jueves, 31 de enero de 2019

EN EL DÍA MUNDIAL DEL MAGO - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)

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Jircán, nuestro amado barrio chiquiano
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EL PEQUEÑO VIDENTE
 
 Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo) 
 
Mañuco, más que un niño hiperactivo era un infante de enorme vitalidad imaginativa. Despierto y locuaz desde sus primeros balbuceos; paraba haciendo preguntas a todo el mundo sobre el acontecer diario. Un "popurrí" de hechos anectóticos marcan sus párvulos años en Chiquián.

En los albores de la década del sesenta, Mañuco estaba en todas las jugadas que le deparaba el destino. Infalible en las tareas comunales: reparto de agua, techas de casa, siembra, riego, chacmeo y cosecha en Huacacorral, construcción de pircas, palincas y tapiales, faenas de limpieza de reservorios y canales; etc.
 
Siempre listo para poner el hombro, pecho y espalda en los avatares cotidianos del pueblo. No tenía vocación de político ni de ideólogo de palinca. Su dicho de aliento fue y sigue siendo: ¡Manos a la obra shay!.

En los meses de lluvia, rayos, truenos y relámpagos, dejando de lado: zancos, trompos, cangas, aros, lecherongas y runrunes, corría con su lampita al hombro hacia Agocalle, para ayudar a proteger con ripio las casas solariegas del huayco que bajaba incontenible de Umpay.

Experto en el uso del shoguet y el lanzamiento de globos y cuilumpis carnavaleros en las calles chiquianas, fue perseguido por las damiselas a pedrada limpia, salvándose de milagro en cada una de sus arremetidas, gracias a las bendiciones recibidas como acólito y "santo varón" en las misas y procesiones de Semana Santa.
 
En el mes primaveral recorría Chiquián vendiendo votos para el reinado, no de una, sino de todas las candidatas sin distingos de edad, tamaño ni poder económico; concursos donde no siempre lograban cetros y coronas las chicas más populares por su belleza, sino las que vendían una vaquita o empeñaban los aretes de la abuelita; muchos padres se jugaron el sueldo del mes para tener una reina, o en el peor de los casos una damita en casa. Nunca subió al carro alegórico vestido de paje real, él prefería caminar pegadito al vehículo dando hurras con los puños en alto. Tampoco se disfrazó de chambelán de quinceañera. Optaba por contemplar la fiesta desde la ventana del salón, parado de puntillas en la vereda de la calle.

En el intercambio de figuritas nos mantenía al tanto del llenado de álbumes en cada barrio. ¡Jupash va ganando por goleada, a Tocho y a Genaro sólo les falta el 111¡, así nos alertó una vez, por lo que los niños de Jircán salimos volando alborotados como perdices a la tienda de don Manzueto Santos Flores, con la esperanza de abrir el sobrecito y hallar el número esperado. No recuerdo si alguien lo consiguió. 
 
 
 Antiguo álbum de figuritas

Mañuco andaba con un paquete de figuritas en el bolsillo más deshilachado del pantalón comando escolar, todas quintuplicadas y ajadas. “Me falta unita”, decía ahíto de optimismo, mas nunca  nos mostró un álbum lleno, ni siquiera una munapada de lejos. Años después su abuelita Pacucha nos mostró el álbum: solamente 107 figuritas estaban pegadas, le faltaban 293. En el recuadro del arisco 111, Mañuco había pegado con engrudo un trebol de la suerte.

En ocasiones lo vi uniformado de miliciano, cuidando de los niños depredadores el "Huerto de Judas" de Semana Santa. Para poner orden asustaba a los que pugnaban por una calabacita en botón o un par de oquitas huancachas, blandiendo su chicote de chiligua sin lograr un chasquido siquiera. Fue el mejor asistente que tuvo don Julián Soto Valverde.

Solidario en las circunstancias luctuosas: en los velorios brindando sus manos pispadas durante el reparto del cafecito fraterno, y en los entierros portando el agua bendita en una jarrita o balanceando el incienso, al lado del sacerdote de raída sotana.

Participaba como actor de reparto en las veladas del barrio, nunca como estrella fugaz. Narrador imparable en los cuentos de vereda del Jr. Leoncio Prado. Atento en los ensayos de los diablitos, negritos, jijas, viejitos, huarastucoj y de las comparsas del Inca y del Capitán, aprendizaje que décadas más tarde le serviría para interpretar danzas nativas al son del memorable "tincunacunacun cuna cuncun".
 
