domingo, 30 de octubre de 2011

MARIO FLORÍAN, POETA Y MAESTRO DEL NUEVO MUNDO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA


Construcción y forja de la utopía andina


AÑO DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS

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José María Arguedas - Imagen: Jorge Núñez del Prado


CONFERENCIAS Y SIMPOSIOS SOBRE CULTURA ANDINA

AULA CAPULÍ:


Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República

Planta de capulí, florece a la entrada del Aula Capulí

Se agradece su gentil asistencia


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PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA

MARIO FLORÍAN, POETA Y MAESTRO DEL NUEVO MUNDO



Por Danilo Sánchez Lihón


“¡Humanidad, como alba,infantil, transparente!”
Mario Florián

1. Corazón fervoroso

Es madrugada y el hielo se resquebraja bajo las pisadas sin zapatos ni ojotas de un niño, apenas defendido del viento por unas ropas míseras, una camisa y un pantalón parchados de retazos diversos.

Acaba de salir de una choza humilde en la cordillera abrupta y helada del norte del Perú, en las alturas de la provincia de Contumazá, en el poblado de Nanshá, departamento de Cajamarca.

Es el alba y abre el redil; cuenta el ganado de su majada identificando a ovejas y cabritos.

En el patio lluvioso desata vacas y pollinos que han dormido bajo una enramada de rastrojo y paja brava.

Silba a sus perros y los llama por su nombre, recibe de su madre su fiambre y se despide con cálida ternura.

Con los pies rajados por el frío y las manos curtidas por la tierra negra, avanza con los ojos ya brillantes y profundos de mirar lejanías.

El ambiente es gélido pero su corazón es fervoroso y vibrante.


2. Palmo a palmo

Este otro es un palacio colonial alfombrado de alcurnia y abolengo, de corredores en arco, escalera de abanico, recubierto de mármol de un suave tono rosa.

Tiene balcones galantes y vigas labradas en cedro negro, con medallones y ornamentos en las paredes cimbreantes.

Esta mansión está ubicada en el centro de la tres veces coronada “Ciudad de los Reyes” y capital del Perú, la dorada, primorosa y radiante Lima.

Aquí todas las luces permanecen encendidas esta noche, desde las arañas que cuelgan desde los artesonados hasta en la vajilla de las copas de fino champán que ya están servidas.

El jurado calificador, solemne y erudito, anunciará su veredicto en el otorgamiento del Premio Nacional de Cultura en el área de Literatura correspondiente al año 1977.

La disputa es entre Mario Florián, aquel niño desarrapado de las punas de Nanshá en Cajamarca, disputando la presea palmo a palmo con el tres veces Rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y adalid de la clase intelectual limeña de mayor prosapia y abolengo, don Luis Alberto Sánchez.


3. Cristalina pureza

Se han sucedido varios días de debates ardorosos y enconados, acompañados de polémicas en los medios de comunicación, adhesiones apasionadas e hirientes dicterios provenientes de una y otra parte y dirigidas hacia uno y otro contendor, defendiendo y atacando una y otra posición.

Detrás de la mesa ya el pleno del jurado está presente y el secretario anuncia:

– El Premio Nacional de Literatura del presente año, de 1977, es compartido entre el poeta Mario Florián y el estudioso de la literatura, crítico y ensayista Luis Alberto Sánchez.

Hay aplausos enfervorizados para uno y otro cultor egregio de las letras nacionales.

Uno representa lo hondo, o cimero, pero invisible del Perú profundo.

El otro, encaramado sobre lo visible junto al orden establecido que es lo que queremos y tenemos que cambiar.

Precisamente en esta ocasión Alejandro Romualdo, el poeta del Canto Coral a Túpac Amaru, ha dejado constancia de su posición escribiendo lo siguiente:


4. Adhesión fraternal

"La productividad creadora de Florián evidencia la constancia ejemplar de un trabajo realizado en condiciones adversas, sin aliento, ni promociones oficiales. Pero, sobre todo, demuestra palmariamente la continuidad y el enriquecimiento de una tradición que no se agota, que tiene ilustres antecedentes en nuestros haravicus ancestrales, y, más cercanamente, en las fuentes de Mariano Melgar y César Vallejo, cuyas aguas Florián acrecienta con cristalina pureza"...

