viernes, 18 de octubre de 2013

CHIQUIÁN QUERIDO - POR JUAN JOSÉ ALVA VALVERDE (PEPE)


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Foto: Chiquián
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CHIQUIÁN QUERIDO
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PoR Juan José Alva Valverde (Pepe)
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Durante la fiesta de Santa Rosa de Lima, patrona y protectora de Chiquián, el paraíso se llena de personas provenientes de todas partes. Los chiquianos de antaño que radican allí, son pocos, se les cuenta con los dedos de la mano; los que van en busca de distracción, de recorrer sus calles, campiñas, o con la intención de encontrarse con un amigo de infancia, juventud o cómplice de alguna vivencia no olvidada, también son poquísimos. Acudimos cual palomas en bandadas, las generaciones posteriores, ávidas de nuestro terruño, de su aire, de su cielo, de sus campos, de los lugares donde ocultos por los bosques, chamizas o pircas, nos amábamos con la enamorada de colegio o con el primer amor; en mi caso casi siempre fue Tulpajapana:
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Tulpajapana, en mis sueños te busco,
en mis sueños te encuentro,
estás allí, hermosa como antes,
hermosa como siempre,
tus eucaliptos de vientos frescos,
tus pircas de piedras lajas y eternas,
tus chamizas aromadas y silvestres
y tus caminitos, tiernos anfitriones.

Testigo fiel de mis amoríos,
nos recibías alegre y risueña
con tus brazos abiertos,
te regocijabas, con nuestras risas y cantos,
te entristecían nuestras penas y enojos.

No recuerdo el día en que te dije adiós,
no creo haberte dicho,
es que nunca podré despedirme de ti
formas parte de mi vida, de mí transcurrir,
cada vez que pienso en ti, te extraño, te añoro,
estoy pensando y casi esta decidido,
que en mi otoño, en mi retiro, volveré a ti,
quiera Dios con ella;
y si no es así, volveré a ti, solo.
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Para mi fue aquel romántico lugar; para otros habrá sido el Usgor celestino, Caranca ceja, Parientana, Umpay Cuculí, Racrán, Rumichaca, Cruz de olvido, Muchcash, Chivis, Tranca, o Quiullán; todos hemos tenido un lugar especial donde pletóricos de amor, encendidos de pasión colmábamos de besos a nuestras santarosinas, tratando de calmar el fuego quemante de nuestro deseo de placer.

Los lugares son queridos por las felices circunstancias que en él nos sucede, o son odiados por lo funesto que allí nos ocurrió; racionamiento relativo; tal vez todos hemos querido y hemos perdido a seres amados en Chiquián, aun así lo queremos, lo añoramos en la distancia y cuando podemos vamos en busca de su calidez; siempre planificamos conocer otros lugares otras ciudades, al final cuando se acerca agosto, con las miradas, con los suspiros, nos decimos vayamos a Chiquián, entonces nuestro ser se alegra, nuestras ganas rejuvenecen, nuestro espíritu se enaltece; preparamos ganas, preparamos equipaje y corremos en busca del terruño amado, “CHIQUIÁN QUERIDO”:

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Estás en mi mente, en mi corazón, en mi sangre,
vives conmigo estás siempre presente;
nací bajo tu cielo una tarde gris de invierno y aguacero,
los pichuichancas con sus rezos a todos me anunciaron.

De niño con chiuchis como yo, por Jana barrio;
Umpay, Rumichaca, Racrán y Oropuquio,
agarrando tinyacos, volando cometas,
chuncando o rompiendo trompos,
crecí oyendo el píncullo de Pádua
o el violín de Juan Jaimes.

La plaza de armas acogió mi pubertad,
donde platicaba con amigos con amplia libertad;
del recordado 378 al glorioso Coronel Bolognesi,
defendiendo con pundonor,
al lado de amigos, su selección.

De los meses de lluvia: enero, febrero y marzo,
a los de verdor y hermosura;
mayo de la santísima María,
junio, del sagrado Corazón de Jesús,
y a subir Jaracoto,
julio, rebosante de calor y patriotismo,
y el mes más querido: agosto fiestero,
rindiendo culto merecido
a nuestra Santa y protectora Rosa
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En tu suelo cual edén cortesano,
nacieron mis padres,
allí nació mi amada, cual tierna palomita
de ella nacieron mis amados hijos,
por quienes luchamos, por quienes vivimos;
entonces “CHIQUIÁN QUERIDO”,
como no añorarte,como no quererte,
como no desear siempre volver a verte.

cuando cansado de correr ansioso y estresado,
cuando el duro trajinar por estos lares, ajenos y fieros,
cuando de plateado se comience a teñir mi cabellera,
con el alma estrujada, por quien sabe quizás desengaños,
volveré a ti para siempre tierra amada, cual hijo peregrino,
buscaré tus brazos, me cobijaré en tu regazo,
caminaré tus calles, campiñas y hermosos valles.

Al final de mi existencia, cuando llegue la hora nona,
mis hijos saben y es mi deseo,
mis cenizas dormirán el sueño eterno,
bajo tu cielo, bajo tu lluvia,
rodeado te ti, rodeado de tu encanto;
mi añorado y amado, “CHIQUIÁN QUERIDO”.
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Chiquián

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