lunes, 9 de enero de 2012

MILAGROS HERNÁNDEZ CHILIBERTI: ESE SER MARAVILLOSO QUE CREE EN EL MISTERIO - POR CARLOS GARRIDO CHALÉN, PREMIO MUNDIAL DE POESÍA

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MILAGROS HERNÁNDEZ CHILIBERTI:


ESE SER MARAVILLOSO
QUE CREE EN EL MISTERIO

Por Carlos Garrido Chalén

“Yo soy ese ser que cree en el misterio”, el poemario de la prestigiosa poeta y lingüista venezolana Milagros Hernández Chiliberti, que obtuviera por su mérito, la segunda presea del Primer Premio Mundial de Literatura “Municipalidad de Aguas Verdes”, Versión Poesía 2008”, es, por su intensidad, sentimiento, ritmo interior y fuego innato, uno de los libros más brillantes, que se han escrito en el Continente en la última década.

En él, Milagros Hernández Chiliberti, Presidente Colegiada de la Unión Hispanoamericana de Escritores (UHE), logra galopar con gran talento, territorios del desconcierto de los que sale invicta pletórica de sueños. Cree volar y vuela. Cree amar y ama. Cree caminar y lo que hace es prestar sus alas para que otros vuelen, caminando. Porque en definitiva es ella y los que lo rodean; los que la rodean y ese mundo maravilloso que acuna en sus entrañas de tanto entrar y salir de la ternura.

En “Yo soy ese ser que cree en el misterio” la poesía, se convierte en una sinfonía de sonidos que su autora inventa para celebrar la fiesta que habita en sus vertientes, en su regazo de hembra invulnerable, pero a la vez propensa a la sensibilidad más absoluta. Es por eso celebración que contagia, navío de oro que invita a un abordaje, que con seguridad, no comprenderán jamás los que no tienen alma y los abate el egoísmo.

Eres ese ser que cree en el misterio,
que comulgas de mágicas ideas
y extiendes tus alas de luz
para volar.

Hostiario de metáforas
como un cofre menudo
de un aforo infinito.

Cualquier tarde tu mente de bitácora
sacará de ti, tu tesoro más puro,
que es tu herida abierta de fértil lirismo.
En el pan sagrado de un sueño
comulgaremos de mágicas ideas
redondeadas y mojadas en vino seco
y ebrios de amanecer,
encontraremos tu palabra victoriosa.
Y te dices pequeño
con toda tu grandeza
de sentimiento inmenso.
Cuando descubres tu tristeza
tu metáfora se parece a mi sed
y tu canto al filo de mi fantasía.
Y si tu risa surge en la quimera
cual poeta, yo la asocio con la fe
que quiere rescatar la poesía.

En el nocturno canto existe algo sublime
como una huella interna proyectada,
como un anhelo de luz, una llamada,
un encuentro fugaz con lo imposible,
un recuerdo, un dolor, una ansiedad,
un amante que lucha contra la vacuidad
un beso, una boca, un deseo, una mirada,
y la total entrega del alma vehemente,
la lágrima que flota o en la nada se pierde,
pero vuelve a la vida para intentar amar
en forma de parábola..

Es con esa misma intensidad, con la que Milagros Hernández se afinca a la certeza y toma los cielos de su urgencia, que es a la vez su propia necesidad de vida, para trasmontar destinos e imaginarse volando, mientras el sol se humilla en su pecho y sus senos victoriosos – jamás agredidos por la ignominia - flamean para iluminar y hacer feliz a los hijos del futuro. Esos que sólo procrean los soñadores, los inventores del ideal, los poetas enamorados de las nuevas posibilidades del mañana, los desquiciados, los locos de remate y los íntegros de corazón, es decir nosotros.

Nada entonces resulta tan eco de la certidumbre que su propia constatación, que ese semillero de luces que propone, pues cuando camina empuja, pero también atrae, como si fuera un cometa atrayendo en su impulso celestial la fuerza gravitacional de todos los planetas que le son afines. Y también los que no son, pero que al final terminan por reconocerla vital y victoriosa para toda la vida.

Fue la mañana y la noche
del primer día
y la semilla fue sembrada
en el campo fértil,
de los ojos poblados
de pestañas borrachas
y ebrias consonancias.

