lunes, 7 de septiembre de 2015

EL GRAN UCUSH - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)


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EL GRAN UCUSH

Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)


Amigo Marino Espinoza, abres los ojos y una sensación de vacío en la barriga te hace sudar frío. Nuestro querido Chiquián está amaneciendo gris, y de pena ni los cariocos cantan.

Es un día miércoles 5 de febrero de aquellos sesentas, y ya los viejos arrieros descansan en paz, después de una centuria transitando a pie: macizos, abismos y cañaverales. Un día más, similar a los cuatro anteriores que has tenido en la semana.

El río Vado se ha desbordado en Trinchera, y el huayco no deja pasar a los sufridos camioneros ancashinos que suben de la Costa. Por eso tu trabajo de cargador se ha suspendido. Talvez hubieras preferido dormir unos minutos más, aunque sea para mantenerte calientito, pero tu estómago cruje pidiendo alimento y tienes que complacerlo, por lo menos con un pan de punta, sólo que tus bolsillos están más vacíos que alcancía de misionero.

Respiras hondo y sientes el aroma del Invierno en la Sierra. El aguacero que empezó a la medianoche está cesando, pero el hambre se incrementa, te lo hace saber la “lombriz” que gira impaciente en tu píloro
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Sé que te pesa en el alma esta vida de sudor y hernia que no pediste al nacer, pero tienes que ser positivo como Shaprita, y salir cuanto antes por un cachuelo, pedir limosna se acostumbra en otros lugares, en Chiquián: ¡manan!.

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Chiquián: casa de "Agocalle" donde vivió Marino Espinoza
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¡Plash, plash, plash!, se hunden y salen tus viejos llanques, y vuelven a hundirse en el agua que está prisionera en el patio de tu casa de Agocalle. Caminas por el jirón Leoncio Prado con tu capucha de costalillo marca 'Blanca Flor'. Hasta pareces fraile misio con tus bigotes ralos y la chompa azul que el tiempo ha tornado plomiza.

Pasas junto a tu amigo “Tuntu” Palacios, mas el orgullo te impide pedirle fiado una cemita de la canasta que carga al hombro. Llegas al jirón Dos de Mayo, y para tu dicha el camión “San Martín” está estacionado frente al mercado de abastos. Acaba de llegar de Huaraz.

"Espero que haya harta carga", piensas con el corazón agitado. Te acercas emocionado y después de unas palabras con el gringo Teodoro Rivera, ya estás poniendo el hombro en la plataforma del camión. "Diez centavos por caja de mangos y 20 por saco de cebolla", es el arreglo verbal. "Algo es algo", murmuras bajito.

Ojalá no te desmayes por el hambre que te agobia amigo mío...

Aprovechando un descuido del gringo, metes una guayaba a tu boca, pero él es "mosca", y al parecer se ha dado cuenta, porque sonríe luciendo su diente de oro “made in Cucadoctor”, que reluce entre sus labios heridos de frío.

- ¿Tan temprano Ucush y ya estás boleando? –te pregunta, y bajas la mirada, refrescando con una lágrima de gratitud la cara del perrito chusco del frutero, por no haberte delatado con un ladrido.

- ¡Pónganse a un lado niños!, ¿no ven que estorban?, ¡apúrate Ucush, que pago por caja no por hora¡ -grita el gringo desde la baranda sujetando su sombrero negro con la mano derecha.

Sudando frío y tambaleante vas descargando, y entre saco y caja, añoras los días de gloria como el mejor cargador bolognesino, cuando competías con tus amigos: Hualu, Raura, Rococho, Honorio, Jacobo, Quishpu, Amacho, Melchor y Alberto “limonta”. Parecían laboriosas hormiguitas dejando relucientes los camiones: Chiquianito, Santa Rosa, Benja, Escarchita, Espejo, Maturana, Alarcón, Tarugo, Ocrospoma, Cachay, Moncada, Tolomeo, San Martín, Lucero de Mangas, Ñato, San Francisco...

Hasta cinco camionadas por mañana, siempre al paso ligero con dos sacos de azúcar, cemento o sal, entre hombro, cuello y cabeza. Todo ésto, y mucho más era necesario en el “puerto andino” de Chiquián para abastecer a los pueblos lejanos.

Pienso en ti y te veo más blanco que los "santos varones", después de descargar cien quintales de harina.

