sábado, 1 de junio de 2013

1 DE JUNIO: DÍA MUNDIAL DE LA LECHE - FOLIOS DE LA UTOPÍA: LA NATA DE LECHE - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2013 AÑO
EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD
Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO
 
JUNIO, MES DE LOS NIÑOS,
DEL MEDIO AMBIENTE, DE LA GLORIA
DE ARICA Y DE LA IDENTIDAD ANDINA
 
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RECIBIMIENTO MULTITUDINARIO
DEL PUEBLO DE SANTIAGO DE CHUCO
CUNA DEL POETA UNIVERSAL
A LOS PEREGRINOS DEL XIV CAPULÍ
 
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
LUNES 17 DE JUNIO, 2013
9.30 A.M.
 
DÍA DE CÉSAR VALLEJO
EN EL CALLAO
 
CONMEMORACIÓN DEL VIAJE
DE CÉSAR VALLEJO A PARÍS
 
INSTITUCIONES ADHERENTES:
 
– MUNICIPALIDAD DE SAN MIGUEL
– MANMMALIA, COMUNICACIÓN Y CULTURA
– ASOCIACIÓN DE CHALANEROS DEL CALLAO
– DIARIO CALLAO
– POESÍA EN EL PUERTO
EMBAJADA POÉTICA DE SAN MIGUEL
 
MUELLE DÁRSENA
DE EL CALLAO
 
 
 
PLAZA GRAU
DE EL CALLAO
 
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CONVOCATORIA
 
XV ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2014
 
LIMA:
MARTES 20
Y MIÉRCOLES 21
 
TRUJILLO
JUEVES 22
 
SANTIAGO DE CHUCO
VIERNES 23
SÁBADO 24
Y DOMINGO 25
DEL MES DE MAYO
 
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CALENDARIO
DE EFEMÉRIDES
 
1 DE JUNIO
 
DÍA
MUNDIAL
DE LA LECHE
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
LA NATA
DE
LECHE
 
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
“y el ebrio,
entre la sangre humana
y la leche animal”
César Vallejo
 
 
1. En la leña
ardiente
 
– ¡Hijo!, párate aquí y cuida que al hervir la leche no se derrame.
– ¿Recién la has puesto, mamá?
– No hace mucho, pero mira cómo está el fuego.
– Es leña seca.
– Por eso, con el cucharón anda moviéndola así.
– Si se derrama es culpa del humo y la leña, ¿ya mamá?
– Nada de excusas. Tú no dejes que la espuma se levante.
– Ojalá que sea así.
– ¡Tienes que estarla mirando! ¡Y no te distraigas!
Es la voz de mi madre que me aconseja, suplica o regaña, porque la verdad es que siempre que esto me encarga la leche termina precipitándose hacia la leña ardiente.
Y la verdad no porque me distraiga sino porque me concentro demasiado.
 
2. Círculos
de collares
 
Y es que me fascina verla hervir, tanto que termina arrojándose por el borde de la olla y nadie se enteraría si es que la candela misma no lanzara su grito delator y lastimero.
Estoy de pie ahora frente al fogón en donde la leña levanta una llamarada roja y amarilla.
Chisporrotean fuertes las lenguas de fuego que lamen los vientres oblongos de las ollas, entre ellas una inmensa de fierro en donde la leche todavía es una superficie blanca y quieta con una orilla azulina que roza con el enlosado interior del recipiente.
Pero digamos que pronto hacia un borde de la circunferencia empieza a formarse un collar de burbujas que se multiplican por ocho, por trecientos, por cien mil.
Y luego hacen millares de ocho, trecientas, cien mil filas que cobran vida y hacen su propia geografía azorada y bullente.
Mientras más se avivan las llamas las burbujas que ya son unas grandes y otras minúsculas empiezan a correr en círculos de collares transparentes.
 
3. Conflagración
cósmica
 
Si se los mira bien pasan del blanco al perla. Y luego recorren todo el arco iris.
Contienen la luz del sol, la luna, las estrellas y los cielos constelados.
En cada burbuja está la ventana con su tamiz, el borde del tejado, el alero y el cielo azulino.
¡Aquí la gloriosa espuma emerge florida y salvaje!
La barriga de leche de pronto se ha abultado tanto con las burbujas instaurando colinas, bajíos ágiles e impetuosos, llanuras con bosques, ríos y lagunas encantadas y estupefactas.
Ora es el manto regio de alguna princesa que se casa casta y pura. Ora es la manta de la misma Virgen Bendita que ha de abogar por nosotros al morir detrás de este cielo indeciso.
La espuma en una geografía infinita. A la vez un paraíso terrenal y en una conflagración cósmica.
 
4. Un encaje
de plata
 
De pronto la espuma se convierte en un océano impetuoso. Desde el centro emerge un volcán incontenible de lava blanca y de una fragancia que embriaga.
En eso me despierta el chisporroteo –estruendoso para mi responsabilidad de vigilante inamovible– de los carbones ardientes que han recibido oleadas de leche espumosa desbocados por todo el contorno de la olla, emitiendo un clamor y un chirrido no sé si de gozo o de pena.
Y ya ha sido tarde, como siempre, cuando he introducido el cucharón.
Bocanadas de espuma han ido a parar a las cenizas pasando por la hornilla hasta mojar los carbones en un no sé si juego, protesta o auto inmolación.
El blanco purísimo ha dejado un encaje de plata y diamantes en el tizne de la superficie de la olla.
 
