miércoles, 17 de febrero de 2010

LITERATURA INFANTIL: REBELIÓN, SOLEDAD Y TIERRA DE PROMISIÓN - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA, INLEC DEL PERÚ

CAPULÍ VALLEJO Y SU TIERRA


LITERATURA INFANTIL Y TIERRA DE PROMISIÓN


PLAN LECTOR PLIEGOS DE LECTURA
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LITERATURA INFANTIL:
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REBELIÓN, SOLEDAD Y TIERRA DE PROMISIÓN

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Por: Danilo Sánchez Lihón

“La patria no es la tierra de los padres,

es la tierra de los hijos” Nietzsche

1. La carta canta
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El Inca Garcilaso de la Vega relata en los Comentarios Reales de los Incas un suceso en el cual a dos nativos se les encarga llevar una encomienda y en ella va un atado de melones. Pero antes el mayordomo les advierte:

– “¡No comáis ningún melón de estos, porque si lo coméis lo ha de decir esta carta!”

La idea que ellos se hacen de la carta es que aunque inerte, ve y habla.

En el viaje el hambre los devora y la sed los atenaza. En medio del camino uno de los indígenas le dice al otro:

– “No sabríamos a qué sabe esta fruta de nuestro amo”. Pero su compañero le recuerda:

– “No, porque si comemos alguno, lo dirá esta carta, que así nos lo dijo el capataz”.

– “Buen remedio: echemos la carta detrás del paredón, y como no nos vea comer no dirá nada.

Convencidos de este argumento y atenidos a que esta es una acertada solución proceden a devorar entonces los melones.
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2. Rescatar algo llano
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Llegados a sus destinos y entregados los encargos, hecha la contabilidad, les reclaman de acuerdo a lo que dice la carta. Ante lo cual los indios son azotados.

Hay múltiples significados en este breve relato:

Se pueden hacer diversas deducciones acerca de cuál fue la asimilación que pudo tener la cultura ágrafa incaica de la semántica de la escritura occidental.

Se pueden tejer reflexiones sobre la oralidad y el registro visual en el lenguaje verbal, acerca de la ingenuidad de unos y la intencionalidad de otros.

Se pueden realizar disquisiciones acerca del conflicto sobre la disparidad de las culturas y sus lenguajes, así como sobre la transparencia o la ambigüedad de los mensajes.

Se pueden elaborar ideas acerca de las características que asumen las lenguas en una circunstancia histórica determinada, como ha de resultar subyugante dilucidar todo lo que en este pasaje puede simbolizar una carta, el código de la escritura, de un medio de comunicación y hasta del papel como soporte de información.

Sin embargo, lo que quisiéramos rescatar aquí es algo más llano, directo y que precisarlo, podría parecer doloroso.
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3. Cuestión de fondo
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Son tres los aspectos sobre los que quisiéramos llamar la atención. Y pasan desapercibidos probablemente por la seducción en que nos sumerge el hechizo desconcertante de la carta y la interpretación ingenua que los naturales hacen desde la marginación acerca de ella:

1). Hay dos bandos enfrentados en la escena: dominadores y dominados, amos y siervos, poseedores y desposeídos.

2). Hay hambre y sed como necesidades básicas y perentorias en los siervos, pero a la vez e ilustrativamente están presentes los bienes que podrían satisfacer aquel hambre y aquella sed, pero no pueden tocarlos porque les impide una prohibición, representada mágicamente en la presencia de un veedor que resulta infalible que ha de denunciar si optan por paliar su hambre y su sed comiéndose los frutos. Este hecho nos muestra una fórmula simplificada de lo que fue la colonia, hecha de explotación y maltrato en un mundo en que los bienes abundaban para enriquecer a Europa.

