sábado, 6 de marzo de 2010

PERSONAJES ENTRAÑABLES: "COLEGUITA" Y "NONONE" - POR ADDEMAR H.M SIERRALTA NÚÑEZ - MIAMI

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Addhemar H.M. Sierralta

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PERSONAJES ENTRAÑABLES


Una evocación de dos personajes extraordinarios y pintorescos, de la Lima del siglo pasado, nos pinta Addhemar H.M. Sierralta en una nota emotiva.


Deseo empezar este relato mencionando en primer lugar al más humilde, bueno y tierno de los dos personajes que tuve la suerte de conocer. Hace tanto tiempo que el nombre que tuvo quedó para siempre en el recuerdo y los niños de entonces –por los años cincuenta del siglo pasado- solo le decíamos de cariño, “Coleguita”, que era el saludo diario que nos dispensaba. Para él todos éramos coleguitas en el camino de la vida y su sonrisa eterna acompañada de su permanente jovialidad cautivaba a grandes y chicos. Era la alegría, el maestro –iletrado- que compartía su gran sabiduría de vida.



Fue “Coleguita” aquel moreno robusto y de ojos saltones, como salido de una caricatura de los cuentos de los negritos buenos, un verdadero y leal amigo que en su memoria le escribí lo siguiente :


COLEGUITA


Cuántos árboles fueron hijos tuyos

regaste jardines y parques

desviando el agua de las acequias

en las marchas extenuantes

desde La Pera del Amor hasta el Club Hípico

cruzabas del estadio Municipal hacia el Lima Crickett

y del Club de Polo al Aeródromo Faucett

calle por calle con contagiante risa y alegría desbordante

llevando a cuesta en robusta figura

tu embetunado rostro y dientes de marfil

fuiste “Coleguita” amigo de los pequeños

y orgulloso aprendiste a leer con más de seis décadas

con paso lento cantabas al trabajar dando consejos

enfundado en pulcro overol

del servicio de limpieza y baja policía

eras patrimonio del barrio de Orrantia del Mar

y hoy después de medio siglo

queda tu herencia en cada árbol y flor

“Coleguita” amigo bueno

¿ En dónde sonreirás ?


Cuando aparecía nuestro amigo todos los pequeños nos acercábamos a saludarlo y a escuchar sus historias, refranes y consejos. Tenía, físicamente un parecido con aquel futbolista estrella del Alianza Lima y de la Selección de Perú –de los Olímpicos del 36- don José María Lavalle. Recuerdo –entre tantos- uno de sus dichos, “árbol que crece torcido nunca su tronco endereza”, que le daba motivo para aconsejarnos en cuanto al comportamiento bueno que debíamos tener desde niños.

Su deseo de aprender a leer, alrededor de la tercera edad, lo logró y fue felicitado por la Municipalidad de San Isidro que organizó el curso para analfabetos adultos.

Desde el cielo “Coleguita” sigue siendo nuestro ángel bueno.

Otro personaje entrañable, para los limeños de antes, fue “Nonone”. De él se refieren así en algunas de las antiguas reseñas :



“Durante los años 50, a la entrada del jirón de la Unión, estuvo un policía moreno al cuidado del tráfico. Tenía unos brazos tan largos como las aspas de molino. Era Reynaldo Nonone Viviano. Lima jamás volvió a tener un policía de tránsito de tanto talento y elegancia. Cuentan los que lo vieron que en sus 20 años de policía, con gran elegancia y la precisión de un director de orquesta, ordenaba cotidianamente el tráfico limeño dejando contentos a conductores y viandantes. Dinámico y siempre respetuoso, nunca tuvo necesidad de emplear su revólver ni agredir verbal o físicamente a un chófer. En su honor, el `Carreta' Jorge Pérez y el `Pato' Jorge Alvarez lo inmortalizaron en una polca que decía así: ¡Qué tráfico compadre! Nonone ya está loco, metiendo papeletas, a más ya no poder... Murió en febrero 1997. Fue el policía de tránsito más digno y respetado de nuestra historia. Hay varias fotos de él”.

En verdad, “Nonone”, no puso jamás papeletas por infracciones. Su método convincente estaba basado en sus consejos, en llegar a la razón , apelando a la lógica y al corazón.

Cierta vez estando en mi auto detenido en una zona de no estacionar y en doble fila, en el frontis del entonces Banco Wiese en el Jirón Cusco en pleno centro de Lima, se me acercó un policía, pensé que me pondría una papeleta por la infracción, pero más bien en forma muy educada me hizo ver que con mi actitud perjudicaba a otros automovilistas, meroba el tránsito y hasta podia causar accidentes. Al momento reconocí a “Nonone”, quien me generó un sentimiento de culpa que le pedí disculpas. Me invitó a continuar, nos hicimos amigos y muchas mañanas llegaba más temprano para encontrar estacionamiento y evitar problemas. Su amable saludo se hizo familiar.

Necesitamos más policías como Reynaldo.

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Fuente:

TIEMPO NUEVO

Addhemar Sierralta

Año 2 No. 63

Miami, 02 MAR 2010

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