CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
2012, AÑO DE LA DEFENSA DEL AGUA, LA VIDA
2012, AÑO DE LA DEFENSA DEL AGUA, LA VIDA
Cordillera Huayhuash
Y CONSTRUCCIÓN DE LOS ANDENES NUEVOS
ENERO, MES DE LA DEFENSA DE LIMA
DEL NACIMIENTO DE ARGUEDAS, HERAUD Y
LAS LECCIONES QUE NOS DA MACHUPICCHU
PRÓXIMAS ACTIVIDADES DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA:
SÁBADO 21 DE ENERO. 7 PM
EVOCACIÓN Y HOMENAJE A JAVIER HERAUD
TESTIMONIO Y SIGNIFICADO DE SU VIDA:
ALAIN ELÍAS, COMPAÑERO DE CAMPAÑA
LECTURA DE POEMAS
GERARDO ANGULO
“POESÍA DEL PÓMULO MORADO”
RECITAL DE POEMAS
JOSÉ LUIS AYALA
AULA CAPULÍ:
Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República
Planta de capulí, florece a la entrada del Aula Capulí
Teléfonos Capulí: 420-3343 y 420-3860
capulivallejoysutierra@hotmail.com
planlector@hotmail.com
MAGNO EVENTO
18 AL 20 DE MAYO, 2012
VAMOS AL CAPULÍ 13 EN LA TIERRA DE VALLEJO
13 ª PEREGRINACIÓN A SANTIAGO DE CHUCO
Teléfonos Capulí: 420-3343 y 420-3860
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planlector@hotmail.com
MAGNO EVENTO
18 AL 20 DE MAYO, 2012
VAMOS AL CAPULÍ 13 EN LA TIERRA DE VALLEJO
13 ª PEREGRINACIÓN A SANTIAGO DE CHUCO
IR A LA TIERRA DONDE BROTA Y MANA EL MANANTIAL
ENCUENTRO INTERNACIONAL, TRECE AÑOS CONTÍNUOS
ENCUENTRO INTERNACIONAL, TRECE AÑOS CONTÍNUOS
CALENDARIO DE EFEMÉRIDES
18 DE ENERO
1. Valores ancestrales
José María Arguedas nació el 18 de enero del año 1911 y es la chispa y el fuego del encuentro de dos puñales que se buscan para herirse, de vida y muerte.
Pero aquellos adversarios no son realidades parejas ni paralelas, ni están en la misma posición, equilibrio o jerarquía, sino que una abusa y se vale de la otra. Son mundos enfrentados.
Uno tiene el poder, investido o representado por el varón, o el género masculino.
Y el otro sufre el avasallamiento y la sumisión, representando en esta historia luctuosa por la mujer o el género femenino.
Uno de esos mundos está posicionado como el amo que maneja el látigo, la horca y el cepo de tortura. Es el violador.
La otra parte es el mundo indígena que permanece sojuzgado, en condición de esclavitud. Tiene negadas sus más mínimas condiciones de vida, conserva sin embargo sus valores ancestrales.
En ese mundo prevalece la mujer, horizontal y tendida.
2. Amor entrañable
¿Esto ha cambiado? ¿Hemos logrado modificar un ápice aquel esquema? ¡No! ¿Acaso no vemos ahora todo el poder político, económico, militar, mediático, vertical, defendiendo y queriendo llevarse el oro de los yacimientos de Cajamarca asentado bajo tres lagunas?
Es el mismo tesoro o botín de la conquista, sin importarle las lagunas horizontales, maternales, femeninas, que proveen de agua para la agricultura y para aplacar la sed de la gente campesina y aborigen del lugar.
Se repite la historia que no acaba, anales en los cuales la vida de José María Arguedas en todo es paradigma, símbolo y anagrama de lo que es el Perú.
Su existencia se forja en esa disparidad, de la pasión desenfrenada por la posesión de la mujer, de la tierra y sus tesoros, por un lado, y de la resignación dolorosa a recoger en las entrañas una simiente ajena a la cual prodigar amor compasivo, asombrado y entrañable.
José María Arguedas nace entre estos dos pedernales que chocan, puñales que se blanden, relámpagos que asolan, viviendo y sufriendo el testimonio de la exclusión, de la enajenación del despojo y el aniquilamiento.
3. Sangres opuestas
Y aún más: nace del oprobio de la dominación de una sociedad deshumanizada que se blande hacia una comunidad que todo lo humaniza incluso a las montañas, a los ríos y hasta a las piedras.
Discurriendo entre la sociedad encaramada en el poder, que trata a quienes pertenecen al mundo indígena con infamia e ignominia. Víctima que a pesar del abuso conserva su ternura, su fraternidad y su canto a la vida.