3). La escritura es traidora de la causa popular y este estigma ha quedado. En todo ello radica lo dramático de este pasaje: a favor de quién está todo lo que representa la carta indolente. ¿Y a quién sirve? ¿De quién es aliada? Indudablemente de la dominación. ¿Por quién es manejada?, y si dicho manejo es coherente con la realidad humana y la vida. Y esta es la cuestión de fondo que se mantiene hasta el presente.
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4. Cultura de honda y valiosa raigambre
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La situación presentada en el pasaje anterior no ha cambiado en lo básico en el presente. De allí que partamos de él en esta reflexión acerca de la literatura infantil, expresando que tenemos que realizar un esfuerzo muy grande por esclarecer y plasmar una epistemología propia, porque postulamos que este quehacer está imbricado profundamente con la historia. Cabe entonces esperar bases y propuestas propias en este espacio y en este ámbito de la sensibilidad, inteligencia e imaginación de nuestros pueblos.

Hace falta una concepción autónoma y auténtica, propia de América Latina, en el campo de la literatura infantil, una teoría y una doctrina peculiares, porque en este ámbito estamos aún subyugados a los esquemas de pensamiento de lo foráneo y por tanto ajeno a nuestro espíritu.

Se repiten los mismos presupuestos doctrinarios y conceptuales de quienes nos invadieron y avasallaron. Y hasta repetimos, sin recrearlos, los mismos cuentos de quienes se afanaron en destruir lo que desconocían, con la pretensión de que lo único bueno y aceptable era lo que ellos eran tenían o traían. Persiguieron así lo legítimo que éramos, como miembros de una cultura de honda y valiosa raigambre indígena.
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5. Aquí y ahora
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Para el caso nuestro, el acaecer literario en el campo de la literatura infantil y juvenil había de estar más vinculado al acontecimiento de la cultura y la comunicación; comprometiendo aún más la participación de padres y ciudadanos en la forja de un destino promisorio para nuestros pueblos.

Estas vinculaciones las consideramos más urgentes que su fidelidad a criterios y dogmas estéticos. O a los cánones de la teoría literaria, la misma que últimamente se somete al infundio de reclamarse "ciencia", atosigada como está por unas premisas formalistas y artificiales y, consecuentemente, falsas.

La literatura infantil es aquella manifestación cultural que tiene más en cuenta el espíritu de infancia, libre, fresco y espontáneo y que debe estar más presente en el campo de la estética de la literatura infantil, si queremos ser coherentes entre el sujeto, el objeto y los procesos que los unen.

Si tenemos que seguir llamando teoría literaria a los principios estéticos aplicados a la literatura infantil, ella tiene que estar confrontada, en nuestro continente, más con el contenido de una realidad feraz, una ética luminosa y la heroicidad de las condiciones cotidianas, tal y como son el hombre y la sociedad en la circunstancia del "aquí" y "ahora".
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6. ¿Hacia donde vamos?
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Hay, en tal sentido, unas apreciaciones que consideramos básicas y es la relación existente entre literatura infantil e identidad cultural, pudiendo postular incluso que no hay campos con mayor afinidad que éstos dos.

Puesto que aquélla actúa en la formación de una concepción del mundo que tiene o tendrá el niño; lo liga con su realidad y lo proyecta en su historia.

Es, entonces, lo primero que hay que cuidar y entender cuando nos imponemos un programa de desarrollo de la literatura infantil en el ámbito de nuestras sociedades, puesto que ella debe ser el proceso fundamental para la afirmación de saber: ¿de dónde venimos?, ¿quiénes somos? y ¿hacia donde vamos, o nos dirigimos.

Estas consideraciones nos proyectan hacia algo que también tiene un carácter fundamental, así queremos ubicarlo, cual es el lenguaje; cuyos alcances tienen que ser por lo menos intuidos entre las personas pertenecientes a una comunidad.
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7. Identidad y lenguaje
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Porque para unirnos y entendernos necesitamos hablar un lenguaje que sepamos lo que verdaderamente significa, hecho que no ocurre todavía actualmente.

Se cuenta al respecto que había un desgobierno y desorganización en un reino a cuyo trono accedía un nuevo soberano. Le preguntaron al flamante rey cuál iba a ser su primera decisión y lo primero que haría al asumir su reinado.

