viernes, 15 de julio de 2011

15 DE JULIO: HOY NACE CATALINA RECAVARREN - PLAN LECTOR: POETA DE LA HERMANDAD DE HOMBRES Y PUEBLOS - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA


Construcción y forja de la utopía andina

JULIO:

MES DE LA BATALLA DE
HUAMACHUCO, LEONCIO PRADO
Y FIESTAS PATRIAS


SIEMPRE ENTRE NOSOTROS

MARÍA TERESA INGAR
ESPOSA DE MANUEL VEJARANO
MISA DE AÑO. IGLESIA DE LA MERCED
SÁBADO 16 DE JULIO 4.30 PM.


PRÓXIMA ACTIVIDAD
SÁBADO 16 DE JULIO 7 PM.
RECITAL Y HOMENAJE:
CARLOS GARRIDO CHALÉN

Aula Capulí:

Tacna 118, Miraflores.

Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República

Ingreso libre.

Se agradece su gentil asistencia
Teléfonos Capulí: 420-3343 y 420-3860

planlector@hotmail.com


CALENDARIO DE EFEMÉRIDES DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL

15 DE JULIO

HOY NACE CATALINA RECAVARREN

PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA

POETA DE LA HERMANDAD DE HOMBRES Y PUEBLOS


Por Danilo Sánchez Lihón

1. Juntemos las manos

Era espigada y del color del pan, con una larga trenza recogida sobre la nuca altísima. De ojos luminosos y profundos. De gestos desenvueltos y casi infantiles.

Tenía en aquel entonces 82 años y conservaba su garbo, su donaire y hermosura. Se la sentía libre y niña.

Empezó leyendo el poema “La ronda de todos”, que dice así:

– ¿A qué jugáramos?
¿A qué jugaremos?
– A la ronda, ronda
de todos los niños
en todos los campos
y a todos los vientos…

Juntemos las manos,
liguemos las manos,
los niños de todos
los pueblos del mundo:
vecinos, lejanos…


2. Seamos amigos

Ponía énfasis en el contenido fraternal, solidario, entrañable, de hermanos que no tienen por qué confundir el sentido de la vida. Y continuó:

Juntemos las manos:
los blancos, los negros,
los rojos, los pálidos;
los de costas de oro
con palmas y plátanos,
los de níveas cumbres
y lagos helados;
los de los desiertos
y selvas de fuego
y los de los páramos…

Seamos amigos
jugando, jugando…
No importa que hablemos
idiomas distintos,
porque en todas partes
es igual el canto…


3. Humilde y silenciosa

Juguemos, cantemos:
– “¡A la ronda, ronda
de todos los niños
en todos los campos
y a todos los vientos!”

Sigamos jugando,
jugando, jugando,
unidas las manos,
prendidas las manos…
para que, ya grandes,
sigamos cantando,
cantando, cantando,
la palabra: ¡HERMANOS!

Su voz era cristalina. El silencio del público era pleno, arrobado, total. Se podía sentir la respiración contenida de las 800 almas que colmaban platea, palcos y galerías del Teatro Municipal de Trujillo.

Parada allí, en medio del escenario se la veía como una chiquilla expuesta y asombrada.

Era Catalina Recavarren quien había llegado humilde y silenciosa a este encuentro.


4. Capullito de mi flor

Luego leyó su poema “La mano”. Y el público siguió igual, absorto, asiduo, fervoroso:

¡Retoñito de mi carne!
Capullito de mí flor:
Conforme tú vas creciendo
¡se me achica el corazón!

Quédate así, menudito:
de cinco añitos, no más...
Con cinco dedos, la mano...
¡qué bien se sabe bastar!

Pequeño como violeta
como mata de fresal...
Árbol que crece muy alto
¡viento lo puede tronchar...!

¡Retoñito de mi carne!
Capullito de mi flor:
conforme tú vas creciendo...
¡se me achica el corazón!


5. Te tengo aquí

Y finalmente, ya con la voz temblorosa, leyó el poema “Vida”, que habla de un niño, sus travesuras, los regaños y el abrazo lleno de lágrimas:

LLEGASTE salpicado
de tinta desgreñado...
la blusa hecha girones,
un "siete" el pantalón...

Iba a darte de gritos
y hasta un par de palmazos,
más, como un cervatillo,
me saltó el corazón...

Vi tu carita ingenua, sudorosa anhelante...
Tus venitas azules latían de temor.

Sentí tu aliento fresco en mi mano gastada
y casi ¡tuve ganas de pedirte perdón!

Hijo: mi pequeñito, mi carne, mi rebrote,
surtidor de mi sangre ¿qué te puedo decir?
Derrama los tinteros, ¡destroza los vestidos!
Estás vivo. Estás sano. ¡Y yo te tengo aquí!


