martes, 2 de noviembre de 2010

ARMANDO ALVARADO MONTORO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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ARMANDO ALVARADO MONTORO


Por Danilo Sánchez Lihón


1.

Personas como don Armado Alvarado Montoro no mueren nunca, viven para siempre entre nosotros.

Están presentes en todas nuestras acciones, cuando a estas las inspira el bien.

Son impulsos en nuestras almas que nos infunden coraje, honor e ideales.

Se hacen vigentes en nuestras inquietudes y esfuerzos sacrificados.

Se hacen vivaces en nuestros gestos signados por la verdad, la belleza, la honestidad, el cariño.

2.

Evoquémoslo y tengámoslo siempre vivo entre nosotros. ¿De qué modo?

Luchando mejor, venciendo cabalmente, triunfando a pesar de todo.

Soñando más y mejor en un porvenir jubiloso para todos los hombres de la tierra.

Evoquémoslo y tengámoslo siempre vivo entre nosotros haciendo de nuestro país plenamente hermoso.

Haciendo que el ejemplo de su vida se haga tangible y evidente en los niños y jóvenes de nuestro pueblo.

3.

Hagamos que su vida no haya sido en vano: realizando los proyectos que nos hemos propuesto cumplir.

Forjando las obras que alivien tanta pobreza. Escribiendo las canciones, los poemas, los cuentos y las consejas que ojalá sean memorables.

Haciendo que nuestro país sea digno en todo; en donde confiemos los unos en los otros.

Donde aprendamos a ver y oír desde los ojos y los oídos de los demás.

Evocarlo, engrandeciendo la vida.

4.

Hay distintas maneras de vivir. No solo se vive en forma física. Hay el ámbito afectivo, anímico, espiritual.

Entonces, ¿dónde buscar y encontrar a un ser querido que se nos muere, pese que nos hemos arrojado con él al turbión intentando atajarlo?

Busquémoslos en todo lo bello: en la sonrisa de los niños, en la luz de la mirada confiada de su madre.

Busquémoslo y encontrémoslo en todo lo edificante y altruista: en las obras que forjemos en nuestras tierras nativas.

5.

Busquémoslos en los acordes de las guitarras, de las arpas o de las mandolinas, que entonan endechas de amor entre todos los seres humanos.

Busquémoslos en las espigas de los campos sembrados que ondulan al viento.

Busquémoslos en los yaravíes que cantemos. Y en los poemas que sean canto solidario y verdad para la vida.

Porque todos habitamos ya para siempre este mundo. Por eso esta es tierra sagrada.

6.

Esta es tierra sagrada, porque lo habitan para siempre los seres que hemos amado tanto.

Porque nadie en realidad se va. Todos se quedan. Nadie desaparece.

Todos habitan para siempre nuestros corazones.

Y están en el empeño de todo lo que pueden hacer nuestros brazos.

Por eso, con mi adhesión trémula y entrañable cariño


Lima, 25 de octubre del 2010




Armando Alvarado Montoro

Cajacay, 15 SET 1923 / Lima, 25 OCT 2010

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