Nace de dos sangres que resumen muchas otras sangres opuestas y enemigas, pero que él al final conjunciona, emergiendo de entre dos bandos irreconciliables que él junta en su epopeya.
Nace desde una apropiación violenta de las entrañas del mundo sojuzgado, donde la madre es negada, empobrecida y vilipendiada.
De allí las lacerantes y raigales preguntas que su vida en todo instante generan y plantean desde lo más sufrido y desde lo más amado.
4. Con él se abre y se muestra
José María Arguedas nace en el siglo XX pero en sus raíces pugnan los conquistadores españoles y claman las poblaciones sometidas.
Enarbolan sus garrotes los gamonales y opresores y sus porras y escudos los vencidos.
En su ser íntimo se muerden a dentelladas el zorro de arriba y el zorro de abajo.
Perfila su estrategia el lobo insaciable y busca algún refugio el cordero amilanado.
Pero su sensibilidad, su conciencia y visión, extraída de tales agobios, son luz y diamantes imperecederos.
Porque él evidencia, revela y da expresión al mundo de los desfavorecidos.
Es la herida y la llaga que no cierra sino que con él se abre y se muestra. Porque es un conjunto de preguntas y de desafíos que aún no se resuelven.
Y quizá no se resuelvan nunca, porque traspasan la historia para constituir y situarse en una dimensión ontológica, acerca del ser del hombre y su destino.
5. Elección moral
Pero en todo este acontecimiento vital, que involucra a la sociedad en su conjunto, hay un asunto realmente de la mayor trascendencia y significación, evento por lo cual José María Arguedas se convierte en un héroe cultural, erigiéndose a su vez en uno de los máximos representantes del mundo indígena.
Este hecho es la elección por la cual él opta. Él decide pertenecer a uno de esos mundos en pugna. Pero él no se identifica con el indígena peruano porque pertenezca a ese segmento de nuestra población.
Porque no nació indio, esa no es su raza. En él hay una elección moral.
Y esta decisión tiene un valor social, político y cultural extraordinario.
Porque él se identifica con una cultura despreciada, estigmatizada y considerada rémora y atraso.
Une su sangre y su voluntad, su inteligencia y su sensibilidad a una comunidad agredida, empobrecida y ninguneada. Que la mayoría mira con desprecio, pese a ser la más excelsa, prístina y acrisolada.
6. Dos puñales convergentes
En su afiliación a ese universo hay un valor y un coraje puesto en grado sumo, porque asume demostrar su valor, rescatando sus mitos, sus canciones, sus manifestaciones folclóricas y sus valores intrínsecos.
Esa elección es un magisterio y una pedagogía para todos nosotros, en una realidad que no termina ni cesa de ofenderla, que la denigra y a la cual niega incluso su derecho a la vida.
Él pudo tomar la posición contraria, la actitud de los opresores. Tenía como nadie cualidades para hacerlo.
Pudo, si hubiera calculado su conveniencia, hacer una vida fácil, complaciente y de éxito, haberse reconocido como blanco, misti y occidental. Y encumbrarse en el sistema.
En realidad tenía más opciones para ser eso que muchos otros que sí se afilian a esa corriente creyéndose pertenecer a ella.
Y que son los que fustigan con hechos y palabras a esta otra orilla de nuestra sociedad.
Para reflexionar sobre todo eso nos dejó su suicidio y su muerte pendientes como dos puñales convergentes en la misma herida.
7. Fue más atrás o más allá
No hace mucho el padre de una candidata a la presidencia de la república creyó decir lo más descalificador del rival de su hija, llamándolo: “Auquénido de Harvard”.
Se refería, con sorna y burla, a los rasgos indígenas que tiene ese personaje de la política que pese a haber destacado en esa universidad norteamericana seguía teniendo para él aquel estigma de su raza.
Pero lo curioso de este asunto es que ese señor que denigraba tenía características étnicas no de blanco sino de un entrevero de razas, y él era hasta zambo o africano descendiente, que es otro grupo étnico acerca del cual existen prejuicios radicales en nuestra sociedad.
José María Arguedas en cambio era blanco, de ojos claros, de cabello casi rubio y alto.
Su fisonomía era, desde las convenciones occidentales la de un triunfador: simpático y apuesto.
Sin embargo se hizo anímicamente indio, deshizo su figura, fulminó sus rasgos Y fue más atrás o más allá, al alma de una cultura distinta.
Pudo asumir la calaña de sentirse superior, de sentirse favorecido, de aunarse a la raza dominante con todos sus privilegios. No lo hizo.
