viernes, 20 de octubre de 2017

EN RECUERDO Y HOMENAJE A DON JORGE DÍAZ GAMARRA - POR AGUSTÍN ZÚÑIGA GAMARRA (ACUCHO)

 
 
EN RECUERDO Y HOMENAJE A DON JORGE DÍAZ GAMARRA

Por Agustín Zúñiga Gamarra

“Está entrando don Jorge, tenemos el brindis asegurado”, era la voz de Comunito, del Club Atlético Tarapacá, anunciando la presencia del gran empresario de confecciones en los campeonatos de futbol provincial, sea en los campos del Rímac, Guadalupe, Jircán u otros.  Los jóvenes tarapaqueños aún no trabajaban, así que un refresco después de un partido, siempre era bienvenido, y don Jorge sabía que el buen juego debía premiarse.

Su amistad fue superior a cualquier resultado de confrontación deportiva con nuestros hermanos de Cajacay, y su grandeza de persona estaba unida a la institucionalidad que lo convirtió en promotor del desarrollo de su querido Cajacay, y por su puesto de nuestra Provincia (Bolognesi), esa preocupación lo llevó también a dedicarse permanentemente a la difusión en sus escuchados programas de Radio.

Cuando repasamos la partida de muchos ciudadanos bolognesinos de buena estirpe como la de don Jorge, lamentamos no haberles rendido homenajes en vida, por eso cuando nos encontramos en este velorio, con Uli, Abel y Vlady, nos propusimos reunirnos y homenajear a los dirigentes de la década que nos tocó vivir, es decir de los 80, y que aún viven.

Cuando llegué a Lima en 1969, en el Jr. Ayacucho del Cercado en Lima, estaban las tiendas de mis primos Alarcón Cámara, y casi a una cuadra, la tienda de confecciones y venta de telas de don Jorge, y con él trabajaba su inseparable hermano Lucho. Múltiples veces entré a su tienda por algún encargo de  mis primos. Lo veía como un gran empresario, trabajando hasta tarde; allí estaba los jueves cuando pasábamos camino a la plazuela del Congreso, donde con mis primos Nando, Edgar y Luchito, a las 8:30 de la noche, nos poníamos a jugar en el gras. En aquellos años la plaza Bolívar estaba casi abandonada, porque el gobierno militar lo tenía cerrado.

Luego de algunos años, ya estudiando en la Universidad de Ingeniería, y siendo integrante del Club Chiquián, y luego del Cahuide, en octubre de 1978, con motivo de las Bodas de Diamante de la Provincia de Bolognesi, el Centro Unión Hijos de la Provincia de Bolognesi, del cual era dirigente, junto al Dr. Alejos (QEP), convocaron a un equipo de futbol que los represente, razón por el que fuimos seleccionados los capitanes de los equipos de los distritos bolognesinos que jugábamos en Lima, alquilaron un ómnibus particular hasta Chiquián, iba extremadamente lento, llegamos casi en 18 horas, allí jugamos un partido extenso que no acababa nunca, seguíamos empate, con suplementario inacabable, querían ganarnos a como diera lugar, a pesar de todo terminamos 2 a 2 en el difícil campo de Jircán. La copa de los 75 años de la provincia nos pertenecía, porque con el empate, el visitante debería ganar, hubieron discusiones, finalmente nos dieron el primer lugar, pero con la copa cambiada, era una más chica que la que se mostraba antes del partido, nunca supe cómo se hizo el cambiazo. En el equipo de Chiquián, al cual enfrentamos, estaba entre otros, el recordado gran jugador Choclo (César Ortiz).

Anécdotas como esta, seguro que están en cada corazón y  mente de los chiquianos y bolognesinos que jugábamos pelota en algún distrito de nuestra provincia, y lo veíamos cada domingo entrando al estadio, su imagen imponente, altiva, siempre encabezando un grupo de paisanos, que lo esperaban para entrar  juntos, y ganarse prestancia, los saludos no faltaban desde los diversos grupos y distritos, él levantaba el brazo para agradecer la amabilidad. Pero el lugar que lo esperaba con especial orgullo era el equipo de su amado Cajacay.  Que para nosotros del Cahuide o Tarapacá, siempre fue el equipo rival más difícil.

Pero no sólo los campos de futbol fueron los espacios donde él frecuentaba su amistad y dedicación, también estaban en las oficinas del Estado, de la alcaldía, de la comunidad, donde buscaba desinteresadamente soluciones para su Cajacay. Para promover actividades y decir su verdad, abrió programas de radio en muchas emisoras.

Hoy, casi 11 de la noche, cuando escribo esta nota, luego de haber visitado su velorio a mediodía, en su casa de Chacra Ríos, junto a Vladimiro Reyes, Ulises Zúñiga y Abel Alvarado, y haber saludado a su esposa, hijos, hermanos y familiares, recorro los recuerdos de este gran dirigente, típico de aquellos que ya no se ven ahora. “Se van acabando esos dirigentes que eran para sacarse el sombrero. Y cuánta falta nos hacen”, decíamos. Entonces concluimos, no es justo que los pocos que todavía quedan, se vayan sin homenajes. Por eso nos comprometimos hacer una reunión para brindarles ese reconocimiento y que en el futuro, las instituciones que hoy existen no deberían olvidarse de los dirigentes vivos que fueron estandartes esforzados en la creación de las mismas.

Aunque este homenaje,  tardío quizá, es muy pequeño para lo que se merece don Jorge, sé sin embargo que mis breves palabras en el velorio están plenas de sinceridad,  palabras que muchos que lo conocimos en el campo hubiéramos querido decírselo en vida con el mayor de los gustos. Pero nuestra sociedad actual, estresante por el trabajo y el individualismo ciego, nos hace perder de vista por los mayores, y los olvidamos, sin miramientos, desconociendo su aporte al presente, de nuestra cultura e instituciones. Esta no es una disculpa, sino un examen de conciencia colectiva que quisiera no se repita con otros que están vivos.

En recuerdo a tu presencia Jorge, alegre, militante, esforzada por tu pueblo, en miles de momentos de futbol, conversaciones, y audios.

Te saludamos en tu partida física. Pero a la vez te abrimos los brazos para recibirte eternamente con tus ideas que acompañará a nuestras instituciones.

Hasta siempre Jorge, amigo y dirigente.

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