Yo caminaba y creía volar,
mientras mis entrañas
las acariciaba el viento.

Y se abombaban por los sueños
inducidos y atrapados.

Y una maraquita de filigrana
inventaba en mis oídos
una melodía para el corazón.
Porque nunca fue la hora del llanto,
siempre fue pospuesta
para ese futuro que se aleja siempre,
pues llega en presente
con las manos dulces
sobre una tristeza,
con las manos blancas
sobre una esperanza.
Y no me di cuenta que el segundo día
fue cuando en mi vientre surgió otro universo
poblado con astros
de alguna galaxia.

Es allí en ese nuevo Universo creado por su alma, en donde la palabra abunda generosa. Pero no la que se descuelga de los alisios que mueven las banderas y que luego decae con la brisa, sino la palabra de un Dios imposible de ignorar, que milita con ella, sabiéndola poeta, en ese oscilar de Planetas que construyen sus versos.

Fue mi primavera de flores ocultas
fue mi primavera que estuvo atrasada.
Y en el día tercero la madre fue padre,
con los senos llenos,
con el vientre acre
escondido en velos de mujer sonriente
novia clausurada,
con las flores vivas y la luna inerte.
Y en el cuarto día la madre fue hermana
en las jugarretas
retozo inocente,
del canto sin voz
y el juicio clonado para aquel dictamen
de amor implantado
sobre la equidad,
del amor tendido en sábanas santas.
Yo caminaba y creía volar
cuando el quinto día fui colonizada
por otro extranjero
que brindaba espejos y cuentos con rayas,
y una lucha inmensa libré
sin espadas,
recobré mis tierras
pero fui marcada.

Colonizada o marcada, en lucha sin igual o descansadas sus armas, Milagros Hernández
Chiliberti demuestra ser poeta de kilates, para llegarnos con una mística que contrasuelea a la tristeza. Pero que a la vez se nutre de sus dilemas existenciales para ponerle motor a la poesía, que como una granada de mano conciben sus esquirlas.

Y en el sexto día fui simple mujer
que creí encontrar,
mi precioso amado,
viendo en el reflejo de mi propia imagen
mi precioso encanto,
que se había escondido de cada mirada
que se había enredado entre mis entrañas.
Disfrutó mi risa y yo sus palabras;
y haciendo un esfuerzo
sobre mi cansancio,
le expliqué mis penas, le explique mis ansias
le entregué mi frente, le entregué mi espalda
acepté su enredo, acepté sus mañas,
bendije su suerte, bendije sus trabas.
Y en la madrugada del día de descanso
no me comprendió mi inquieto quebranto:
yo no era perfecta... a veces fallaba…

El ser humano que la habita, la poluciona hacia arquetipos que le son imprescindibles, para confrontarla con el amor, que en circunstancias de fe oxigena su alma, pero también la llena de avatares. Y es en ese correveydilismo – por crear un neologismo – que ella se encuentra con su propia magia, esa que no nace de los efluvios del enemigo complotante, sino de su facilidad genética por concebir horizontes para sus dilemas de poeta enardecida. Es allí donde Milagros muestra su conmiseración humana y se potencia para llevarnos, sin querer o queriendo, al río de su propia equivalencia, en donde a punta de decires, multiplica.

Se sintió impaciente
y yo diligente,
tuve que entender su alma cerrada.
Comprensión eterna yo le había jurado
y ahora él ya comprende:
pude amarlo tanto.
Yo caminaba y creía volar…
pude amarlo tanto. Pude amarlo más.

Es en ese mástil, o mejor en ese andamiaje estructural de conceptos definidos, que la poesía de Milagros se agiganta. Pero más que esa elevación, se posa en su real sitial, para demostrarnos que el amor lo puede y admite todo; y que cuando es verdadero no importan los misterios aún no descubiertos ni los desvaríos. En ese capitular de sombras es que nace la luz verdadera de una creación diáfana, que ni los más mezquinos podrán ignorar.

Ella es por eso, ese ser que cree en el misterio y esa misma aeda que rompe tableros para que ”los otros” – los que talabartean al costado de la misericordia y aúllan su decoloración marchitados por la muerte - se den cuenta que vuela y que al volar existe y al existir es dueña de todos los fuegos y todos los topacios, del aire de la inmortalidad y la vorágine de todas las palabras que al convertirse en poesía adquieren la nobleza del cielo inmarcesible.