8. Sentido del bien
Pudo calculadamente pasarse al lado de los opresores.
Su decisión fue contraria, opuesta, subversora del orden. Instintiva en esta confrontación de un ser que tuvo el privilegio, ese sí verdadero privilegio, de ser amparado por esa cultura y población primigenia, en una realidad de guerra sorda y cruenta.
Eligió él mismo hacerse un indio. Ser indio en su mente y en su alma, en sus nervios y en sus entrañas.
Todo su corazón, todos sus latidos, lo puso al lado de los escarnecidos, humillados y desheredados de lo que era suyo.
¿Qué es lo que lo convenció y lo atrapó para ello? No solo haber sido protegido por los ancianos de esa comunidad. Él mismo lo dijo:
Es por aquello que esa cultura tiene de grandioso, por los valores con que vive, por el amor, la ternura, la sabiduría, por su sentido del bien y de la justicia.
Optó en vez de sus conveniencias por lo moral. Y esas decisiones son las de un hombre verdadero, no soberbio, vanidoso ni calculador. Y es así cómo él se vuelve ejemplo y paradigma.
9. Aquí y ahora
De allí que tres son los baluartes fundamentales en las cuales se apoya nuestra identidad, base para la construcción de una sociedad digna, feliz y orientada por valores.
Aquellos valores que plasmó en nuestro suelo el incario y que perviven gracias a la resistencia del mundo andino bajo el acoso de la sociedad occidental. Esos baluartes son César Vallejo, José Carlos Mariátegui y José María Arguedas.
Este último en la conflagración de mundos en pugna de los cuales su vida es síntesis, nudo y cruce de caminos.
Él es encuentro tanto de las aguas que corren hacia delante como de las que van hacia atrás.
Documento vivo de nuestra identidad en lo que hay de sensible, lúcido y consciente, rescatando referentes para iluminar el futuro que es la sociedad de justicia y solidaridad que es nuestra responsabilidad reconstruir aquí y ahora.
Él mismo, en su ser y en su persona encarna la pelea de esos adversarios inclementes, el zorro de arriba y el zorro de abajo. Siendo en el ser íntimo de José María Arguedas que se destrozan a pedazos esos dos zorros irreconciliables.
10. Bandera de integración
O, más justicieramente, reconociéndolos como el zorro que es el mundo andino y el lobo que es el mundo occidental. Sin embargo su proeza y su legado es que no claudicó, y su vida es ejemplo, orientación y esperanza.
Él asume y encarna la utopía andina, que es utopía moral frente a los apetitos ególatras de los que se sienten más, frente al fenómeno avasallante de la globalización y frente a la codicia del sistema.
En él conflagran el mundo andino y la sociedad occidental con sus usos, costumbres y estructuras, que él apacigua en su corazón a costa de su vida, lo plasma en testimonio y lo proyecta en canto de esperanza.
Surge de entre dos creencias que se niegan y de las cuales él hace síntesis dialéctica.
Brota en un país fragmentado, quebrado y escindido que él sublima en bandera de integración y fraternidad.
Esa es su proeza: hacer nacer del estallido de dos relámpagos y puñales que buscan herirse la hermandad de todas las sangres.
Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente
Teléfonos: 420-3343 y 420-3860
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Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
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18 DE ENERO
HOY NACE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
ELIGIÓ SER INDIO
Por Danilo Sánchez Lihón
PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
ELIGIÓ SER INDIO
Por Danilo Sánchez Lihón
“Volveré y seré millones”.
Túpac Amaru
Túpac Amaru
1. Valores ancestrales
José María Arguedas nació el 18 de enero del año 1911 y es la chispa y el fuego del encuentro de dos puñales que se buscan para herirse, de vida y muerte.
Pero aquellos adversarios no son realidades parejas ni paralelas, ni están en la misma posición, equilibrio o jerarquía, sino que una abusa y se vale de la otra. Son mundos enfrentados.
Uno tiene el poder, investido o representado por el varón, o el género masculino.
Y el otro sufre el avasallamiento y la sumisión, representando en esta historia luctuosa por la mujer o el género femenino.
Uno de esos mundos está posicionado como el amo que maneja el látigo, la horca y el cepo de tortura. Es el violador.
La otra parte es el mundo indígena que permanece sojuzgado, en condición de esclavitud. Tiene negadas sus más mínimas condiciones de vida, conserva sin embargo sus valores ancestrales.
En ese mundo prevalece la mujer, horizontal y tendida.
