lunes, 16 de febrero de 2009

PLACITA DE MI NIÑEZ


Cusco, 24 de junio de 1987

Amigo Yocyoco:
y
La noche del 30 de diciembre de 1985, sentado en una de las bancas de la Plaza de Armas de Chiquián, escribí el poema que está al pie, donde riman solamente los latidos. Días antes recibí la orden de viajar al sur andino por tercera vez en dicho año, y un no sé qué, hizo que antes, visite nuestra tierra para pasar el Año Nuevo con mis padres.

r
En este día de Inti Raymi, evoco desde la milenaria Huacaypata de la Ciudad Imperial, a nuestra amada placita, no porque esté ligada a nuestra infancia, a un pasado hermoso o a la heredad, sino porque aquel santuario del sentimiento chiquiano, copa las pupilas cuando el palpitar crece, como el eco multiplica el grito en el infinito.

Estoy compartiendo el poema contigo, con la esperanza de que Chiquián se pueble con nuestras vibraciones, porque no sabes el filudo frío que sentí la noche de aquel 30 de diciembre de 1985 sin tu presencia en la Plaza de Armas; vacío que también caló en mi alma, cuando luego de un largo viaje caminé por nuestras callecitas solitarias en abril del 73, a causa del éxodo masivo de paisanos en la década del sesenta.

Con las fotos que ilustran el poema, intento salvar de las garras del olvido: los rostros, las voces y los latidos quizás olvidados en algún rincón de la memoria. Vistas del recuerdo que requieren cobrar vida y mantenerse así, a través del tiempo.

Tu amigo

Nalo Alvarado Balarezo

PLACITA DE MI NIÑEZ
y
Recordando mi viejo Chiquián;
el corazón crece en cada suspirar,
son imágenes que vienen y se van
de aquellos días de veloz andar.

La amplia Iglesia de estilo colonial
donde los domingos solíamos orar
con sus paredes de color glacial,
que el peso de los años hizo caer.

Colorido quiosco lleno de ilusión,
que abrigaste mi tierno corazón,
hoy acompañas en lenta procesión
los trémulos pasos que se van...

Del cine mudo, ni qué hablar...
de Alka Seltzer y Mejoral,
el Llanero y los Tigres del Ring
son los héroes, que no morirán.

Aquellos viernes de teatro juvenil,
con sus telones de rojo carmesí,
noches de circo y velada estudiantil
de los hermanos Culantro y Perejil.

Sonora pileta de lustroso barandal,
donde tomarse fotos, era lo ideal;
bancas, jardines y verdes ficus:
testigos de mi cantar infantil.

Placita hermosa de mi niñez,
hoy vuelvo a ti por última vez,
para soñar bajo la esfera azul
con mis amigos del ayer...

NAB - 30 DIC 85