 
Diablito chiquiano
 
Cada 15 de agosto avisaba de puerta en puerta a los vecinos de Jircán la llegada del Inca buscando pallas para la fiesta de Santa Rosa. Después corría y se sumaba a la comparsa, y pasaba sacando pecho, caminando junto al arpa con su ponchito habano terciado.

En las fiestas costumbristas iba delante de las bandas de músicos, de las orquestas y del bombito de don Antonio Padua Toro, nuestro recordado pregonero.

Entendido como ninguno en el uso del pulgar derecho como manija de inflador, ayudaba a don Bonifacio Peña a encender las lámparas "Petromax" a querosene, que iluminaban las principales arterias del pueblo.

Fue el inventor de la pelota de fuego que abrigó nuestras noches frías en la canchita de cascajo y champa de Jircán. Muchos ponchitos resultaron chamuscados por las patadas que en llamarada emulaban al emperador romano  Lucio Domitio Claudio Nerón.

No se alejaba de los coheteros que elevaban avellanas al cielo avivando el entusiasmo de la fiesta patronal. Mañuco ayudaba a levantar castillos de fuegos artificiales en la plaza de armas y en el colocado de tendidos de bombardas en en el estadio de Jircán.

Durante el desfile de faroles del mes patriótico, derribaba todo lo que encontraba flotando a su paso con su compacto avión de duro cartón y fleje de acero, forrado con inofensivo papel crepé blanco.

Nadie como él recogiendo caramelos despostillados regados en el piso a la hora de la Entrada de la fiesta, esquivando las patas de los caballos y de las mulitas, con elasticidad insuperable.

En las tardes taurinas comandaba el batallón de niños que oteábamos con los ojos desorbitados los encantos de las musas de faldellín que estaban paradas trémulas en las palincas ante la arremetida de un bravo jirishanquino. También anunciaba la llegada de las bandas de músicos, toros y madrineras para las corridas de septiembre.

Todas las tardes nos ponía al tanto de los paisanos que arribaban de Lima, Huacho, Supe, Barranca y Pativilca en los autobuses de Landauro y TUBSA, y de Huaraz en la góndola azul de Keclin.

Durante la llegada, permanencia y despedida de los excursionistas, no se separaba de ellos, ídem de los alpinistas que permanecían aclimatándose en Chiquián, antes de retar al temido glaciar Carnicero.

Como hábil ayudante en las labores de amasijo, y experimentado vendedor de empanadas y periódicos, fue amigo de los mercachifles, sobre todo de los amigos “chunchos”, y en ocasiones fungió de  “gancho” en los juegos de azar durante la fiesta patronal de agosto. También hacía de mago en el "circo ambulante de Culantro y Perejil", donde a falta de guantes blancos y sombrero de copa, sacaba conejos tronando sus dedos. Entraba y salía de la carpa de los gitanos como Pedro por su casa, con un cigarrillo apagado entre los labios.
 
El pequeño vidente:

Acertado en los pronósticos cuando jugaba el Cahuide o el Tarapacá con un equipo de menor ralea, siempre se cuidaba de no dar una cifra, solamente decía “será por goleada”, y como era de esperarse, así resultaba el score, pero en “Los clásicos Cahuide / Tarapacá” se hacía humo, inubicable en las calles del pueblo; hasta que un día fue descubierto en la tribuna del Cahuide, pese a estar con una bufanda hasta la nariz. Allí fue obligado a dar su pronóstico, y no tuvo más remedio que decir:

- Ganará 1 a 0.

- ¿Pero qué equipo? -le preguntaron desesperados en coro los niños cahuidistas.

- El Cahuide –dijo trémulo, casi susurrando.

Durante el partido los niños Gelacio Valderrama Ramírez y Patuco Allauca Calderón, hinchas hasta el tuétano del invencible Cahuide, lo sujetaron de los brazos para que no huya. Para su desdicha el travesaño del Tarapacá impidió que se abriera el marcador en 3 ocasiones. Ni bien el árbitro dio el pitazo final, empezaron a apanar a Mañuco por el empate, felizmente un niño conciliador terció: "De repente ha perdido momentáneamente sus poderes mágicos, démosle otra oportunidad". Y dejaron de apanarlo, bajo amenaza de ser linchado si fallaba en otro “Clásico”. Fue el primer bullyng andino en el estadio de Jircán.
 
 
Sport Cahuide
 
Frente a este error de cálculo nunca más pronosticó resultado alguno en el estadio de Jircán, ni acudió como espectador, viéndose obligado a cambiar de rubro.
 