2. Amor entrañable
¿Esto ha cambiado? ¿Hemos logrado modificar un ápice aquel esquema? ¡No! ¿Acaso no vemos ahora todo el poder político, económico, militar, mediático, vertical, defendiendo y queriendo llevarse el oro de los yacimientos de Cajamarca asentado bajo tres lagunas?
Es el mismo tesoro o botín de la conquista, sin importarle las lagunas horizontales, maternales, femeninas, que proveen de agua para la agricultura y para aplacar la sed de la gente campesina y aborigen del lugar.
Se repite la historia que no acaba, anales en los cuales la vida de José María Arguedas en todo es paradigma, símbolo y anagrama de lo que es el Perú.
Su existencia se forja en esa disparidad, de la pasión desenfrenada por la posesión de la mujer, de la tierra y sus tesoros, por un lado, y de la resignación dolorosa a recoger en las entrañas una simiente ajena a la cual prodigar amor compasivo, asombrado y entrañable.
José María Arguedas nace entre estos dos pedernales que chocan, puñales que se blanden, relámpagos que asolan, viviendo y sufriendo el testimonio de la exclusión, de la enajenación del despojo y el aniquilamiento.
3. Sangres opuestas
Y aún más: nace del oprobio de la dominación de una sociedad deshumanizada que se blande hacia una comunidad que todo lo humaniza incluso a las montañas, a los ríos y hasta a las piedras.
Discurriendo entre la sociedad encaramada en el poder, que trata a quienes pertenecen al mundo indígena con infamia e ignominia. Víctima que a pesar del abuso conserva su ternura, su fraternidad y su canto a la vida.
Nace de dos sangres que resumen muchas otras sangres opuestas y enemigas, pero que él al final conjunciona, emergiendo de entre dos bandos irreconciliables que él junta en su epopeya.
Nace desde una apropiación violenta de las entrañas del mundo sojuzgado, donde la madre es negada, empobrecida y vilipendiada.
De allí las lacerantes y raigales preguntas que su vida en todo instante generan y plantean desde lo más sufrido y desde lo más amado.
4. Con él se abre y se muestra
José María Arguedas nace en el siglo XX pero en sus raíces pugnan los conquistadores españoles y claman las poblaciones sometidas.
Enarbolan sus garrotes los gamonales y opresores y sus porras y escudos los vencidos.
En su ser íntimo se muerden a dentelladas el zorro de arriba y el zorro de abajo.
Perfila su estrategia el lobo insaciable y busca algún refugio el cordero amilanado.
Pero su sensibilidad, su conciencia y visión, extraída de tales agobios, son luz y diamantes imperecederos.
Porque él evidencia, revela y da expresión al mundo de los desfavorecidos.
Es la herida y la llaga que no cierra sino que con él se abre y se muestra. Porque es un conjunto de preguntas y de desafíos que aún no se resuelven.
Y quizá no se resuelvan nunca, porque traspasan la historia para constituir y situarse en una dimensión ontológica, acerca del ser del hombre y su destino.
5. Elección moral
Pero en todo este acontecimiento vital, que involucra a la sociedad en su conjunto, hay un asunto realmente de la mayor trascendencia y significación, evento por lo cual José María Arguedas se convierte en un héroe cultural, erigiéndose a su vez en uno de los máximos representantes del mundo indígena.
Este hecho es la elección por la cual él opta. Él decide pertenecer a uno de esos mundos en pugna. Pero él no se identifica con el indígena peruano porque pertenezca a ese segmento de nuestra población.
Porque no nació indio, esa no es su raza. En él hay una elección moral.
Y esta decisión tiene un valor social, político y cultural extraordinario.
Porque él se identifica con una cultura despreciada, estigmatizada y considerada rémora y atraso.
Une su sangre y su voluntad, su inteligencia y su sensibilidad a una comunidad agredida, empobrecida y ninguneada. Que la mayoría mira con desprecio, pese a ser la más excelsa, prístina y acrisolada.
6. Dos puñales convergentes
En su afiliación a ese universo hay un valor y un coraje puesto en grado sumo, porque asume demostrar su valor, rescatando sus mitos, sus canciones, sus manifestaciones folclóricas y sus valores intrínsecos.
Esa elección es un magisterio y una pedagogía para todos nosotros, en una realidad que no termina ni cesa de ofenderla, que la denigra y a la cual niega incluso su derecho a la vida.
Él pudo tomar la posición contraria, la actitud de los opresores. Tenía como nadie cualidades para hacerlo.
Pudo, si hubiera calculado su conveniencia, hacer una vida fácil, complaciente y de éxito, haberse reconocido como blanco, misti y occidental. Y encumbrarse en el sistema.
