sábado, 17 de julio de 2010

PLAN LECTOR: SANTIAGO ANTÚNEZ DE MAYOLO Y SU TIERRA - USTED HA ARRIESGADO MÁS QUE YO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

Construcción y forja de la utopía andina


SÁBADO 17 DE JULIO:

HOMENAJE A ERIK ANTÚNEZ DE MAYOLO

4 PM. Aula Capulí. Tacna 118.
Miraflores. Altura cuadra 3
Av. Angamos Este. Telfs:
420-3343 y 420-3860


23 AL 27 DE JULIO:

ENCUENTRO: “SANTIAGO ANTÚNEZ DE MAYOLO Y SU TIERRA”. EN AIJA


SABIOS SON POCOS, PERO SON


PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA


SANTIAGO ANTÚNEZ DE MAYOLO Y SU TIERRA

En Aija, provincia de Ancash, se realizará entre el 24 y 27 de julio el Encuentro “Santiago Antúnez de Mayolo y su Tierra”, certamen organizado por Áureo Sotelo quien expresamente manifiesta que sigue el modelo y el cauce instaurado por Capulí, Vallejo y su Tierra.

Es este un motivo estupendo para conocer el pueblo donde él naciera, Aija, y empaparse de su vida y su obra, puesto que se presentarán sobre él no menos de treinta ponencias y testimonios, además de gozar del encanto del paisaje, de las comidas y nutrirse de las savias nutricias del mundo sagrado de la Pacha Mama.

En adhesión a dicho certamen, y a fin de apoyar su difusión, publicamos la siguiente estampa sobre el sabio Santiago Antúnez de Mayolo.


USTED HA ARRIESGADO MÁS QUE YO


Por Danilo Sánchez Lihón

1. "Vale un Perú"

– Ayer que le vi, don Santiago, realmente qué bien que le asienta el casco y el overol de la fábrica ALIOTH, de Basilea en Suiza.

– Gracias, Marcel, muchas gracias. Es usted un hombre de veras bondadoso. Este gesto de invitarme a comer en su casa, estando su esposa hospitalizada, y teniendo que usted mismo preparar la comida, en verdad me conmueve. Es algo que me acompañará siempre como un significado muy grande para mi vida. Y que tendré en cuenta para darme fuerzas a fin de seguir luchando y no desmayar en el trabajo.

– Don Santiago, es a usted a quien yo admiro y nunca olvidaré, por su ejemplo. Y siempre me haré la ilusión de conocer su tierra y su cultura, el Perú, que aquí relumbra como un país de fábula. Es común decir entre nosotros “Vale un Perú”, para expresar que estamos ante una promesa grande, sustantiva y transformadora.

– Ojalá que algún día tenga el honor, Marcel, de recibirlo en mi país, pues cuando se le ocurra viajar me avisa. Yo voy a dejarle mi dirección, porque debo compensarle todo lo que usted ha hecho por mí, puesto que no deja de tener osadía y riesgo el que yo haya podido ingresar, durante un mes, a sustituirle, con su tarjeta de trabajo, su overol y su casco y gracias al gran parecido que tenemos.


2. En esos tres campos

– Cuando me lo planteó me asusté, le confieso. Y lo tomé a mal, porque, imagínese: ¿Quién hay en el mundo que pague mil francos por trabajar un mes en una fábrica, como usted me ofreció y ha cumplido? ¿A quién se le ocurre? Y uno se pregunta, ¿Cuál es entonces su intención? ¿Qué propósitos tiene? Pero cuando me mostró su documentación y sus estudios, ya fui entendiendo.

– Es que la experiencia de trabajar en una fábrica enseña mucho. Y no siempre la valoramos como una calificación importante en nuestras vidas. Porque, ¿cuántos no quisieran aprender todo lo que se puede conocer trabajando en ellas?

– Es que la mayoría lo toma como un trabajo rutinario, para proveerse de un sustento y de otros recursos. Solo usted, que se ha propuesto metas muy altas y claras para su país, como es construir estas fábricas, lo asume de otro modo. ¿No es así?

– Tres metas me propongo cumplir en el Perú, Marcel: luz eléctrica para los pueblos, acero para las industrias y fertilizantes para alcanzar una alta producción agrícola. En esos tres campos quisiera tener los conocimientos más avanzados que hay en el mundo.

– Ya ve.


3. Quienes le inculcaron todo ese amor

– Tan pronto regrese al Perú voy a poner toda mi alma en conseguir logros muy concretos en estos tres rubros.

– No digo pues. ¡Usted es un fuera de serie, don Santiago!