"Como genuino creador, no representa grupos ni partidos. Representa una cultura: la andina; forma parte de un mundo más que de una escuela literaria; pertenece al mundo de la pobreza, de las culturas dominadas, en cuya área latinoamericana no existe un tono rural de inspiración indígena tan pura, como el del notable poeta nuestro, ni una adhesión tan fraternal hacia su prójimo campesino. Es la razón histórica de su compromiso, la que dignifica y eleva su obra".


5. Laborioso y digno

José María Arguedas ha expresado:

"Ha realizado la especie de milagro de crear poesía en la que se siente el tono de la canción popular india".

Y Washington Delgado:

"Mario Florián es uno de los más altos poetas del Perú contemporáneo".

Antes, el mismo Luis Alberto Sánchez había afirmado:

"Me atrevería a mencionar como 'hombres de letras' inobjetables al Inca Garcilaso... el Lunarejo... Clorinda Matto... Vallejo... Arguedas... Florián".

Después de recibir dicho premio este continuó viviendo humilde. Murió pobre e incólume, sin cargos públicos que ostentar, como simple maestro de escuela.

Eso sí laborioso y digno, luchando a favor de las causas nobles de la vida. Era de la estirpe de los héroes populares.


6. Soy pastorcito

Quienes viven en chozas en lugares solitarios, en comunión con el viento, los cerros, las nubes y la lejanía, aprecian la naturaleza con su rica flora y fauna.

Es ella la que sobresale intensamente en la obra poética de Mario Florián; uno de cuyos primeros méritos es haberse identificado y consustanciado con su mundo circundante.

Porque ocurre frecuentemente en la mayoría de intelectuales que nacen, crecen, viven y hasta mueren en ese mismo lugar, pero sin identificarse ni comulgar con su medio circundante, sino que al contrario: buscan ambientes artificiales por el prejuicio de que consideran que nacieron para ser otros, desestimando y menospreciando aquello que signa su origen y procedencia:

YO SOY UN PASTORCITO

En este campo verde,
donde retoza el sol,
pastoreo mis lindas
ovejas de blancor.

Yo soy un pastorcito,
yo soy un buen pastor.
Hago salir de mi honda
pedrusco volador.

Al pie de mi rebaño,
silbando una canción,
a la majada vuelvo
con poncho bicolor.

Y a la majada llego
cuando declina el sol,
silbando, modulando
mi pastoril canción:

–Yo soy un pastorcito,
pero, con mi honda, yo
hago correr al puma,
al zorro y al halcón...!


7. Espiga que habla

Es raro entonces, y hasta excepcional, que un poeta reivindique su lar nativo, mucho más si es humilde, y se ocupe de su geografía, se posesione y goce con ella; porque nos olvidamos concientemente del entorno que nos rodea, lo rechazamos encandilándonos por mundos que especulamos como superiores. O nos sumimos en miedos, cobardías y frustraciones.

Volvemos las espaldas al paisaje, al hombre y a su don de vida, de ofrecer y servir. Florián en cambio es un poeta de la naturaleza, la revive y anima, la recrea a su manera, está en comunión con ella, en consubstanciación con la flor, el fruto y el ser humano. así:

CANCIÓN VEGETAL

De las espigas,
la más soñante
te traeré,
y en la kantuta
de tus dos trenzas
la prenderé.

Y, ante los ojos
de cielo y aire,
palomitay,
fingirás una
planta de trigo
florida ya.

Sumaq espiga,
de aroma de oro
inundará
tu cabellera
y tu sonrisa
y tu soñar.

Espiga que habla,
musicalmente,
te contará
cómo sollozo,
y, entonces, tú
sollozarás...


8. Azul cosecha

Hace de los animales su propia fantástica Arca de Noé, un zoológico de ternura, donde sus metáforas e imágenes más recurrentes son la paloma, la perdiz, el venado, el conejo, la vizcacha. Como también otros fenómenos de gran esplendor: el rocío, la lluvia, los celajes; y, en suma, la presencia telúrica, como el sentimiento y la virtud de los hombres y mujeres al compenetrarse con la tierra:

Sembré la chacra
del trigal mío
por cosechar
sólo una espiga
que te perfume
y que te adorne
hasta expirar.

Y ya elegida
la espiga de oro,
nada de nada
me importa ya
que sobre todos
los llenos trigos
caiga el helar...

