viernes, 30 de noviembre de 2018

30 DE NOVIEMBRE, 1820: ANCASH PROCLAMA LA LIBERTAD - FOLIOS DE LA UTOPÍA: PROFUNDA RAÍZ Y FOLLAJE QUE SE ELEVA AL CIELO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 

CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO

 
SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL

 
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30 DE NOVIEMBRE, 1820
  
ANCASH
PROCLAMA
LA LIBERTAD

 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
PROFUNDA RAÍZ
Y FOLLAJE QUE
SE ELEVA AL CIELO

 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Misterio
indescifrable
 
Desde El Mirador de mi casa en Santiago de Chuco todas las mañanas al despertar divisamos hacia el frente los nevados de la Cordillera Blanca del departamento de Ancash que son como lámparas encendidas que incluso refulgen en la noche.
Son diamantes, amatistas y esmeraldas en lo más empinado y abrupto de la cordillera, y que nos recuerdan que este es un mundo sagrado, que es prodigio y que es milagro.
Y lo refiero porque la presencia de estas hierofanías del Callejón de Huaylas no solo hacen de este un lugar mágico, ni tampoco solo un lugar de energía y poder cósmico, sino que inspiran para decisiones de la vida consagrada y a nociones trascendentales como es la libertad.
Contemplados desde la lejanía el diamante de las nieves perpetuas hacen una visión no solo de inmaculada hermosura en el cielo azulino sino de un encaje sublime y de misterio indescifrable.
 
2. Belleza
intocable
 
La Cordillera Blanca es una realidad absoluta, con su cadena de picachos nevados. Con sus lagunas espejeantes incrustadas en la roca antiquísima conformando el panorama y el espectáculo más asombroso del planeta Tierra.
Contemplar por ejemplo al atardecer y desde lo alto, en el paso de Portachuelo en la carretera que va de Yungay a Pomabamba, la superficie de verde esmeralda de la laguna hembra de Chinancocha, y más hacia el desfiladero de la alta montaña la laguna macho de Orconcocha, flanqueados por los glaciares del Huascarán y el Huandoy es un espectáculos inenarrable.
La misma piedra ha inspirado el nombre del lugar, pues Llanganuco significa “Piedra verdusca” o “Color de jade” la misma que bajo el crepúsculo de colores magentas y dorados, se torna sangriento al herírsele el corazón en los picachos del horizonte. Teniendo al frente a la Cordillera Negra salpicada de casas, de pueblos, de caminos, con sembríos interminables frente a la belleza intocable de los glaciares.
 
3. Nevados
venerables
 
Y refiero todo esto porque al menos en dos aspectos fundamentales es esta región el lugar de origen del Imperio Incaico: Uno, en cuanto a la concepción del mundo; y, dos, en cuanto al aporte de la lengua que le diera fluidez, cohesión y sustento.
Y todo esto es lo que ha hecho que la literatura de esta región tenga el mismo encanto y la misma nívea transparencia y el mismo misterio impenetrable que recoge del carácter totémico, sagrado y de templos sucesivos que en el fondo son y es por la naturaleza sagrada que contienen esas nieves eternas.
Porque aseguro que no hay paisajes en todo el contorno del universo más glorioso, de mayor esplendor y maravilla que la Cordillera Blanca del departamento de Ancash en el Perú, paisaje sublime, sideral, cósmico, con las lagunas incrustadas en el granito blanco de las rocas con el verde esmeralda y tropical de su floresta.
Es como un seno, un enclave, una gota de vida y de frescor en el mármol y el granito de la cordillera inescrutable. Y así también su literatura es un conjunto espléndido de montañas tutelares, cerros nevados y venerables.
 
4. Extasiado
arco iris
 
Así, la cosmovisión más completa del mundo andino está contenida en el Mito de los Huaris, genuino y propio de la región de Ancash, urdimbre del imaginario de los pueblos en donde está plasmado del modo más integral la concepción que explica el origen del universo y el orden que adquieren fenómenos, seres y cosas de acuerdo al pensamiento mágico religioso del hombre andino.
Que refiere, el Mito de los Huaris, que en el principio del mundo existía el humo, y que la oscuridad era total e indigna. Es el caos originario que permanece en el tiempo y habita también la posteridad en el confín de los tiempos. Del humo surgió el mundo de arriba con sus celestiales moradores: el sol con su gran cabellera dorada, la luna que es su esposa con sonrisa de plata, y sus hijas que son las estrellas del cielo de alegre y juvenil talante y resplandor.
También personaje de ese mundo es el rayo súbito y tronante, el viento impetuoso que asola en las planicies, en los pajonales y en las cumbres de los cerros y colinas; y la lluvia que es diosa fecunda y compasiva, y a veces una desdichada que se deshace en llanto inconsolable que arrasa las sementeras; como es de lo alto el contemplativo, extasiado e imprevisible arco iris.
 
