miércoles, 25 de abril de 2018

EL TORITO DE YANASHALLASH - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)

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EL TORITO DE YANASHALLASH
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A la Memoria de mi primo 
Vidal Arturo Alvarado Aldave,
ser humano que guió mis pasos 
en las blancas laderas de Yanashallash.

Por Armando Alvarado Alvarado Balarezo (Nalo)
 
La mañana del 3 de setiembre de 1977, contemplando el armado de palincas en el ruedo de Jircán, mi padre me comentó: que durante la segunda corrida, a finales de los años 20, ingresó el último toro de la tarde con una potencia tal, que puso en vilo a los asistentes. Días antes el toro había llegado de Yanashallash (Pachapaqui, Aquia), escoltado por un harén de caderonas madrineras.

El toro tenía un trapío nunca antes visto en Chiquián: media tonelada de peso, pelaje chivillo brillante, cabeza erguida, rabilargo, ojos encendidos como chispas de pira ardiente, de gemelos descolgados sin modestia alguna, cuernos brochos muy afilados, abundante pelo rizado en la frente y prominentes músculos en la joroba y el cuello.

El toro dio una vuelta en el ruedo como empujado por un tifón invisible y se paró en el centro, mostrando a los tendidos su estampa espartana. Su presencia era tan avasalladora, que durante dos minutos el silencio fue sepulcral. Ni un espontáneo, de los cientos que estaban parados debajo de las palincas, se animó a retarlo. De pronto salieron del lado sur los conocidos novilleros: Luis Marzano (Lucho de Alcococha), Valerio Calderón (Muchqui de Oropuquio) y David Aldave (Lapicho de Jupash). Los tres hicieron delirar al público con su arte taurino, entre oles estentóreos que incitaron un pasodoble en la palinca del nuevo capitán de la fiesta, donde estaba apostada la banda de músicos. Las pallas cantaban emocionadas: "Viva, viva comisario”, batiendo al viento sus pañuelos de colores.

El toro jugaba limpio en el ruedo, incrementando su impulso de embiste segundo a segundo, haciendo que los tres novilleros pasen de la valentía a la temeridad. De repente el toro se paró en seco al escuchar gritos altisonantes tras la barrera norte. 
 
Olvidándose de los novilleros el toro corrió resoplando y bramando recio, irrumpiendo debajo de las palincas como un torbellino de humo negro. El griterío de los borrachos fue tan desgarrador, que la banda de músicos enmudeció. ¡Ahurasilo shay, el toro está endemoniado, nos va a matar a todos, es el mismo Satanás en persona!, se escuchaba en los tendidos de sogas, pellejos y maderas. Las abuelitas imploraban ¡Jesús!, apretando sus crucifijos. Más de un shaplaco se hizo la pila y algo más...
 
 

 
La incertidumbre recién cesó cuando el toro apareció de nuevo en el ruedo y se fue directamente al toril que ya tenía la puerta abierta de par en par.

Aquella tarde inolvidable nadie resultó herido, ni siquiera con un chichón, aunque dicen que a más de tres tuvieron que sacarle el susto con cuy cutucho al ungüento.
 
Todos coincidieron que el toro jugaba limpio, y que irrumpió en las palincas sólo para escarmentar a los borrachos que estaban perturbando la faena de los mejores novilleros del Yerupajá.

Entrada la noche el futuro capitán contrató dicho toro para la primera corrida del año venidero, pagando, además, un seguro de vida por el animal, garantizando así su presencia en el ruedo de Jircán, el día fijado.

Horas antes de retornar a los pastizales de Yanashallash, el dueño del toro fue enterado por alguien, que el capitán quería darle una sorpresa al pueblo chiquiano, implantando por primera vez el “toro de muerte”, con un matador contratado de Acho, y que esta suerte recaería en su ya famoso torito. El dueño meditó nostálgico, pues como hombre de palabra tenía que volver al año siguiente con el toro. 
 
¡Qué hizo el dueño para evitar que sacrifiquen al torito en el ruedo chiquiano!: durante los meses siguientes lo entrenó para que no embista en la corrida; es decir, que se comporte como una yunta.

Pasaron 364 días y llegó la primera tarde de toros en el ruedo de Jircán. El capitán anunció montado en su caballo la salida del “toro de muerte”, haciendo hincapié que se trataba del toro de Yanashalash que jugó limpio el año anterior.  Los chiquianos se miraron sorprendidos por el anuncio, no podían creer lo que estaban oyendo, y empezaron las rechiflas y los reclamos a viva voz en los tendidos. Todos recordaban al torito que no lastimó a nadie a pesar de su bravura. El público no quería verlo sacrificado. ¡Indúltenlo, indúltenlo, somos un pueblo pacífico! fue el pedido general.
 
Los organizadores de la corrida no atendieron el pedido popular, y el torito salió a su encuentro con el estoque de la muerte. Salió con la misma fuerza de un año antes, pero esta vez ataviado con una moña rojiblanca en la frente rizada y una enjalma grana en el lomo, con el nombre del capitán en letras de oro. Dio dos vueltas limpiando la plaza y se detuvo en el centro del ruedo. 
 
Durante unos minutos no se atrevieron a torearlo, ni siquiera el matador contratado de Acho. 
 
Sorpresivamente ingresó bailando contento un borrachito longevo, motivando que el público grite de pavor: ¿lo va a destripar, sáquenlo por favor, no sean malos!. El toro ni se movió. Permaneció parado como un manso corderito del Portal de Belén. 
 
El torito de Yanashallash se estaba jugando la vida, segundo a segundo, y tenía que neutralizar sus agallas con la mayor tolerancia del mundo. 
 
El borrachito se fue acercando a las filudas astas blandiendo su pijsha de lana y lo pasó una y otra vez por el hocico del toro, que continuaba imperturbable. Luego le arrancó la moña de un tirón y siguió bailando feliz.
 
Observando la docilidad del torito, poco a poco los espontáneos empezaron a rodearlo hasta tocarle el pelo rizado de su frente y retirarle la enjalma del lomo; inclusive se acercó un perrito y lamio los labios del torito. El toro ni siquiera resoplaba. Y continuó respirando sereno hasta torcer el destino que le había fijado el capitán de la fiesta un año antes. 
 
 

 
Finalmente los organizadores de la corrida no tuvieron otra salida que soltar tres vacas madrineras.

Cuando el toro estaba retornando al toril con las madrineras, Lucho Marzano, Muchqui Valerio y David Lapicho rieron dichosos hasta las lágrimas, mostrando sus capotes al matador de Acho, y el público aplaudió de pie. El torito estaba a salvo, pronto volvería a respirar el aire puro de los deshielos de Yanashallash.

Culminada la corrida el dueño se acercó al capitán para devolverle su dinero, y éste, espetó: ¡quédate con la plata, pero llévate tu toro doméstico, no lo quiero ver ni en pintura un segundo más! 
 
Esa misma noche el criador y su toro retornaron a Yanashallash; él se convirtió en el ganadero más próspero de la región, y el torito pasó el resto de su larga vida como padrillo, perpetuando el linaje de su raza en las heladas morrenas de Pachapaqui.
 

VOCES NATIVAS:

Ahurasilo:

Deformación de la interjección en español: ¡ahora sí!

Capitán de la fiesta:

Representa al "conquistador" Pizarro durante las fiestas patronales en homenaje a Santa Rosa y San Francisco de Asís. Ofrece la primera corrida de toros.

Comisarios:

Donantes de toros bravos en las festividades patronales.
 
Cutucho:
 
Sin cola

Chivillo:

Color negro.

Madrineras:

Vacas que acompañan a los toros durante el arreo. También son utilizadas como señuelo para que el toro emplazado vuelva calmo al toril.

Padrillo:

Semental destinado a la fecundación de las terneras en celo.