Espiga dulce,
la dulce espiga
de tu cantar,
espiga dulce
la de tu paso,
espiga dulce
la del trigal...

Serás, paloma,
la chakra de oro,
la azul cosecha
que tendré yo,
cuando te sieguen
mis puras hoces
de corazón...


9. La voz de la naturaleza

Y es que solo el ande puede mostrar estas flores impecables, leves y tenues en su preciosura, que crecen al borde de los abismos, solitarias e inalcanzables.

Que no se dejan ver en la caída de los precipicios de espanto, con sus colores azules, naranjas y amarillos intensos, de dos o tres pétalos, que se yerguen y sobreviven entre los abrojos y las tempestades.

Esta y otras tantas presencias entona y modula en su canto. También aquella hermosura bravía, oscura y hasta tenebrosa del ande, que Mario Florián ha sabido captar y mostrar en sus poemas.

NIEBLA

¿Por qué enamorada
de la hermosura del cerro...?
Trasciende a música de arpa
tu sueño.

Ya llegas, flor de quebradas.
Ya subes. Ya das al cerro
una afección incendiada
de invierno.

Él mismo ha expresado:

"Hombres y mujeres trabajaban (en el ande) al son de cantos. El don de la poesía lo he recibido de la clase ágrafa rural. Y mis poemas iniciales pretendían ser la voz de la naturaleza misma".


10. El hilo de tu ovillo

Un elemento nítido y en estado puro que transparenta la obra de Mario Florián es el amor andino, transido, sublime y níveo; que alcanza a elevarse y coronar las montañas. Y se hace nieve por su pureza y excelsitud:

PASTORALA

Pastorala.
Más hermosa que la luz de la nieve,
más que la luz del agua enamorada,
más que la luz danzando en los arco iris...
Pastorala.
Pastorala.

¿Qué labio de kukuli es más dulce,
qué lágrima de quena más mielada
que tu canto que cae como lluvia
pequeña, pequeñita, sobre flores?
Pastorala.
Pastorala.

¿Qué acento de trilla-taki tan sentido,
qué gozo de wifala tan directo
que muden en cenizas las entrañas,
como quema a mi pecho tu recuerdo?
Pastorala.
Pastorala.

Al gavilán le dije que te quiera,
y a zorro y a puma que amen tus ovejas.
Y puma y gavilán y zorro, desde
entonces, son palomas que te cercan.
Pastorala.
Pastorala.

Por mirar los jardines de tu manta,
por sostener el hilo de tu ovillo,
por oler las manzanas de tu cara,
por derretir tu olvido: ¡mis suspiros!
Pastorala.
Pastorala.

Por amansar tus ojos, tu sonrisa,
perdido entre la luz de tu manada,
está mi corazón en forma de alqo,
cuidándote, lamiéndote, llorándote...
Pastorala.
Pastorala.


11. Cárdena herida

¿Cómo es que el ande abrupto y marmóreo, ciclópeo y abismal produce una presencia tan dulce, tenue y frágil como es la mujer andina?

¿Cómo es que exista una nota tan sutil y tierna entre tanta fragosidad, desolación y miedo?

Y de voz dulce y cristalina, "mielada" dice él, comparable al rocío o al pétalo de una flor, nacida en un océano de rocas y sobre los precipicios.

Mujer que es fiel entre las fieles.

Pero es prodigioso también cómo el ande ha podido urdir y cincelar un animal de figura tan grácil y etérea que crece entre pedruscos como la vicuña.

Un hada, de una estampa tan distinguida, desenvuelta e incorpórea en los abruptos roquedales y en los vientos frígidos de las punas.

He allí el misterio y el amor sublime de nuestras serranías, amor tierno que entrega toda el alma, sin reticencias, menoscabos ni mezquindades, sin cálculos ordinarios ni pequeños.

Amor panal de miel, flor de alelí, torcaza ensimismada:

¿Tienes costumbres de ave, mi pastora...?
Con la luz de tu edad estremecida,
con tus ojos de luz horadadora,

–delante de una grey balando flores–,
has abierto un nidal, cárdena herida,
en el maguey en flor de mis amores.


12. Ternura de la poesía andina

Poesía de devoción, de adoración y sacrificio infinitos; de veneración consumada al ser amado.

Y no hay imágenes más apropiadas para describirla que todo aquello que entraña pureza y excelsitud: la nieve y la flor para la amada, el lucero y el sol para el amado.

