sábado, 30 de julio de 2011

30 JUL 7PM - AULA CAPULÍ: HOMENAJE A GUAMÁN POMA, CENSOR Y VISIONARIO - PLAN LECTOR: GUAMÁN POMA, EN EL DOLOR DE SU PUEBLO : POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

Construcción y forja de la utopía andina


JULIO:


MES DE LA BATALLA DE
HUAMACHUCO, LEONCIO PRADO
Y FIESTAS PATRIAS


GUAMÁN POMA, CENSOR Y VISIONARIO



PROGRAMA

1. Palabras de saludo, bienvenida y presentación: DANILO SÁNCHEZ LIHÓN. Presidente de Capulí, Vallejo y su Tierra

2. Presentación de video: “Nueva Corónida o Buen Gobierno”. Disertación: WAINA LIMACHE

3. Primer comentario a video y disertación: RAMÓN NORIEGA

4. Segundo comentario a video y disertación: ANGÉLICA ARANGUREN

Fecha y lugar de realización:

SÁBADO 30 DE JULIO, 2011, 7.00 P.M.

Aula Capulí: Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este.
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República

Ingreso libre.

Se agradece su gentil asistencia

Teléfonos Capulí: 420-3343 y 420-3860

planlector@hotmail.com


GUAMÁN POMA, EN EL DOLOR DE SU PUEBLO


Por Danilo Sánchez Lihón


“Buen escribano,
mal literato, hombre magnífico”
Juan Gonzalo Rose

1. Abismos del alma

Nació el día, probablemente hora, y año en que los españoles ingresaban por la isla de Puná a nuestro territorio, antes fraterno, límpido y candoroso. Es a partir de entonces que su destino encarna un estigma.

Nació noble y príncipe en un mundo todavía feliz, aunque en el cuadrante o en el borde en que el tiempo se quiebra y se sume en un abismo. En que la prosperidad se muda en calamidad y desventura.

La suerte le iba a deparar que el mundo adonde sus padres lo trajeron, ese día y sin saberlo se quebraría para siempre. Porque hacia aquí arribaron hombres a quienes solo guiaba la codicia, adueñándose del oro. Y venían pertrechados de espadas, pólvora, caballos y el alma colmada de insanía.

Aprendió a leer y a escribir compulsivamente, no solo la lengua de los hombres que destruyeron aquel mundo, sino que fue a beber a los pozos en donde esa cultura del horror había bebido. Y aprendió latín, griego y hasta el hebreo.

Escribió una carta lacerante al Rey, denunciando el abuso que se cometía con sus hermanos de raza y el sufrimiento de quienes llevaban su sangre y de destino. Y los crímenes que cometían los invasores en nombre del rey, de Cristo y de la religión católica.

Fue un indio genial, precursor de la libertad, reivindicador del orgullo indígena, quien escribió con pasión, con las entrañas abiertas; y dibujó de modo manso y transparente, escenas de horror donde el papel y la tinta se vuelven precipicios del alma humana.


2. Informe al Rey

Indio este de descomunal inteligencia, pudo ver lo que nadie había visto. Supo de algo que nadie podía saber varios siglos antes de que apareciese; ni sentir lo que nadie podía haber sentido con tanta antelación en aquel tiempo.

Fue testigo de un genocidio implacable y despiadado, aplicado en contra de su gente hasta por recreación jocunda o divertimento en contra de sus hermanos de raza, quienes habían construido aquí un mundo con un orden social único, de sublime hermandad, solidaridad, respeto, adoración a la naturaleza y de canto a la vida.

Su nombre es totémico: Guamán Poma, uno de los escritores más intensos, apremiantes y conmovedores de América y el mundo, dibujante puntual y visionario taxativo en muchos campos. Es indígena neto, nacido al borde de los nevados. Indio llacuaz, yaro, de puna; quien vino al mundo en los días en que se producía la conflagración que dividiría nuestra historia en dos, con el quiebre del orden anterior en que trocóse la suerte de los nativos:

“de reinar, en vasallaje”, –como diría el Inca Garcilaso de la Vega.

Hijo de padre y madre oriundos del Perú, de antepasados incas, construyó uno de los más asombrosos alegatos en defensa y a favor de la población indígena de estas latitudes.

“Escrivillo es llorar”, es la frase con que resumimos el tema y el modo con que pergueña su Informe al Rey Felipe III de España, en una carta que consta de 1189 páginas y 400 dibujos.


3. Como cabe y corresponde morir

Ese informe, carta urgente o alegato, demoró 350 años en llegar a manos del Rey de España, acontecimiento trágico tratándose de un asunto urgente, del cual dependía la vida de mucha gente, cual es el “buen gobierno”, nombre que se incluye en el título con el cual denomina su larga epístola: “Nueva corónida y buen gobierno”.