Palincas:

Barandas en forma de tribunas con palos, pellejos de vaca y listones de madera amarrados con sogas de cabuya, de cuero o de nylon

Pallas:

Vírgenes del Sol, en tiempos del Incario. Durante la fiesta patronal integran la comparsa del Inca y Rumiñahui.

Pijcha, chuspa o huallqui:

Pequeño saquito de cuero o de lana para portar hojas de coca. En otras latitudes la palabra pijchar es usada como sinónima de chacchar y acullicar (masticar coca). La pijcha, el iscupuru (calero) de cuello alargado que contiene la cal, y la delgada varilla que transporta la cal del iscupuru a la boca, son objetos inseparables del chacchador andino. 
 
Shaplaco:
 
Parlanchín incurable.

Shay:

Amigo. Palabra símbolo de la confraternidad chiquiana

Yanashallash:

Paraje frío a más de 4,500 metros de altura, afincado en Pachapaqui (Puerta del cielo), Aquia. Lugar privilegiado para el geoturismo. Se ubica en la región puna del sabio de Panao (Javier Pulgar Vidal). Clima seco de mayo a noviembre (con heladas entre junio y agosto). De diciembre a marzo, temporada de fuerte lluvia, granizo perlado, nieve y tupida neblina.

Yunta:

Pareja de bueyes unidos por un yugo asido al arado, que ayudan al gañan a labrar la tierra para la siembra de productos de panllevar.
 
 
 
Fuente:

Charlando con papá.
 
 
 
RECUERDOS
 



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CHIQUIÁN: 
 
Cielo azul

30 de agosto en soledad,
con el ala rota una vez más,
horizonte incierto, cielo azul,
fuegos artificiales, Salva fugaz,
vuelve la noche, con su negro tul.

Toca la banda, hasta el amanecer,
por las callecitas del viejo hogar,
horizonte incierto, cielo azul,
ausencia triste, lejana estás,
sueño distante, coplas de ayer.

Tardecita fría, de paisaje gris,
ya mi alma mira desde el dintel;
en nocturno cielo, la quena llora,
y junto a ella, una guitarra implora
porque un corazón, dejó de latir.

Nalo AB - 15651
 
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PASAJERO DEL TIEMPO 
 
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
 
Bajo los párpados para soñar despierto, y sobrevuelo Chiquián con el pensamiento...

Busco por todos lados, mas no encuentro a mis amigos. Unos están en el cielo, otros en el mundo esparcidos. En el jirón Leoncio Prado la oscuridad rasga mi pecho, pues muchos vecinos se han ido, y por más que en los rostros de sus hijos se reflejan, no late ese sentimiento telúrico tan arraigado en los viejos, y me siento forastero en mi propia tierra.
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En este agonizante mutismo de un barrio otrora alegre, el llanto se esconde en mis pupilas, con un rayo de luz que me invita un acre trago de nostalgia. Fantasía gris de un tiempo que se va haciendo ceniza; no sé si fatigado por el paso de los años, o curvado por el peso de los sueños truncos, en un batir de alas agoniza, como los ojos que perdieron la facultad de llorar, como los labios secos que se olvidaron de besar, como las manos cuajadas de venas moradas, como una laguna congelada en mil sollozos, como un cortejo de almas en un viernes cansado de vivir, como aquella golondrina de verano que se marchó para no volver, o el presagio que envuelto en un gemido, adivina que muy pronto será la rígida manecilla de un reloj fenecido.


Ya es medianoche y veo pasar por la acera a un viejo vecino con su poncho de neblina. Va murmurando sobre el paso del tiempo que en la noche esconde sus horas vacías. Entonces vienen a mi mente los versos que buscan tierra de sepulcro en un paraíso de torcazas hartas de volar, y barquitos de maguey anclados a la vera de Maraurán, aguardando a sus capitanes que descansan en paz.

En el rostro del vecino querido veo incontables surcos que el arado de la vida ha labrado. Tiene la mirada con nubes nacaradas que flotan donde duermen sus recuerdos. Sólo atino a contemplarlo a través de dos lágrimas que ruedan para regar la tierra generosa de mis viejos.


Ya está amaciendo, y el anciano sigue andando empujado por el viento para nunca más volver, como avanza el tiempo sin retroceder, mientras las sombras aguardan con sus brazos de hielo.

No sé qué es lo que lo sostiene en pie, mas lo contemplo en silencio y llegan a mi memoria aquellos pilares de carne, pellejo y huesos que sustentaron mi barrio colmado de Yerupajá, tardes de toros al son de la banda y trotes de caballos en el empedrado, aquellos cascos, que así como labran caminos, también se detienen para siempre.


No escucho risas, golpes de canga ni huaynos en el vecindario, sólo un pichuichanca invidente que no sabe de Sol, de Luna ni de estrellas, trina en el alero un canto de esperanza, hurgando un poco más de tiempo, como las hilachas de la memoria colectiva que el tiempo desovilla a falta de una rueca que las hile hasta convertirlas en poncho, en cuya trama nadie falte ni sobre.

Son las 6 de la mañana, me persigno e ingreso a casa. En mi pequeña biblioteca reviso mis viejos cuadernos, y en sus hojas pálidas de años y lejanía, dejo mis lágrimas otoñales recordando a mis vecinos y amigos. Junto a los cuadernos, en un candelabro lleno de gotas endurecidas de dos cirios consumidos, reposan los recuerdos de largas horas de angustia de mi madre por el esposo viajero.

Bebo un sorbo de agua con sabor a cuntu añejo, y un pensamiento errante me aprieta el alma. Entonces, parafraseando un pensamiento milenario, declamo: "¡Qué terrible será ser eterno cuando todos se hayan ido!. Gracias a Dios nadie puede con el límite... y la vida se va en un sueño con los carruajes del silencio, pues aún no se ha inventado algo que detenga el fin"...


De pronto asoman como aves temporarias las palabras de mi viejo amigo Panchito Gonzáles, que vienen desde Marián, HUARAZ: "Nacer o morir, ¿Un mismo significado?.. morir y nacer, interrogante sin respuesta. ¿La partida será el encuentro? ¡He ahí el misterio de la vida¡... el palpitar se detiene y las arterias son caminos desiertos... el soplo ha desaparecido. Y así, una y otra vez la Fábula de Higinio: “La tierra pide lo que es suyo y el alma al infinito, va en pos de una nueva creación". Sí, ayer llegó el final; la razón y el sentimiento en su lucha tenaz no llegaron a ningún acuerdo, pero triunfó el corazón:.. “Hay que llorar por los seres que se alejan de nuestro lado para siempre, pues son nuestra razón de existir, amor de amores, pena de penas, se diluye en un segundo y todo se acaba”.

Abro los ojos; y aquí, en el cementerio de Chiquián, yace un viejo poema cubierto de pétalos blancos...

Tulpajapana, 02 NOV 2003


Cementerio de Chiquián


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NO PREGUNTES POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS; DOBLAN POR TI Y POR MÍ

Armando Alvarado Balarezo (Nalo)

“Curiosa es nuestra situación de hijos de la Tierra. Estamos por una breve visita y no sabemos con qué fin, aunque a veces creemos presentirlo. Ante la vida cotidiana no es necesario reflexionar demasiado: estamos para los demás. Ante todo para aquellos  de cuya sonrisa y bienestar depende nuestra felicidad; pero también para tantos desconocidos a cuyo destino nos vincula una simpatía”. Albert Einstein (Mi visión del mundo)
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La mañana del martes 17 de octubre de 1961, me encontraba cogiendo agua en el pilón del barrio poco antes de asistir a la escuelita 378 de Quihuillán, donde cursaba el 4to. de Primaria; de pronto, en circunstancias que convergían en la esquina los señores Manuel Roque Dextre y Teófilo Salas Rivera, doblaron las campanas de la iglesia matriz de Chiquián, anunciando un deceso, motivando que mi cuerpo se escarapele, pues los camiones de mi padre y el de su compadre Segundo Robles Valverde, que debieron llegar de madrugada, no asomaban por la ceja de Caranca. Don Teófilo preguntó:

- ¿Por quién doblarán las campanas, Manuelito?