En toda su obra está viva esa transparencia y fulge aquel resplandor de piedra preciosa.

Se vivencia aquel amor completamente arrojado y que se rinde sin condiciones al otro ser.

Amor de renuncia plena e indefensa porque todo lo entrega. Dependiente y sumiso porque todo lo ofrece y consagra.

O se convierte viento en el ala prodigiosa de la torcaza en el paisaje sideral.

Amor de la renuncia enmudecida, que se confunde con el destino ineluctable. Amor que se evoca en los plenilunios y en las noches estrelladas.

Este es el amor de toda una cultura, de todo un universo como es el mundo andino.

De allí que no podemos decir la ternura en la poesía de Mario Florián sino la ternura de la poesía andina, de la poesía quechua y del ande peruano.


13. Escancia su dulzor

Ternura que hace una poesía rítmica, musical, acompasada; de baile suave, de cadencia maternal en las estrofas; de silencios estallantes en las palabras y de gritos de clamor en los silencios:

LUNA DE POESÍA ENAMORADA

Suspendido dulzor. Elixir rubio.
¡Oh, panal verdadero en la enramada!

Me sentaré a mirarte hasta que llegue
la niña de las fuentes y el efluvio
de los campos en flor, y tu miel pruebe.

(Una flauta tiernísima yo tengo
para alabar su gracia montañesa:
melodía que trae el abolengo
de un jarawiq antiguo de tristeza).

Amándote con ella, como en nido
de candela –panal– y de fragancia,
llégate por el aire, sin ruido,
con suavidad de pluma, y derretido,
escancia tu dulzor en mi ansia y en tu ansia.


14. El delirio que te tengo

Y es que el amor andino es tal amor que junta también su arco de pasión con el nidal del adiós y de la muerte.

Es amor que se hunde y sumerge en la pena y en la despedida.

Es amor que por ser tanto es casi un imposible sentirlo y vivirlo.

Amor que es una herida mortal para la cual no hay cura, donde cuando se niega todo es noche y olvido.

¡Pero no lo dudes, te llevaré por todos los caminos! ¡Ese es el delirio que te tengo, y ese será mi consuelo! ¡Mientras tú te quedas sin nada mío! ¡Y no sabes cuánto has perdido!

ES UNA PENA LA MÍA

pastor andando, pastor
que modula, en su andarilla,
no sé que acento de amor.

Y desciende la montaña,
y sube, pronto, el alcor:
bufanda al cuello, y, al fondo
del corazón, un amor...

¡Qué te importa la majada,
si eres la pena, pastor,
que anda buscando sólo una
muerta andarilla de amor...!


15. En la sangre de sus venas

Debe estar presente aquí, al fondo de este sentimiento, muchos dolores y desgarramientos históricos que hacen que el corazón vibre así y de ese modo.

Desde los mitimaes incaicos que tenían que abandonar familia y no establecer raíces, hasta el despojo de nuestra raza por el conquistador foráneo que Mario Florián ha fustigado tanto a través de su poesía.

Amor que la cultura criolla no comprende y, al contrario, maltrata y zahiere, haciendo de ello membretes y clichés.

Amor del mundo humilde, pobre, amenazado por el puma codicioso y devorador.

Amor donde hay una dicotomía en la cual lo favorable es representado por la oveja, la majada, el rebaño y la pazña, que es la mujer andina.

Y hay, del otro lado, el mundo amenazante del zorro, el puma, el atoq, del político y la autoridad oficial.

Eso sí, no hay poesía erótica andina; no hay allí el amor sensual, material, devorador, lascivo; aquel que hace del otro una presa, un botín o una prebenda. Aprendamos esta sabiduría del amor del sentimiento andino y de la poesía de Mario Florián que lo ha expresado con plena autenticidad.


16. Poesía y educación

Pero hay otra filiación de este eximio escritor, cual es su vocación magisterial, pedagógica, didáctica o de pupitre de aula de clases, que llevó tan clavada en el alma y en la sangre de sus venas.

Tanto fue así que lo canta, lo celebra y le rinde pleitesía, levantando su pecho de emoción por todo lo que es educación y lo que significa ser maestro:

CANCIÓN DE LA O

Ayer, mi maestro,
ayer, me enseñó
a trazar la O.

Y, anoche, temprano,
cual pájaro ufano
al cielo voló.

