miércoles, 12 de octubre de 2011

EN EL DÍA DE LA MUJER RURAL - POR SOFÍA FLORES

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A LA MUJER RURAL

Por Sofía Flores

"La tierra tiene la actitud de una mujer"
Gabriela Mistral

Gratos recuerdos vienen a mi memoria de aquella mujer de campo, levantada apenas esclareciendo el día entre el ganado, aves de corral, cerdos, perros guardianes, falderos, entre el canto de las aves andinas, apeándose sobre mulas, caballos o las simples pisadas de sus pies sobre zapatos rústicos o sobre suelo frío, acostumbrados a la hierba fresca o seca, a la tierra árida entre zarzales y espinas, cubierta con un sencillo manto y su enorme falda, sus trenzas amarradas hacia atrás, su rostro cansado pero con la mirada irradiando fuerza y coraje para enfrentar un nuevo día, aquella mujer era mi abuela que en los días de fiesta se colocaba panecillos amarrados en el pelo y en su sombrero flores, hermosas florecillas de colores fueron el último regalo que me dio cuando nos despedimos al regresar de visitarla en la chacra donde vivía y donde murió .

Hoy es aquella mujer que está presente en cada instante en las regiones internas de nuestro Perú, plasmada como una fotografía de postal que orgullosamente ostentan los Andes peruanos.

Mujeres que labran, siembran, cortan, cosechan, crían animales, procrean hijos, son madres y obreras de la tierra también, sus espaldas encorvadas soportando la lluvia y el sol inclemente, aun cuando llevando a un pequeño enrollado en su manto prosiguen y cumplen su faena, sus manos están selladas con el trabajo diario del campo, de su lucha continua contra el mundo que la ignora y de la implacable furia de la naturaleza, aun así son forjadoras del sustento diario en nuestras mesas.

Son mujeres con fortaleza indómita, ricas en cultura, una cultura aprendida no en libros ni en salones de estudio, sino en la misma realidad donde su graduación es el fruto surgido de sus manos teniendo como testigo a la naturaleza que las rodea.

Estas son las verdaderas mujeres del campo quienes lejos de huir y engrosar las filas de la indigencia capitalina, son guerreras para luchar contra toda adversidad, valientes para no desmayar ante la tragedia, constantes e insistentes en defensa del preciado ambiente rural donde viven, con orgullo y dignidad.

Mas allá del halago y la condecoración material a estas mujeres del campo, sería loable darles el reconocimiento justo a su trabajo, teniendo en cuenta sus necesidades conforme al medio donde viven, acercarnos a ellas para entender sus sueños, identificándonos con sus problemas, comprendiéndolas y haciéndoles sentir que son valiosas.

No se trata de dar lo que a nosotros nos parece sino lo necesario y justo para ellas.

En el día de la mujer rural, hagamos una reflexión para buscar un acercamiento justo y razonable con estas mujeres, con programas que ayuden a elevar su nivel de vida, teniendo en consideración sus necesidades más apremiantes.

Respeto, justicia, reconocimiento y solidaridad.

Un saludo lleno de elogio y gratitud hacia la mujer rural en cada rincón de nuestro Perú.

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