 
Antigua pileta de la plaza de armas de Chiquián
 
Viene a mi memoria el domingo 7 de agosto de 1960. Al culminar la Misa un grupo de niños nos sentamos a charlar en el muro de la pileta de la plaza de armas. Mañuco  se nos acercó, y señalando con un guiño a una jovencita que pasaba, nos dijo:

- Esa costilla está con calzón verde.

Ante su asombro fue asido fuerte del brazo por un niño grande, siendo llevado hasta la jovencita. Aquí el diálogo que logramos escuchar a unos metros de distancia:

- Primita, ¿con qué color de calzón estás?

- ¿Y por qué, ah?

- Por nada primita, es una preguntita para ganar una apuesta –y la jovencita le habló al oído a su primo.

Ambos retornaron al grupo, y el primo nos dijo que Mañuco había acertado, motivando que los demás niños lo retemos pensando que sólo era un golpe de suerte. Entonces Mañuco, con ciertos aires de adivino, señaló con el índice derecho a 3 chicas que salían de la iglesia, y dijo:

- La más grande tiene calzón morado, la mediana azul y la pequeña tiene calzón de bayeta blanca.

Picones, en lo que restaba del domingo, y valiéndonos de nuestras hermanas y primas, los niños presentes en la pileta, averiguamos si Mañuco había acertado o no. Entrada la noche nos juntamos en el barrio, y media docena de datos fiables le devolvieron el título de  vidente que perdió durante un “Clásico Cahuide / Tarapacá” en el estadio de Jircán.

Pero como no todo dura eternamente, dos años después, en una pinquichida, la palma derecha de una palla de Mishay silbó en el aire antes de aterrizar con fuerza en el rostro pálido de Mañuco, y en cuestión de segundos el espejito "miracalzón" quedó hecho añicos junto a la punta de los zapatos del pequeño vidente.
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Fuente:

Un trocito DEL MISMO TRIGO
 
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YA VAN OCHO AÑOS - POR JOSÉ ANTONIO SALAZAR MEJÍA (REVISTA INTERNACIONAL "UN DÍA COMO HOY EN HUARAZ")


 
YA VAN OCHO AÑOS

Por José Antonio Salazar Mejía 
 
Un día como hoy en el 2011 aparició la primera entrega de "UN DÍA COMO HOY EN HUARAZ" este blog que al presente llega a las 229 notas y que gracias al favor de ustedes, amables lectores, es una de las más visitadas a nivel nacional. 
 
La idea de fomentar la identidad regional ancashina ha tenido buenos resultados pues ese es el mensaje de quienes nos siguen, nos copian y replican. 
 

El popular Ceferino es el emblema del programa y del blog. 
 
Ancash es una tierra ubérrima, con grandes y bellos paisajes, con una riqueza natural incomparable; pero que tiene su mayor potencial en su gente. Somos herederos de personajes históricos únicos: los creativos habitantes de Guitarrero que descubrieron la horticultura y la crianza de animales, los sabios sacerdotes de Chavín que por vez primera concibieron la idea de hacer del antiguo Perú una gran nación, de Inca Paullo el único Inca que no fue cusqueño, de Quispe Sisa o Inés Huaylas madre de Francisca Pizarro la primera mestiza del Perú, de los indomables Conchucos el único pueblo que jamás se doblegó ante los españoles, de Toribio de Luzuriaga el único militar peruano que en la independencia llevó el título de general y llamado a ser el primer presidente del Perú, de Pedro Pablo Atusparia y "Uchcu Pedro" líderes de la primera revolución campesina de nuestra historia republicana, de Santiago Antúnez de Mayolo el sabio del milenio, de Sarita Colonia la santa más querida del siglo XX, del "Jilguero" y "la Pastorita" cantantes de prestigio internacional, y de tantos otros íconos de nuestra cultura regional.
 
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Gracias al blog "CHIQUIÁN QUERIDO", nos leen en todo el mundo. 
 
Sus hechos y las repercusiones de sus actos, los hemos ido publicando en las páginas de "UN DÍA COMO HOY EN HUARAZ". El objetivo es dar a conocer a las nuevas generaciones las grandezas de Ancash y sus personajes. Es por ello que hoy agradecemos al equipo del programa que pronto retornará a los hogares huaracinos por la televisión de señal abierta.
 
Gracias a Miguel Guimaray Durand y a Eleazar Aquiño Espinoza, dos grandes amigos que comparten mis sueños e ideales. Sin ellos no podríamos estar con ustedes. y por su puesto, gracias a "CEFERINO", el infaltable compañero de estas andanzas culturales.
 