Es para admirarse...
Tan pícara O,
desde mi cuaderno,
al cielo fugó...

–¡No es luna! ¡Es mi O!


17. Educaron con sus versos

Esta docencia de Mario Florián ahora se lo opaca, y hasta se lo denigra y zahiere, cual es la ligazón que él hace de la poesía con la educación. Porque hay quienes desde posiciones esteticistas abominan esta relación.

Pero cuidémonos de esas serpientes venenosas y sibilinas y abramos bien los ojos para ver quiénes sostienen esas posiciones: son aquellos que desprecian valores, que les es muy cómodo vivir sin ellos, porque su condición no soporta que se hable de principios, de consecuencia ni de coraje con los cuales es necesario vivir la vida. Y con los cuales sí vive el mundo andino.

Aquellos señoritos asumen la posición de descalificar la relación de poesía y educación porque tienen como elemento vital la amoralidad. Y el vivir solo de acuerdo a sus conveniencias, gustos y caprichos.

Asumen que basta que la poesía pretenda educar y tenga cualquier viso de relación con la virtud para motejarla de mediocre.

Se olvidan que la poesía eterna, se olvidan que los poetas clásicos, a propósito y conscientemente educaron con sus versos.


18. Agüita de mis manos

O, en nuestro país, se olvidan de César Vallejo, quien trabajó en las aulas, educó con su poesía y fue esencialmente y en todo un maestro.

Dice Mario Florián:

VENADITO DE LOS MONTES

Venadito de los montes,
por la puna correremos;
¡tú me lamerás la cara!
¡yo te acariciaré el lomo!

Te daré agüita de mis manos,
yuyo verde de los ríos
–acopiado por mis manos–,
venadito de los montes.

Si algún día me dejaras,
si te diera por perdido:
¡cómo, cuándo pastoreara
tu memoria, venadito!

Incluso, desde la literatura infantil se descalifica cualquier relación de la literatura con la escuela y la educación.


19. Relación fecunda

Es hora de salirle al paso a esta posición tendenciosa y claudicante, sosteniendo que este vínculo es fecundo y fructífero.

Que más bien hay que estimar con todo énfasis una manifestación artística que hasta ahora nadie defiende, como es la poesía o la literatura escolar.

Que vale como cualquier otra la poesía didáctica, aquel toque infantil de esperanza, de relación fecunda adulto y niño, de palabra y niño, de maestro y niño en la poesía:

EL LIBRO

El libro es mi amigo,
mi amigo leal.
Siempre va conmigo;
¡sabe conversar!

Me invita al descanso.
Me invita a estudiar.
Me lleva de la mano
como mi papá.

Yo adoro mi libro,
mi libro escolar.
Siempre va conmigo:
¡sabe conversar!


20. Un destino promisorio

Mario Florián ha exaltado, como es justo y necesario, el ser maestro de niños y jóvenes, porque quizá no haya enaltecimiento mayor en la vida y en la historia que el serlo de a verdad.

En esa acción aparentemente común y corriente; llana, humilde y transparente es donde se fecunda lo trascendente.

Es en esa consagración de poner sensibilidad, conciencia y valor para orientar la gracia de la vida en donde se decide lo supremo.

Es en este telar en donde se urden las fibras que diseñan y tejen un destino promisorio en el ser del hombre.

Es en el acto de educar en donde está toda la grandeza que cabe albergar en nuestra fortuita y precaria existencia.

Es en entregar lo poco que hayamos resumido de verdad, en donde cabe la ñizca de ser superior que podamos alentar.

Y todo esto como una concesión piadosa que se le hace al ser del hombre sobre la faz de la tierra.


21. Guía y conductor

Mario Florián estudió para ser maestro de escuela y lo fue así durante toda su vida. Siempre tuvo muy en el centro de su ideario y de su lucha ese compromiso con el destino del hombre.

Fue un docente consagrado a los niños pero también un maestro militante y combativo cuando se trataba de defender a los humillados y ofendidos de siempre, que en el caso del Perú es el estigma lacerante de nuestra historia que es importante revertir definitivamente.

En su actuación no solo aflora el poeta y el niño sino también el ser guía y conductor de su pueblo, de ser un abanderado y profeta, como cuando exalta la labor magisterial y sus luchas:

El preceptor de escuela y el mentor secundario, día a día, libertan –¡su rol es libertar! – inmensas multitudes, millones de educandos; les dan la libertad.