– Yo le estoy muy agradecido a usted, amigo Marcel, por la oportunidad que me ha dado en sustituirlo. Se lo agradezco de veras a nombre de mi pueblo, porque yo quiero decirle: todo mi trabajo lo inspira el amor a mi tierra que es Aija, todo lo inspira mi lar nativo. Y he llegado a otra conclusión, mi querido amigo Marcel: Que el Perú fue hecho como un reto para los ingenieros, a fin de que la ingeniería ponga allí su cuota de inteligencia, ingenio y de heroísmo.

– ¿Y es eso lo que más lo alienta?

– Sí. El anhelo de servir a mi lar natal me da el tesón, la constancia y el esfuerzo en el estudio. Pensar en su desarrollo siento que hace vibrar mi pecho de emoción profunda. Siempre Aija ha sido mi inspiración, mi refugio y mi consuelo. Todo lo hago por mi pueblo. Jamás me intereso por el dinero. Y yo pienso vivir siempre pobre.

– ¿Serían sus maestros quienes le inculcaron todo ese amor?


4. ¿Y esos abismos

– Yo creo que sí. Pero déjeme que le cuente algo muy íntimo: hay un referente que sostiene mi vida. Y que es un símbolo. Mi padre abrió un camino de Aija al mar, a la costa, en donde están los puertos. Y ese camino lo abrió atravesando peñas y riscos de pavor y de miedo.

– Ese hecho, esa gesta está en mi conciencia y en mi subconsciente y también inspira mis trabajos. Saber que mi padre hizo ese camino es como si me hubiera puesto en los pies hacer otros caminos. Lo hizo capitaneando a mil obreros más. Nadie murió, pese a que tuvieron que cavar la peña colgados de cuerdas, a veces cabeza abajo sobre el vacío y teniendo que martillar en la roca misma, encontrando el sendero imaginario.

– ¿Cómo fue eso? ¡Cuénteme don Santiago! Pero antes permítame que le sirva una tacita de café caliente. Y sígame contando.

– ¡Aijinos! –les arengaba mi padre– ¡Aijinos! ¡Comuneros! ¡Tanto he caminado por estos y otros lugares, que he logrado entrever una vía más directa para llegar a la costa y vender nuestros productos!

Pero cuando les explicó le dijeron: Don Fermín: ¿Y esos abismos, cómo lo venceremos? Es puro roca. ¿Cómo vamos hacerlo solo con picos, lampas y carretillas?


5. ¡Pagar para trabajar!

También usaremos dinamita, les respondió mi padre. Y, ¿cómo vamos a conseguirla? Yo voy a dar mil soles, replicó. Y ahí otros dijeron: Yo, cien. Yo, diez. Yo, cinco, fueron contribuyendo. Todos esos pobres además de trabajo tuvieron que aportar dinero para construir el camino. De repente de allí viene, Marcel, ese rasgo que a usted le llama tanto la atención, de que tenemos que pagar para trabajar. Y que a mí me parece tan natural. Quizá entonces sea por provenir del sitio de donde yo provengo.

– Y de toda esa erogación de los comuneros se reunió diez mil soles, que ya era algo. Y se compró la dinamita. Y se hizo el camino que ahora es florido, pero que está hecho en la roca granítica pura. ¿Cómo pudo hacerse? Los obreros que trabajaban eran colgados en sogas desde lo alto de las peñas. Pero la proeza es que nadie cayó. No hubo ninguna pérdida en esa obra prodigiosa.

– Ahí encuentro el antecedente de lo que a mí me sorprende tanto, don Santiago: ¡Pagar para trabajar! Esos ciudadanos no solo abrían el camino, sino que cada uno sacó de su bolsillo para erogar. ¿No es así?


6. Al principio me asusté

– Así es, Marcel. Bueno, ya es hora de despedirme. Y nuevamente le estoy muy agradecido a usted y a sus amigos de la fábrica que me han ayudado tanto. Estos días han sido decisivos para empaparme de todos los conocimientos acerca de la mejor planta de productos eléctricos de Suiza.

– Si de esta manera ayudamos a un pueblo esforzado está bien. Le aseguro que es tan altruista su afán, don Santiago, que si ya no lo hubiera gastado en remedios para mi esposa, yo le devolvería el dinero que usted me ha dado.

– Pero sepa usted que yo no le recibiría, bajo ningún pretexto. Es una justa compensación a su decisión. Además, usted ha arriesgado su puesto. Es un acuerdo y los acuerdos se respetan. Usted me ayuda y yo le ayudo. Y ambos solucionamos nuestros problemas, con una orientación noble como es nuestros casos.

– Eso lo comprendo perfectamente ahora. Aunque ya le fui sincero, al principio me asusté de su planteamiento. ¡Es que, es fuera de lo común!


7. La dimensión de su compromiso

– Quiero decirle, Marcel, que cuando solicité ingresar a conocer los procesos que se aplicaban en esta planta no les importaron mis títulos ni las recomendaciones que pude conseguir de mis profesores. Pero antes de regresar a mi país yo necesitaba comprender cómo solucionan los asuntos en una fábrica tan prestigiosa como esta.