5. Heroísmo
sin par
 
De acuerdo al Mito de los Huaris que es el sustrato de la cosmovisión andina, se creó el mundo de arriba y el otro que es el mundo de abajo. Pero del humo asimismo surgió otro mundo de armonía frente a lo opuesto y contradictorio que como una sinfonía se interpuso entre los dos antagónicos y enemigos.
Ese mundo es la tierra seca, las lagunas y los mares estupefactos como los picachos nevados y todo lo que hay en la superficie de la tierra en donde ocurren nuestras vidas cotidianas.
Del humo también surgió el mundo de adentro con sus increíbles habitantes: los volcanes de lava hirviente, los ríos que afloran impetuosos y una raza de gigantes descomunales que eran los Huaris, energías ocultas y desbocadas que son las fuerzas creativas y átomos indomables. Son espíritus, tótems y semidioses.
Un elemento inherente en el Mito de los Huaris es la grandeza descomunal de cada personaje, donde todos son fuertes, vigorosos y de gran enjundia, que plasman y concretan obras de inmensa fortaleza y hasta de heroísmo sin par.
 
6. Telúricos
y entrañables
 
Y hemos recreado lo que venimos refiriendo porque todos estos son elementos que luego se ven plasmados en el campo de la literatura y del arte en general que se cultiva en esta región. Realidad que tiene mucha propensión hacia lo sensible, lo íntimo y significativo, tal y cual el Mito de los Huaris lo anuncia y predispone a serlo. Y en donde un elemento del mito constante y permanente es la fuerza y el poder de afrontar los desafíos que impone la naturaleza y la realidad.
Los Huaris poblaron el Callejón de Huaylas maravillados por el esplendor de su naturaleza que se extiende en el Kay Pacha, pero asumiendo que esa relación no es fácil ni cómoda sino que supone ser seres fuertes y que asumen sobrellevar las adversidades.
Y eso marca otro de los elementos del arte presentado con magnificencia en casi toda la literatura propia de esta región, cuál es su vínculo profundo y entrañable con el paisaje y el medio ambiente del lugar y de la acción del hombre para allí construir una morada permanente. Y ello a partir de hombres recios, rijosos, marcados por el rayo, por esa eclosión magnífica que es la Cordillera Blanca. Hombres que como los Huaris son de tierra adentro, telúricos y entrañables.
 
7. Valor
de ser
 
El aporte de Ancash a la cosmovisión andina siendo así resulta fundamental, puesto que el Mito de los Huaris, recogido por Santiago Antúnez de Mayolo, es la base y el cimiento del pensamiento mágico religioso que fuera adoptado incluso por el imperio incaico que tiene y reconoce en los Huaris a los seres creadores por excelencia. Y así como esta concepción del mundo, es también en Ancash en donde se genera el Runa Sini, o el lenguaje de la gente, el idioma quecha que adopta asimismo el imperio del Tahuantinsuyo. Es decir cuenta con el contenido y con el continente que se da con el lenguaje, de allí que Ancash signifique lo germinal y creativo.
Y cada pueblo del Perú ha aportado con algo fundamental a las mil flores y a los siete colores básicos y de infinitos matices como es la bandera multicolor del mundo andino. Y somos una cultura que es síntesis de afluentes que se recrea siempre y constantemente, de manera pujante, fortalecida, nunca encasillada en la rutina, siempre renovada, diversa y plural. Cultura que en el tiempo presente es cultura de la resistencia, del valor de conservar lo nuestro, de ser inclaudicables en la perspectiva de nuestra libertad.


 
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jueves, 29 de noviembre de 2018

SENSIBLE FALLECIMIENTO DEL DILECTO MAESTRO CHIQUIANO EDUARDO ALDAVE REYES






 
RECUERDOS
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CHIQUIÁN: 
 
Cielo azul

30 de agosto en soledad,
con el ala rota una vez más,
horizonte incierto, cielo azul,
fuegos artificiales, Salva fugaz,
vuelve la noche, con su negro tul.