¿Te acuerdas amigo?:

- ¡¡¡Dios mío, una rata!!! -gritó una linda placerita, aquella vez que descargabas zapallos en el mercado en plena fiesta de Santa Rosa.

- No chiquianita, es un “ucush” de juguete que el mercachifle Bayona ha hecho correr –le dijiste risueño para tranquilizarla, y como premio quedaste bautizado con el sobrenombre de Ucush, ¿o fue por tu parecido con Micky Mause?.


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¡Uf, uf, uf!, felizmente falta poco para cumplir con el gringo, pero ya no sientes tu espalda, tampoco tus piernas, hombros ni brazos que están más adormecidos que borracho en Misa de Gallo, mas no te amilanas aunque sólo tengas una guayaba en la barriga y la solitaria ya debe habérsela devorado.

Es mediodía. Empiezas a ver un arco iris sin lluvia ni sol que el hambre pinta en tu mente. También ves estrellas y diablos azules por todos lados, sin necesidad de haberte metido un trago de "chinguirito".


- ¡Apúrate Ucush, que el camionero recuaino tiene que irse a su tienda¡ -grita otra vez el gringo.

En eso, ¡¡¡¡¡CRASHHHH!!!!!!! se te vino abajo una caja. Los chiuchis corremos al mando de Patuco y solamente quedaron en el piso seis listones de madera y unos clavos de lo que fue una caja de catagua repletita de mangos.

- ¡Era la última caja, qué piña¡ –dices apenado mirando el piso, y un temblor sordo recorre tu dermis.

- ¡No es justo, estaba mal clavada la condenada! –te disculpas así ante el gringo Rivera, y él saca la cuenta moviendo la cabeza:  

- ¡Qué lástima mi querido Ucush!, descontando la caja que cayó al suelo, te debo un mango, negocios son negocios, como dice doña Pacucha Romero. 

Elevas la mirada al apu Capillapunta y la llovizna que empieza moja tu rostro, abres la boca y una gota de agüita pura del cielo calma tu sed. 

Felizmente el gringo fue buena gente y te pagó cinco pencos y una bolsa de frutas por tu trabajo:

¡Saliste ganando amigo¡, pienso, mientras dejo reposar el Faber unos segundos para contemplar al bicéfalo Huascarán que fulgura a la distancia...

Regresas contento a tu casita de 28 de Julio (Agocalle). En el camino regalas mangos y guayabas a Pipón, Arti, Panizo y a tus pequeños sobrinos Chilbo Espinoza y Cuco Lastra, que se cobijan de la lluvia en un zaguán.

Pasan los minutos... por fin llega el merecido descanso y te desplomas de espaldas en el colchón de lana vegetal. Saboreas dos ricas guayabas y sientes que de tu viejo corazón está mejor que ayer, en este miércoles con aguacero....

oooOooo 

Es un pequeño homenaje, tardío quizá, a un esforzado “estibador andino”, que murió en su ley, hace muchos años en Barranca. Nuestro recordado amigo Marino “Ucush” Espinoza, por su carisma, tolerancia innata y su solidaridad con los niños y ancianitos chiquianos, se supo ganar el cariño de propios y extraños, en las décadas de los cincuentas y los sesentas del siglo XX.


Huaraz, 5 de febrero de 1982

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VOCES NATIVAS 


Ucush : Ratón.

Carioco : Gallo sin plumas en el cuello. 

Vado : Riachuelo que tributa sus aguas al río Fortaleza. 

Trinchera : Lugar de abrupta geografía en pleno ascenso a Cajacay. 

Pan de punta : Pan chiquiano, muy apetecible. 

Agocalle : Calle por donde discurre mucha agua en época de lluvia. 

Boleando : Chacchado, haciendo una bola de coca en la boca. 

Chusco : Común. 

Llanque : Sandalia hecha de llanta de camión. 

Chiuchi : Niño. 

Catagua : Madera que se emplea en la fabricación de cajas para frutas. 

Capillapunta : Cerro chiquiano en forma de capilla. 

Cucadoctor : Apodo de un dentista que sacaba muelas sin anestesia.

Chinguirito : Trago chiquiano. 

Manan : No.

Apu : Cerro protector 

Faber : Lápiz 

Huayco :  Flujos de lodo y piedras con poder destructivo.
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Chiquián
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Fuente:

 Un trocito "DEL MISMO TRIGO".
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