Y, así como Túpac Amaru el cacique de Surimana, Pampamarca y Tungasuca en su movimiento insurreccional, rápidamente se apoderó de los caballos traídos por los conquistadores, como también de las espadas, escudos, armaduras y hasta arcabuces, formando un escuadrón de caballería en su ejército de liberación compuesto de runas, así también y lo mismo hizo Guamán Poma en el campo de las letras: se apoderó de la escritura.

Porque, ni bien eran invadidas y conquistadas estas tierras y ya se imponía el crimen, la expoliación y el saqueo de bienes y se perpetraba el genocidio sistemático de las poblaciones antes dueñas soberanas de estas tierras, cuando ya también se manifestaban los movimientos de resistencia y rebelión.

Allí es cuando Guamán Poma se apodera a su vez, y salvajemente, de la lengua, del código de la escritura para construir un encendido y bárbaro alegato a favor de sus hermanos de sangre, de raza y de destino: los indios.

Pero así como se apropiaba de su poder se enajenaba también con sus pozos negros y zancadillas, donde cae a ratos malherido, muchas veces contuso y finalmente inmolado, como cabe y corresponde morir a todo héroe.


4. Sin que llegara a su destino

Pero también se apoderaba de la religión, de sus prédicas, actitudes y del cúmulo de ritos y el abundante repertorio de preceptos y creencias, como de la emoción y el sentimiento del propio cristianismo.

Y es así para poder comparar, juzgar y denunciar inconductas, despropósitos y falsedades, tanto de autoridades, corregidores, encomenderos, como de eclesiásticos y doctrineros de España, venidos a estas tierras en donde todo alegaban que lo hacían en nombre de Cristo y su santa iglesia.

Intuyó, genialmente, que la mejor manera de defender a su pueblo no era peleando con las armas en los campos de batalla, sino escribiendo. Tampoco gestionando en dependencias, gobernaciones, audiencias o palacios, sino denunciando y conmoviendo con las páginas de sus apuntes instigadores y perentorios.

Y dirigiéndose nada menos que al Rey de España, mediante una carta, que empezó a escribirla a tientas, para volverse luego un acto inacabable, porque eran tantos los males que resultaron interminables en el padecimiento de la gente.

Tanto fue así que él se fue volviendo viejo en este intento arrebatado, designio que le consumió bienes y hacienda; por lo que perdió mujer, hijos, reputación, cargos mientras escribía.

Y se fue volviendo huraño, delirante y loco. Por esta razón se le consumió, en conclusión, la vida, sin que la carta llegara jamás a su destino.


5. Humillándose, exaltándose

Esa carta apelaba sobre todo al sentimiento y al corazón del monarca español en cuyos dominios no se ocultaba el sol. Siendo así, fue escrita entonces con lágrimas, rabia, despecho; sin dejar de construir un sustento doctrinario e ideológico, consumándose en ella la tremenda aventura de idear un orden nuevo, sin dejar utopía posible por avizorar y ponerla a la vuelta de la esquina.

Puso todas sus esperanzas en el platillo de esa escritura desvelada, entrecortada y de estertor; con la cual se ilusionaba que iba a resarcir los bienes, exorcizar los males, redimir la suerte de sus hermanos, a quienes veía sufrir, padecer y morir inermes, sin que se ejerciera para ellos justicia, ejecutados con crueldad e ignominia.

Y así se hizo escritor forzoso, sonámbulo e imperativo; escritor compulsivo y violento, que tenía que defender, evidenciar y enmendar.

Para ello recurre a la escritura, como si blandiera un machete, un hacha o un garrote con el cual luchar. Así recurre a la lengua y al idioma castellano y a su escritura estupefacta, para quejarse, apelar y clamar.

Así se solidariza con el dolor de su gente; convirtiéndose, humillándose, exaltándose; provocando e insultando a medio mundo, arrodillándose sin hacer caso a la coherencia de su discurso, o a la sintaxis de sus frases y párrafos. Tampoco a la forma y a la ponderación de su alegato.


6. Exorcizando con las letras

Pero antes tuvo que aprender ya adulto, siquiera los esbozos de dichos lenguajes, desde el castellano oral, difícil para un quechua hablante; pasando por el código de la escritura casi inalcanzable para un ágrafo de cuna.

Así aprendió el manejo de la pluma y de la tinta, increíble para un andino cósmico y con los cuales debía graficar, y explicitar los castigos, las penas y el sufrimiento de la gente, siendo su aprendizaje arisco y brutal.