Muy claro respondió que su primera medida iba a ser una campaña intensa y vasta para devolver el verdadero significado de las palabras. Porque no puede haber orden ni gobierno, explicó, si al huevo lo llamamos pan y al pan huevo, que era igual llamar a la tiranía democracia y a esta tiranía.

No puede ser literatura infantil nuestra aquella en la cual una princesa para ser bella ha de tener, y esto le decimos a la niña hermosa a la cual nos dirigimos: piel blanca, ojos azules, cabello rubio y ser alta de estatura, así sea sucia y rotosa como la cenicienta. Y sea siempre servidumbre la que tiene las características étnicas preciosas de nuestra gente.
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8. Dilucidación histórica
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Dijo: al robo y a la estafa hay que llamarlo robo y estafa. Y no “comisión” ni “pagos especiales”.

Y creo que mucho del buen gobierno depende de esta claridad semántica.

Todos estos elementos expuestos nos conducen a la cuestión de fondo, cual es el de la identidad, que en el fondo es autenticidad, y a la reflexión acerca de la limpidez y transparencia en el lenguaje, con el cual a ella nos aproximamos.

Y todo esto a fin de poder dilucidar y precisar el signo histórico que ha seguido la literatura infantil y juvenil en nuestra sociedad.

Porque si algo distingue a este campo del arte de cualquier otro hecho o fenómeno cultural es su carácter de legítima, auténtica y natural.

Razón por la cual es muy difícil hacerla.

Y en este aspecto no hay nada más opuesto a su ser que la historia que han vivido nuestros pueblos en los cuatro largos siglos, desde la época de la conquista hasta nuestros días.
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9. Legitimidad y amor
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América esencialmente es producto de un estupro o violación de la mujer y madre indígena.

El hijo es un niño que no se encuentra ni en su madre ni en su padre, pues es consciente que es producto de un acto de fuerza y agresión.

Es resultado de una acción de dominio y conquista, de un acto ilegítimo, no de hallazgo ni de amor. De allí que él se rebele al padre y entre en soledad con la madre, con la madre que es la humillada y la vencida.

Los aventureros de la conquista para apoderarse de las tierras que recién conocían, para avasallar a sus moradores, y ejercer plena dominación sobre las culturas madres, se valieron de la violencia.

Como después ejercieron la falsedad e incomunicación, y todo aquello que es contrario a la legitimidad y al amor, a fin de imperar en estas tierras para ellos vírgenes.

Y nada más adverso, antinómico y opuesto a la literatura infantil que esa situación.
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10. Nace el hijo
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El proceso histórico de América Latina en el período de la conquista, y luego en la denominada Época Colonial, tiene el estigma de la ilegitimidad en la apropiación del gobierno y el poder, de la tierra e igual de la mujer y su progenie.

Ilegitimidad en cuanto a destruir creencias y lo más auténticamente humano, cual es las condiciones en que se dio esta capacidad de continuidad biológica de la especie, por no hablar de muchos otros aspectos sensoriales, anímicos, morales. Y, cobre todo, el espiritual que se hizo sobre la base de un acto brutal de exterminio.

Y de la violación sexual nacía paradójicamente algo nuevo, pero conturbado desde la raíz.

Las naciones americanas tienen como sustento en la mayoría de casos un acto sexual forzado, no de acogida sino de expulsión, no de encuentro sino de sanción, pugna y contracción.

La mujer se esconde así misma y el hombre evacua su simiente en un útero conflictivamente insensible. Y nace el hijo, pero en estado de soledad y posteriormente de rebelión.
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11. Vital y valiosa
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Es un hijo distinto, de padre ajeno para la mujer indígena, y en cuya faz el conquistador no se reconoce porque es el efecto de una batalla. En realidad es un cupo de guerra. En donde no se sabe si le pagan o él paga los destrozos cometidos. Y grafica esta situación el hecho y los casos que hubo después, de reclamos de herencias de una y otra orilla.