- Doblan por ti y por mí, hermano del alma. Le contestó compungido.

Don Manuel, persona muy instruida, otrora presidente de la Federación de Estudiantes del Perú, y reconocido poeta, al notar que su respuesta inquietó sobremanera a don Teófilo, le comentó que los versos “No preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti” corresponden al fragmento “POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS” del poeta inglés John Donne (1572 / 1631), fragmento que tres siglos después inspiró la novela del mismo nombre, del escritor americano Ernest Hemingway (1899/ 1961), fruto de sus experiencias como corresponsal en la guerra civil española.
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Dicha novela empieza así:

“Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si se tratara de un legendario monte, o de la casa solariega de uno de tus amigos o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”. John Donne.
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Esquina chiquiana, escenario de la experiencia de vida

Doña María Gamarra de Calderón, quien retornaba del mercado de abastos, acercándose a los dos señores, les comunicó muy apenada:

- Mañuquito, Tiuchito, ha muerto nuestro amigo Shaprita.

Oír el sobrenombre, tantas veces escuchado en Chiquián y los pueblos aledaños, hizo llaga en mi alma para siempre, al interpretar en carne viva el mensaje del poeta metafísico John Donne, pues mi querido amigo Manuel Ñato Allauca partió antes de tiempo. Ser humano muy laborioso fue Shaprita, cuyo aporte era de suma importancia para el pueblo, sobre todo su fraterno afán de fecunda generosidad con los turistas, las amas de casa y los niños que lo teníamos como valioso ejemplo de vida. Dos horas después arribaron mi padre y su compadre Segundo, se habían quedado varados cerca del puente Mellizo (Mayorarca), por la rotura del eje delantero de un camión minero, en una angosta pendiente. Al día siguiente, miércoles 18 de octubre de 1961, el pueblo chiquiano decretó tarde no laborable, para acompañar al paisano querido hasta su última morada, al compás de la Marcha Fúnebre de Morán, entonada por la banda de músicos de la solidaria familia Aldave Montoro. Ese día, hasta los niños vestimos de luto.
 
Por éso y por mucho más, cada vez que muere un ser vivo, sé que algo de mí se desprende, y así será hasta el final de mis días, porque gracias a dicha experiencia aprendí que soy parte indisoluble de las obras de Dios, nuestro Creador: la Naturaleza y el Cosmos. Nadie, como bien lo señala John Donne, es una isla, por tanto, ningún ser humano merece vivir ni morir aislado. Al respecto, el poeta español Antonio Machado, nos dice: “A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd”, de ahí que el lugar mas cálido para el reposo sea el corazón humano, porque en el recuerdo y la esperanza anida el misterio de la eternidad, tal como reza el proverbio de Facundo Cabral: “No perdiste a nadie: el que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón”, sin olvidar en cada momento del día las palabras de Jesús: "Yo soy la resurección, y la vida. Aquel que crea en Mí, aunque muera, vivirá."
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En estos últimos días han fallecido diez paisanos bolognesinos de gran valía. Hace un año, el 10 de febrero emprendió el Gran vuelo en Lima el escritor Luzuriaguino Guido Vidal Rodríguez, y al día siguiente 11 como hoy, también falleció en Lima, uno de mis amigos más amados, Hugo Nicanor Vilca del Castillo, nacido en Huari. Tengo la certeza de que por dichas pérdidas doblaron las campanas en Bolognesi, Mariscal Luzuriaga y Huari, como expresión de luto colectivo que mantienen y mantendrán eternamente nuestros pueblos fraternos, por más lejos que sus hijos pierdan la vida.

Desde los albores de la Humanidad todas las puertas del mundo han sido tocadas por el ala de la muerte, para las que se construyan ahora y después, es cuestión de tiempo solamente. Al respecto, cuentan que: “Un monje tenía siempre una taza de té al lado de su cama. Por la noche, antes de acostarse, la ponía boca abajo y, por la mañana, le daba la vuelta. Cuando un novicio le preguntó perplejo acerca de esa costumbre, el monje explicó que cada noche vaciaba simbólicamente la taza de la vida, como signo de aceptación de su propia mortalidad. El ritual le recordaba que aquel día había hecho cuanto debía y que, por tanto, estaba preparado en el caso de que le sorprendiera la muerte. Y cada mañana ponía la taza boca arriba para aceptar el obsequio de un nuevo día. El monje vivía la vida día a día, reconociendo cada amanecer que constituía un regalo maravilloso, pero también estaba preparado para abandonar esté mundo al final de cada jornada”. Estas y otras reflexiones que navegan en la Internet me inspiraron a escribir la hilachita:
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  EN CUALQUIER MOMENTO

La puerta de la vida se cierra, la sangre detiene su curso y el alma vuela como hoja quebradiza en el éter. Abajo los cardos siguen floreciendo en la redondez del mundo.

Todo acaba tras el último aliento, sólo lágrimas de congoja y plegarias a Dios corren en pos de la Resurrección.

Después quedan los recuerdos, y poco a poco el viento del olvido va borrando del mapa el único camino que no conduce a Roma, sino a la tumba.

Ignoro quién sobrevivirá y quién será el ausente en aquel momento. ¿Lo sabes tú?. Mientras tanto, ama y goza la vida segundo a segundo, por ventura divina.
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Confieso, no me ha sido nada fácil aceptar la muerte de mis seres queridos: abuelitos, mamá, papá, tíos, primos, sobrinos, maestros, compañeros de estudio, trabajo y de ocio, coterráneos y entrañables amigos. Solamente el honrar su recuerdo, compartir experiencias similares con fe y esperanza, entender que empezamos a morir desde que nacemos y dejar brotar las emociones contenidas, han hecho que no sea el muerto en vida del poema de Becquer, sino que viva cada día como si fuera el último, apreciando segundo a segundo lo bella que es la existencia terrena, en armonía plena con la creación del Altísimo.
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En casos muy dolorosos un abrazo a tiempo es mejor que mil palabras, sin perder de vista el mensaje de San Agustín: "Cuando tenga que dejarte por un corto tiempo, por favor, no te entristezcas, ni derrames lágrimas, ni te abraces a tu pena a través de los años. Por el contrario, empieza de nuevo con valentía y con una sonrisa por mi memoria y en mi nombre y haz todas las cosas igual que antes, no alimentes tu soledad con días vacíos sino llena cada hora de manera útil. Yo estaré cerca de ti y nunca tengas miedo de morir porque yo estaré esperándote en el cielo".

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  Chiquián, una vez más la banca vacía...
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TOROS Y NOVILLEROS
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Autor: Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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Los toros
 
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Los bóvidos que salen al ruedo chiquiano provienen de las ganaderías enclavadas en las estribaciones del Jirishanca y la puna bolognesina a más de 4,000 metros de altura. Algunos comisarios llevan novillos de casta a pedido de los novilleros profesionales contratados.
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En los años de mayor realce de la fiesta brava chiquiana (décadas del 50 y 60), brillaron con luz propia los astados de don Pedro Gamarra, cuya ganadería se hallaba alrededor de la laguna de Jahuacocha. También de la familias Bustamante y Pozo de Huallanca; de don Ernesto Vásquez en las alturas de Yanashalash y del profesor Manuel Roque en Pache, ambas en Aquia.
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Detrás de estos ágiles y fuertes toros obran muchos años de labor del ganadero, amén de los callados parajes donde el toro pasea calmo su bravura.
 

 
Comentan los entendidos, que la madre por instinto oculta a los ojos humanos la ralea de su cría. Ya con los meses los juegos entre los becerros advierten al criador la casta de los pequeños; es cuando empieza su cuidado entre el frío y la soledad de la llanura.
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Parafraseando a los experimentados ganaderos: "el trapío, el color, la bravura, el poder y demás características de los toros, dependen del lugar de procedencia, en una suerte de 'contagio' con el medio natural".