Porque se vuelve libre quien el saber cultiva, porque huye de la noche y la esclavitud. ¡Tu palabra, Maestro, tu voz caritativa lo oye la Juventud y la Infancia! ¡Y el pueblo! Y lo escucha la Historia como palabra que hace nacer la perfección... ¡Tu palabra es divina! ¡Tu palabra es victoria de Civilización!


22. El acto de educar

Se graduó de doctor en educación en la especialidad de historia en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y ha trabajado en diversas escuelas y colegios del Perú.

Pero en donde más labor ha realizado es en la Gran Unidad Escolar Bartolomé Herrera, a quien llama su alma mater y su hogar.

A ella dedica su libro Niño del nuevo mundo, poema pedagógico, editado por esa misma casa de estudios en el año 1956, en donde exalta la hazaña y eleva el cántico de júbilo que es el acto de educar, evocando a los amautas y a todos los forjadores de la educación y de la escuela en el mundo.

Oigámosle decir:

El humilde maestro, el maestro de escuela, a veces en las punas, bajo la tempestad; a veces en los llanos y a veces en las selvas de verde inmensidad. A veces en los pueblos y a veces en los campos, en las riberas donde se oye mugir el mar; en las hondas quebradas, en los oasis anchos de costa ecuatorial...


23. Conductor de su pueblo

Alguna vez asistí a una de sus presentaciones en el Instituto Nacional de Cultura del Perú, que tenía su sede en la Casa Pilatos, en el Jr. Ancash, al costado de la iglesia de San Francisco en el centro de Lima.

Me conmovió en aquella oportunidad la manera que tenía de recitar los poemas, como lo hace un escolar de aldea, canturreando, con entonación didáctica, con una modulación primaria, con un tono y mímica de alumno rural.

Muy auténtico y muy puro desde una visión, pero que para los soberbios sin duda sería motivo de burla y escarnio. ¡Para nada había cambiado ni adulterado su alma provinciana e ingenua!

Quizá incluso la cultivaba a propósito, para de ese modo irritar y hasta quizá ofender y humillar a los acicalados intelectuales ostentosos de ser refinados y extranjerizantes.

Él ha estado siempre ligado tanto a la poesía como a ser pedagogo, como a ser un luchador social como a ser un abanderado de su pueblo.


24. Nunca pestañó

La filiación de Mario Florián con la educación no sólo es didáctica sino social y política, lo cual le costó su puesto de profesor al ser subrogado en la huelga magisterial del año 1978. La revista Amauta informó del hecho de este modo:

"Como es de dominio público, el año pasado (Mario Florián) fue merecedor del Premio Nacional de Cultura, en el área de Literatura, y como es también de conocimiento público el mes pasado junto con miles de maestros del Sutep, fue arrojado de su pupitre de profesor por la Dictadura Militar".

Alfredo Rodríguez, Miembro del Comité Nacional de Lucha del Sindicato Unitario de Trabajadores de la Educación Peruana, Sutep, dio este testimonio:

"Nunca pestañó ante una responsabilidad. Siempre fue puntual en su compromiso sindical. Ya corriendo entre las bombas y las balas de la represión. Ya gritando nuestros slogans, acaso poco poéticos. Exacto en el lugar de reunión. Siempre en la primera fila del combate. Hoy, desde la prisión, me siento orgulloso de haber sido su dirigente sindical, de haber conocido a un poeta que no solo piensa y escribe sobre las luchas del pueblo, sino que es también parte de esas luchas.


25. Como si los apus

Y Horacio Zevallos Gámez, el dirigente legendario del Sutep escribió:

Pareciera que los maestros hubiéramos encontrado recientemente al hermano mayor, a quien habíamos perdido hace mucho tiempo. Y digo recientemente porque el grueso de maestros sólo hoy acaba de conocer la obra y el testimonio personal del más grande de los maestros peruanos: Mario Florián...

Pero, hay algo más en Mario Florián:

Es donde brota otro ser providencial, puesto que además de cantor de la belleza y prodigalidad de la naturaleza y de la mujer del niño y del maestro, en él se siente la encarnación de un representante del Estado Inca para trasmitir el mensaje de su reivindicación.

Es como si los apus lo eligieran a él para ser el conductor de su pueblo.