Tal fue su urgencia y compulsión que los rudimentos en el dominio del código de la escritura lo arrebató de su hermano materno –este sí mestizo, mucho menor y no indio puro como él– y que profesó el sacerdocio, quien a trompicones le enseñó a leer y escribir, además de instruirle algo en latín y griego que él salvajemente aplica en sus escritos.

Utilizó la escritura para inquietar, fustigar, conmover, enarbolando la bandera de la redención de su pueblo, de su raza y de su identidad, como exorcizando con las letras sus inquietudes e impotencias.

No escribió para estar y sentirse bien, tampoco para complacerse y tener éxito o buena posición social. Ni mucho menos escribió para ocupar posiciones, ganar premios y ser miembro de ninguna academia.

Más bien, en este designio de la escritura perdió toda su riqueza, dedicándose a borronear página tras página. Y, previo a ello, a deambular por el mundo abismándose en conocer la realidad.


7. La tierra donde vino al mundo

Fueron tantas las dificultades que tuvo que superar y las barreras que tuvo que vencer a fin de escribir, que constituye un paladín, un mártir, y un gladiador.

Como son tantas las intuiciones geniales a las que arribó y se adelantó, tantas las ciencias antes ni siquiera avizoradas, gracias a su actitud ingenua e irreverente, a tal punto que no falta quien, para explicar este fenómeno, le quiera atribuir poderes sobrenaturales.

En realidad, los tuvo para darse cuenta que el mundo estaba al revés, para empeñarse en enmendarlo y persistir hasta morir en ese intento.

Guamán Poma era hombre de puna, llacuaz, de jalca. Era yaro, jalquino, de paja brava. Tenía de zorro de arriba, de águila y puma; también de vizcacha.

“Huamán”, es Rey de las Aves. “Puma”, es Rey de los Animales de Tierra, apuntaba él mismo, socarronamente.

Fue indio noble y con tal de defender a su pueblo, haciendo constar en sus escritos sus pesadumbres y vejámenes cometidos por encomenderos y adoctrinadores, llegó a ser mísero y hasta un mendigo.

¿Qué signo, determinista y fatal se cierne a veces sobre quienes escriben?

Nació en San Cristóbal de Santunto, dependencia de Santiago de Chipao, perteneciente al obispado de Huamanga. Su linaje y sus antepasados eran huanuqueños, de sangre Yarovilcas, pero la tierra donde vino al mundo fue en el corregimiento y en las alturas de Lucanas.


8. Pergeñado en sus interlíneas

Su nombre es de significación sagrada: Guamán, que es águila, era un ser venerado. Y Poma, que es puma, aparece en los altares de nuestras culturas primigenias, deidades ambas adoradas en el antiguo Perú.

A ello antepuso su denominación como Felipe que es una investidura, prestada por él mismo porque sabía quién era, quien se autodenominó Felipe nada menos por ser el Rey de España. Y agregó a su nombre Ayala, por un español tutor y amigo, a quién él tributa toda clase de reconocimientos.

Es indio y no mestizo. Quien, así como se apropió de la escritura para lidiar y combatir, se apropió de la genealogía y estructuró su árbol de sangre y linaje, de tal modo que sus ancestros pasan por los soberanos incas y se remontan hasta descender de un origen divino, con lo que muestra que a su quebranto, agregaba pertinaz y soberbio orgullo. Y hasta arrogancia.

La obra que escribió es un libro rudo, tembloroso y mesiánico que tituló “Nueva Corónida o Buen Gobierno”. “Corónida” por equívoco, al querer decir “crónica”, en su mal lenguaje, porque fue un alfabetizado compelido.

Quien para continuar con su memorial escribía en lengua de Castilla como también lo hacía en quechua, frecuentemente en aymara, a veces en latín, sin obviar desde luego el griego y hasta el hebreo.

Y, cabe imaginarlo, pergeñado en sus interlíneas hasta el arameo.


9. Obra urgente y perentoria

Lo hizo sin saber escribir de modo seguro, pues en muchos pasajes hace un amontonamiento de palabras sin ninguna sintaxis, que ha motivado que se diga que muchas de sus páginas pudieron ser escritas en estado de embriaguez.

O, cuando las palabras ya no le alcanzan, o ya no puede describir ni dar pábulo a sus emociones y experiencias, entonces coge la pluma y dibuja. O, repetidas veces, clama, manifestando que es imposible continuar desarrollando algo. Entonces, señala que se pone a llorar.

Su obra la escribió a lo largo de más de cuarenta años, de 1567 a 1613, como él lo precisa, hecho que ha sido cuestionado, aduciendo que en algunos períodos ofrece datos que ocurrieron en fechas posteriores, y que él dice haberlas vivido. A esto se hace la salvedad, y hasta se refuta, diciendo que el original pudo ser actualizado por él mismo.