Después de un trabajo paciente, a los cuatro años el toro está listo para realizar una buena faena.
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Muchas veces llegan al ruedo animales toreados. Son los llamados matreros, jugados, traicioneros o mañosos, porque van directamente a la persona, dejando cuerpos, ponchos y sombreros regados a su paso, con su respectivo tributo de sangre, manteniendo en vilo a propios y extraños.

 
Cuando estos toros se emplazan, nadie se anima a moverlos ni siquiera con madrineras, varas, cabrestos (cabestros) y sogas. También es usual ver toros distraídos y remolones que parecen yuntas (domésticos) o animales criados para carne, motivando que la tarde sea sosa y aburrida con bostezos en las palincas y los camiones.

 
La llegada de los toros es un espectáculo aparte. Los comisarios, asistidos por personas expertas, dan el alcance a los arreadores, previniendo a los chacareros y caminantes durante el recorrido. Una vez en la periferia del pueblo son llevados a los potreros, donde permanecen con vigilancia hasta el día de la corrida. No faltan las 'voladas' alertando que los toros se han escapado, generando desconcierto en la población, sobre todo en los niños paseanderos.
 


Nuestros novilleros
 

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Muchos fueron los aficionados chiquianos que con capote en mano, castilla, ponchos, chalinas, sacos, camisas, casacas, pañuelos y pañolones, demostraron sus dotes de torero. Entre los herederos de Manolete que vi torear en el monumental de Jircán, descollaron: Valerio Aldave 'Muchqui', Crisólogo Ramírez 'Quishula', Manuel Vicuña y su hijo Aparico 'El flaco Apacho', Manuel Castillo 'El chino', Pablo Márquez 'El terror de Chivis', Moisés Aldave 'Moichi', Pablo Vásquez 'Macollado' y Víctor Rafael Morán 'El trucha', quienes daban clases de tauromaquia andina bajo los acordes de un pasodoble con sabor a huayno, que entonaban las bandas de músicos. La presencia de estos buenos novilleros era siempre esperada por el pueblo, sobre todo de 'El Trucha' porque su muleta lamía una y otra vez los costillares del toro, ahogando de emoción las gargantas en las palincas. 
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 "El Trucha" de blanco y negro, escoltado por Efra Vásquez y Pacho Díaz
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Algunos años de la década del sesenta nos visitó el torero 'Cabrera', a quien veíamos caminando acompañado del formidable Profesor de Educación Física Arturo Jo López, entrañable amigo de nuestros padres; hoy, uno de los más prósperos comerciantes de telas en Huaraz. 
 
Ancashinos: Carmelino Carrillo, Marcelo Cerrate y Arturo Jo (Chiquián 2010). 
Foto: Nalo
 
Viene a mi mente la fiesta de Santa Rosa del 62, cuando con mis primos Eduardo 'Fraca' Balarezo, Lucho, Carlos y Chechi Rueda, acariciábamos la idea de ver lidiando en la plaza de toros de Jircán a 'Ushuncu' Oswaldo Rosales Padilla, de quien habíamos escuchado hablar sobre su cualidad de matador en el coso de Acho; hasta que un día se hizo el 'milagro' y arribó a Chiquián al finalizar la Entrada, con el ómnibus de la empresa Landauro.
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Al mediodía del 2 de setiembre (primera corrida), visitamos la casa de mi tío Calixto Vicuña Calderón donde pernoctó 'Ushuncu', y para nuestra sorpresa lo hallamos sacando de una pequeña maleta un traje de luces. Una vez que todas las prendas estaban sobre la silla empezó a vestirse.
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Primero su impecable camisa blanca, luego un corbatín negro y después una taleguilla, un traje color oro y grana (chaquetilla, hombreras y pantalón) que le quedaba un poco chico. Continuó con el fajín y unas medias rosadas un tanto fosforescentes.
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Recuerdo que las zapatillas negras con suela antideslizante le quedaron grandes, por lo que tuvo que rellenarlas con lana de oveja. Después de ponerse el capote de paseo, la coleta y la montera, nos pidió a los curiosos que lo dejemos solo, pues tenía que pedirle a Santa Rosita que lo proteja durante la faena que se aproximaba inexorable.
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Una hora más tarde ingresó al ruedo con una cuadrilla de matadores y subalternos, sujetando estoques y banderillas bajo los acordes del "Gato Montés", entonado por la banda de Llipa. Salió el primer toro de la tarde: un barroso de Palca que limpió la plaza de canto a canto, y como nadie se atrevió a torearlo durante tres cuartos de hora, lo tuvieron que volver al toril ante la rechifla del tendido sur donde estaban las pallas, cantando fuerte el corto estribillo ¡Viva, viva comisario!
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El segundo fue un retinto pocpino que se dio dos vueltas: libre de polvo y paja, pero para asombro de todos salió un borrachito de entre la multitud pegada como hiedra humana a las palincas y los camiones. Llamó al morlaco con el tufo, éste embistió con fuerza y se lució con tres verónicas al hilo, mas cuando estrenaba una chicuelilla, su poncho se enganchó en el pitón izquierdo y terminó parado de cabeza por una zancadilla que el mismo se puso.
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Viendo que el toro jugaba limpio salieron de su escondite los diestros del Capitán. Lo torearon uno a uno, menos 'Ushunquito' que daba aliento y consejos desde un burladero de pellejo y palos de aliso.



Ya cuando las sombras besaban los tendidos Norte y Noroeste, salió un jirishanquino negro enmorrillado. Un toro jugado, muy conocido por los estragos que causó días antes en los ruedos de Carcas y Huasta. Romerito el 'Quisipatino' le dio el encuentro con dos arpones que cayeron en la panza del toro que lanzó un largo bramido, tan largo como el sonido de la trompeta anunciando el cambio de tercio; circunstancias que los asesores de 'Ushunquito', de visita por primera vez en Chiquián, le recomendaron que era el momento preciso de ingresar. Ushunquito tomó valor, se persignó, tiró la montera hacia atrás cayendo boca arriba, señal de mala suerte; apretó fuerte la muleta de franela grana, infló su pecho y entre aplausos avanzó despacio, paso a paso, arrastrando sus zapatillas sin dejar de mirar al empitonado; de pronto calló el corazón del respetable, la muerte acechaba en las filudas astas...
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A unos 30 metros el "matrero" empezó a rascar con furia una y otra vez el suelo de cascajo echando tierra atrás con sus pezuñas delanteras, resopló unos segundos y cargó directamente hacia él, que no tuvo otra alternativa que dar media vuelta...
 
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Entre los novilleros a caballo que destacaron en las décadas del cincuenta y sesenta figuran: Manuel Pardo de Umpay, Ernesto Vásquez de Bolognesi, Arturo Barrenechea de Agocalle, Armando Alvarado de Jircán, Benjamín Robles de Simón Bolivar, el gaucho William Jara de Capellanía, Pablo Calderón y Segundo Robles de Jupash. También brillaron con luz propia los jinetes huastinos 'Eladio Gamonal' Fernández Gonzáles con su caballo moro que bailaba huaynos de Mahuay y pasodobles con banda, los hermanos Valdez, Garro y Callupe. Pero sin duda, tres fueron los más aclamados por su gracia y agilidad, sobre todo porque ingresaban cuando el toro se emplazaba en el ruedo y no había quién se anime a torearlo:
 
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'Luclish' - Félix Ambrocio Justiniano Claudio:
 

 
Montaba al toro a la volada y se mantenía 1 minuto sobre sus ancas antes de saltar y seguir caminando por el ruedo 'como si nada hubiera pasado'.
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Este valeroso chiquiano de ojos almendrados, cabellos castaños, de pómulos chaposos, antes de cada faena hacia sus preparativos de rigor al igual que los diestros españoles en la 'Plaza Monumental de Las Ventas'. Se ponía uno a uno cada componente de su indumentaria frente a un espejo, bajo la mirada de su esposa Cristina y sus retoños. Primero su cotona verde olivo de soldado de nuestro Ejército, un pantalón de bayeta modelo 'conquistador', medias de lana de su manada de la Pampa de Lampas Alto y sus cada vez más gastadas polainas de cuero, con las que tantas glorias ganó como instructor de movilizadles en la plaza de Jircán, junto al 'Indio Peruano'.