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Un cariñoso abrazo en este V aniversario
 
 
FELIZ CUMPLEAÑOS HERMANOS:
 
JOSÉ ANTONIO Y LUIS ALBERTO SALAZAR MEJÍA. 
 
QUE DIOS LOS BENDIGA HOY, Y SIEMPRE
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Fuente: 
 
Revista Internacional "UN DÍA COMO HOY EN HUARAZ: 
 
 

domingo, 27 de enero de 2019

MI AMIGO JUAN - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)



 
JUAN RODRÍGUEZ JARA:

LA GRANDEZA HUMANA DE SU OBRA LITERARIA


Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
 
"Cuando te encuentres en una encrucijada,
lee la biografía de las personas a quienes admiras,
y hallarás la salida correcta"
Shapra
 
"Hacer poesía es la posibilidad de componer versos, expresar un sentimiento, procurando dar encanto, mediante las palabras. Es la conquista de un mensaje bello, una idea quizás sorpresiva emerge y derrama algo de hechizo”. Tales las primeras palabras de la extraordinaria Presentación que hace el notable escritor piscobambino Elmer Neyra Valverde al poemario AROMAS DE LA TARDE de Juan Rodríguez Jara.

Porque así como el arcoíris es el reflejo de las caricias del sol con la lluvia, que llena de embeleso la mirada; así también, traducidos en palabras del alma, brota diamantino el sentimiento de todo poeta y escritor telúrico, de ahí que la obra literaria de JUAN RODRÍGUEZ JARA, respire hondo el aire limpio de las cumbres ancashinas; creaciones escritas pobladas de sonidos, fragancias e imágenes en una relación dichosa con nuestros campos añorados. Verbo de amor sin límites  por el terruño que mana de las entrañas de un creador de talento puro y vigoroso.

El ambiente bucólico y la fascinante naturaleza genésica de Áncash influyen sobremanera en su personalidad, forjándolo de un latido musculoso, fraterno y generoso a ultranza, como los ríos que corren fecundando vida, los árboles que dan frutos, madera y sombra al peregrino, los pájaros que nos alegran con sus trinos, los sembríos que nutren el cuerpo, y los deshielos que calman la sed de la árida franja costera peruana. 
 
Conocedor de la responsabilidad social que tiene la literatura para los pueblos de tierra adentro, Juanito se suma a este noble propósito desde sus tempranos años, alternando verso y prosa de genuina sinceridad vital, trocando en poesía y relatos el quehacer campesino y los encantos de la ¨Novia de los Andes¨, su amada Piscobamba, mágico lugar donde empieza su reluciente historia; creaciones que son acogidas con abundante simpatía por reconocidas antologías del cosmos literario mundial, como "Palabra en Libertad" de ediciones Amantes del país, Sociedad Peruana de Poetas, Viernes Literarios, Revista Cultural de Áncash-AEPA, AEA, Chiquián Querido, revista cultural "RIMA RIMA" e Instituto de Cultura Peruana-Miami, y han merecido importantes premios a su dilecto autor. Todo ello impregnado de un panteísmo inmanente donde su casita de Tullubamba, el apu Huáncash, el eucalipto centenario de la Plaza Mayor de Piscobamba, los viejos caminos del ayer, su escuelita 304 y las personas con sus usos, costumbres y tradiciones se funden con la Pachamama y fulguran como altares sagrados en su creación escrita. 
 
Basta leer sus relatos SEQUIA EN LOS ANDES, páginas 165 al 198, del libro PALPITAR DEL ANDE, y LOS SECRETOS DEL CAFÉ DEL MARAÑÓN, este último, cabeza visible de su expresión en prosa, difundido en la prestigiosa revista “TIEMPO NUEVO INTERNACIONAL” de Miami, para confirmar que su universo narrativo se amamanta, esencialmente, de los paisajes de la Sierra y la ceja de Selva, y de la lucha por la existencia en el ámbito rural: cuando la lluvia no retorna a tiempo porque el sol dora implacable los campos durante meses enteros; vida agrícola con sus faenas encallecidas de promesas fallidas, desventuras y creencias por doquier, con esa ternura arrobadora de los hombres, mujeres y niños de fuerte raigambre familiar, que a pesar de la adversidad y la abulia estatal, viven en paz y armonía con la Madre Naturaleza y las Leyes del Cosmos.
 