Pero, de lo que sí no cabe duda, porque duele posarse en sus páginas, es que las escribió con el alma en vilo, como si se estuviese al filo de un abismo, o blandiendo un cuchillo, o “ante el morir”, como él decía.

Tres siglos esta obra urgente y perentoria, cuyo fin era aliviar los males de la gente, permaneció oculta y sepultada. Pero ¿cómo es que fue a parar en donde se la encontró sin sospechar nunca de ella?


10. El dolor de las lenguas

Su descubridor, después de aquellos tres siglos fue el director de la Biblioteca de Gottinga, Richard Pietschmann, quien se dio de bruces con ella en la Real Biblioteca de Copenhague en Dinamarca, encuadernada en pergamino, numerada como el manuscrito 2232 de la colección real.

Y la presentó con un informe en el Congreso de Americanistas realizado en Londres en 1912, con lo que al dolor con el cual fue escrita se suma el dolor de su olvido y enclaustramiento.

Pero hay otro de esos tormentos significativos, cual es el dolor de las lenguas con que fue escrita, de la escritura abrupta y retorcida de sus líneas y de las épocas en pugna.

Y hay el dolor de los instrumentos con los cuales él escribe, el dolor de los códigos, porque cuando ya es impotente para escribir alivia su fiebre y los oleajes de su sangre sublevada dibujando. Donde todo es asombro, estupor, confusión. Y debajo, o encima, o al lado cerniéndose el dolor.

Pero a esa confusión de lenguas se agrega otra más. El manuscrito se encontró en Copenhague, en una biblioteca y en un país de otro idioma, bajo la cúpula de una biblioteca de una lengua extranjera, que a él le hubiera aturdido: el danés, idioma más extraño todavía a aquellos en los cuales su legajo había sido escrito.

¿Qué hacía allí demorando en llegar su carta urgente y perentoria? ¿Qué desorden de lenguas, de sentido y de destino para el buen gobierno de su pueblo, que era su cometido y sigue siendo utopía y sigue siendo ilusión día tras día?


11. Los viajes

Para escribirla tuvo que realizar constantes viajes y, en muchos casos, dando vueltas sobre una red de caminos como en una noria. Estos signos mágicos, estos recovecos y pasos laberínticos de su crónica por el mundo real, y por el otro aún con más peligros, como es el mundo de la ilusión de un buen gobierno y la esperanza de redención para que todos se hagan buenos, sean explotados y explotadores, ¿no tiene acaso un signo trágico?

¿Y aquel otro viaje simbólico y laberíntico, y por extramares, mágico y atávico para ir a dar a la Real Biblioteca de Copenhague y permanecer allí recluida y confinada durante tres siglos? ¿Habrase terminado este sino? Ahora, ¿se la conoce? ¿Se la comprende? ¿Se entiende lo que dice? ¿Se explica su contenido?

Guamán Poma para escribirla se impuso investigar la realidad, cruzar caminos, viajar por los pueblos, permitir que lo apresen y liberen. Porque él era cacique de su provincia y fue al ver la explotación despiadada de sus hermanos de sangre y raza, y sabiendo que las leyes dadas por España se dedicaban a protegerlos, que se propone escribir dicha obra y de ese modo podía arremeter contra los malos funcionarios, venales y corrompidos.

En tal propósito consideró seriamente que lo mejor sería informarse averiguar, investigar, hacer anotaciones siendo el primer periodistas de estas tierras. Armó su taller, en donde incluyó a su caballo y a sus dos perros con los cuales se lanza por los caminos. A entrevistar a los antiguos, a los viejos, a los presentes y a los futuros.


12. El autor que camina

Se dedica a visitar pueblo por pueblo para conocer su vida y sus costumbres. Él mismo se dibuja bajo la lluvia, con relámpagos y truenos; pone el sol a un lado y a la luna en el otro, significando de ese modo viaje, transcurso o devenir, dando lo mismo caminar con luz de sol o de luna.

Él mismo se denomina “vagamundo” o "el autor que camina", de feria en feria pueblerina, de valle en valle, de cuenca en cuenca; deambulando por los mercados, por las fondas de mala muerte, con su castellano mal hablado, pernoctando a veces en guaridas de bandidos.

¿Qué hace en todas estas circunstancias? Observa, conversa y anota. No olvida mentalmente nada. Registra, como si cumpliera una misión trascendental en su vida, haciendo cálculos y comparaciones, recogiendo información de toda clase, sobre hechos históricos, acerca del origen de los pueblos, acerca de los antepasados, sobre costumbres, medicinas, aspiraciones, y acerca de los pobladores; pero, sobre todo, testimoniando el dolor de la gente expoliada por mandones y mandoncillos.