6. Ella se impuso

Antes de caminar a su asiento hizo la venia de haber terminado cogiendo el borde de su falda plisada. Y allí el público, que colmaba de bote a bote la sala, como si despertara prorrumpió en un aplauso resonante y estruendoso de uno, dos, tres minutos.

Nunca yo había escuchado un encomio parecido o semejante, al unísono, tremolante. Y no paraba.

Tuvo que ponerse de pie varias veces algo tan espontánea, tan cálida y tan cariñosa adhesión de un público en su mayoría estudiantes de universidades e institutos pedagógicos.

Desde muy atrás del escenario se la veía asombrada. Yo pensé: después de un aplauso como este ya cualquiera puede morir en paz.

Aquel aplauso no era solo por lo que el auditorio había escuchado sino por lo que veía y reconocía: un alma tierna, suelta y sin egoísmos.

Porque el público saboreó por sí mismo su poesía. Nadie lo condicionó, porque no se la había presentado con algún ribete dorado o cualquier otro aspaviento.

Al contrario, la presentación fue monda y lironda. Ella se impuso. Era la fuerza y la contundencia de su poesía.


7. Estrechar su mano

Esto sucedió en el marco del V Encuentro Nacional de Literatura Infantil y Juvenil “Abraham Arias Larreta” de la Asociación Peruana de Literatura Infantil y Juvenil, APLIJ, realizado en Trujillo y Santiago de Chuco el año 1986.

Para quienes lo hayan olvidado o para quienes no lo sabían, ella fue una niña prodigio. Además de bella talentosa y genial para la versificación fácil.

Había producido mucho, poemas que al primero que encontraba se lo entregaba la única copia que había escrito.

Su primer poema lo publicó el maestro Raúl Porras Barrenechea en la revista Alma Latina, en el año 1917.

Para mí y en mi caso era el tercer encuentro reverente, silencioso y a la distancia con esta escritora.

Porque yo contemplé todo esto desde la parte posterior del gran auditorio, última fila de la nave. No me acerqué, ni pude estrechar su mano.


8. Me asusté

Constituía para mí un reencuentro después de muchos años en que ocurriera el primer vínculo mío con esta escritora.

El hecho ocurrió del siguiente modo en mi tierra, Santiago de Chuco.

Había cumplido once años y cursaba el primer año de media. Tocaron a la puerta de mi casa y salió mi padre a ver quién era.

Era el instructor Pre Militar, Suboficial Wilmer Jara Vallejo a quien temíamos por su severidad, rectitud y rostro adusto.

Vestía siempre un uniforme beige impecable, de líneas rectas indesmayables, con sus insignias relucientes y galones relucientes y su quepí.

Era derecho como una regla, a quien solo faltaban las rayitas de los milímetros para poder demarcar con él cualquier superficie, y en todo era rectilíneo, menos lo fue en esto que recién voy a contar aquí.

– ¡Hijo! Ven. –Escuhé llamar a mi padre luego que conversaran un momento. Me asusté. Pensé: ¿Qué falta he cometido? ¿Qué de malo habré hecho?


9. La respuesta inevitable

Entré a la sala y saludé como él nos había enseñado que teníamos que hacerlo fuera donde fuera que lo encontráramos.

Para ese saludo militar nos poníamos en situación de firmes tan pronto lo veíamos, pegábamos los codos al cuerpo y los brazos a la altura del pecho, echábamos el cuerpo hacia adelante y a paso ligero avanzábamos hacia él.

Seis pasos antes parábamos en seco, entrechocábamos los tacos de los zapatos con un sonido exacto y llevándonos una mano a la frente de manera enérgica saludamos diciendo:

– ¡Buenos días, mi suboficial!

Así lo hice, aunque esta vez fue en la sala de mi casa. Él respondió con un gesto amable y simple, con su voz asordinada.

– ¡Buenos días! –Respondió.

– El suboficial quiere que recites este poema en la ceremonia de Fiestas Patrias que se llevará a cabo el 28 de julio en la Plaza de Armas.

– ¿Comprendido! –Era la respuesta inevitable que yo tenía que dar, cuadrándome delante del instructor.


10. Puertas y balcones

Allí mi padre me alcanza una hoja de papel en donde estaba copiado el poema “Sembremos el amor y la paz”, que aún conservo, y al final en la copia de carbón muy nítido figuraba el nombre de la autora: Catalina Recavarren de Zizold. Con el papel en la mano lo único que me correspondía decir es:

– ¡Pido permiso para retirarme!

Y con ese papel en la mano empecé a pasearme por bosques y campos de trigo hasta aprendérmelo de memoria.