– Y, ¿hace qué tiempo investiga usted, don Santiago?

– Desde que era niño, pero de eso hablaremos cuando usted me visite en el Perú.

– Yo iré a ver las obras que usted haya alcanzado a realizar, don Santiago.

– ¡Que Dios escuche tus palabras y que esas obras alcance a construirlas algún día! Esa es mi inquietud y la razón de mi vida. Es que he visto en mi tierra mucha pobreza, Marcel, situación que puede ser solucionada. A su vez, mi país es un país a oscuras, sin luz. Y antes de regresar no quería que ningún conocimiento me falte. Nuevamente muchas gracias, amigo y sepa usted que nunca lo voy a olvidar ni dejaré de estar infinitamente agradecido por su generosidad.

– Ahora comprendo la dimensión de su compromiso, don Santiago.


8. Su casco y su overol

– Mi viaje de retorno a mi país hubiera sido llegar incompleto si no tengo la experiencia de ver por dentro el funcionamiento de una fábrica como la ALIOTH de Suiza. Es el conocimiento que me faltaba.

– ¿Hace qué tiempo que se graduó en Grenoble, don Santiago?

– Hace un año. Después de graduarme en Grenoble he pasado un año recorriendo fábricas de Europa, sólo fábricas, ni siquiera me atraían ya las universidades ni centros de estudio, sino fábricas. Y es que tengo que regresar a mi país cabal, pleno, todo luz; sin ninguna laguna, ni área en la cual sienta un vacío, ni oscuridad, o donde yo sienta que dudo y no sepa resolver un problema. Y termine ello dándome inseguridad y con ello condicionándome a cometer errores. Todo debo tenerlo bajo mi dominio. Por eso, nuevamente mil gracias Marcel, por haberme prestado su casco y su overol. Y haber sido hasta el día de ayer el obrero Marcel.


9. De vuelta a casa

– Y gracias a usted don Santiago por sacarme de un apuro tan grande. Ha sido usted un ángel providencial para mí. Así he podido estar más cerca de mi esposa, atenderla, y tener lo indispensable para su medicina en este trance tan difícil de mi hogar. Ahora sí se está recuperando y cualquier día ya la traeré de vuelta a casa.

– Pero tanto usted como yo hemos arriesgado. Más usted que yo, le soy sincero.

– ¿Y de aquí adónde viaja usted, don Santiago?

– Paso todavía a Austria, Alemania, Dinamarca siempre visitando fábricas, para tomar luego el barco en Inglaterra con destino a New York, donde tendré también pasantías en diferentes establecimientos de producción de energía eléctrica. Para eso me embarcaré en un trasatlántico muy moderno que recién se va a inaugurar, cuyos boletos ya se pusieron en venta y el mío lo tengo felizmente comprado.

– ¿Ya tiene el suyo?

– Mire, es este. Encargué y ya me lo remitieron. Partiré del puerto de Southampton el 10 de abril de 1912.


10. La luz que ilumina nuestra vida

– ¡Es el Titánic!

– Sí, precisamente, en ese barco. Me interesa ver cómo funciona la sala de máquinas, los modernos sistemas de electricidad que allí tienen instalados.

Regreso en ese barco que es una maravilla construida en un tiempo record. Quiero estudiarlo en todos sus detalles que el tiempo me lo permita.

– ¡Quién como usted que tiene esas oportunidades!

– No he adquirido boleto allí por placer turístico, Marcel. Si no más bien por afán de investigación.

– Así lo considero, don Santiago.

– Déle mis saludos a su esposa, y dígale que será un inmenso placer recibirlos en el Perú. ¡Adiós!

Nota: Como nunca ocurriera el tren en el cual viajaba Santiago Antúnez de Mayolo de Liverpool a Southampton, para abordar el viaje inaugural del Titánic, en travesía a Estados Unidos y en el cual naufragaría, tuvo un percance y se atrasó una hora. El sabio constructor de las grandes hidroeléctricas en el Perú, Santiago Antúnez de Mayolo, perdió el viaje en el Titánic pero la providencia salvó su vida para tener la luz que ilumina nuestra vida cotidiana .


Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente

Teléfonos:

420-3343 y 420-3860


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Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Instituto del Libro y la Lectura: inlecperu@hotmail.com


Información adicional sobre el ENCUENTRO: “SANTIAGO ANTÚNEZ DE MAYOLO Y SU TIERRA”. EN AIJA. Hacer clic:

CARAVANA DEL RETORNO: "SANTIAGO ANTÚNEZ DE MAYOLO, EL PERUANO MÁS INTELIGENTE DE TODOS LOS TIEMPOS, AIJA, SU TIERRA"


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