jueves, 24 de junio de 2010

24 DE JUNIO - FIESTA DEL ALMA ES EL MUNDO ANDINO - PLAN LECTOR - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA,

Y CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA


24 DE JUNIO


INICIO DEL SOLSTICIO DE INVIERNO

INTI RAYMI, Y LA VICTORIA FUTURA


PLAN LECTOR,
PLIEGOS DE LECTURA


MUNDO DE FIESTA SOLIDARIA

Danilo Sánchez Lihón

1. Hacia lo hondo de los abismos

El mundo andino tiene una cultura de fiesta, hecha de cánticos, melodías y voceríos de júbilo; de bailes, danzas y mojigangas que irrumpen a las calles, colman los estadios y prenden el esplendor de las comparsas sobre el ocre y el verde de los paisajes.

Pero esta es fiesta del alma, fiesta sagrada, fiesta ritual ante los apus, ante las nieves eternas y las pacarinas.

Fiesta ante las níveas montañas tutelares. Fiesta ante las flores que crecen a la vera de los caminos, cubriendo con su manto amarillo, azulado y violeta la redondez de las colinas o bien penden colgadas, para darnos valor y templanza, hacia lo hondo de los abismos.

Es adoración al río con sus precipicios. A los cursos de agua traslúcida y fluida que se cimbra entre las peñas, sea al centro de su torrente o se sosiega al borde en sus orillas.

Fiesta ante las violentas cascadas y ante los vientos desatados que ululan entre las peñas y los árboles.


2. Emerge diáfana

Fiesta que muchas veces no es de alegría sino de llanto y de pena, conmovida y tierna. Fiesta arrobada, cariñosa y cristalina.

Fiesta ante lo hermoso de la vida, fiesta que ennoblece y encumbra. Y fiesta que duele.

No es aquella fiesta que se confunde con jarana, o ir tras las discotecas. Ni es tampoco juerga o francachela. No es fiesta bajo el modelo y vivencia del mundo occidental.

Sino fiesta en que se manifiesta el amor a la naturaleza, a la tierra, a los dones de la vida. Y al ser humano como ensueño y esencia.

Fiesta para sentirse hermanos. Fiesta donde puedes estar callado.

Fiesta de inocencia y ternura. Fiesta no de pareja que se divierte y seducen, sino heroica, que hace posible lo imposible como es alzar andenes en los abismos.


3.Cuatro fiestas ceremoniales

Fiesta ante el arco iris, donde se ama la verdad, lo bello y amoroso.

Donde el alma simple se confiesa y el ser del hombre se vuelve transparente.

Fiesta ante la flor del pisonay, del amancaes o del cactus. Donde se adquiere generosidad, compasión y coraje frente a las adversidades.

Por ese canto, por ese rito y esa celebración, ante lo abrupto e inclemente, ¡nuestra cultura se hizo cristalina!

Sin embargo, en tiempo de los incas, además existían cuatro fiestas ceremoniales de la mayor relevancia: el Cápac Raymi, el Siluay, el Aymaray y el Inti Raymi.

Esta última es fiesta grande encabezada por el Inca, con la cual se festeja el inicio del año agrícola como también el origen mítico de la cultura incaica.


4. Compartir nuestro destino

Su celebración se hacía en todas las ciudades y comarcas a lo largo y ancho del Tahuantinsuyo, ocasión en que venían al Cuzco los curacas y nobles de las panacas principales.

Lo hacían acompañados de sacerdotes, músicos y comparsas en peregrinaciones que ingresaban por cada una de las esquinas de la plaza de Aucaypata, hoy Plaza de Armas de la ciudad imperial.

La fiesta tenía un sentido de integración, de unidad y reforzamiento de vínculos con los pueblos.

En realidad es fiesta de peregrinación, y cuando lo es así es de hermandad y de ayuda mutua en el camino.

Es compartir nuestro destino. Símbolo y representación de ese viaje que es la vida.

Los incas quisieron inculcarlo como entendimiento y fraternidad entre los hombres.


5. Su carácter matinal

Este propósito es también propio del movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, que es peregrinación y hermandad. Y se propone igualmente relevar aquellos valores del mundo andino para hacerlos más vigentes en nuestra cultura y sociedad.

El Inti Raymi se celebraba el 21 de junio en el inicio del solsticio de invierno, cuando el sol se aleja más de la tierra, teniendo un sentido de invocación.

Nos revela esta celebración aspectos fundamentales de la cultura incaica.

En primer lugar su carácter matinal, el que en ella se exalte lo que es luminoso, afirmativo y fecundo.

También el que en ella el arte se cultivara de manera consumada. Pero igual la excelencia científica, donde la precisión astronómica estaba basaba en múltiples sistemas de observación.


6. Germina, crece y madura

Esto se grafica en los adoratorios, en los monumentos solares, en los sistemas de orificios aéreos que lucían los edificios públicos y donde la ubicación de las estrellas era captada con total perfección.

Incluso, se contaba con vasijas de uso ceremonial en las cuales se depositaba agua sobre una superficie cóncava, y que tenían un sistema de señales en base a huecos y relieves.

Era en esas superficies en donde se veían reflejadas las estrellas del firmamento, sabiendo de ese modo su exacta ubicación, al posarse en un determinado punto del recipiente.

En la cultura andina honrar al sol hasta ahora tiene el sentido de glorificar la vida que bajo su poder germina, crece y madura.

A cuyo abrigo nacen, se crían y sustentan las especies. Y cuya luz esplendente es tomada como metáfora de conocimiento, virtud y sapiencia.