De allí que, al final, el meollo de la literatura infantil devenga en un problema de identidad. Y ese es nuestro vacío, esa es nuestra quiebra, ese es nuestro lado herido. De allí que han habido cuatro siglos de sentirnos desamparados e inermes para hacer literatura infantil, que supone entronque con una raíz, reclama afiliación a una casa, acto de fe en una firme y vigorosa identidad, la misma que aquí nunca existió.

De allí también que el nuevo coloniaje es apoderarse de la literatura infantil para hacerla vacua y divertida, “curiosa” en el mejor de los casos, pero no vital, valiosa ni transformadora. Mucho menos rebelde.

Por eso no hubo literatura infantil en el nuevo continente durante varios siglos, precisamente cuando en Europa había una eclosión de encuentro con sus raíces y se volvían los ojos a la cultura popular, a los cuentos folclóricos, a los relatos de hogar.
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12. Valores que causan asombro
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Por eso no es literatura infantil de América Latina aquella que divierte, entretiene o engolosina. Por eso aquí el problema de la literatura infantil no es que guste, cause placer o deliquio. Por eso aquí no puede ser literatura infantil la truculencia, la magia y hechicería, sino la que subvierte, duele y hiere, porque partimos de un problema hondo de identidad. Y por lo mucho que se ha sufrido.

De allí que en América Latina, que lo imitaba todo de Europa curiosamente no produjo literatura infantil, cuando allá reinaba . Eso no lo podíamos imitar porque no sabíamos quiénes éramos, porque aquí no había hogar, no había casa. Lo que acontecía era todo lo que negaba o destruía la noción de casa. Lo que había aquí era la mina, el obraje, la mita, la reducción catequética o el cuartel militar.

El hecho que evidencia todo esto es que se destruía todo lo que era fe popular, religión nativa, dimensión trascendente de las poblaciones vencidas, a través de los destructores de idolatrías que patentizaban este acto genocida que destruía lo sagrado, aquello en lo cual una persona cree. Aún más cuando a partir de dichas creencias una cultura, tan desarrollada como fue la civilización incaica, ha logrado obras portentosas y tener una organización y unos valores que causan asombro.
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13. El hombre nuevo
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Hay, de otro lado, una visión aparentemente idílica pero en el fondo falsa y engañosa respecto a las nuevas tierras desde la óptica europea y desde donde partiera la aventura expansionista.

Incursión que se sintetiza en el embeleso de que ella es el Nuevo Mundo, denominando con este eufemismo a los parajes recién descubiertos. Un universo en donde sitúan, imaginan posible y hasta ven concretada la utopía que habían elucubrado. Y, aunque en muy pocos casos, anhelado que se realice durante toda la Edad Media.

Mundo Nuevo que remite necesariamente a infancia renovada y distinta, hecho que no fue así, porque Europa con la conquista no hizo el mínimo esfuerzo, ni siquiera el intento ni el gesto de concretar ello. Y sólo acuñó el nombre, que resulta desolado y ni siquiera palpitante, de una indefensa utopía.

¿Cuál fue aquel sueño? El de crear o idear aquí al hombre nuevo. Pero ocurrió lo contrario, el hombre nuevo, el hijo, es el que surge de un acto de rebeldía, en contra y a pesar del padre.

Y fue así porque el conquistador europeo no vino con una creatividad sincera de hacerse nuevo o hacer algo distinto en las tierras por ellos recién descubiertas.
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14. Esperanza de redención
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Eso sí, quería lavar sus culpas. Ciertamente, quería limpiar su conciencia. Eliminar su impureza y redimir sus pecados, que eran muchos y graves: la codicia, el embuste, las guerras consuetudinarias y fratricidas, una concepción nigromántica y oscurantista de la vida, que pone como piedra de toque y fundamento de la vida el pecado original. ¿Qué pecado?