En realidad tenía más opciones para ser eso que muchos otros que sí se afilian a esa corriente creyéndose pertenecer a ella.
Y que son los que fustigan con hechos y palabras a esta otra orilla de nuestra sociedad.
Para reflexionar sobre todo eso nos dejó su suicidio y su muerte pendientes como dos puñales convergentes en la misma herida.
7. Fue más atrás o más allá
No hace mucho el padre de una candidata a la presidencia de la república creyó decir lo más descalificador del rival de su hija, llamándolo: “Auquénido de Harvard”.
Se refería, con sorna y burla, a los rasgos indígenas que tiene ese personaje de la política que pese a haber destacado en esa universidad norteamericana seguía teniendo para él aquel estigma de su raza.
Pero lo curioso de este asunto es que ese señor que denigraba tenía características étnicas no de blanco sino de un entrevero de razas, y él era hasta zambo o africano descendiente, que es otro grupo étnico acerca del cual existen prejuicios radicales en nuestra sociedad.
José María Arguedas en cambio era blanco, de ojos claros, de cabello casi rubio y alto.
Su fisonomía era, desde las convenciones occidentales la de un triunfador: simpático y apuesto.
Sin embargo se hizo anímicamente indio, deshizo su figura, fulminó sus rasgos Y fue más atrás o más allá, al alma de una cultura distinta.
Pudo asumir la calaña de sentirse superior, de sentirse favorecido, de aunarse a la raza dominante con todos sus privilegios. No lo hizo.
8. Sentido del bien
Pudo calculadamente pasarse al lado de los opresores.
Su decisión fue contraria, opuesta, subversora del orden. Instintiva en esta confrontación de un ser que tuvo el privilegio, ese sí verdadero privilegio, de ser amparado por esa cultura y población primigenia, en una realidad de guerra sorda y cruenta.
Eligió él mismo hacerse un indio. Ser indio en su mente y en su alma, en sus nervios y en sus entrañas.
Todo su corazón, todos sus latidos, lo puso al lado de los escarnecidos, humillados y desheredados de lo que era suyo.
¿Qué es lo que lo convenció y lo atrapó para ello? No solo haber sido protegido por los ancianos de esa comunidad. Él mismo lo dijo:
Es por aquello que esa cultura tiene de grandioso, por los valores con que vive, por el amor, la ternura, la sabiduría, por su sentido del bien y de la justicia.
Optó en vez de sus conveniencias por lo moral. Y esas decisiones son las de un hombre verdadero, no soberbio, vanidoso ni calculador. Y es así cómo él se vuelve ejemplo y paradigma.
9. Aquí y ahora
De allí que tres son los baluartes fundamentales en las cuales se apoya nuestra identidad, base para la construcción de una sociedad digna, feliz y orientada por valores.
Aquellos valores que plasmó en nuestro suelo el incario y que perviven gracias a la resistencia del mundo andino bajo el acoso de la sociedad occidental. Esos baluartes son César Vallejo, José Carlos Mariátegui y José María Arguedas.
Este último en la conflagración de mundos en pugna de los cuales su vida es síntesis, nudo y cruce de caminos.
Él es encuentro tanto de las aguas que corren hacia delante como de las que van hacia atrás.
Documento vivo de nuestra identidad en lo que hay de sensible, lúcido y consciente, rescatando referentes para iluminar el futuro que es la sociedad de justicia y solidaridad que es nuestra responsabilidad reconstruir aquí y ahora.
Él mismo, en su ser y en su persona encarna la pelea de esos adversarios inclementes, el zorro de arriba y el zorro de abajo. Siendo en el ser íntimo de José María Arguedas que se destrozan a pedazos esos dos zorros irreconciliables.
10. Bandera de integración
O, más justicieramente, reconociéndolos como el zorro que es el mundo andino y el lobo que es el mundo occidental. Sin embargo su proeza y su legado es que no claudicó, y su vida es ejemplo, orientación y esperanza.
Él asume y encarna la utopía andina, que es utopía moral frente a los apetitos ególatras de los que se sienten más, frente al fenómeno avasallante de la globalización y frente a la codicia del sistema.
En él conflagran el mundo andino y la sociedad occidental con sus usos, costumbres y estructuras, que él apacigua en su corazón a costa de su vida, lo plasma en testimonio y lo proyecta en canto de esperanza.
Surge de entre dos creencias que se niegan y de las cuales él hace síntesis dialéctica.
Brota en un país fragmentado, quebrado y escindido que él sublima en bandera de integración y fraternidad.
Esa es su proeza: hacer nacer del estallido de dos relámpagos y puñales que buscan herirse la hermandad de todas las sangres.
Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente
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