Luego se persignaba y oraba en silencio frente a la imagen de Santa Rosa que tenía sobre la mesa de su dormitorio; se despedía de su familia y salía de su casa de Umpay, sin probar un bocado para evitar una evacuación inesperada en el ruedo.
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Con los ojos perdidos en cien faenas gloriosas circundaba Chiquián por Oropuquio, Puente Cantucho, Capulipata, Cruz del Olvido y con disimulo se ubicaba sobre una de las paredes con vista al toril para ir familiarizándose con los barrosos, los azabaches y los enjalmados del Jirishanca y las vacas machorras de Jahuacocha, populares por sus cachos doblados hacia abajo. 
 
Lugar desde donde Luclish estudiaba a los bravos, minutos antes de la corrida
 
De 4 a 6.30 de la tarde su esposa e hijos oraban por su retorno, acompañados por el zumbido de un gengrish (moscón agorero). Entrada la noche su hija Carmen salía a la puerta de su casa y averiguaba si su papá había sido cogido; al encontrar como respuesta una sonrisa, corría a dar la buena nueva a su mamá y reiniciaban su dicha con shinti y mote frío que esperaban ser degustados desde el mediodía.

Que recuerde, Luclish nunca fue cogido, menos cobró un centavo por cada una de sus espectaculares faenas de rodeo al estilo mexicano; sin embargo tuvo un percance de 'mal gusto', cuando un barroso de Jahuacocha lo bañó de verde boñiga después de haber descendido a la volada de sus ancas y osar levantarle el rabo con disimulo.
 
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'El gran Arturo' - Arturo Alvarado Aldave
 
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Toreaba blandiendo sus manos al viento de cara al Yerupajá y dándole la espalda al toro, acompañado por el silencio sepulcral de los tendidos, todo ello, gracias a su experiencia lazando toros para subirlos al camión donde les ponía cabezales y los sujetaba uno a uno en los postes de la carrocería.
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Él, junto a los paisanos Manuel Roque, Ernesto Vásquez; Eusebio, Román y Baldomero Ramírez; Melchor Gamarra, Corpus Santos, Teobaldo Suárez, Cucus Pedro, Víctor Tadeo, Arturo Barrenechea, Shatanco, Carlos Núñez, Teobaldo Padilla y Mateo Gálvez, fueron los más diestros lazando bravos en las estepas y cordilleras aquinas.

'El gran Arturo', tampoco fue cogido en las plazas de toros de Jircan, Aquia, Huasta ni Carcas, donde esperaba sereno y confiado al bravo en suerte, luego le hacía una venía protocolar y cuando se aprestaba a cornearlo, con una veloz 'quica' (movimiento rápido), lo esquivaba cuantas veces quería, hasta que el toro de aburrido se iba por las palincas o los camiones buscando un lugar por donde escapar. Arturo Alvarado Aldave, Maestro chiquiano, es un virtuoso de la trompeta e integró la banda de músicos de su abuelo Florentino Aldave, pionero de las bandas musicales de la Región. 
 
 
.'Chemo' - Telmo Alvarado Montoro
 
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Desafiaba al toro con un billete verde de media libra en la mano derecha, y la izquierda metida en el bolsillo apretando un guayruro de la buena suerte. En una oportunidad le pregunté sobre su secreto para que el toro lo ignorara o pase volando por encima de su cuerpo sin tocarlo, me ilustró su temerario accionar, así:

- Tres teorías van a aclarar tus dudas. La primera: El toro no me embestía porque no me veía de lo flaco que era. La segunda: Echado en el piso, me hacía el muerto hasta que el toro pase y, la tercera, es la que mejor resultado me daba: Mostraba al toro un billete de media libra solamente, pues si le 'munapaba' de 10 para arriba de seguro me lo quitaba.
 
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.FIESTA DE SANTA ROSA DE LIMA EN CHIQUIÁN
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GRUPOS DE APOYO
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Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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Los grupos de apoyo de los funcionarios, integran el batallón anónimo de hombres y mujeres, que desde su trichera de trabajo contribuyen con su experiencia, arte, oficio y esfuerzo, al éxito de la festividad.
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Bandas de Músicos
 
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Parafraseando el sentimiento telúrico del Dr. Román Robles Mendoza (Hermano Vallejo), la fiesta de Santa Rosa, así como cada una de las fiestas patronales en cada rincón del país y del mundo, donde late el corazón del Perú cimero, son acontecimientos en los que las bandas y orquestas demuestran sus mayores capacidades y repertorios, cosechan triunfos y alcanzan su mayor prestigio.

No solamente acompañan a los funcionarios con música marcial, pasacalles y huaylisheadas, sino también tocan hermosas melodías en las procesiones, la Salva, Entrada, corridas y en general, para el deleite de los asistentes durante la Semana Patronal.


"Una fiesta sin banda no es fiesta',
reza un dicho popular y lo repite con nostalgia Pancho Aldave Barba, uno de los chiquianos entendidos en la materia, y con voz quebrada acentúa: 'La armonía y el repertorio son las piezas claves para que las bandas se metan al bolsillo al pueblo, pues su fin es satisfacer no sólo los oídos sino también los pies de la exigente concurrencia; y de eso depende, para que sean contratados o dejados de lado en el futuro'.2
 
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Sopón a caballo en la portada del libro "Tras las huellas de Luis Pardo"
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Roberto 'Sopón' Barrenechea Martel, experto en huaylisheadas, pinquichidas y entradas a caballo, remarca con voz ahogada en un trago de nostalgia: 'La fiesta comienza cuando suena la tarola, el bombo, el bajo y la trompeta; sin este marco ni la procesión empieza; pero cuando al final de la segunda corrida se escucha un pasacalle o una muliza, es porque la fiesta agoniza... upiacushun shay'. 
 
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Durante la festividad participan de 4 a 6 bandas de la región. En las décadas del cincuenta y sesenta la bandas de músicos con mayor acogida fueron: LLIPA, con sus maestros Teófilo Rojas Lino, Félix 'sopita' Morán y Dedicación Padilla. Entre sus más recordadas interpretaciones tenemos: 'Pampa de Llipa', 'Azucenita', 'Cielo de Llipa' y 'La flor del norte'. HUANRI con sus importantes integrantes: Nicodemos Reyes Leonardo, Juan Mendoza, Bernardo Leonardo, Máximo Anastasio y sus hijos Cripriano, Jacinto y Pedro. Su mejor repertorio estaba constituido por: 'Tayta Cura', 'Suerte Maldita', 'Aquel cerro Huascarán', 'Hay lirio Lirio', 'Linda Chiquiana', 'Patito de la laguna', 'La piedra liza', 'La escalerita' y 'Del norte vengo'.
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Por su parte la banda de MANGAS, a quienes de niños llamábamos cariñosamente 'Los brujos', tiene entre sus pioneros a: Isidoro, Eulogio y Victorino Santos, Juan Alejos, Masías Arcayo, Basilio Evangelista y Julián Rojas. Sus piezas más conocidas son: 'Corazón de Mangas', '12 de Octubre', 'Mi provincia de Bolognesi', 'Mal viento' y 'Mi puquialcito'. HUASTA con sus excelentes maestros Visitación Laos y Mariano Montes, y los músicos Ernesto, Fulgencio y Ponciano Cano, Fermín Varela, León Angeles, Eudocio Velásquez, Víctor Antaurco, Alejandro Espinoza y Juan Vásquez. 
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La banda de músicos del Colegio Nacional 'CORONEL BOLOGNESI' de Chiquián, cuyo precursor fue el profesor de música Visitación Laos Jara, hombre visionario que atrajo con sus imantadas melodías no solamente a los estudiantes del Tercero, Cuarto y Quinto de secundaria, sino al entonces pequeñín Hualín Aldave Palacios del Primer Año (1963), quien, a la semana de integrarse al grupo musical se convirtió en uno de los más expertos tocando el triángulo, gracias a su buen pulso, obteniéndo así, la nota más alta del salón de clases en Música.