Yo soy ese ser que cree
en el misterio,
ese poeta que sus líneas
abraza,
soy ese pintor que besa
su tela
y en las mañanitas
se declara en celo.
Ese guerrero que nunca
siente la derrota
y a cada segundo vuela,
a cada segundo canta,
a cada segundo sueña,
a cada segundo llora…
Soy ese formato ondeado
de la madre triunfante,
de senos impregnados,
de silla en las caderas,
y mimos de diamante,
con palabras de profeta
y manos de alfayate…
Y ese cuadrado sujeto
que a través del tiempo
ha conjugado el amar
en pretérito perfecto,
en presente indicativo
en futuro subjuntivo
y en per sécula inmortal…

Soy insaciable vacío,
ese sepulcral mutismo,
esa intención de caricias,
esa presente confianza,
esa desproporción sensitiva
que se acomoda en el viento,
y que en las tantas noches tristes
se nutre de la inquietud.

Afanoso disfruto
mirando entre chubascos;
como cae la tarde
en el cenit del sol
y no soy ni la duda, ni tampoco el fracaso
porque en mí canta el cielo
y se hace la luz.
Soy el Orinoco entusiasmado,
jugueteando con la arena,
y por las piedras bajando
a gemir en el rosal.
Soy corriente de silencio
que saluda al Magdalena
suspirando en el sendero
del andino firmamento.
Soy hermana del musgo
que se borda entreverado
haciendo puntos de suenan
eco, suspiro y canción.

Soy por ello el libre verso
que no lo ancla la duda
soy el tropo circunspecto
de la sombra matinal
el fuerte grito del cielo,
que labra los pensamientos,
la magnolia de los valles,
el ichu del manantial.
Pero puedo ser del llano
el arpa en noche de luna
y las coplas ir rimando
en la paz del papayal.

Soy el Salto Ángel cayendo
como cascada inclemente,
y voy puliendo las piedras
como se agranda mi cuenca.
Mientras proyecto el sonido
de mi manto cristalino
en un viaje a las estrellas
me nutro de sol y grana;
soy el milagro que sueña
con el Niágara divino
y en las aguas que revientan
me fortalezco de paz.

La venezolana nos muestra en la intensidad de sus versos que no vive solamente; que en su “estar” todo lo enerva y confidencialmente gratifica, para que el mundo pueda asistir al ceremonial de su abordaje delirante. Porque el amor sentido delira y se contagia, hace de sus conciliábulos una oportunidad para que el corazón se entrene en la alegría. Pero también en la pasión de los amantes.

Oblicua en la madrugada, suelto mis redes al aire
y en el océano del sueño me quedo a vivir mi paz
y pájaros navegantes proclaman su amor al viento
y sumo recuerdos gratos en ese seis sin final.

Lanzo ahogadas señales cronológicas y eternas,
y me vuelvo la clepsidra que anuncia la hora al mar.

Todo es azul y es intenso, en el oráculo de Delfos
y en la cabaña afanosa de mi corazón la vida
estrena una palabra nueva
que acompañe al verbo amar.

Es en ese “amar” que la obra de Milagros Hernández Chiliberti se ilusiona y potencia generosa. La ilusión abre sus alas a la benignidad de la entrega incondicional y ella termina siendo ofertorio para el amor más protagónico. Sobre esa base irrumpe una poesía que tiene altura y también los colores del célico arco iris y esa intensidad que hace amainar los vientos y da al corazón el beso de la vida.

Fuente:

LIBRO "LA MONTAÑA DEL JURAMENTO: PRÓLOGOS Y OTROS DEVANEOS" DE CARLOS GARRIDO CHALÉN, PREMIO MUNDIAL DE POESÍA Y PRESIDENTE DE LA UHE.