Llega a un pueblo y busca a los ancianos de más de 100 años, y a los quipukamayos que leen la escritura en los nudos de hilos de colores en donde lo primero que resalta de sus relatos es la grandeza y el esplendor del imperio incaico.

En este trajinar andariego perdió su caballo, de nombre “Guiado”, murieron sus perros “Lautaro” y “Amigo”, y se le escapó el hijo que llevaba, llamado Francisco.


Lo que no pierde durante cuarenta años, llevándolas por uno y otro camino en su alforja, son estas hojas alucinadas, es este su manifiesto con el cual él pensaba redimir a sus hermanos de raza y de cultura, y a eso se aferra fanático e intransigente.


13. Otra era la condición

De lo primero que se dio cuenta es que el mundo no había sido así. Los abuelos le informaron de la grandeza del imperio incaico, de la nobleza insigne de sus antepasados, de la justicia proba y de las leyes justas y benefactoras que imperaban antes, de lo cual ahora por obra de las armas extranjeras solo quedaban ruinas y despojos, porque apareció y se impuso una cultura del saqueo, del egoísmo y la falsía.

Ocho décimas de la población de los antiguos peruanos habían sido aniquiladas y desaparecidas. Es decir, de cien se dio muerte a ochenta. Y su obra se torna por eso denuncia de los crímenes y atrocidades que se seguían cometiendo en contra de los indios parias, míseros, tratados peor que bestias.

“Peor que los mismos perros”. –Diría.

Y había que poder mirar al revés, vueltos de cabeza, para darse cuenta que otra era la condición que correspondía antiguamente a los indígenas.

Pero, ¿qué infierno y lugar de condenación es este que hasta los virreyes en sus informes suplican piedad para los nativos de este suelo? ¿Ellos no podían hacer cumplir las leyes que se daban? ¿Gobernaban o no? ¿Qué lógica es esta?

Lo concreto del poder ¿quiénes lo tenían? Eran los corregidores y encomenderos. Los virreyes hacían vida social y, de vez en cuando, se condolían de la miseria de los hombres de este reino que antes había sido suyo.

De prósperos se convirtieron en “los más pobres del planeta”. Después de haber pertenecido a una sociedad en que no hubo un solo desprotegido, ni alguien que se quedara de hambre, en el gran Tahuantinsuyo; donde en previsión había en los tambos guardados alimentos, ropa y herramientas hasta para ochenta años futuros, se volvieron pongos y pongos sin derecho a nada.


14. ¿Cómo escribió?

¿Cómo escribió su obra? Conversando con los pobres, trabajando en todos lados. Él mismo lo refiere de este modo:

“dexando mis casas y hijo y haciendas etravajado enrandome a medio de los pobres... prendiendo las lenguas y leer y escribir siruiendo a los dotores y a los q. sauen y alos q. no sauen y meecriado enpalacio en casa del buen gobiern en la audiencia y e servido a los sañores bisorreys oydores prisidentes y alcaldes de corte y a los muy yllustres Yn cristos Sa obispos y a los ilustres comisarios y etratado a los padres corregidores comenderos becitadores ceruiendo delengua- y counersndo y preguntando a los espanoles pobres ya Ynºs pobres y anegros pobres euisto becitador de la Sta. yglecia y becitador general de Ynºs tributarios y rreuicias y conparación de tierras y como pobre con ellos trato y anci me descubre su pobresas y a los padres sus soberbias lo tanto trauajo de la soberbia delos pe corregor comendero de caciques prencipales los q. percigue alos pobres dejesucristo aueces es de lorar aueces es de reyr...

La recopilación folclórica que hizo Guamán Poma incluso por sus propios detractores es reconocida como extraordinaria y valiosa.

Recoge cantos, danzas, ritos agrícolas y religiosos, poemas, algunos de ellos estremecedores, como este:

En el cráneo del traidor beberemos
llevaremos sus dientes como collares
de sus huesos haremos flautas
de su piel haremos un tambor y
entonces bailaremos.


15. Un visionario solitario

Pensó solo, sin tener grupo, academia ni círculo; ni un colectivo de personas que lo secunden. Su texto así es un soliloquio, un hablar a solas, una confesión de parte, una jaculatoria consigo mismo.

Su defensa de los indígenas no era una corriente de pensamiento compartida por nadie. A nadie se le ocurría esbozar una protesta porque la condena y el suplicio estaba avalado por Dios mismo. Y por el poderoso Rey de España en cuyo nombre se actuaba.

Porque no solo era arriesgado hacerlo sino atreverse ya era un acto suicida. No se conocen otros nombres de personas que formaran con él un corrillo, junta o racimo de amigos. No tenía un cónclave, cofradía o círculo de amigos con los cuales pudiera compartir, debatir y confrontar sus ideas.