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El más connotado pionero de las BANDAS DE MÚSICOS DE CHIQUIAN fue don FLORENTINO ALDAVE CALDERÓN, tronco de una raleada estirpe de compositores e intérpretes de música vernacular, conjuntos musicales, bandas de músicos y orquestas de cuerda y viento de la región. Entre los herederos del principal clarinetista de la región destacan: Alejandro Aldave Montoro (arpista, locutor, compositor, escritor y promotor musical), Amina Rayo de Aldave (cantante y productora musical - fallecida), Carlos Alvarado Aldave (saxista, director de programa radial, compositor y locutor), Arturo Alvarado Aldave (trompetista), Juvilio Eulalio Alvarado Aldave (Director de la exitosa banda afincada en Lima: SELECCION CHIQUIAN, compositor, productor musical y trompetista), Luis Alva Aldave (comunicador social en el Perú y en el extranjero, acordeonista, pianista, organista, tubista y experto en triángulo), Arnaldo Paco Alvarado Aldave (bajista), Alejandro Alvarado Aldave (bombista), Nieves Alvarado Aldave (cantante internacional y productora musical), Roberto Alvarado Aldave (trompetista), Hugo Aldave Rayo (baterista), Alejandro Aldave Barrenechea (tubista), José Alvarado Barrenechea (platillista), Arturo Alvarado Barrenechea (trompetista), Alex Alvarado León (saxista) y Enrique Rivera Alvarado (tarolista).

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El periodista, educador y antropólogo ancashino ROMÁN ROBLES MENDOZA en su obra 'LA BANDA DE MUSICOS' - Las bellas artes musicales en el sur de Ancash, nos ilustra, que la primera banda de músicos de Chiquián apareció en 1913, siendo sus primeros integrantes: CLARINETE: Florentino Aldave, Florencio Márquez, Nicolás Morán, Manuel Palacios y Alberto Collantes. PISTON: Teodomiro Carrilo, Maglorio Collantes y Alberto Carrillo. BOMBO: Pablo Alva. TAROLA: Enrique Mejía. PLATILLOS: Juan Calderón. FLAUTA DULCE: Cornelio Morán. BAJO: Felipe Jaimes y Silverio Huerta: BOMBARDON: Francisco Jara. SAXO: Juan Vicuña y Manuel Alvarado. TROMBÓN: Eusebio Mallqui y Elias Concepción. CLAVICORDIO: Damián Toro y Pasión Aldave. CONTRABAJO: Víctor Zubieta. TRIANGULO Y PANDERETA: Miguel Anzualdo. COMABACETA: Isaías Carrillo; así como Braulio Jacha, Cayetano Palacios y Félix Bolarte.
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En estos últimos años, "SANTA CECILIA DE CATAC" es la agrupación musical que más lauros se adjudica en los concursos de bandas en las fiestas patronales de Chiquián. Sus músicos son llamados para reforzar otras bandas de la región. Está dirigida por el trompetista Luis Gabriel Mallqui hijo de distinguidos músicos de Catac. Entre sus integrantes más conocidos tenemos a Jaime, Edgar, Luis, Benancio y Franz Gabriel, Edgar Paredes, Máximo Huamán, Nelson Garay, Flavio Matos, Camilo Balabarca, Federico Chávez, Víctor Anaya, Hernán Oncoy, Manuel Alvarado, y Oscar Ostos. Algunos de ellos fueron mis pupilos en la Escuela de Policía de Huaraz a mediados de la década del noventa. Las piezas musicales de su repertorio básico (huaynos, marchas, pasodobles, procesiones y música moderna) son: 'Mi propuesta' (Amor amor), 'Cuando salí de mi tierra', '30 de Agosto', 'Flor de llima llima', 'Saca tu pañuelo', 'En carnavales te conocí', 'Por las rutas de Conococha', 'Celestial' y el siempre esperado 'albiverde':
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Tarapaqueño soy,
camisa verde
bien de adentro soy,
todos me quieren,
todos me odian
porque soy campeón
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CHIQUIÁN
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 "Los trovadores del ayer" 
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 Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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Uno de los más grandes trovadores chiquianos de los últimos tiempos, fue el maestro, compositor y cantante César Vicuña Romero, de palpitante recuerdo y mensaje de amor por “Espejito del cielo”.
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Nuestro amigo Huayco heredó el talento de su querido padre don Feliciano Vicuña, reconocido guitarrista del barrio de Quihuillán. Al igual que él, su hermano Oshva cultiva el arte musical desde niño.
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La prodigiosa voz de Oshva, encoge y estira como fuelle de acordeón nuestros corazones, todos los domingos a las 9 de la mañana, cuando abre el programa radial “Por las rutas de Chiquián y los pueblos de la provincia de Bolognesi”, con la canción Laguna de Conococha del bardo aijino Jacinto Palacios Zaragoza: "...eres la fuente de agua tranquila aquí te traigo, aquí dejo mis amores y mis canciones...".
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El legado de Huayco no sólo inmortaliza su nombre, sino el sentimiento chiquiano hecho melodía y verso. Allí radica el valor espiritual y cultural de su repertorio, que ya viene hallando difusión a través de los intérpretes, músicos y compositores bolognesinos que actualmente brillan en el corazón del Perú profundo: Nieves, Eva y Reyda Alvarado, Julia Garro, Consuelo Valderrama, Norka Alvarado, Chole Zúñiga, Elsa Navarro, María Díaz, Chopa Rivera, Graciela Allauca, Mirtha Garro, Alicia Ramírez, Julia Palma, Carmelino Carrillo, Carlos Oro, Romeo Reyes Gamarra y sus retoños, Efraín Vásquez Veramendi, Pedro Miranda, “Yoga” Rivera, Pacho Díaz Mendoza, Miguel Ramírez Vicuña, Gilbert Alejos, Pepe Alva, Alfonso Aranda, Walter Jaimes, José Jiménez, "Pepe" Perfecto Calderón, Llucu Orduña, Bonifacio Gamarra, Pablo Aldave, entre otros paisanos de voz y trino sonoro. También los conjuntos y orquestas: Brisas del Yerupajá, Melodías de Bolognesi, Luis Pardo, Los Andes de Bolognesi, Chiquián y Luz radiante de Bolognesi, entre otros.
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A escala internacional: Roby Alva Ibarra, autor con Herberto Aldave del Castillo y Macollado Vásquez Veramendi, de la canción "Aguas de Usgor", llevó a USA en los albores del Tercer Milenio, el verbo florido y la dulce melodía de nuestra querencia.
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Armando "Zeta" Zarazú Aldave (guitarra, mandolina y charango), es el máximo exponente chiquiano en la promoción y difusión de la música andina en el difícil mercado americano, a través de su importante organización folklórica "MESTIZO MANTA" (Tushurushun), con amplios espacios ganados a pulso en las páginas rojiblancas de la Internet, donde las canciones: "Quisiera quererte, "El Obrero", "El cóndor pasa", "Cuando florezca el chuño", entre otras maravillas latinomericanas, se van ubicando en el sitial que les corresponde.
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Desde épocas ancestrales, Chiquián es rica en costumbres y tradiciones. También es cuna de excelentes trovadores, siendo dos de sus más connotados baluartes: Pedro Bernardo “Bellota” Escobedo Luna y Calixto Palacios Carrillo "Cañita".
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Ambos hicieron famosa la canción “Cañita huayta sin corazón”. Aún resuenan en las calles de Oropuquio la potente voz de Bellota y las mágicas notas de la guitarra de Cañita: Si quieres ser buen jinete ponte amansar potrancas”, cantaba el primero, “después cabalga a pelo por las faldas de Cochapata” remataba el segundo con alegría.