5. El fuego
se aviva
 
Es otra maravilla de bordado divino sobre el negro sufrido, que me apuro en deshacer y limpiar, porque no me perdonarán aunque trate de explicarles la belleza de esta orla divina.
Y restregó rápidamente con un trapo para que mi madre no vea que quizá una taza entera o más ha sucumbido en el desierto o en el páramo de cenizas y en la playa de mi divagación.
Pero la leche que se arroja sobre los carbones ardientes desprende un olor a chamusquina, a virginidad desflorada, a mundos perdidos, a sacrificios humanos en aras de todo o de nada, que se huele desde lejos.
Y me delata ante la justicia humana, o quizá hasta divina. O yo no sé como mi madre desde el patio del fondo ya sabe que otra vez me distraje.
Pero el fuego otra vez se aviva en donde ahora además se ha puesto una cazuela en la que se ha de freír salchichas, chorizos o relleno de chancho.
 
6. El excelso
firmamento
 
Pero cuando la leche luego de hervir enfría un poco, forma una nata que si somos golosos y los padres se distraen, untamos con ella un pedazo de pan donde queda prendida.
Nata que sorbemos transportándonos al séptimo cielo, porque es como si devorásemos los campos, los ríos hasta en sus lechos, como el excelso firmamento o el rezumar de las espigas.
– ¿A quién le toca hoy servirse la nata de la leche? –pregunta la madre en el desayuno.
– ¡A mí, mamá! –Grito lleno de entusiasmo acumulado en la espera a que dé vuelta, alrededor de la mesa, el turno de servirme nuevamente la nata de leche en el desayuno.
Al mirarnos todos los hermanos reconocen que es ciertamente, a mí a quien le corresponde esta vez tenerla en el plato separado de su taza.
 
7. La deja
caer
 
Y saborearla, entrecerrando para ello los ojos como si un manjar, un elixir o un néctar nos correspondieran la delicia de degustar esta mañana.
– ¡A mí me toca, mamá! –Reitero impaciente y ufano.
– Ya, ya, ¡espera un momento! –Dice en tono de parecer acosada por mi impaciencia, pero sabe que nadie hará nada hasta verla caer en el plato de la taza privilegiada.
Al servir las otras va apartando la nata con el cucharón, pero ella trata de deslizarse, teniendo todos los ojos y hasta la boca pendiente de cómo avanza o retrocede separándose de la superficie blanca y humeante de la leche.
Por fin, dirigiéndose a mí sitio, y ayudada siempre con el cucharón, la deja caer, quedándose en parte colgada cuan grande y consistente es en el borde de la olla, lugar donde trata de cortar para que aquella caiga definitivamente.
 
8. Miro
a todos
 
– ¡Ásu! ¡Qué grande le ha tocado esta vez! ¡A mí me tocó chiquita, mamá! –Reclama o se queja alguien.
– ¡Cuando no les toca a ustedes la ven gigante! –Sentencia. 
Los ojos están puestos en mi plato y hay en todas las bocas un trago al vacío en la ilusión por comerse parte de este manjar.
– Yo compartí contigo la vez pasada, ¿te acuerdas? –Reclama uno.
– ¡Yo también te di de la mía!
– Cuando a mí me tocó también me pediste y te di bastante. –Reitera otro.
– ¡Convida pues! –es el pedido general.
Miro a todos y reconozco que ciertamente me dieron parte, cuando a ellos les había tocado su turno.
– ¡Ya pues!, hay que dividirla.
 
9. El dulzor
de los amaneceres
 
Y en algunos platos de filo azul que me extienden, cogiendo una cuchara grande, secciono la nata que la voy poniendo. Y que algunas pasan inmediatamente a las bocas de mis hermanos.
Pero la mayoría han estirado sus cuerpos, los que están cerca, y otros han dado la vuelta abriendo casi toda la mandíbula para recibirla.
Cuando así lo hacen sus ojos se cierran, iluminados por dentro o enceguecidos por el placer de saborear esa delicia, exprimiéndola entre el paladar y la lengua para extraer de ella el jugo dulce de las flores y los panales de mieles, el agua de las fuentes y el dulzor de los amaneceres fragantes que en ella están contenidos.
Mientras, la revuelven y finalmente la pasan. Recién en este momento abren los ojos en donde el negro de las pupilas se hace brillante.
Pero, ¿es sólo la evocación de lo que nos viene del campo lo que hace tan sabrosa la nata de leche en los desayunos de la casa pueblerina?
 
10. Inmenso
prodigio
 
No solo es eso. Es también la luminosidad radiante de la hora, el sol en las paredes de la casa, el concierto de las aves, los graznidos, aullidos y maullidos de cada animal. Es el ser pleno de todas las cosas que nos rodean.
Pero al ver los rostros rozagantes, las miradas de los ojos de mis hermanos, el oír sus risas y estallidos de alegría, es allí cuando creo que la nata de leche es sabrosa.
Son ellos mismos, mis hermanos, con su naturaleza pura y esperanzada, la verdadera nata de leche.
O es la vida misma que aflora siempre como un regalo inesperado que intenta tomar la delantera en servir y prodigarse.
Todo ello es o hace la verdadera nata de leche que creo que solo aquí tenemos el privilegio de saborearla, en esta vida y en este mundo terrenal, en donde se da este inmenso prodigio.
 
 
 
Texto que puede ser reproducido
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