Pero hasta ahora no sé es por qué el suboficial hizo el trámite de ese modo. Porque hubiera bastado, como alumno que era, pedirme que lo recitara, quizá incluso hablando con el director del plantel. No. Quiso hacerlo a través de mi padre. Y lo otro es en una parada militar un poema de paz.

La ceremonia del 28 de Julio es a plaza llena, con todos los planteles y las instituciones vestidos de gala, con banderas, gallardetes, bandas de guerra con sus banderines, y el público que abarrota calles y veredas, puertas y balcones y hasta de los cerros perfiles de hombres y mujeres contemplan el acto cívico.


11. Respondían los cerros

Así, bajo el sol de oro de la mañana recité aquellos versos que hasta ahora no olvido una sola línea:

Sembremos haciendo del niño
árbol regio, futuro varón,
en el tronco la fuerza pujante
y en las ramas la sombra y la flor.

Somos nuevos la raza está joven,
sin rencores, sin odio ancestral,
enseñemos a todos los pueblos
que se puede vivir sin matar.

Defendamos el fuego sagrado
de la Fe, la Justicia y la Unión
y arrullemos los hijos ahora
con canciones de amor y de paz.

Desde el balcón de la Municipalidad declamé con voz que a través de los altoparlantes escuchaba que respondían, igual y sin cambiar una letra, los cerros de los contornos.


12. Un tributo amoroso

Ese fue el primer encuentro mío con Catalina Recavarren de Zizold. El segundo fue recogido y silencioso cuando yo era estudiante de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en la Biblioteca Central del Patio de los Naranjos de mi universidad leí su libro “Memorias de una desmemoriada”.

No he podido volver a tener dicho libro en mis manos. Pero de él recuerdo una anécdota que se quedó imborrable en mi evocación y que siempre aparece en mi mente de cuando en cuando.

La anécdota es la siguiente que seguramente sus bordes mi mente y mi corazón hayan deformado de alguna manera, pero la esencia es la misma:

Catalina admiraba a Flora Tristán la famosa precursora de los derechos civiles de la mujer y de muchos derechos de los trabajadores del mundo en general. Una de las primeras mujeres con ideas socialistas y quien pese a haber nacido en Francia se consideraba peruana, abuela del famoso pintor Paul Gauguin.


13. Apenas pudo colocar la placa

Escribió el año 1946 un libro sobre esta mujer legendaria, titulado “Flora Tristán, mujer mesiánica”. Y cuando viajó a París quiso llevarle una placa y dejarla en su tumba, en donde aquella luchadora descansa. Era una muestra de la unción que le tenía, y dejar ese tributo amoroso que llevaba consigo era su conmovedor presente.


Ya era tarde, iban a cerrar el cementerio y no lograba ubicar la tumba de su admirada heroína. Su decepción era inmensa y se puso a llorar.

Ya era imposible acertar entre tantos catafalcos. En eso ve a un joven vestido de negro y corre a alcanzarlo, como un último recurso. Le habló en francés y él respondió en español.


Luego de escucharla saca un plano, consulta y le dice a ella que lo siga. Allí está la tumba de Flora Tristán.

Anota la calle, el pasadizo y el lugar exacto de la ubicación de la sepultura. Y le obsequia el plano con la indicación del lugar en donde se encuentra el sepulcro. Apenas pudo colocar la placa, puso las dos manos en la losa. Recitó la oración que más se avenía y salió presurosa, junto con la amiga que lo acompañaba, pues el temor era quedar encerrada en el cementerio.


14. Un gran parecido

Ya afuera, se acordaron que no le habían agradecido ni se habían despedido del amable joven sin cuya ayuda providencial ella no hubiera podido cumplir con lo que era uno de los motivos de su viaje a París.


Y lo esperaron buen rato en la puerta. Como tardaba en salir indagaron con el panteonero, quien felizmente se paseaba por el interior del camposanto. Él les dijo que adentro ya no había nadie, que las últimas y únicas personas que estaban en el cementerio eran ellas. Y nadie más.

El hecho les sorprendió, pero sin pensar en nada extraño. Ya en el hotel ella puso cuidadosamente en su maleta el plano del cementerio.

Al volver, y ya en Lima, quiso consultarlo y lo echó de menos. ¡Pero pese a que recordaba que lo guardó especialmente, por más que lo buscó nunca ese plano puso encontrarlo.

Ella pensaba después que era el espíritu de Flora Tristán quien salió a guiarla, porque además encontraba un gran parecido entre los rasgos del joven con los rasgos faciales de Flora.


15. Agüita clara que ríe

En el poema “Historia del agua clara”, cuenta:

Agüita abajo, saltando,
se va la piedrita negra.
(Manita de colegial
la convirtió en maromera.)

