sábado, 2 de octubre de 2010

EL CUENTO DE LOS ESTUDIOS MAÑANEROS - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)

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EL CUENTO DE LOS ESTUDIOS MAÑANEROS
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Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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Shay Yocyoco:

Comparto contigo una de las primeras cartas que recibí de una joven abuelita, cuando el mundo empezaba a estrecharse gracias a los correos electrónicos.

Nalo
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Lima, 13 de julio de 1,999
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Hola Tinyaco:

Muchas gracias por tu cuento 'La rosca bañada'. Llegó a mi bandeja cuando recordaba la madrugada que me robaron la inocencia. Para ser exacta fue el 13 de julio de 1,961. En aquel entonces eras un chiuchi travieso que me daba un puñado de cancha por un beso volado ¿recuerdas?.
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Te comento que mi primera vez no fue lo que yo esperaba, pues ya estaba acostumbrada a saborear las delicias de la vida con las novelas de Corín Tellado, pero solamente a través de la lectura, oyendo la canción Poema en mi viejo 'Telefunken'.
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Sabes, fue decepcionante mi inicio, mas no pretendía un lecho de rosas, tampoco un incómodo rincón. Doler, lo que se dice ¡doler! ¡me dolió!, aunque no tan insoportable tal como comentaban mis compañeras del Santa Rosa. Con ellas charlaba de estos asuntos en las clases de arte culinario. Algunas ni siquiera sabían cómo se hacía el amor, menos que los hijos eran el producto de una relación, y cuando se enteraban, ponían cara de asombro las inocentes gamlaj, dejando que las cigüeñas se pierdan en el infinito.
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Ahora mis nietos ya saben cómo, cuándo, dónde, por qué, para qué y de qué forma se hace el amor, incluso el menor de ellos, Teobaldo Nicanor de 10 años es todo un experto, según se vanagloria por teléfono con sus amiguitos.
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Acababa de cumplir mis 15 abriles y habíamos quedado con mi chico para vernos a las 5 de la madrugada en la puerta de la Pre Vocacional de Varones para estudiar Anatomía. Él, como sobrino del traumatólogo Muchqui Valerío, era diestro en temas relacionados con el cuerpo humano.
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Ambos llegamos puntuales a la cita e ingresamos a la escuela trepando la verja sin hacer ruido para no despertar a Martín el campanero.. Una vez adentro me llevó a ver la piscina que estaban construyendo. Finalmente nos paramos junto a un muro a punto de caerse.
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Todavía reinaba la oscuridad cuando coló su mano por debajo de mi falda, logrando erizar mis poros.
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Lástima que la cosa no estaba saliendo como lo había soñado, pues él por su talla de 1.69 estaba encogido y yo empinada con mi 1.49: Tú sabes, amor de estudiante, de pie, como todo combatiente novato… me levantó de las caderas ¡yyy!, ya te imaginas el resto, ahogando un grito con mi block. Para mi sorpresa lo único que atinó a decir, fue:
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- Perdóname mi vida, no sabía que eras virgen.
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Por supuesto, no continuamos la tarea y cada uno se fue a su casa, meditando en el futuro...
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Aquel día la pasé mal en el aula, hasta sentía las miradas inquisidoras de mis compañeras sobre mi rostro que se puso rojo como el tomate.
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Pasaron los días y en vista que mis experiencias con el shulaco no eran buenas por lo tembleque de sus piernas, me alejé y empecé a vivir un nuevo romance como Julieta, pues conocí a mi verdadero Romeo y cada fin de semana era un jolgorio en Tulpajapana, hasta que se fue a estudiar para cura. Cómo añoro aquellas faenas domingueras ocultos en la alfalfa con un poco de shulay todavía, mientras en el estadio de Jircán los cahuidistas y tarapaqueños se daban de alma al son de la banda y las hurras de las tribunas. Recuerdo que en cada grito de gol, él volvía a la carga con más ímpetu, lo que me ponía eléctrica. Gracias Cahuide, gracias Tarapacá, por todos los goles...
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Algunas incautas dicen que la primera vez tiene que ser de novela. Yo no creo en los cuentos de hadas donde las princesas despiertan con el beso del príncipe que antes era un ultu. Creo en las mujeres de leyenda que aman sin esperar a un principe azul y van hacia un compañero sencillo para amarlo sin condiciones... Tú qué dices Tinyaco, ¿vale o no vale la pena ir al encuentro del ser que uno ama?...

Bueno shay, es todo por hoy, me voy a alistar mis maletas, pues viajo a Trujillo a visitar a mi hijo Simón Teodomiro. A mi retorno te cuento sobre las aventuras de una Caperucita de Mishay con un lobito feroz de Umpay, en las faldas de Cochapata.´
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Puedes compartir mis experiencias si quieres, pero borra mi nombre. Me olvidaba decirte que hace un mes, camino a mi pueblo, estuve en Chiquián y la pasé divino con una vieja compañera de estudios de la Normal, recordando nuestras acrobacias en los sembríos de Quihuillán y los potreros de Huarampatay.
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Ayhualá...

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