Toca la banda, hasta el amanecer,
por las callecitas del viejo hogar;
horizonte incierto, cielo azul,
ausencia triste, lejana estás,
sueño distante, coplas de ayer.

Tardecita fría, de paisaje gris,
ya mi alma mira desde el dintel;
en nocturno cielo, la quena llora,
y junto a ella, una guitarra implora
porque un corazón, dejó de latir.

Nalo AB - 15651
 
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PASAJERO DEL TIEMPO 
 
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
 
Bajo los párpados para soñar despierto, y sobrevuelo Chiquián con el pensamiento...

Busco por todos lados, mas no encuentro a mis amigos. Unos están en el cielo, otros en el mundo esparcidos. En el jirón Leoncio Prado la oscuridad rasga mi pecho, pues muchos vecinos se han ido, y por más que en los rostros de sus hijos se reflejan, no late ese sentimiento telúrico tan arraigado en los viejos, y me siento forastero en mi propia tierra.
 
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En este agonizante mutismo de un barrio otrora alegre, el llanto se esconde en mis pupilas, con un rayo de luz que me invita un acre trago de nostalgia. Fantasía gris de un tiempo que se va haciendo ceniza; no sé si fatigado por el paso de los años, o curvado por el peso de los sueños, en un batir de alas agoniza, como los ojos que perdieron la facultad de llorar, como los labios secos que se olvidaron de besar, como las manos cuajadas de venas malvas, como una laguna congelada en mil sollozos, como un cortejo de almas penitentes en un viernes cansado de vivir, como aquella golondrina de verano que se marchó para no volver, o el presagio que envuelto en un gemido adivina que muy pronto será la rígida manecilla de un reloj fenecido.
 


 
Ya es medianoche, y veo pasar por la acera a un viejo vecino con su poncho de neblina. Va murmurando sobre el paso del tiempo que en la noche esconde sus horas vacías. Entonces vienen a mi mente los versos que buscan tierra de sepulcro en un paraíso de torcazas hartas de volar, y barquitos de maguey anclados a la vera de Maraurán, aguardando a sus capitanes que descansan en paz.

En el rostro del vecino querido veo incontables surcos que el arado de la vida ha labrado. Tiene la mirada con nubes nacaradas que flotan donde duermen sus recuerdos. Sólo atino a contemplarlo a través de dos lágrimas que ruedan para regar la tierra generosa de mis viejos.
 


 
Ya está amaciendo, y el anciano sigue andando empujado por el viento para nunca más volver, como avanza el tiempo sin retroceder, mientras las sombras aguardan con sus brazos de hielo.

No sé qué es lo que lo sostiene en pie, mas lo contemplo en silencio y llegan a mi memoria aquellos pilares de carne, pellejo y huesos que sustentaron mi barrio de Jircán colmado de Yerupajá, tardes de toros al son de la banda y trotes de caballos en el empedrado, aquellos cascos, que así como labran caminos, también se detienen para siempre.
 


 
No escucho risas, golpes de canga ni huaynos en el vecindario, sólo un pichuichanca invidente que no sabe de sol, de luna ni de estrellas, trina en el alero un canto de esperanza, hurgando un poco más de tiempo, como las hilachas de la memoria colectiva que el tiempo desovilla a falta de una rueca que las hile hasta convertirlas en poncho, en cuya trama nadie falte ni sobre.
 
 

 
Son las 6 de la mañana, me persigno e ingreso a casa. En mi pequeña biblioteca reviso mis viejos cuadernos, y en sus hojas pálidas de años y lejanía, dejo mis lágrimas otoñales recordando a mis vecinos y amigos. Junto a los cuadernos, en un candelabro lleno de gotas endurecidas de dos cirios consumidos, reposan los recuerdos de largas horas de angustia de mi madre por el esposo viajero.
 
 

 
Bebo un sorbo de agua con sabor a cuntu añejo, y un pensamiento errante me aprieta el alma. Entonces, parafraseando un pensamiento milenario, declamo: "¡Qué terrible será ser eterno cuando todos se hayan ido!. Gracias a Dios nadie puede con el límite... y la vida se va en un sueño con los carruajes del silencio, pues aún no se ha inventado algo que detenga el fin"...
 


