VALLEJO INMORTAL
Autor: Olimpio Cotillo Caballero
Huaraz, Perú
Vallejo niño, Vallejo hombre, Vallejo inmortal,
de Santiago de Chuco creció su paso al universo.
Abrió surcos,
con los dedos, con las uñas, con los huesos húmeros
y le dio vida eterna a su gran corazón,
y sembró raíces profundas de humanidad.
Anduvo sobre espinas y pedernales,
sobre fuego volcánico, y muchísimas estrellas
coceando, muchas veces, contra la injusticia de los hombres
y la ira de Dios un día que estuvo enfermo.
Vallejo…hermano del alma,
hasta hoy hay en tu libro de cuentas
muchas, muchísimas canastas de pan,
los que no se quemaron en la puerta del horno
para los hambrientos del mundo,
dejó levadura, masa, cerebros diestros
que masificarán su mensaje, que pregonarán su vida y obra.
Vallejo, hermano de la luz,
del cielo y de la Tierra
del Cristo dolido, de la mujer preñada de humanidad…
de la yunta de Arguedas,
con quien forjaron a la gente de todas las sangre.
Vallejo, el de Santiago, el de París, el de Rusia.
El que murió un día lluvioso
el que tuvo los húmeros marchitos,
el que se levantó de muerto
para seguir andando en el crepúsculo y el alba
por la senda luminosa de la justicia justa…
De la verdad verdadera…
Vallejo, el del Cristo dolido y sangrante de los templos olvidados,
el que se inmoló a pesar de los golpes tan fuertes
y también el que echó a andar los dados eternos,
el que sigue recordando,
a cada instante y en cada péndulo
al ministro de salud
y a todos los ministros habidos y por haber
que hay mucho por hacer…
Vallejo, hermano del alma,
tú que bajaste a los socavones
y sabes lo que cuesta el tungsteno
sangre de la arteria, las venas y los capilares juntos
¡Ay… Por Dios!
¡Pueblos del mundo…!
el séquito que voltee la cara
porque Vallejo nos ha dado una palmada
para elevar ante nosotros el amargo cáliz
y gritar como trueno andino
¡Vallejo vive…y seguirá viviendo…!
Mientras haya dados eternos que siguen rodando.