miércoles, 8 de diciembre de 2010

EL COCACHO - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)

.

EL COCACHO

Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)

Aquel amanecer me puse mi mejor chompa, punto espiga, color ladrillo, tejida a mano por mi mamá. Fue un 8 de diciembre en los albores de la década del sesenta, feriado en el calendario; día que recuerdo bien, pues al mediodía después de celebrarse la Primera Comunión en la iglesia, se llevó a cabo en la Plaza de Armas de Chiquián una hermosa procesión en honor a la Inmaculada Concepción.

Iba camino hacia la panadería de mi abuelita Victoria por unos panes para el desayuno. Las lajas de las veredas del jirón Leoncio Prado olían frescas por el aguacerito de la madrugada. Frente a la casa de la familia Morán Ramírez, estaba jugando canga el pequeño Chilvo Espinoza.

Chilvo puso la maderita al filo de una piedra sobresaliente del piso de tierra, la golpeó con la raqueta de aliso que tenía en la mano derecha y cuando la maderita se elevó le propino un duro golpe. La maderita silbó en el aire e impactó en la espalda a un beodo que pasaba tambaleante. Éste volteó, se me acercó con insultos de grueso calibre, levantó su huesudo puño y cuatro nudillos cayeron como manopla sobre mi cabeza.

Recuerdo que soporté en silencio el golpe. Ni una lágrima asomó por mis mejillas por el chichón, pero sí sentí mi corazón anegarse en llanto. Chilvo, asustado por la reacción del beodo, empezó a suspirar, y llorando tomó mi mano.

Aquella mañana aprendí a llorar por dentro y a guardar silencio ante un golpe artero, sobre todo cuando la pedrada es lanzada sin meditar ni medir las consecuencias del acto.



Después de presenciar la procesión fui directamente a casa, tomé mi barquito de maguey y me dirigí a la canaleta de Yarush que había elevado su caudal en los últimos días.


[barquito.JPG]


Deposité con ternura al pequeño velero sobre las aguas y mientras surcaba las viviendas corrí hasta Jupash (calle Figueredo), luego hasta el jirón Espinar. Despues esperé frente a la casa de mi amigo Perico Rivera, pero esta vez no detuve su paso antes que ingrese al puente de Quihuillán, sino lo dejé que corra a su destino final, el mar de Barranca donde nací.

Aquel 8 de diciembre no solamente aprendí cosas nuevas, también vi desaparecer mi infancia junto a mi barquito de maguey, dando paso a la adolescencia, otro peldaño más de mi existencia...

Cusco, 8 de diciembre de 1974


Chiquián - Foto: marcflot

.