Quería enjuagar las manchas de su perversión en un nuevo arroyo. Borrar sus sombras con un nuevo viento y en tierra primigenia, en fuego impoluto y restallante; pero no para ser distintos, sino para paliar su mala conciencia, siendo iguales en sus infiernos, mezquindades e infamias.

Si algún signo bueno y hasta trascendente caracteriza el descubrimiento y conquista de América, de parte del europeo, no es sino el sentimiento de culpabilidad, de pecado, y de titubeante esperanza de redención. Pero, todo aquello no fue suficiente. Y pronto, se dieron cuenta que volvieron a obrar mal, con violencia, con rapiña, avasallando gentes y pueblos.

Y no les quedó otra cosa que ocultarse a sí mismos y denostar del vencido. Trasplantaron aquí lo mismo de lo cual venían huyendo, que los perseguía y acosaba.
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15. Acto ceremonial
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Sin ser conscientes ni suponerlo, iban tras de vicios de lo que venían espantados, acicateados además por la vanidad y codicia, como por sus ansias de poder y riquezas.

Pronto se dieron cuenta que no solo habían obrado igual sino peor, porque al final ganó la ambición, la usura y, sobre todo, la perfidia.

Y el atisbo de paraíso, que fue un breve resplandor y un señuelo, fue canjeado por el brillo del oro que hacía fulgurar sus ojos de codicia.

Él se convirtió en tentación, en nueva culpabilidad y en oprobio. Aquí, el europeo volvió a perder sus caminos, a fallar, a transgredirse asimismo, a sucumbir ante los metales, a apoderarse de los frutos de la tierra y no saber qué hacer con los frutos de los vientres de las madres indígenas.

De allí que, para tener literatura infantil en los diferentes países de América Latina, hemos tenido que realizar un acto ceremonial de antropofagia en una dimensión ritual, cual es devorarnos al padre dominante, padre autoridad, negador del ser y de la identidad que violó y violentó a la mujer indígena.
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16. Es más nuestro idioma
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Para modular una voz propia que recién se plasma cuando se hace literatura infantil, hemos tenido que realizar un acto de muerte y resurrección de nuestra propia raíz cultural paterna. Ha tenido que haber un parricidio; hemos tenido que afirmar y erigir un ser sobre el cadáver del padre; hemos tenido que apropiarnos de su lengua y arrebatarle su voz, su palabra y su boca.

Por eso lo más sintomático que existe en el ámbito de la clase intelectual en nuestros países, y en nuestro continente, es la no aceptación de cómo el ciudadano de la península ibérica habla el español, pareciéndonos bárbaros, impostados e insensibles. ¡Qué curioso! Si es su lengua. Nos burlamos de cómo hablan el español. Y de cómo escriben.

Incluso esta impresión se extiende a los estratos populares en donde es curioso que exista la opinión que el español no habla bien, que lo hacen sin propiedad, que estropean el expresión, que no ejercen bien el don del lenguaje, rechazando la actitud que asumen ante la palabra.

Sentimos así que es más nuestro idioma, quienes son los que lo trajeron.
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17. Afirmación de identidad
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Nos da la impresión que un español al hablar lo hace de manera tosca y falsa.

Y es que le hemos arrebatado el habla. Nos hemos comido su voz.

Les hemos devorado el lenguaje, haciéndolo nuestro, obligándole a que él diga lo que nosotros queremos que diga, imprimiéndole nuestra faz y nuestro dolor.

De allí que sean los más grandes escritores nuestros aquellos que desconstruyeron el castellano para erigir otra manera de decir las cosas, rompiendo todos los cánones y los esquemas, en una dimensión imprevisible, como es el caso de César Vallejo y José María Arguedas.

Por eso, es revelador el hecho de que la mejor literatura en lengua castellana ahora no la hagan los españoles, y más bien la urdan aquellos contestatarios a dicho dominio.

