" y esta parte es
la que más me queda,...
LUCY MARTÍNEZ,
Presidenta de SOCIEDAD Internacional de Poetas, Escritores y Artistas.
SIPEA- PERÚ
Lucy Martínez y Fransiles Gallardo, en el Colegio de Ingenieros del Perú