El bordón de las guitarras y el cantar de los troveros, anunciaban en las cantinas chiquianas una noche de farra bajo la luz de un lamparín mortecino, mientras el chinguirito caía como cascada por la garganta de la sedienta concurrencia, que no se cansaba de aplaudir y acompañar con un par de achatadas cucharas. "No enciendas tu lamparín cuando otro ilumina tu camino", cantaba con sentimiento Bellota.
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Pero no solamente las cantinas se constituían en los lugares preferidos, sino también las casas de los amigos y familiares donde la "chicha con punto" corría en jarras rebosantes de espuma, sobre todo si la música de fondo estaba a cargo de Ritmo Andino de Huasta. Los viajes de excursión con las guitarras en bandolera al interior de la provincia, un compromiso de "fútbol macho" en Huallanca, Recuay, Ocros, Huaraz, Carhuaz, Yungay, Huari y Caraz, o un amado zaguán elegido para una serenata, fueron los marcos perfectos para soñar despierto con las pallas de Umpay, de Tulpajapana y Racrán.
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Durante el funcionamiento de la Escuela Normal, el quinteto "Las Taviesas" llevó nuestro canto a otros departamentos, en las voces de: Carmen Escobedo, Zoila Ramos, Luchi Pacora, Fabia Alvarado y Nelly Rivera.
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Además de los nombrados, los chiquianos que cultivaron el arte de interpretar huaynos guitarra en mano, fueron: María Maldonado, Zoila Núñez, Amina Rayo de Aldave, Martina Yabar, Pedro Zubieta Calderón, Eusebio Anzualdo, Hortencio Balarezo Lavado, Alberto Núñez Arévalo, Lucnardo Díaz, Rómulo Toro, los hermanos Porfirio, Achico, José y Germán Romero Yabar, este último, autor de la música y letra de “Carhuaspunta escorzonera”, en quechua y castellano, matizados de sana picardía, como estos versos que cantaba sonriente:
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 “Quizá mi canto no salga sabio porque el chinguirito partió mi labio, mas no espero que rían todos, pues alguien tiene que llorar recordando a una roqueñita ingrata que le robó el shonqon, y disculpen que de tanto licor mi canto suene a responso. Rompe las viejas cuerdas punteando y no ajustando las clavijas, sino busca quién te enseñe a templar, antes de volverlo a intentar”.
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También ajustaron la fina cintura de ardiente madera: Lorenzo Yabar, el “Chino” Benito Calderón con su cautivadora canción “Neblina Blanca”, Pasión y Alejandro Aldave, Pedro Loarte Cano, Hernán Reyes Aguirre, Bernardo Arellano, el zurdo Máximo Calderón Cerna y su hijo Adolfo, Alberto Turco, Cástulo Rivera, Teófilo Núñez Romero, Loli Romero Moreno, el compositor Alejandro Yábar Alva,  Herberto Aldave del Castillo, Romeo Reyes Gamarra, Pablo Martín Vásquez Veramendi, Alberto Carrillo Ramírez, Abasalón Álvarez, Felix “Sopita” Moran Moreno, Solio y Leonidas Bolarte Pardavé, Armando, Adolfo “Apopo” y Chanti Alvarado Montoro, los hermanos Juan, José “Shacui” y Apolinario “Puco” Montoro Ramírez de trino amable y versos alegres: “No cacarees como gallina, mejor canta como zorzal y deja que brote el llanto como agua de manantial, para que gima la prima y llore la segunda. Apúrate shay, brindemos con chicha en porongo junto al fogón donde burbujea el mondongo”.
 
 
Quizá algunos trinos andariegos que vivieron al compás de los recuerdos se van perdiendo en el tiempo, y sólo el eco está flotando en el aura con la sinfonía de los grillos que nos recuerdan a Pisana María. Todo depende de nosotros para que no mueran, como aquel viejo pichuichanca que por dormilón cayó de una rama al turbulento Aynín y se fue a la deriva sin hallar la mano amiga que le salve la vida. Recopilemos y cantemos lo escrito por nuestros viejos compositores, démosle el fresco soplo de la brisa, solamente así este fecundo arroyo de leyenda murmurará con mayor vigor la melodiosa armonía de la guitarra chiquiana.
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El arpa trae a la memoria nombres de grata añoranza, unos ya tocan las cuerdas en el cielo, otros continúan deleitándonos con sus abrigadores gorjeos: Florentino Aldave Calderón, pródiga vena musical heredada por su hijo Alejandro Aldave Montoro y sus nietos Carlos y Juvilio Alvarado; José Ramos "Patriarca", Julia Ramírez de Pardo, David “Lapicho” Aldave del barrio de Jupash, Demetrio Calderón, Pedro Gamarra, Eleuterio Palacios, Estanislao y Miki Zubieta, “Garash” Lorenzo Padilla, "El satanás del arpa", "Anacleto Pachapleto", Oscar Ríos, Marcos Gamarra, Toribio Moreno y José Jaimes, sentados o parados se yerguen como los más respetados cultores de las cuerdas verticales en pleno huayco migratorio del siglo XX.

Personalmente, muchas veces escuché tocar el arpa a nuestro recordado paisano Maurelio Reyes, amigable vecino en mi edad primera. Sus sanas ocurrencias que fueron bautizadas como “santas conejadas”, pasan de boca en boca como sus ricas roscas bañadas durante las tertulias de agosto jaranero. Don Maurelio relataba: "Cierta vez un arpista fue descubierto despanzando una perrita para convertir sus tripas en cuerdas y su pellejo en roncadora de pregonero. Su apenada dueña al observar el triste cuadro sólo atinó a recoger en su lliclla los restos del animalito, lo sepultó en su chacra y lloró días enteros sobre la tumba del pobre cachorrito".
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En la mandolina hicieron furor en los cuarentas, cincuentas y sesentas: Ernestina Yábar Calderón, Amina Rayo de Aldave, Martina Yábar de Minaya, César "Shimilán" Figueroa Cuentas, Alejandro Yábar Alva, Eleodoro Gamarra Salinas, Pedro Loarte Cano, Cástulo Rivera, Felipe Ramírez Gamarra, Francisco Alva Palacios, Antonio Zúñiga Alva, Zenobio Garro Aldave, José Morán Ramírez y Cesareo Calderón.
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Antonio Padua Toro, roncadora en mano anunciaba el reparto de agua por las calles de Chiquián. En la caja y el píncullo brilló Imicho Ríos, hoy sigue sus pasos Domingo Guzmán Rivera. También en píncullu y quena aportaron su arte: Máximo Bravo, Pedro Moreno Vásquez y Ildefonso Garro, los hermanos: Jesús, Simón y Victor Hugo Aldave Rayo. En rondín: Pilico Gamarra, Abel Alvarado Montoro, Graciano Zubieta Carhuachín. En concertina: Perfecto Bolarte Calderón. En acordeón: Rubén Barrenechea Núñez, Alejandro Aldave Montoro y su esposa Amina Rayo, Carlos y Jubilio Alvarado Aldave, Luis Alva Aldave y Teódulo Zubieta. En saxofón: Juan Vicuña, Manuel Alvarado y Carlos Alvarado Aldave, uno de los más grandes músicos y compositores chiquianos de todos los tiempos. En bandoneón: Teódulo Zubieta. En castañuelas: Gutberto Gutiérrez Quiroz.
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En el violín marcaron época: Juan y Valerio Jaimes, Julio Carhuachín, Guillermo Zubieta, Manuel Quispe Hinostroza, Teodomiro Carrillo, Carlos Gamarra y Eleodoro Gamarra Salinas. El último de los nombrados, gran maestro chiquiano, daba conciertos a puerta cerrada en su florida residencia del Jirón Tarapacá. Escuchar la melodía de la canción “Dolores” era el goce general de los concurrentes, mientras el profesor Gamarra sudaba frío y bajaba cada vez con mayor fuerza el mentón para ahogar el llanto del violín plañidero y evitar que se deshidrate. En sordina: Arturo Alvarado Aldave y Celedonio Maldonado son los más afamados cultivadores.
 