De un lado a otro del agua
ve la piedrita la hierba,
y al verla esbelta y pulida
se acuerda de que ella es fea:
“¡Ay, tengo la cara sucia!
¡Ay, tengo la cara negra!
Ay, qué dirá agüita clara
de que en su casa me meta …!”

Agüita clara se ríe
con su carcajada fresca:
“No seas boba, piedrita …
¿Por qué me tienes vergüenza?


16. La hermandad entre los hombres

Y continúa:

¿Porque eres dura y opaca
y yo diáfana y ligera,
transparente como el día,
y tú como noche densa?

¡Qué importa ser noche o día,
qué importa, piedrita negra!
¡El día enciende los ojos;
pero … en la noche se sueña!
Y blanco y negro es lo mismo
para el que pinta la piedras,
para el que ajusta los mares,
para el que mece la tierra.”

Yo escuché la voz del agua,
y al oírla me dio pena,
porque los hermanos hombres
no tienen el alma buena,
clara, como el agua clara
que a todos los seres besa…

Esa era su prédica y su desvelo, la hermandad entre los hombres y los pueblos.


17. Breve nota de vida

Catalina Recavarren nació en Lima, el 15 de julio del año 1904. Cursó estudios en el colegio del Sagrado Corazón y, posteriormente, se dedicó de manera íntegra a cultivar su vocación literaria.

Viajó a diversos países de América del Sur como Chile, Argentina y Uruguay, en 1934. Asimismo recorrió Centroamérica y México. Conoció diversos países de Europa y también la Unión Soviética.

Fue fundadora de la Asociación Nacional de Escritores y Artistas, ANEA y de la Asociación Cultural Ínsula.

En el Perú recorrió diversas ciudades del interior del país, ofreciendo conferencias y recitales.

Participó activamente en el periodismo escrito como también en la radiodifusión.

Fue Secretaria Cultural en la Escuela Normal de Mujeres, entre los años 1959 y 1974.

Obtuvo diversas distinciones como las Palmas Magisteriales, la Medalla Cívica de Lima y las Palmas Insulares. Murió el 11 de mayo de 1992.


18. Reseña de algunas obras

Quisiera referir acerca de dos libros de su pluma, especialmente para niños. Ellos son:

La ronda en el patio redondo. Lima: Ministerio de Educación Pública, 1941; que lo integran una colección de cantos, fábulas y cuentos de gesta. La autora utiliza un lenguaje jovial, ágil y dialogado para llevarnos a jugar con la palabra. Esta colección de poemas alcanzó el nivel de texto clásico de la Literatura Infantil en el Perú.

Otro libro fundamental es Chanfainita. Lima, Editorial el Cóndor, 1960. Con este libro, Catalina Recavarren se muestra como una poeta llena de recursos, que encanta con facilidad a sus lectores y confirma su calidad de escritora infantil presentando poemas llenos de vida, que rápidamente se convirtieron en la referencia más importante de toda una generación que luego la tomó como punto de partida para alentar creaciones similares.

Otros títulos importantes son: Flor de rezar. Lima, 1959 y La trizada palabra. Lima, 1990.


19. El futuro prístino

Catalina Recavarren es considerada como una de las voces fundacionales de la literatura infantil en el Perú. Planteó su obra no sólo como un ejercicio literario en el cual exponía sus cualidades con la palabra, sino como una posición ante la vida y la infancia.

Sus rondas, al mismo tiempo de apelar al juego y a la risa, buscan el encuentro entre niños, quienes a través de la risa y el juego llegan a la armonía que nuestras sociedades necesitan.

Así, hay mucha luz, ilusión y esperanza en sus poemas.

Los colores y las sensaciones se dan con naturalidad, como cuando un niño va dibujando un paisaje.

En ella no hay apariencias, tampoco hay la sabida actitud de superioridad que con frecuencia afecta a los adultos que escriben para niños.

Lo que sí hay es honestidad y un claro conocimiento del alma infantil, que ve el futuro prístino y lleno de vida.


20. Escribir con la vida

He aquí plasmada su poética, en un texto donde podemos ver resumida su actitud frente a la vida:

POEMA
SIN FORMA

Ya no es hora de versos ajustados en metro;
de rimar luna con duna, canto con llanto...
No es hora de apretar consonantes,
como quien sujeta las riendas
de una acémila mansa.

Es hora de GRITAR
–tal vez con un profundo silencio–
De plantarse con el cuerpo erguido,
la cerviz alta... ¡Escribir con el gesto,
con la vida, la sangre y si es necesario,
con la muerte!
¡Este es el único verso!

Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente

Teléfonos:

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