Para ello se dedicó a la antropología y a la arqueología, a la historia y a la sociología, y produjo obras macizas como: “La épica incaica”.


26. Tú desciendes del rayo

La suya es poesía de compromiso social e histórico, en donde su voz se vuelve áspera, bronca y tajante.

Poesía de protesta y de combate, de proclama ardorosa por defender principios a favor del pueblo como la identidad nacional.

Se pone al lado de lo humilde, de aquello que no tiene voz, ni presencia ni reconocimiento.

Poesía viril, fuerte, colosal: ¡de arenga! Para ser recitada en las plazas públicas. Tronante y guerrera, cual si fuera el pastor de truenos y tempestades:

ARENGA AL PERUANO

No te sientas pequeño, hombre común peruano,
peruano de estos días: publica tu grandeza,
delante de tu huésped, delante del foráneo
que llegó, de muy lejos, a comer en tu mesa;

que llegó, de muy lejos, a vivir en tu espacio,
y a hablarte de su origen y a hablarte de su fuerza...
Tú desciendes del puma. Tú desciendes del rayo.
Y en tus músculos duerme colosal fortaleza...


27. Los pueblos entrañables.

Y prosigue:

¡No te humilles! ¡Despierta! ¡Elévate peruano!
¡Erígete! ¡Ya es hora...! ¡Revive tu ejercicio
de Amansador de Mundos, de Continentes Bravos,
de Forjador de Imperios sobre los precipicios!

¡Levántate, peruano! ¡Pisa, otra vez, tu tierra...!
¡Que el horizonte vea tu figura broncínea
de semidiós, de cóndor...! ¡Despliega tu mirada
y el poder de tus alas y tu aptitud antigua!

¡Vindícate en tu tierra...! ¡Porque estás en tu tierra
desde hace eternidades! ¡Y tu tierra te adora!
¡Exprésate de nuevo! ¡Exprésate, peruano!
¡Sé heroicidad, destino...! ¡Levántate! ¡Ya es hora!

Revive también en su voz lo mejor de nuestras tradiciones, esencias y valores, los grandes fastos y hechos históricos, en coherencia con lo mejor de nuestra identidad, como son sus mitos, sus leyendas, la vida cotidiana de los pueblos entrañables.


28. Aquel juglar sensitivo

Donde él es conductor, amauta y mensajero de un tiempo nuevo; donde resaltan los intereses colectivos sobre los individuales, de aquellos hombres puentes, arcos, caminos hacia la utopía, que conectan con nuestros ancestros y tierras vírgenes.

Su verso deviene y conecta así con el sentir popular, sintoniza con nuestro ancestro y origen.

Y es que él formó parte del movimiento de "Poetas del pueblo", de la corriente literaria que asumía el nativismo poético, absolutamente conciente y decidido en lo que hacía.

Nativismo que como su nombre lo indica significa en su más prístino sentido volver a nacer, ser del lugar, estar pegado a la tierra, como es el caso de don Mario Florián, aquella tierra que como ha declarado de modo lacerante:

"hizo llaga en mí".

En él encarna el legendario “haravicu” del incario, aquel juglar sensitivo que canta las ternezas del amor, con finura y galanura propias del espíritu indígena peruano, de una pureza y diafanidad como fueron la vida y los principios en aquella época de nuestra historia que no está perdida, sino sólo oculta y escondida y que él hace aflorar. Y que es un compromiso nuestro hacerlo resurgir cualquier día.


29. Hiriéndose, cayendo

Pero así como Florián tiene una lírica excelsa, es a la vez portaestandarte de una poesía épica, que lo erige como un dirigente y un mentor de su pueblo, al que arenga, exalta e insufla valor.

Y al que convoca a emprender grandes hazañas:

LA HUMANIDAD EN LA CUESTA

¡Oh, cuesta material...!
Se quiebra
el valor de las piernas
al ganarla;
jadea la vida
en la garganta ...

Debe ser sangre desvaída
este pluvial sudor que nos empapa...
Por esta estoica,
por esta dura cuesta
cuántas veces –¡látigo, destino!–,
andaría mi padre, andaría
mi abuelo, el padre de mi abuelo,
–¡todo el río de mi raza! –
hiriéndose, cayendo, quejándose...
¡Los árboles más viejos lo recuerdan!
¡Los árboles más viejos lo refieren!


