LAS CRUCES DE CARNAVAL
Por José Antonio Salazar Mejía
Por José Antonio Salazar Mejía
Los carnavales se inician en la zona con las Misas de las Cruces del campo, que se celebra un domingo antes del llamado Domingo de Carnaval, en los templos de San Francisco y La Soledad.
En los carnavales tenemos cuatro tipos de cruces, dos rurales y dos citadinas. Y cada una cumple una función específica.
En primer lugar están las Cruces del Campo, son cruces protectoras que se colocan en los cerros y que han reemplazado a los monolitos o huancas que veneraban nuestros ancestros. Estas cruces están hechas de una armazón de madera y carrizo que se cubre con el “machitu”, planta ritual que va pintada de purpurina. Los extremos de esta cruz van adornadas con ramas de romero. Tiene incrustaciones de metal llamados “postizos”. Un domingo antes de carnaval, las Cruces del Campo, que previamente han sido vestidas y “veladas” en las comunidades, bajan a la ciudad, a los templos de La Soledad y San Francisco, para revitalizarse, renovar su fuerza y poder, escuchar la Santa Misa de Cruces y ser bendecidas antes de retornar y ser colocadas en sus lugares determinados.
La danza que acompaña a las cruces de campo en el carnaval es la danza de Los Capitanes. Se visten con terno negro, cruzando el pecho dos bandas de color rosado, granate o celeste. El sombrero es “de tres picos”, hecho de paño. Los danzantes, que son dos, llevan en las manos pañuelos multicolores. Esta danza es acompañada por una caja y una flauta.
Otra cruz rural es la “qawaq cruz” o cruz viva. Que se halla en los campos, celosamente cuidada por las comunidades. Son cruces formadas por las ramas de un árbol de molle. Hay algunos molles cuyas ramas toman la forma de una cruz. Una vez identificadas son adornadas para el carnaval. Se las vela y adorna con una sábana que cuelga de sus brazos.
La primera de las cruces citadinas es la Cruz Bordada. Estas cruces están en los extremos este y oeste de la ciudad y tienen sus ermitas en Pumacayán, José Olaya, Rataquenua y San Jerónimo. Se las viste de paño porque se las considera vivas. Existe la tradición de que el “martes guerra”, estas cruces son llevadas por sus devotos a “escuchar la Misa” en las antípodas de sus ermitas. Y al retornar, se produce el “encuentro”, a las doce del día en la Plaza de Armas.
Finalmente tenemos “los Calvarios”, que son cruces adornadas con todos los elementos de la pasión de Nuestro Señor. En ellas encontramos al sol y la luna, el cáliz, el gallo de la pasión, la jarra y la jofaina que utilizó Pilatos para lavarse las manos, la columna en la que Jesús fue flagelado, la corona de espinas, los dados con que se jugaron sus vestiduras, la calavera de Adán que simboliza el lugar de su ejecución: el Gólgota o Calvario, los tres clavos y el martillo, el hisopo con que le alcanzaron hiel, la lanza que traspasó su costado, y la escalera y las telas de la desclavación. Estos “Calvarios” se ubicaban a los extremos de la ciudad y hoy en día los tenemos en Huarás en Prolongación Luzuriaga y en Patay, es decir, en los extremos norte y sur de la ciudad.
Fuente:
LAS CRUCES DE CARNAVAL
José Antonio Salazar Mejía
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