Rumiaba sus pensamientos, solo. Mascullaba sus palabras, aislado. Acunaba sus sentimientos en solitario, aislado, entristecido. Y luego escribía. Y debió proteger y salvaguardar sus escritos como si fuera un arma letal, o un tesoro.

Su informe al rey era su nave, su tabla de salvación, su asidero en el abismo. Todo lo vivía para consignarlo en las páginas de su atestado, sin dejar de ser una carta personal, solitaria y confidente.

Atestado que al final llegó a constituir un legajo de 1179 páginas, con 400 dibujos de la vida cotidiana, de las costumbres y de los hechos sociales e históricos de su época.


16. Avizoró disciplinas

La suya es escritura con las entrañas abiertas. Es escribir como si estuviéramos amarrados a un cepo de tortura, como si fuéramos a morir irremediablemente, amando y odiando.

Ese fue el destino de este apóstol indio.

Fue un idealista de solemnidad y en el fondo un alma candorosa y hasta ingenua. Pensó en la magnanimidad del Rey de España y a su bondad se aferra.

Es el brazo en el cual se apoya y se sostiene para corregir los males del mundo de este quijote indiano. Pensaba en que las leyes son buenas y los que las aplican son malos, venales y abusivos.

Fue un recogedor fascinado de tradiciones, un documentalista íntegro, un científico de la información. Y, a su manera, un innovador de contenidos asombrosos en el campo de la educación y el desarrollo social.

Tal como lo dejara consignado el historiador Juan José Vega, en su libro “Guamán Poma, el precursor”:

Fue visionario en una época en que sólo una mente delirante hubiera concebido: la educación femenina, la educación por el arte, la enseñanza bilingüe, la educación permanente, la educación universal. Fue precursor también, en el año 1600, en que vivió, de la independencia americana

Avizoró disciplinas y profesiones, tales como: el folclore, la geografía, la antropología, los estudios afroperuanos; aparte de tener intuiciones geniales respecto al evolucionismo social, la teología de la liberación, la jornada laboral limitada a las ocho horas, asuntos en los cuales en la época que vivió a nadie jamás se le hubiera ocurrido.


17. Dolor y queja

Por más de tres siglos solo existió un ejemplar de su obra, manuscrita por él mismo.

Absolutamente cerrada por tres siglos estuvo esa epístola dirigida al rey que él abriera y volviera a abrir bajo las estrellas de los cielos de todos los pueblos por los cuales anduvo.

¿Conocerla hubiera cambiado en algo el destino de las poblaciones indígenas?

Aunque, ¿para qué hacer estas suposiciones entristecidas?

Pero, lo menos que podemos decir es que él fue un escritor valiente y no complaciente. Vigoroso y no de la morbosidad. Sincero y no medrero, como ahora hay tantos.

Traza siete escatologías de animales para parodiar y caricaturizar la fauna que diezma y tortura a sus hermanos indígenas:

El tigre (españoles del tambo), serpiente (el corregidor), león (el encomendero), zorro (el cura aldeano o padre de la doctrina), gato (el escribano), ratón (el cacique principal).

estos dichos animales que no temen a Dios, desuellan a los pobres indios en este reino, y no hay remedio, pobre de Jesucristo.

En su crónica hay dolor y queja contra la desmesurada codicia de corregidores y encomenderos.


18. Y siempre acerca de la vida

Es apasionado, fanático, parcial. En ello se le va la vida. No es neutro ni ponderado, no sereno sino más bien apasionado. ¿Cómo había de serlo teniendo el abuso y la muerte por delante?

Es luchador, vive apostrofando, divagando si se quiere, pero defendiendo lo inalienable. Y toma partido por algo. Su obra, testimonio como él lo dijo, que:

“A unos arrancará lágrimas, a otros maldiciones, a unos risas; otros lo encomendarán a Dios...”

A ratos riguroso a ratos alucinado. Por momentos cuerdo y por momentos desmesurado. En instantes piadoso y en otros delirante y exacerbado.

A ratos creyente a ratos apóstata. Reencarnación de la behetría que subsiste en el fondo y en la inconciencia del alma de nuestra gente.

Sería difícil encontrar un explorador, recopilador, procesador de información y sobre todo un defensor de su pueblo, más vivo y arriesgado que él.

Fue también, por este motivo, el primer ambulante del Perú, que andaba escribiendo en el libro que llevaba escondido en la alforja sobre la cual iba montado.

Y, a veces, que llevaba bajo el brazo para escribir por los obrajes, las minas, los puertos, orillando el curso de los ríos, o en las casuchas de los pastores en la altitud de las jalcas. Y siempre acerca de la vida y el sufrimiento de la gente.