Pocos, como el poeta piscobambino Juan Rodríguez Jara, logran la cerril hazaña que todo creador bien nacido busca lamparín en la mano en el Monte Parnaso: la sencillez y el ejemplo de hombre de bien en todos los aspectos de la vida; por eso, cuando a sus paisanos nos urge mayor acicate para superar las contingencias diarias, recurrimos febriles a los escritos de Juanito que bogan al natural en la red, sin edulcorante ni barniz alguno, para llenarnos de energía salvadora, sin perder de vista el tesoro más preciado de nuestra tierra: la unidad ancashina y el amor ilimitado por los demás.
 
Autor prolífico con activa participación en la vida cultural del país y notoria resonancia literaria en el mundo hispano. Poeta del amor infinito por lo nuestro, dueño de una pluma nervuda que lucha incansable por rescatar ese pasado provinciano sano, tan distante del momento actual donde el imperio del cohecho en la licitación de obras públicas y el otorgamiento de concesiones a nivel nacional, ha tocado fondo a niveles mafiosos más allá de nuestras fronteras, con el mal llamado "diezmo" como acto de corrupción sin precedentes en un círculo vicioso sin final, donde dan vueltas y vueltas haciendo negocios redondos y cuadrados: supurantes peces gordos, medianos y pequeños en amañadas adendas y consultorías fantoches.

Los poemas de Juanito son himnos de añoranza, un alargar los años con cánticos asidos a las raíz telúrica, que en la distancia crece y se robustece, como aquellos robles de frondosa copa que se resisten a dejar el suelo que les dio la vida, pues de muy joven abrazó la profesión de Policía, que ejerció como un sacerdocio a lo largo y ancho del Perú hasta su jubilación, con la misma pasión y entrega que la ciñeron los héroes y mártires de la noble institución policial. Las condecoraciones recibidas a lo largo de su fructífera carrera dan cuenta de su apostolado itinerante en bien de la tranquilidad y la vida.

El binomio: POLICÍA / LITERATURA, fundidos en un solo corazón, ha hecho de JUAN RODRÍGUEZ JARA un ciudadano ejemplar, comprometido hasta la médula con su amado pueblo; compromiso social, moral y espiritual que enaltece la grandeza del género humano. Un verdadero orgullo de su tierra natal Piscobamba, de AEPA, Club Áncash, AEA y del colegio "LA LIBERTAD" su querida Alma Mater y de la Policía Nacional del Perú.

Por eso, y mucho más, no sobra decir que su ejemplo de vida es la prueba palpable: de cómo la generosidad, la abnegación y el sacrificio como suprema expresión del amor por el prójimo, cobran mayor sentido en las horas presentes. Todo ello refleja un espíritu que se alimenta de lo más sagrado que existe en el mundo: la fe y la esperanza por un presente y un mañana mejor para todos, conjugando siempre lo universal con lo nativo, amasando día a día el barro de su obra como buen orfebre de la palabra escrita, obra que lo ubica entre los escritores más originales que viene produciendo el Perú profundo en la última centuria.

Washington D.C., 27 de enero de 2019
 
 
 



 
 
RECUERDOS GRATOS
 

 
El Club Social de Miraflores y la Sociedad Literaria Amantes del País rindieron homenaje y premiación al poeta piscobambino, Juan Rodríguez Jara. Él es miembro y directivo de Aepa Lima. Estuvieron presentes varios poetas entre ellos el decimista Diego Vicuña. Además los familiares del homenajeado. El acto contó con la conducción del destacado promotor cultural José Beltrán Peña, quien resaltó la trayectoria del poeta. Asimismo participó la poeta Norka Bríos, quien le dedicó un hermoso poema. Varios de los presentes leyeron sus poemas en homenaje a Juan Rodríguez. El acto se desarrolló el 28 de enero en el Club Social de Miraflores.

Danilo Barrón Pastor
Presidente de AEPA LIMA

IMÁGENES
 
 

















 



REYDA ALVARADO: CHIQUIANITA BELLA MUJER

JUDITH BALAREZO - LINDA CHIQUIANA

NIEVES ALVARADO

RITMO ANDINO DE HUASTA

La casa vieja - Nieves Alvarado

Hualín Aldave Palacios

ORQUESTA RITMO ANDINO DE HUASTA

Oswaldo Pardo Loarte

Chiquián - Marco Calderón Ríos

BANDA DE LLIPA

LUIS PARDO, EN LA VOZ DE CARLOS ORO

WET - COMO QUIEN PIERDE UNA ESTRELLA

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