Es decir, que ella esté hecha más bien por escritores que hunden sus raíces y afirman su identidad, fusionándola con los pueblos y culturas autóctonas de la América indígena.
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18. Se ocultó lo divino
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Europa aquí sucumbió en lo esencial, pero puede y volver a la hebra de aquella utopía a partir de la literatura infantil para sí misma y el destino de este continente.

A través de ella podría empezar a avizorar, reivindicar y asumir el mundo que pervive en sus raíces primigenias y que pese a que hizo lo más severo y sistemático por querer destruir no alcanzó a borrarlo de la faz de la tierra.

Porque hubo en el coloniaje funcionarios de mucho rango y talento, enjundia y rigor, cuya función era destruir idolatrías. Y se entendió por ello todo signo de pensar y sentir diferente hasta en los detalles al suyo. Y se confundió idolatría con el alma de la gente. Se trataba entonces de matar el alma.

Sin embargo, se conservan sentires, pensares, quereres y creencias y sobre todo pureza y candor gracias a un proceso de resistencia heroica al avasallamiento y a la dominación, mediante un sincretismo fervoroso por el cual se ocultó lo divino que hoy es necesario despertar.
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19. La verdad continua y permanente
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Todo esto puede ser la arcadia anhelada, el nuevo mundo soñado y presentido, aquella redención avizorada y posible en los tiempos que recién se inauguran ahora.

Se puede encontrar aquí la tierra virginal y prometida. Pero esta vez apagando el fulgor mortal del oro y del vil metal. Desterrando la actitud prepotente y abusiva de erigirse sobre los demás y tratarlos como a siervos, descartando la codicia del botín y borrando para siempre la noción de cobrar cupos de guerra nefastos y envilecidos.

No deformar ni cambiar espejos o cuentillas de vidrio y otros abalorios por riqueza material o mental, a lo cual se presta muy bien una literatura infantil mal entendida.

Lo que queremos que se aprecie es otra riqueza, aquella que hizo de este reino un mundo solidario, fraterno y recíproco; donde se privilegiaba el bien común, la transparencia y la verdad continua y permanente.
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20. Tierra de promisión
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Ya no la actitud del destructor de idolatrías sino la del atento lector y fundador de nuevas y sólidas esperanzas.

Fundemos un nuevo mundo, forjemos una esperanza para el hombre universal en esta tierra que mereció el nombre de Nuevo Mundo.

Recuperemos aquel sueño de la utopía perdida, aquella valiosa entelequia ya soterrada, haciéndola válida para todos los hombres, eligiéndola en vez de la usura, optando por ella en vez de las prebendas, las repartijas de los tesoros del Inca que llenaron las arcas de familias, empresas, fundaciones, congregaciones y gobiernos.

De lo que se trata es de no confundir entonces literatura infantil con ventas, ni educación y cultura con buenos negocios.

Es educar para la belleza, la verdad y el heroísmo.

Porque la literatura infantil no es tanto lo que como arte se ha tenido el talento de encontrar o adquirir sino lo que se ha tenido la valentía y el coraje de defender y la dicha de no perder aquello que se nos prestó como don de vida.
Epílogo
Literatura infantil es encontrar aquella tierra de promisión, es hallar para uno mismo algunas huellas, claves y significados profundos de la vida.

Y así como empezamos con la carta que canta o cuenta; y los melones apetitosos y prohibidos, terminamos imbricando aquella historia a la literatura infantil con la consigna de que aquella que hagamos, publiquemos, difundamos y exaltemos. haga posible que los melones sirvan para paliar el hambre y la sed de la gente. Y las necesidades más sentidas del ser humano.

Uniendo la oralidad con la grafía, integrando y hermanando al mundo fragmentado y dividido. Que la escritura y lo que se oye y escucha no estén en pugna, que los códigos y las acciones no estén en conflicto.

Que la carta defienda, que la escritura sea coherente con las necesidades del pueblo, ampare y proteja.

Que no haya denuncia sino defensa.

Ese es el continente que queremos hacer y forjar a partir de ahora, la tierra de promisión soñada, anhelada y avizorada en la luz del alba.

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