19. Personaje fabuloso

Fue el primer recolector de nuestras tradiciones orales, el primer folclorólogo y documentalista en el Perú; precursor de muchas corrientes de pensamiento para el Perú actual.

En todo sitio –a veces a la luz de la luna– iba escribiendo. Fue primero un maravilloso lector oral, que no tenía casa y dormía en los zaguanes de donde era arrojado, porque su presencia y su modo de ser resultaban impertinentes.

Su genio y su lenguaje eran virulentos, constantemente procaces. Y quien tuvo diversas denuncias como un indio “de mala inclinación”.

Se conoce que quitó mujer y le quitaron también su mujer. Que era jaranero y andaba y bailaba hasta el amanecer.

¿Acaso, muchos seres del presente no se sentirán identificados con este personaje fabuloso?

Y es que nada más chocante para aquella época que un indio orgulloso. Mucho más, que tenía mucho de verbo y mucho de razonable en su decir.

A él no se le había pasmado ni la mirada ni la boca.

Porque se tiene el estereotipo de ubicar al indio sumiso, lacayo y servil.


20. Indio levantisco

De allí ¡qué sublevación debe haber causado entonces la imagen de un indio atrevido, vigoroso y desenfadado!

Con lengua fácil para aducir, replicar, debatir; presto a la denuncia y al desacato. Dispuesto a señalar entuertos y esclarecer malas acciones.

Un indio así debe haber sido inaguantable, juzgado desde su condición de indio. Estas libertades hasta se podían permitir en cualquier otra raza o clase social, pero no en un indígena de la colonia más despiadada y aberrante del planeta.

Fue un indio perennemente sublevado, pese a que se declara vasallo del rey y cristiano fervoroso. En el fondo se pone las investiduras del rito occidental para bufar, bramar su rebeldía, despotricar enfatizando sus condenas.

Se atilda para lanzar su grito herido en nombre incluso de los supuestos valores occidentales.

Lo encerraron varias veces en la cárcel, porque no era un indio sumiso sino arrogante. Tenía una fascinación por si mismo. Se dibuja armonioso, joven, seductor. Y consignaba por escrito ser príncipe.

De su obra le decía al Rey en su grueso legajo: "Escrivillo es llorar", por el enorme sufrimiento de su gente y por los males que en su libro se cuentan.


21. Qué extraños laberintos

Fue el primer "gestor de información", pero de aquel conocimiento para cambiar el mundo urgentemente y redimir la vida y la realidad lacerante.

Fue recogedor del conocimiento y del saber que nos interesa estar al tanto, porque está hecho para tomar decisiones de vida o muerte; de aquel que representa al hombre, que nos dice de la realidad, que subleva y postula una esperanza.

Sin embargo, su libro “Nueva Corónida o buen gobierno” no llegó a su destinatario.

Fue vendida al peso en una carnicería de Lima, cuando su autor ya mendigaba y se había decepcionado del último intento que hizo de remitírsela al Rey.

Como hemos dicho, fue descubierta en 1908, se presentó un informe acerca de su existencia en 1912 y recién fue publicada el año 1937.

Está no solo dedicada sino escrita y dirigida al Rey.

Pero llegó a su destinatario 350 años después, cuando el Rey de España, don Juan Carlos de Borbón, visitó en 1972 el Cuzco, acompañado de su esposa, la Reina Sofía.

Fue en esa circunstancia en la cual, el Alcalde de la ciudad don Daniel Estrada, le entregó un ejemplar editado de aquella obra.

¡Qué extraños laberintos siguen los pasos de los seres, los asuntos y las cosas en este reino estremecido!


22. El marginado de siempre

Guamán Poma quien recogió datos y vivencias empapados en lágrimas, sudor y llanto del pueblo que amó, y por el cual se hizo mísero, dejó plasmada una obra grandiosa y estremecedora.

Sin embargo, por el hecho de ser indio, ni en vida ni tampoco después de muerto, es tomado en cuenta en el repertorio de personajes importantes del Perú.

Sigue siendo un marginado. No hay una sola calle que lleve su nombre, ni una plaza consagrada a su memoria, ni un solo sitio, ni un monumento, ni cualquier cosa que resalte su proeza en cualquier ciudad importante de nuestro país.

No figura ni siquiera entre los retratos de hombres que se los erigen como aquellos que culturalmente han ayudado a construir el Perú, y que se presenta en la galería de forjadores de la nacionalidad peruana.

No está entre quienes lucen en la galería de retratos en el salón principal de la Biblioteca Nacional del Perú.

Al contrario, aún se lo persigue para destruirlo, como a Túpac Amaru. Se trata de hacerlo desaparecer. Así tenemos que en el último congreso de historiadores realizado en la Pontificia Universidad Católica del Perú, se consintió que se presentara una ponencia, a cargo de la italiana Laura Laurencich, en la cual se lo niega.