7. Esperaban descalzos

La incaica era cultura solar. Y en el astro diurno se representaba el círculo de sabiduría de la vida. Todas las actividades significativas se hacían a la luz del sol.

Las puertas de las casas se construían en dirección de la salida del disco solar. Los terrenos se trabajaban bajo su radiante claridad.

El brillo del rostro y de los brazos, efecto del sudor, generado por el esfuerzo bajo la luz del sol, se destacaba en las composiciones de conmemoración y de apoteosis, como eran los hayllis.

En la noche anterior al Inti Raymi, en el Cuzco, se reunían en la Plaza de Aucaypata el Inca con su pueblo y esperaban descalzos la salida del sol.

Todos estaban sumidos en profundo silencio, con inmenso y recogido respeto y devoción, empezando por el Inca y sus parientes, con los brazos abiertos y en rendida oración.


8. Fuente de vida

Allí, el gran sacerdote creaba el Nuevo Fuego, del cual todos extraían una llama votiva.

Porque el sol es fuego. Y el fuego es energía que purifica seres y cosas.

El Inca permanecía inclinado y reverente esperando la salida del sol, mientras todos entonaban el himno que dice:

Poderoso sol
de la felicidad eterna,
cálida fuente
principio de vida.

Y así como esperaban la salida del sol en la plaza lo hacían en las calles, las colinas, los caminos, en las cumbres de los cerros y en las llanuras estupefactas.

Toda la familia estrechamente reunida: varones y mujeres, ancianos y niños.


9. Cara al sol

Cuando el sol aparecía en el horizonte se oía primero el agudo silbar de los pututos y estremecían la plaza los sones de júbilo de las flautas, pincullos y zampoñas.

Luego atronaban el aire el zumbar acompasado de los huáncares.

Resonaban las tinyas con sus ritmos de fiesta y se alzaba un grito de júbilo que retumbaba en los aires. Se elevaba de las multitudes reunidas en uno y otro confín hacia la bóveda sideral para hundirse después en el alma de la gente.

La música en particular y el arte en general, son manifestaciones primigenias, naturales y espontáneas en el mundo andino.

Mundo en el cual se alcanzó a plasmar una cultura de fiesta del alma, fiesta moral que enaltecía el corazón, la mente y el espíritu de las personas.

Esta fiesta ritual se la unía después al trabajo y a toda presencia de lo sagrado al sol, a las nieves, a las lagunas y a los apus, que son las montañas.


10. Fiesta solidaria

Es fiesta de solidaridad, de reverenciar lo noble y venerable, lo que asegura, protege y afirma la vida.

De reconocer al padre y a la madre que el mundo tiene, cuales son: el sol y la tierra.

Y en todos nosotros reconocernos hijos y hermanos entrañables.

La cosmovisión de estos pobladores hizo que el mundo tuviera padre y madre. Y, consecuentemente, respeto, adoración y principios de vida que acatar y que hacer cumplir.

Por eso, no hay pueblo del Perú, por pequeño que él sea, que no tenga su fiesta solidaria, fraterna y de unción.

Fiesta, originariamente pura.

Y no hay pueblo por humilde que sea en el Perú que no tenga danzas y canciones para celebrar a sus divinidades.


11. Proyección al porvenir

Es más: no hay pueblo entre nosotros, por mínimo que sea, que no tenga su banda de músicos, conformada por voluntarios y gracias a la iniciativa propia de sus cultores e integrantes.

Es posible que no haya fábricas. Es casi seguro que no haya empresas en esos lugares. Que ni siquiera tengan luz eléctrica. Pero sí hacen filigranas y encajes en el aire del amanecer, el mediodía o la tarde la banda de músicos del lugar.

Ellas constituyen grupos excelentemente organizados, imbuidos de normas, códigos de honor y hasta de una mística especial, pues muchas de sus actuaciones son de sacrificio. Acompañan con fervor las celebraciones religiosas, cívicas y sociales.

Las bandas de músicos son un símbolo de la fortaleza del Perú milenario, de su convencimiento y de su decidida proyección al porvenir.


12. Gritos de victoria

Ensayan en medio de los bosques, a la orilla de los manantiales, en las faldas de las colinas, en la cumbre de los cerros frente a los abismos.

Ya en la sombra o a la luz del alba descorren notas, acordes y compases que convocan, integran y curan las heridas.

Convocan a toda resistencia heroica.

Ellas harán regresar a los hermanos, padres e hijos que se han ido. Atronarán los aires con gritos de victoria.

En Capulí, Vallejo y su Tierra por eso, cada vez que llegamos a Santiago de Chuco nos esperan las bandas de músicos. Y lo primero que hacemos al amanecer de un nuevo día es subir a una cumbre.

Y de amanecida hacer el saludo al sol recibiendo los primeros rayos en nuestras frentes, manos, brazos y, sobre todo, en nuestro corazón.


12. Oh padre, hemos venido

Y le decimos al sol: Aquí estamos, hemos venido de regreso a la casa y a la tierra natal.

Te ofrendamos padre estos granos de maíz, unos morados, otros negros, otros blancos y otros azules.

Te ofrendamos estas hojas de coca, tu planta sagrada.

Te traemos estas flores silvestres que hemos recogido en los caminos.

Aquí estamos, ave sagrada. Sabemos quienes somos.

Y nuestra felicidad a partir de ahora es tan grande como ha sido nuestra desdicha hasta ahora.

Porque hemos probado que somos fuertes, recios y puros.

Oh padre, hemos venido, te saludamos reverentes este día. Y brindamos por la victoria futura que el destino nos tiene deparada.


Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente

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