30. En esta cuesta

Sin dejar de ser el haravicu, el poeta de la endecha amorosa, es a su vez el poeta épico, en quien se hace carne el coraje, el valor y el heroísmo; pero mejor aún: aquel esfuerzo y afán se muestra y acontece en el plano de lo cotidiano:

–¡Pega con fuerza,
tala,
incendia,
hacha mía!,
¡derriba,
como árboles,
Triunfa...!
Así, mañana,
no habrá árbol,
no habrá lengua,
que le digan a mi descendencia:
si he caído o no he caído,
si he llorado o no he llorado,
si he abolido a Dios
en esta cuesta...!

¡Doblados por qué pesos,
con ojotas,
cuán diferentes hombres,
–mañana,
eternamente–,
la cuesta ascenderán...!


31. El grito de tierra

Mario Florián es volcánico y telúrico.

Como la naturaleza andina, que pone una pincelada sutil en una flor y exhala la huella secreta e indeleble de un aroma inencontrable.

Pero que azota con el estruendo, la eclosión y la vorágine de una tempestad en que rayos, truenos y oscuridad tenebrosa asolan el universo como en una conflagración cósmica:

LA TEMPESTAD DESEA SANGRE

Esta noche, sin ojos, de tempestad andina,
esta noche de cópula de relámpago y trueno,
esta noche en que silba el granizal y llora,
esta noche en que lanza su warak’a el estrépito,
esta noche en que el viento atenaza a la sombra,
esta noche de lluvia cual potro encabritado,
esta noche en que caen los cimientos del mundo,
esta noche en que el grito de tierra y cielo impetra:
–¡Hombre, víctimas quiero! ¡Quiero homenajes,
sangre ...!
¡Es un presente el hombre muerto para la tierra...!


32. Para disimular la amargura

Es vasta su producción poética en donde recrea fastos guerreros, hace ingresar coros de voces, recrea las obras de los incas, la gesta civilizadora de nuestros antepasados.

Esto es así a tal punto que ensambladas todas sus composiciones y textos épicos sin duda tendríamos el gran canto nacional a modo de los cantos homéricos, referidos en el caso de él al imperio incaico.

Al respecto, Ricardo Gonzáles Vigil expresa:

"Las dos líneas del proyecto creador de Florián resultan convergentes: el pueblo peruano es, en gran proporción, la masa campesina; su pasado glorioso no es otro que el de las culturas autóctonas".

Estando muy enfermo para su traslado ayudaban algunos vecinos que cargado y envuelto en una frazada lo llevaban y traían del hospital en un taxi, pues su magra pensión de maestro no alcanzaba para pagar una ambulancia que evitara esa incomodidad y ese maltrato.

Días antes de que él muriera, y luego de reponerse, ya en su lecho, de uno de los tantos procesos de diálisis que le hacían en el Hospital del Empleado le dije para disimular la amargura:

– Don Mario, ¿Cómo duele el Perú, no es cierto?


33. ¿Qué será más perdurable?

Su respuesta a mi pregunta fue una larga y honda interjección, suspiro o queja, que a la vez era un apóstrofe:

– ¡Carajooooo!

Eso dijo, ya con el celofán de la muerte brilloso y empañando su mirada plomiza que se posó unos instantes en mí, diciendo esa expresión honda y extendiendo las aes del vocablo cuanto más pudo.


Esa expresión rijosa era reconocer cuánto hay de abismo e infinito pegados a nuestros pasos.

Pero luego, buscándome otra vez con la mirada, sentenció como un claro mensaje:

– ¡Y siendo el Perú un país tan sabio y hermoso!

Cabe, con todo ello, hacernos la pregunta siguiente: ¿Qué será más perdurable en don Mario Florián? ¿Su lírica o su épica? ¿Su literatura para niños? ¿Su poesía de lucha por la redención del hombre?


34. Soy la eternidad de la tristeza

¿Todo ello dejará de tener significado cuando el Perú alcance a solucionar sus problemas, y sea un país digno, honesto, auténtico?

Al leer a Mario Florián las nuevas generaciones quizá no entiendan y se pregunten: ¿De qué hablaba este hombre?

Por eso pregunto: ¿Cuál será su vigencia? ¿Por qué no será olvidado? ¿Por cuál de los muchos contenidos será tomado como un ejemplo?

Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente

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