En ella se postula incluso que nunca existió, atribuyéndole su "Nueva Corónida..." al sacerdote chachapoyano Blas Valera. ¡Como si el sufrimiento, el dolor y la esperanza, por no referirnos a la lucha feroz con el lenguaje, pudieran simularse!


23. Arma de lucha

Cabe imaginar a Guamán Poma, cuando todo en la escritura se le encrespa y solivianta, cuando nada ya le obedece, recurrir al entresueño y a sus imágenes, esbozadas para entreoír, ya con la pluma detenida, lo que hay de apuesta, de supuesto y de no dicho. A lo que hay de devoción entre las líneas y ringleras de letras uniformes y decisivas.

Cabe oír en ese entresueño las voces y desentrañar los sones de las cúpulas de las torres de los campanarios de las ciudades despiertas o dormidas. Cabe recurrir a la oralidad para oírlo apostrofar, maldecir, gemir. Y retorcerse de dolor.

¿Podremos escucharlo? Porque en escritores representativos de un pueblo, como es él, cabe leerlo en lo no dicho, en los códigos que no han quedado registrados ni cifrados, pero que aletea en el aire impalpable. Y allí es posible imaginarlos.

Porque la literatura y su función en la realidad se da en el sentido de la relación que una obra tiene con nuestra identidad, que es lo mismo a decir: que equivale y tiene correspondencia con nuestro destino como individuos y como comunidad.

En Guamán Poma hay esa honda correspondencia, como en César Vallejo, José Carlos Mariátegui y José María Arguedas. Encontramos en ellos la equivalencia del acto de escribir junto y paralelo al de dolerse y sufrir para que a partir de ello construyamos un mundo más auténtico y mejor. Y de anhelar el bien y luchar por la humanidad.

Y, mientras el dolor permanece y hasta se expande, utilizar la pluma como un arma de lucha y redención.


24 Raíces en la heredad

Por eso, aquellos autores citados son los paradigmas de escritores, porque en ellos como en ningunos otros, está latente y palpable el drama de nuestra identidad.

Constituyen los modelos de escritores a seguir, no para tener éxito, ni para vender ni para ganar premios, ya que se cree ahora que eso es lo que cabe esperar de un escritor, una suerte de ser y parecerse a un mono de vitrina.

Él asume el escribir para defender, amparar y proteger; cumpliendo una alta misión social, vigilante y redentora. Él constituye un paradigma de las letras ariscas, rebeldes y conturbadas consigo mismas, urgido de escribir por el dolor en el que se desangra su pueblo.

Es un creyente en la función social y en la moral transformadora de la palabra escrita a partir de lo cual se derivan decisiones trascendentes. Eso lo salva y lo vuelve un referente en la historia humana.

Lo delinea como el indio sensible, dolido y ofendido que supo comprender esta dimensión de la palabra escrita y consagrarse a ello con fervor descomedido. Indio además de gran coraje que intuyó aquel poder mágico y revelador, por saber amar lo nuestro y hundir las raíces en la heredad querida.

Por alentar nuestra identidad y escribir aquella obra desmesurada, que al decir de don Raúl Porras Barrenechea es una “Monstruosa miscelánea”, autor que no solo se burla de él sino que hace escarnio y hasta lo calumnia.

Pero peores improperios escuchó en su vida arriesgada, plena de excesos y desmesura.


25. Un alegato moral

Eso sí, su obra es un monumental legado a nuestra nacionalidad, a la reconstrucción de nuestra historia, a la formación de pertenencia e identidad, personal y colectiva.

La suya es la voz de quien veía que era un imperativo moral sacudir la conciencia del gobernante, de quien veía que de aquel dependía la solución a los males que afligen a la gente, reflexión candorosa que no resta mérito a su descomunal aventura vital.

Es la voz, la palabra y la letra que hasta ahora sangra y que clama por las condiciones de vida que sufren los indios en minas, obrajes y haciendas, nos llena de coraje y esperanza.

Es la voz de un escritor que quiso y quiere cumplir la misión de aliviar el sufrimiento de la gente, del cronista de una época que eleva en la picota sus sentimientos y su conciencia histórica.

Es la voz de compromiso con el pueblo, con lo popular, con lo humilde, lo pobre, lo sencillo y mísero. De adhesión al hombre que sufre y a ese vibrar con lo telúrico.

Que nos enseña a solidarizarnos y a comprometer nuestra vida con los más caros ideales humanos, aunque ello devenga, ayer u hoy, en tormentosa, angustiada e infausta epopeya. Y a eso llamo escribir para querernos y amarnos.

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