martes, 24 de noviembre de 2009

CUTUCHO - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)

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CUTUCHO
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Por: Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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Este pequeño cuento, adaptado de un relato oral centenario, hunde su cofia en Los Andes. No es una fábula en el mejor sentido de la palabra, tampoco lleva un mensaje sobre moral. Su intención es solamente lúdica, como una válvula de escape para que los niños y jóvenes del Perú profundo, alegren su espíritu campesino.

El Mudito de Huasta con su dulce mirada nos decía: "Muchos seres humanos nos envalentonamos con los animales indefensos, porque somos los únicos en el Universo, capaces de fabricar balas de todo calibre, bombas, garrotes, garfios, arpones, banderillas, veneno y “armas blancas”, para matarlos sin piedad, enjaularlos o alejarlos de su hábitat natural”. Considero que encierra una gran verdad este pensamiento callado.

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Dicen que una vez existió un cuy, de mayor tamaño que el común de su especie, al que los pastores pusieron de sobrenombre “Cutucho”.
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"Cutucho" habitaba un abrigado rincón junto al fogón de una cocina. Solamente él ocupaba este lugar. A sus compañeros de cuyero los mantenía a raya mostrándoles sus filudos dientes. Mas su valentía se fue en picada, desde que los pastores compraron un gato, que parado junto al fogón lo miraba de frente.
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Apenado por el súbito cambio de su suerte, “Cutucho” le pidió a un brujo que lo convierta en gato montés. El brujo cumplió el pedido a precio de botica.
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Desde aquel día, el gato montés "Cutucho" vagaba feliz por los pajonales, hasta que una soleada mañana, unos perros ovejeros lo hallaron saboreando una gallina, y lo persiguieron por toda la pampa. Casi sin aliento llegó a la casa del brujo y le rogó que lo transforme en perro. El brujo, entre queriendo y no queriendo, lo hizo.
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El perro "Cutucho" ladraba tanto, que hasta el viento de rabia aullaba, llegando a oídos de un puma que acudió para averiguar lo que pasaba. Una vez frente al felino, corrió con el rabo entre las piernas hasta la casa del brujo. Después de tantos ruegos fue convertido en un enorme puma que mataba una borrega cada noche.

Los pastores siguieron las huellas del puma "Cutucho" y rodearon su madriguera con varas, hondas y garrotes, salvándose de milagro, trepando raudo los roquedales, aunque llevándose de regalo diez palazos en el lomo y una pedrada en el rabito de la alegría. Casi a rastras llegó donde el brujo y le imploró que lo convierta en cóndor, para volar grandes alturas y ser el amo de todos los dominios aéreos y terrenales.

El viejo brujo, que también era filósofo de vocación, decidió romper la cadena de conversiones, diciéndole:
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- Amigo "Cutucho", por más que te transforme en el ave más grande de la Tierra, nunca dejarás tu espíritu de cuy - y lo devolvió a su estado original.
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Pronto su final llegó y convertido en un rico jaca locro al fogón quedó.

Cuentan que mientras saboreaban el potaje, el alma de un cóndor sin cola (cutucho) sobrevoló el cielo y desapareció en la neblina...
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Cusco, MAR 1974
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