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CONTENIDO DEL LIBRO


1) JOSEPH BEROLO RAMOS: ESE OJO AVIZOR QUE NO LE HACE CONCESIONES A LA NOCHE


2) RAFAEL NEGRET: UN CIENTÍFICO GANADO POR LA POESÍA Y LA VIDA

3) ERNESTO KAHAN: EL POETA VIRTUOSO DE LA PAZ

4) MILAGROS HERNÁNDEZ CHILIBERTI: ESE SER MARAVILLOSO QUE CREE EN EL MISTERIO

5) JORGE CASTILLO FAN: LO QUE PUEDEN LAS PALABRAS CUANDO CANTAN

6) LUIS GILBERTO CARABALLO Y SU ÁRBOL DE LAS CASAS VACÍAS

7) CARMEN ROJAS LARRAZABAL; UN ÁNGEL QUE ESCRIBE POESÍA PARA AMARNOS

8) JAIME MARTÍNEZ SALGUERO: EL POETA DEL AMOR Y LA MONTAÑA

9) MAIDU MACHADO: ESE IR Y VENIR DE GUITARRA QUE NO ACABA

10) DANIEL ALARCÓN OSORIO: ESE VELERO PLETÓRICO DE LUCES Y ENSENADAS

11) MANUEL PEÑA RUIZ: EN LAS AGUAS INCIERTAS DEL OLVIDO

12) AURA VEGA: POETA DE AGUA VIVA Y AGUA CLARA

13) EL EROTISMO EN LA POESÍA DE LA COLOMBO MEXICANA BELLA CLARA VENTURA

14) LUIS ARIAS MANZO: GUERRERO DE LOS NUEVOS TIEMPOS

15) MARIETTA CUESTA: LO QUE PUEDE LA TERNURA

16) JOSÉ GUILLERMO VARGAS: SOCAVANDO LOS ABISMOS

17) AUGUSTO RODRÍGUEZ OYOLA: LA HISTORIA DE UN GRAN MAESTRO

18) RICARDO MUSSE CARRASCO: EN LA POÉTICA PIURANA DE LAS POSTRIMERÍAS

19) PEDRO VARGAS ROJAS: HABITANTE DE UNA SELVA PRODIGIOSA

20) EDUARDO RUILOVA: INCENDIANDO EL CIELO

21) LIBARDO CAMPOS GÓMEZ: EN LA VEROSIMILITUD DE LAS CAMPANAS

22) PEPE SÁNCHEZ: DELETREANDO LAS PALABRAS DEL ABISMO

23) MARGA MANGIONE: ARTESANA DE LA PALABRA MARAVILLOSA

24) SUSY MORALES COZ: ESA LIUCIÉRNAGA QUE DESCIENDE AL CORAZÓN DE LA MAÑANA

25) SANIEL LOZANO ALVARADO: LA ENTRAÑA DEL HISTORIADOR QUE TODO LO PERCIBE

26) WILMA BORCHERS: BUSCANDO A LOS FANTASMAS DE SU FUEGO

27) CARMEN SALAZAR CORTEGANA: RECUPERANDO EL TERRITORIO DE LA TERNURA

28) RENÉ ARTURO CRUZ MAYORGA: ESA FUERZA MOTRIZ QUE VIBRA EN LOS TRIGALES

29) ADELAIDE VILELA: ESA MAÑANA QUE LE CANTA A LA LIBERTAD Y LA VIDA

30) PATRICIA COLLAZOS BASCOPÉ O LO QUE PUEDE EL AMOR

31) SUSANA DEL ROSAL: ABRIENDO LA PUERTA DE TODOS SUS INSTINTOS

32) VILMA LILIA OSELLA: LA TRADUCTORA DEL CIELO

33) SUSANA ROBERTS: LA TIERNA POETA DE LOS GRANDES DESAFÍOS

34) ADELA GUERRERO COLLAZOS, PENSANDO COMO PIENSAN LOS POETAS: CON EL ALMA

35) JUAN MANZ ALANIZ: UN CAZADOR INICIADO EN EL ARTE DE MATAR, QUE SE ENTERNECE

36) CARLOS HUMBERTO GARCÍA CURAY: LA FRANCA ALEVOSÍA DE UN ACAPARADOR DE TEMPESTADES

37) LINA ZERÓN: CUANDO EL AMOR ES UN ESPEJO DE METÁFORAS QUE CANTA

38) CÉSAR MEJÍA LOZANO: UN POETA QUE AÚN TIENE CRÉDITO EN LOS SENDEROS DE LA LUZ

39) LA GRANDEZA DE MANUEL

40) ARMANDO “NALO” ALVARADO BALAREZO: EN EL AZUL DE CIELO SIN PAR DEL APOTEOSIS

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