 
De pronto asoman como aves temporarias las palabras de mi viejo amigo Panchito Gonzáles, que vienen desde Marián, HUARAZ: "Nacer o morir, ¿Un mismo significado?.. morir y nacer, interrogante sin respuesta. ¿La partida será el encuentro? ¡He ahí el misterio de la vida¡... el palpitar se detiene y las arterias son caminos desiertos... el soplo ha desaparecido. Y así, una y otra vez la Fábula de Higinio: “La tierra pide lo que es suyo y el alma al infinito, va en pos de una nueva creación". Sí, ayer llegó el final; la razón y el sentimiento en su lucha tenaz no llegaron a ningún acuerdo, pero triunfó el corazón:.. “Hay que llorar por los seres que se alejan de nuestro lado para siempre, pues son nuestra razón de existir, amor de amores, pena de penas, se diluye en un segundo y todo se acaba”.

Abro los ojos; y aquí, en el cementerio de Chiquián, yace un viejo poema cubierto de pétalos blancos...

Tulpajapana, 02 NOV 2003


Cementerio de Chiquián


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NO PREGUNTES POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS;
 
 DOBLAN POR TI Y POR MÍ
 
Armando Alvarado Balarezo (Nalo)

“Curiosa es nuestra situación de hijos de la Tierra. Estamos por una breve visita y no sabemos con qué fin, aunque a veces creemos presentirlo. Ante la vida cotidiana no es necesario reflexionar demasiado: estamos para los demás. Ante todo para aquellos  de cuya sonrisa y bienestar depende nuestra felicidad; pero también para tantos desconocidos a cuyo destino nos vincula una simpatía”. Albert Einstein (Mi visión del mundo)
 
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La mañana del martes 17 de octubre de 1961, me encontraba cogiendo agua en el pilón del barrio poco antes de asistir a la escuelita 378 de Quihuillán, donde cursaba el 4to. de Primaria; de pronto, en circunstancias que convergían en la esquina los señores Manuel Roque Dextre y Teófilo Salas Rivera, doblaron las campanas de la iglesia matriz de Chiquián, anunciando un deceso, motivando que mi cuerpo se escarapele, pues los camiones de mi padre y el de su compadre Segundo Robles Valverde, que debieron llegar de madrugada, no asomaban por la ceja de Caranca. Don Teófilo preguntó:

- ¿Por quién doblarán las campanas, Manuelito?

- Doblan por ti y por mí, hermano del alma. Le contestó compungido.

Don Manuel, persona muy instruida, otrora presidente de la Federación de Estudiantes del Perú, y reconocido poeta, al notar que su respuesta inquietó sobremanera a don Teófilo, le comentó, que los versos “No preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti” corresponden al fragmento “POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS” del poeta inglés John Donne (1572 / 1631), fragmento que tres siglos después inspiró la novela del mismo nombre, del escritor americano Ernest Hemingway (1899/ 1961), fruto de sus experiencias como corresponsal en la guerra civil española.
 
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Dicha novela empieza así:

“Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si se tratara de un legendario monte, o de la casa solariega de uno de tus amigos o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”. John Donne.
 
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Esquina chiquiana, escenario de la experiencia de vida

Doña María Gamarra de Calderón, quien retornaba del mercado de abastos, acercándose a los dos señores, les comunicó muy apenada:

- Mañuquito, Tiuchito, ha muerto nuestro amigo Shaprita.

Oír el sobrenombre, tantas veces escuchado en Chiquián y los pueblos aledaños, hizo llaga en mi alma para siempre, al interpretar en carne viva el mensaje del poeta metafísico John Donne, pues mi querido amigo Manuel Ñato Allauca partió antes de tiempo. Ser humano muy laborioso fue Shaprita, cuyo aporte era de suma importancia para el pueblo, sobre todo su fraterno afán de fecunda generosidad con los turistas, las amas de casa y los niños que lo teníamos como valioso ejemplo de vida. Dos horas después arribaron mi padre y su compadre Segundo, se habían quedado varados cerca del puente Mellizo (Mayorarca), por la rotura del eje delantero de un camión minero, en una angosta pendiente. Al día siguiente, miércoles 18 de octubre de 1961, el pueblo chiquiano decretó tarde no laborable para acompañar al paisano querido hasta su última morada, al compás de la Marcha Fúnebre de Morán, entonada por la banda de músicos de la solidaria familia Aldave Montoro. Ese día, hasta los niños vestimos de luto.
 
