martes, 27 de enero de 2009

OSWALDO ROSALES PADILLA


Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)


Nació en Chiquián el 15 de agosto de 1937. Mes de nuestra Santa Patrona, en el hogar de don Francisco Rosales y doña Dionicia Padilla. Estudió en la Escuela Pre Vocacional de Varones 351 de Chiquián, la secundaria en el Cusco y sus estudios superiores en el Instituto “José Pardo” de Lima. Casado con la dama tarmeña Juana Vásquez Pizarro, familiar del recordado promotor cultural don Luis Pizarro Cerrón. De la unión de la pareja vinieron al mundo sus hijos Lizeth, Jacqueline y Oswaldo júnior, en un ambiente con aroma provinciano.


Desde muy joven se enamoró de la fiesta brava. Primero como espectador con más sol que sombra, luego se hizo amigo de los diestros y después se convirtió en el conductor estrella del programa radial “Bocinazos Taurinos”, saliendo al aire durante 25 años ininterrumpidos y enseñando a sus pupilos Henry Almeida y Roberto Bermúdez que siguen sus hondas huellas. También editó la revista “El Bocinazo Taurino”, en cuyas hojas están plasmadas sus experiencias vividas cerca del burladero, sin perder ni un detalle del mudo lenguaje entre el toro y el torero: sus miradas penetrantes, el embiste y la entrega, al lado de uno de los más grandes reporteros de Acho, nuestro paisano Víctor Rafael Morán La Rosa “El Trucha”. Muchos chiquianos son testigos del arte narrativo de Rosalitos, un verdadero Maestro entre los profesores del micrófono bravío.


Infaltable en las tardes de toros en Jircán, tarareando el pasodoble “Silverio” al compás de la banda de Llipa y los ruedos de los pueblos cercanos, ya sea apoyando a las municipalidades, al Capitán de turno y a los comisarios en la contratación de los bravos; en ocasiones toreando y siempre preocupándose porque los toreros, novilleros y banderilleros realicen una buena faena para el deleite de los tendidos de camiones, pallas y palincas.


Oswaldo está a la diestra del Señor de las Alturas desde el 29 de julio del año pasado junto a su amigo el periodista taurino Yussuf Fernandini, cuyas cenizas ayudó a esparcir en Acho el 7 de marzo del 2001, lugar donde ambos revolotean vivos en cada tarde de toros. Siempre lo recordaremos sujetando la muleta con su mano izquierda, aquella mano donde está el corazón y baila con los pitones y la muerte. También en el poema de Juan Pedro Domenecq (poesías camperas), que solía recitar añorando a sus amigos que subieron al cielo entre olés, pasodobles y banderillas:




Negro toro, gran guerrero
de terciopelo vestido
y estampa corniveleta
de albaceteños cuchillos

Negros ojos, dos centellas
de fulgores asesinos.

Negro hocico con incienso
que levanta humo plomizo.

Negra frente a la que peina
caprichoso remolino.

DESCANSA EN PAZ, AMIGO USHUNCU

Lima, DIC 2007

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