 
Muchos trocitos de inspiración de los viejos trovadores de Jircán hallaron abrigo en los corazones amigos. Entre ellos: “Nunca hallarás buena comida donde ladren perros flacos”. “Busca la vaca que menos rumia, porque da la mejor nata”. “Por andar persiguiendo una viuda, aprendí a rezar el rosario y me convertí en el más devoto del sagrario”. “Hoy que los años salpican su melancolía, dime algo palomita”. ”Quien vive solo tiene poco que contar, anda acompáñame un rato y te enseñaré a cantar”. “Si te dicen que tocas regular, es porque eres el mejor de los peores, es tiempo que cambies de oficio y cantes junto a los maestros, así serás el mejor de los cantores”. “Entre los pichuichancas solo cantan los machos, las hembras mueven sus pestañas como olas y los neutros menean sus colas”. “Compositor, regálame un huayno de esperanza que estabilice la balanza, con el peso de tu voz atravesando mi garganta”. “Chiuchi, si no naciste para volar como tinyaco, por gusto miras el cielo, mejor repta como shulaco”. Pastorita, ojitos de capulí, rompe las paredes de tu choza fría y ven con el viento a mis brazos”. “Cholita, déjame creer aunque sea por un segundo que los niños huérfanos y sin hogar son actores solamente; déjame creer que la lluvia es un fenómeno natural y no lágrimas de las madres que lloran en el cielo”. “El odio es malo, carcome el alma y te lleva a un lugar solitario”. “Cantemos juntos, así viviremos en el corazón de los paisanos y dejaremos de ser forasteros en nuestra tierra”. “Linda chiquiana, deja de llorar, que las lágrimas cicatrizan, pero las cicatrices no, y yo prefiero sangrar”. “Ayer me dijo doña Juliana, que no canta bien el que tiene ganas, sino el que sabe cantar”. “El gemido del aire es como un abrazo al vacío, una lágrima que cae en silencio enjugando el verbo amar sobre la tumba fría”. “El recuerdo de tus besos son como bandadas de torcazas que vuelan arrulladas por un coro de jilgueros...”.
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Entendidos en la materia comentan que la musa de los troveros chiquianos es el aire limpio que respiran, el paisaje que admira absorto el turista, su dicha, su dolor, su risa, su llanto, el recuerdo del primer amor y la esperanza de volverla a ver en la fiesta de Santa Rosa; es el pregonero que anuncia agua para las sedientas sementeras; las serenatas, los juegos infantiles, las fiestas costumbristas, los potajes, las danzas, los monumentos arqueológicos, la flora, la fauna, las procesiones; las tardes de fútbol, de Entrada y de toros; las huaylisheadas, las pinquichidas, el agudo canto de las pallas al ritmo del arpa, del violín y la trompeta con sordina, el retumbar de la avellana en Capillapunta, los fuegos artifíciales al compás de la banda de Mangas. En fin, es la arcilla donde se forja el espíritu telúrico, por eso le cantan al río, a la cascada, a los nevados, al patito de la laguna, a las faldas de Cochapata, al cerrito de Huayalpampa, a la linda chiquiana, a Jaracoto, a la bella capuliñahui, al maíz, al trigo, al anciano, al bandolero, a la gente de bien, a la noche de Salva como lo subraya en su canción "Mi recuerdo" el escritor y compositor Mario Reyes Barba.
 
 
Más que derramando lenguaje florido, los chiquianos cantan con el corazón, como decía con nostalgia nuestro recordado amigo Moshongo Romero, hecho que se hace patente en el breve relato al fragor de las cuerdas con una moña rojiblanca en las clavijas, durante mi visita a Chiquián en Julio Patriótico:
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SERENATA DE CUMPLEAÑOS

Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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.El pueblo duerme adormecido, después de un largo día de aguacero con rayos, truenos y relámpagos.
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Un joven enamorado esconde su vieja guitarra bajo el poncho habano y sale de puntillas de su casa para darle una serenata a su amada. Ella cumple 18 abriles, fecha propicia para ingresar a las grandes ligas de la serenata chiquiana.

Es medianoche, la Luna cruza solitaria por el aterciopelado cielo, acariciando con sus rayos plateados las turbias aguas de Agocalle, que bajan murmurando sobre el ripio que cubre las veredas.
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El ambiente está calmo, fresco, delicioso y poético, sólo se escucha el canto de los grillos y los ronquidos de los vecinos.

El rostro del trovador va adquiriendo un tinte de melancolía; afina con sus dedos de lajtash la guitarra y toma un cuarto de anisado hasta la última gota. Enciende un cigarrillo con temblorosa mano, da dos pitadas y tira el pucho al charco. Puntea unos minutos las raídas cuerdas y de sus labios brota como un suspiro la primera estrofa de la canción “AGUAS DE USGOR", de Herberto Aldave, Macollado Vásquez y Roby Alva:
 
 
Aguas de Usgor, aguas hechizadas
es tu quebrada testigo mudo
de mis amores con una chiquiana
.Y repite con ondulante énfasis, cual eco que rueda tembloroso al vacío:
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de mis amores con una chiquiana 
 
La ventana del segundo piso abre sus mohídas bisagras, mas nadie asoma. En la habitación la musa de sus sueños se aprieta el corazón con las manos, y piensa en silencio: "esa voz es conocida, qué linda canción". El trovador canta enérgico y con apasionado acento. Por sus mejillas descienden dos lágrimas de muda expresión del amor cautivo.
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Vino el invierno y lo ha borrado todo
fango y lodo sólo ha quedado
y agüitas turbias del recuerdo mío
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Y repite con tristeza:
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y agüitas turbias del recuerdo mío

Las cuerdas sollozan temerosas de romperse y chicotear el rostro chaposo del trovador. La emoción infla su pecho de zorzal y pasa de quinta a primera sin embrague. Su pequeña caja torácica está a punto de arrancarse en pedazos y entona quebrando su voz, la tercera estrofa:
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Ahora espero sólo primavera
para que vuelvas ¡ay golondrina!
porque tu nido aquí ha quedado
entre las ramas de un árbol caído (Bis)
 
A punto de desfallecer saca fuerzas de su atormentado corazón y arremete la fuga como toro cutucho del Jirishanca:
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Arriba bolognesino cholo mujeriego.
abajo santarrosina, chola saca …

Este verso mordaz rompe las fibras más sensibles de su amada, haciendo trizas el aire quieto del dormitorio. Ella sale al balcón y furiosa levanta hasta el alero una despostillada bacinica que reluce con la Luna, y descarga toda su dorada tempestad sobre el trovador. Un fuerte ventanazo retumba en el vecindario y el último trino se ahoga en Agocalle con aroma a urea...
 
 

 

REYDA ALVARADO: CHIQUIANITA BELLA MUJER

JUDITH BALAREZO - LINDA CHIQUIANA

NIEVES ALVARADO

RITMO ANDINO DE HUASTA

La casa vieja - Nieves Alvarado

Hualín Aldave Palacios

ORQUESTA RITMO ANDINO DE HUASTA

Oswaldo Pardo Loarte

Chiquián - Marco Calderón Ríos

BANDA DE LLIPA

LUIS PARDO, EN LA VOZ DE CARLOS ORO

WET - COMO QUIEN PIERDE UNA ESTRELLA

WET - NO PUEDO ARRANCARTE DE MÍ

WET - BUENOS DÍAS TRISTEZA

WET - DÓNDE ESTARÁ MIPRIMAVERA

WET - LUNA DE MIEL

WET - DONDE ESTÉS