Por éso y por mucho más, cada vez que muere un ser vivo, sé que algo de mí se desprende, y así será hasta el final de mis días, porque gracias a dicha experiencia aprendí que soy parte indisoluble de las obras de Dios, nuestro Creador: la Naturaleza y el Cosmos. Nadie, como bien lo señala John Donne, es una isla; por tanto, ningún ser humano merece vivir ni morir aislado. Al respecto, el poeta español Antonio Machado, nos dice: “A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd”, de ahí que el lugar mas cálido para el reposo sea el corazón humano, porque en el recuerdo y la esperanza anida el misterio de la eternidad, tal como reza el proverbio de Facundo Cabral: “No perdiste a nadie: el que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón”, sin olvidar en cada momento del día las palabras de Jesús: "Yo soy la resurección, y la vida. Aquel que crea en Mí, aunque muera, vivirá."
 
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En estos últimos días han fallecido diez paisanos bolognesinos de gran valía. Hace un año, el 10 de febrero emprendió el Gran vuelo en Lima el escritor Luzuriaguino Guido Vidal Rodríguez, y al día siguiente 11 como hoy, también falleció en Lima, uno de mis amigos más amados, Hugo Nicanor Vilca del Castillo, nacido en Huari. Tengo la certeza de que por dichas pérdidas doblaron las campanas en Bolognesi, Mariscal Luzuriaga y Huari, como expresión de luto colectivo que mantienen y mantendrán eternamente nuestros pueblos fraternos, por más lejos que sus hijos pierdan la vida.

Desde los albores de la Humanidad todas las puertas del mundo han sido tocadas por el ala de la muerte, para las que se construyan ahora y después, es cuestión de tiempo solamente. Al respecto, cuentan que: “Un monje tenía siempre una taza de té al lado de su cama. Por la noche, antes de acostarse, la ponía boca abajo y, por la mañana, le daba la vuelta. Cuando un novicio le preguntó perplejo acerca de esa costumbre, el monje explicó que cada noche vaciaba simbólicamente la taza de la vida, como signo de aceptación de su propia mortalidad. El ritual le recordaba que aquel día había hecho cuanto debía y que, por tanto, estaba preparado en el caso de que le sorprendiera la muerte. Y cada mañana ponía la taza boca arriba para aceptar el obsequio de un nuevo día. El monje vivía la vida día a día, reconociendo cada amanecer que constituía un regalo maravilloso, pero también estaba preparado para abandonar esté mundo al final de cada jornada”. Estas y otras reflexiones que navegan en la Internet me inspiraron a escribir la hilachita:
 
   
EN CUALQUIER MOMENTO

La puerta de la vida se cierra, la sangre detiene su curso y el alma vuela como hoja quebradiza en el viento. Abajo los cardos siguen floreciendo en la redondez del mundo.

Todo acaba tras el último aliento, sólo lágrimas de congoja y plegarias a Dios corren en pos de la Resurrección.

Después quedan los recuerdos, y poco a poco la brisa del olvido va borrando del mapa el único camino que no conduce a Roma, sino a la tumba.

Ignoro quién sobrevivirá y quién será el ausente en aquel momento. ¿Lo sabes tú?. 
 
Mientras tanto: ama, reza y goza la vida segundo a segundo, por ventura divina.
 
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Confieso, no ha sido nada fácil aceptar la muerte de mis seres queridos: abuelitos, mamá, papá, tíos, primos, sobrinos, maestros, compañeros de estudio, trabajo y de ocio, coterráneos y amigos. Solamente el honrar su recuerdo, compartir experiencias similares con fe y esperanza, entender que empezamos a morir desde que nacemos, y dejar brotar las emociones contenidas, han hecho que no sea el muerto en vida del poema de Becquer, sino que viva cada día como si fuera el último, apreciando segundo a segundo lo bella que es la existencia terrena, en armonía plena con la Creación Divina.
 
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En casos muy dolorosos un abrazo a tiempo es mejor que mil palabras, sin perder de vista el mensaje de San Agustín: "Cuando tenga que dejarte por un corto tiempo, por favor, no te entristezcas, ni derrames lágrimas, ni te abraces a tu pena a través de los años. Por el contrario, empieza de nuevo con valentía y con una sonrisa por mi memoria y en mi nombre y haz todas las cosas igual que antes, no alimentes tu soledad con días vacíos sino llena cada hora de manera útil. Yo estaré cerca de ti y nunca tengas miedo de morir porque yo estaré esperándote en el cielo".
 
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  Chiquián, una vez más la banca vacía...